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Guerra económica en Ucrania: el banco central se convierte en una caja de resistencia
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EL ESTADO FUNCIONA EN MEDIO DE LA CALAMIDAD

Guerra económica en Ucrania: el banco central se convierte en una caja de resistencia

Todas las guerras tienen un lado económico. Lo novedoso es cómo el banco central, además de garantizar la liquidez, se ha convertido en una auténtica caja de resistencia

Foto: El gobernador del Banco Central de Ucrania, Kyrylo Shevchenko. (Reuters/Gleb Garanich)
El gobernador del Banco Central de Ucrania, Kyrylo Shevchenko. (Reuters/Gleb Garanich)
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Ser gobernador de un banco central en el país más pobre de Europa en términos de PIB per cápita —2.289 dólares en 2016, según la última evaluación del FMI— no debe ser fácil en tiempos de paz, pero serlo durante una guerra tras la invasión de tu país deber ser lo más parecido a ejercer de superhéroe en una película de Marvel, y no solo en el sentido cívico de la expresión.

El héroe del Banco Nacional de Ucrania (BNU) se llama Kyrylo Shevchenko, que antes fue un banquero privado. Lleva en el cargo desde julio de 2020, cuando sustituyó a Yakiv Smolii, quien dimitió después de tres años en el cargo tras denunciar las presiones políticas sistemáticas que ejercía el Gobierno Zelenski. Paradojas de la vida, Shevchenko, en un giro inesperado, es hoy la clave de bóveda del sistema económico ucraniano, que descansa, como siempre sucede durante las guerras, sobre los pilares del banco central, que continúa operando con cierta normalidad, aunque con una diferencia. El BNU es lo más parecido a una caja de resistencia. No solo se encarga de asegurar que haya liquidez para las transacciones comerciales y entre particulares, sino que, además, tiene entre sus objetivos prioritarios captar recursos.

Así, por ejemplo, es el encargado de gestionar una cuenta especial que incorpora todas las aportaciones que se hacen para ayuda militar procedentes de particulares o instituciones. Hasta el momento, ha recaudado 12.200 millones de grivnas, la moneda ucraniana, equivalentes a unos 381 millones de euros. Ahora bien, el dinero se ha ido gastando y este lunes, en su página web, advertía de que ya solo quedaban en caja 153 millones de grivnas, es decir, únicamente 4,78 millones de euros.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, entrega flores a la entonces canciller alemana, Angela Merkel, durante su última reunión en Moscú. (EFE/EPA/Pool/Kremlin)

Algo menos de la cuarta parte de los fondos obtenidos, 3.600 millones de grivnas, ha sido enviado en divisas desde el extranjeroaquí, la cuenta—: dólares, euros, libras o el renminbi chino. Sin duda, la mejor noticia para un banco central obsesionado con preservar sus magras reservas, aunque obviamente un objetivo inalcanzable para un país que lo mismo que necesita tanques y drones para mantener en pie el funcionamiento del Estado —esa es la misión del presidente Zelenski— requiere divisas. Muchas divisas.

Solidaridad internacional

El banco central ucraniano, igualmente, gestiona otra cuenta especial destinada a necesidades humanitarias, pero en este caso las ayudas son muy inferiores. Su saldo actual son 293 millones de grivnas, unos 9,15 millones de euros, que administra el Ministerio de Política Social. Esta caja de resistencia también está a punto de agotarse. Probablemente, porque en la medida en que la guerra se vaya alargando, y mañana se cumplirá un mes, la solidaridad internacional irá disminuyendo.

Todas estas cantidades son, en cualquier caso, muy pequeñas respecto de los fondos que ha obtenido Ucrania de las instituciones financieras internacionales en los últimos años. En particular, desde el comienzo de la guerra en el Donbás y la anexión de Crimea. La última partida ya está aprobada, apenas una semana después de que lo anunciara la directora gerente del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva, y son 1.400 millones de dólares (unos 1.270 millones de euros) a cargo del llamado Instrumento Rápido de Financiación, que es una ventanilla de emergencia para situaciones límite. Esa cantidad supone el 50% de la cuota que le corresponde a Ucrania en el Fondo Monetario en derechos especiales de giro (DEG), la moneda con la que trabaja el FMI.

El riesgo de hiperinflación es tan elevado que el banco central se ha comprometido a comprar bonos de guerra emitidos por el Estado

La respuesta a la guerra por parte de las autoridades económicas ucranianas ha sido por el momento de manual, probablemente porque su Administración está tutelada por el FMI. Se han introducido controles administrativos y de capital para preservar la disponibilidad de reservas de divisas y reducir las incertidumbres sobre el tipo de cambio: un euro equivale a 32 grivnas. Igualmente, y en aras de ofrecer más apoyo a la estabilidad financiera, el Banco Nacional de Ucrania ha establecido un nuevo mecanismo de liquidez y ha introducido medidas de tolerancia regulatoria. Si bien se han impuesto límites a la retirada de efectivo, como ha propuesto el FMI, no se han limitado de forma dramática las transacciones para no dañar el uso del efectivo.

