Bolsa y bloqueo político: el Ibex resiste mucho mejor ahora que en 2016 y 2019
Al contrario que en anteriores episodios de incertidumbre electoral, el Ibex se está mostrando capaz de mantener el ritmo de los grandes índices europeos tras los comicios del 23-J
Mientras la política española sigue enmarañada en espinosas negociaciones para intentar conformar un nuevo Gobierno, la bolsa nacional mira para otro lado. Han pasado tres semanas desde que las elecciones del pasado 23 de julio arrojaron un resultado extremadamente complejo para la confección de mayorías, azuzando el temor a un largo periodo de bloqueo, pero el Ibex ha dejado hasta la fecha pocas muestras de inquietud ante la situación.
Es cierto que las dos sesiones posteriores a los comicios vieron quedar al selectivo español a la zaga de sus pares europeos, lastrado por unos bancos y eléctricas que veían diluirse sus esperanzas de un próximo fin (o al menos corrección) de los impuestos extraordinarios que ahora mismo les afecta a la misma velocidad que se diluían las expectativas de un Gobierno liderado por el PP de Alberto Núñez Feijóo. Pero, una vez digerido ese primer impacto, la bolsa española ha logrado seguir la estela de las grandes plazas internacionales.
Así lo reflejan los números. Desde el cierre de la sesión del 21 de julio (la última jornada previa a las elecciones), el Ibex ha experimentado un retroceso (en términos de retorno total, incluyendo dividendos) del 1,41%, ligeramente mejor que el rendimiento del EuroStoxx 50 y menos de tres décimas peor que el del Stoxx 600. De hecho, sus números mejoran los del Dax alemán o el Ftse Mib italiano, entre otros.
En las semanas previas a la cita electoral, fueron varias las casas de análisis que señalaron la posibilidad de un bloqueo político como el principal riesgo que encaraban los mercados españoles ante la votación. Una advertencia respaldada por la experiencia más reciente. No en vano, en las dos ocasiones en las que España se enfrentó, en los últimos años, a un largo periodo de bloqueo político, el Ibex experimentó un desempeño claramente peor que el de los principales índices de la región.
Así sucedió tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015, cuando el PP vio resquebrajarse la amplia mayoría de la que había disfrutado en la legislatura anterior y la irrupción de nuevos partidos como Podemos o Ciudadanos dio lugar a un Congreso ampliamente fragmentado en el que ningún bloque se mostró capaz de aunar apoyos suficientes.
En los 189 días que transcurrieron hasta la celebración de nuevas elecciones (el 26 de junio de 2016), el Ibex experimentó un rendimiento negativo cercano al 18%, siete puntos porcentuales por debajo que el EuroStoxx 50, casi 10 puntos peor que el Stoxx 600 y más de 15 puntos inferior al rendimiento del índice global MSCI World.
Y no fueron mejores los resultados que obtuvo el índice español durante el impasse político del año 2019. En aquel momento, la victoria electoral del PSOE en las elecciones del 28 de abril se mostró insuficiente para obtener una mayoría suficiente en el Congreso sin lograr el respaldo de una amalgama de partidos, dada la dificultad para el entendimiento con Ciudadanos. Así, el país se vio inmerso en una situación de bloqueo durante 196 días, hasta que una repetición de los comicios el 10 de noviembre del mismo año dio el empujón definitivo al partido dirigido por Pedro Sánchez para firmar una coalición con Podemos y buscar el apoyo puntual de una serie de partidos regionales.
Durante el bloqueo de 2019, los inversores tuvieron que lidiar con los avances de la guerra comercial entre Estados Unidos y China
Durante dicho lapso, el Ibex obtuvo unos retornos totales positivos. Pero estos fueron de apenas el 1,21%, casi cinco puntos menos que el Stoxx 600, alrededor de seis puntos por debajo de los obtenidos por el MSCI World y hasta siete puntos inferiores a los resultados del EuroStoxx 50.
Es obvio que estos resultados están influidos por toda una serie de situaciones y desarrollos que no hacen sencillo estimar qué parte puede responder a la incertidumbre política y cuánto corresponde a otros factores. Por ejemplo, durante el bloqueo de 2015-2016, los mercados financieros tuvieron que digerir el shock que supuso el voto británico a favor del Brexit, que provocó un castigo extraordinario a países considerados entonces especialmente sensibles (como era el caso de España tras la crisis de la deuda) y que lastró con fuerza a grandes valores muy expuestos a Reino Unido, como Santander, Telefónica, IAG o Sabadell.
Del mismo modo, durante el bloqueo de 2019, los inversores tuvieron que lidiar con cuestiones de calado como los avances de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. En ese periodo, el Ibex tuvo a compañías como ArcelorMittal, Meliá o Santander como sus principales lastres.
Menor sensación de riesgo
Con todo, los expertos sí consideran que existen factores fundamentales para entender por qué la situación de bloqueo político en España resulta ahora menos preocupante para los inversores de lo que lo fue en ocasiones anteriores. "Desde fuera, el resultado de las elecciones españolas se ha visto como un refuerzo de las posiciones europeístas y un retroceso de las posturas menos favorables", observa Javier Pino Estévez, analista de Afi, quien señala como muestra que desde el día siguiente a los comicios apenas han recibido ninguna consulta por parte de sus clientes internacionales.