Espiral inflacionista

El riesgo económico radica en los efectos de una catástrofe humana y territorial. Con los puertos marítimos y los aeropuertos cerrados y una buena parte de las infraestructuras de transporte destruidas, se puede desencadenar un enorme proceso inflacionista, solo compensado parcialmente por la brutal caída de la demanda a consecuencia de la guerra. Lo que ha hecho el banco central para evitar que la economía importe inflación ante el debilitamiento de la moneda local es fijar un tipo de cambio oficial de la hryvnia (la denominación ucraniana de la grivna) al dólar, con un valor idéntico al que había el 24 de febrero, al comenzar la guerra.

El riesgo de hiperinflación es tan elevado, algo habitual en periodos de guerra, que el banco central se ha comprometido a comprar bonos de guerra emitidos por el Estado, una monetización del déficit, aunque con límites, precisamente para evitar una espiral inflacionista.

Foto: La inflación golpea la cesta de la compra. (EFE/David Arquimbau Sintes)

Por el momento, el pasado 8 de marzo, ha comprado 20.000 millones de grivnas, unos 625 millones de euros, que servirán para financiar la guerra. Puede parecer poco, pero, como recuerda el propio banco central, pese a la guerra, las empresas ucranianas continúan pagando sus impuestos y la población dona grandes cantidades para apoyar al Ejército. Además, los socios internacionales también brindan asistencia militar, financiera y humanitaria masiva. El Consejo de la Unión Europea, por ejemplo, aprobó en febrero, incluso antes de la guerra, una ayuda de 1.200 millones de euros a Ucrania sujeta al cumplimiento del programa de préstamos del FMI.

Por el momento, la política fiscal se ha centrado en asegurar los pagos prioritarios, y hasta ahora, aunque no sin dificultades, Ucrania ha cumplido con todas sus obligaciones de deuda con el Fondo, que son cuantiosas. Muy cuantiosas.

La guerra, sin embargo, tiene muchas paradojas. Lo mismo que durante la II Guerra Mundial el Gobierno nazi seguía pagando las pensiones, incluso cuando Berlín estaba a punto de caer, Ucrania continúa cobrando los peajes que paga Rusia por los gasoductos que transportan gas a Europa Occidental. El Stream 2, por el Báltico, como se sabe, ha sido congelado.

Comercios abiertos

Ya en 2020, y en medio de la crisis del covid, el FMI tuvo que habilitar una línea de crédito ('stand-by') de 5.000 millones de dólares (unos 4.500 millones de euros) a devolver en 18 meses, que en realidad es una sucesión del préstamo concedido dos años antes, cuando se aprobó una disposición de 1.400 millones de euros, a su vez heredero de un gran préstamo de 17.010 millones de dólares concedido en 2015 (3.190 millones de disposición inmediata), tras la invasión de Crimea y la guerra del Donbás, las regiones separatistas prorrusas.

Foto: El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en una pantalla. (EFE/Bilan)

Esta espiral de endeudamiento (85,5% del PIB en 2018) explica que el banco central haya endurecido el control de capitales, aunque introduciendo flexibilidad para evitar el colapso del sistema económico y favorecer que los ucranianos, cuando no hay toque de queda, puedan comprar sus necesidades básicas en los comercios que siguen abiertos.

Recientemente, el banco central ha anunciado que el límite diario para retiradas de efectivo de un determinado tipo de cuentas corrientes denominadas FX se incrementaba de 30.000 grivnas a 100 000 (unos 3.125 euros), lo que permitirá a muchos ucranianos sacar el dinero para huir de la guerra. Al mismo tiempo, el banco central aclaró que este límite, con excepciones, también se aplica a la retirada de moneda extranjera fuera de Ucrania en cuentas FX abiertas en bancos ucranianos. Es decir, se facilita la disposición de liquidez para sortear la calamidad económica, humanitaria y social.

Lo que se pretende es favorecer que los más de tres millones de refugiados puedan disponer de su dinero fuera del país. Ahora bien, con límites. Las retiradas de efectivos en el extranjero no pueden ser superiores a 100.000 grivnas al mes, unos 3.125 euros. Con estas restricciones, se pretende evitar la salida ingente de capitales en unos momentos en que millones de ucranianos se están marchando obligados por la guerra. El banco central ha permitido, sin embargo, transferencias ilimitadas hacia el exterior para el pago de matrículas, gastos relacionados con muertes, tratamiento médico o transporte de pacientes. En una palabra, economía de guerra.

Ser gobernador de un banco central en el país más pobre de Europa en términos de PIB per cápita —2.289 dólares en 2016, según la última evaluación del FMI— no debe ser fácil en tiempos de paz, pero serlo durante una guerra tras la invasión de tu país deber ser lo más parecido a ejercer de superhéroe en una película de Marvel, y no solo en el sentido cívico de la expresión.

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