En 2015-2016, la situación era vista de manera muy diferente. No en vano, España se había convertido durante la legislatura anterior en alumno aventajado en la aplicación de las reformas exigidas por Bruselas para corregir los desequilibrios que habían dado lugar a la crisis del euro, entre 2010 y 2012.
En aquellos años marcados por políticas muy basadas en la disciplina fiscal y los ajustes presupuestarios, el castigo sufrido por el PP fue interpretado como una nueva muestra del hartazgo ciudadano ante estas recetas, mientras que el auge de un partido crítico con las mismas como Podemos azuzaba los temores a una posible reversión de las reformas previas, cuando no a desafíos más directos a las directrices europeas. No puede obviarse que, solo unos meses antes, Bruselas había tenido que lidiar con la rebelión del Gobierno griego de Syriza.
Una reedición de aquello en España era visto como una amenaza de un calado difícilmente manejable. Así, firmas como las agencias Fitch y Moody’s alertaron desde el minuto uno del riesgo de un viraje en la política fiscal de un nuevo Gobierno que podría comprometer los avances logrados en los años anteriores.
Del mismo modo, las elecciones de 2019 volvían a poner sobre la mesa la posibilidad de una coalición de izquierdas (de nuevo con la entrada de Podemos en el Ejecutivo como una posibilidad muy real) más enfocada en el gasto público financiado con mayores impuestos. Una fórmula esta que resultaba especialmente inquietante en un contexto de evidente desaceleración de la economía española e internacional.
En el mercado, se defendía que la victoria de Sánchez o Feijóo no debería implicar cambios significativos para las perspectivas económicas
Estos planteamientos, sin embargo, han estado muy lejos de envolver los debates sobre la situación política actual en España. Incluso en las semanas previas a los comicios, cuando se daba por hecho un cambio de Gobierno, con el PP al frente, la mayor parte de las firmas de análisis expresaron cierta indiferencia sobe el resultado electoral. Aunque algunas, como JPMorgan, entendían que el regreso de los populares a la Moncloa tendría implicaciones favorables para la inversión y las empresas, en el mercado se defendía, en líneas generales, que la victoria de uno u otro de los contendientes con opciones (es decir, Pedro Sánchez o Alberto Núñez Feijóo) no debería implicar cambios significativos para las perspectivas económicas del país.
Casi cuatro años después de la entrada de Podemos, por primera vez en las instituciones, los inversores parecían haber normalizado la presencia de estos en el Gobierno, entendiendo que las políticas auspiciadas por estos (y presumiblemente moderadas por un PSOE más fuerte) no habían resultado tan radicales como se las presumía inicialmente. Y el cambio que se ha dado en el paradigma económico en los últimos años, con una mayor aceptación del protagonismo público en la esfera económica y menos aferrado (al menos momentáneamente) al dogma de la disciplina fiscal, ha acabado haciendo más asumible la posibilidad de un Gobierno como el que ha liderado Sánchez en los últimos años.
Los expertos prevén un crecimiento sólido para España con independencia del Gobierno
En cualquier caso, con el resultado electoral del pasado 23-J haciendo extremadamente compleja la conformación de una nueva mayoría parlamentaria, el foco de inversores y analistas ha tornado hacia la perspectiva de un amplio periodo de incertidumbre política. Una situación indeseada, pero de riesgos, a priori, limitados. Sobre todo, teniendo en cuenta que, a día de hoy, la economía española se mueve con una inercia favorable que es dependiente de factores en gran medida externos, sobre los que el Gobierno nacional tiene una capacidad de actuación escasa.
"El impacto a corto plazo es probablemente pequeño. Después de dos años prósperos, es probable que el crecimiento se desacelere a medida que la recuperación posterior a la pandemia se desvanece y las tasas de interés más altas comienzan a afectar. Pero, con tasas de alrededor del 2% anual, se prevé que el crecimiento siga siendo aceptable", señalaba en una nota reciente Maartje Wijffelaars, analista sénior de Rabobank para la eurozona.
"En el caso del Ibex, consideramos que una parálisis política o la perspectiva de bloqueo tendría un impacto más bien neutro, siempre y cuando no se prolongase más de unos cuantos meses", corrobora Mario Lafuente, socio y director de atl Capital.
Esta sensación ha permitido a los inversores olvidarse de los avatares políticos españoles y centrarse en los aspectos más propios de los mercados financieros, que en estas semanas han estado presididos, preferentemente, por la evolución de los datos económicos, las expectativas en torno a los bancos centrales y la reciente temporada de resultados del primer semestre. Ninguno de estos factores parece haber ofrecido razones para mirar al mercado español con más recelos que al resto de plazas europeas.
Sin embargo, esto no significa que los riesgos de la situación política española resulten insignificantes. Como señalaba Lafuente, una clave en el análisis es la referente al tiempo que se prolongue el bloqueo. "Si la situación se alargase mucho más en el tiempo, sí podría tener un efecto algo más negativo, al ser el Ibex un índice con un elevado componente de empresas reguladas, donde, para los inversores, es clave tener claridad en las reglas del juego", comenta el experto de atl.
A menudo, en el mercado se considera que un escenario de nula actividad legislativa, como el que resultaría de un bloqueo prolongado a la formación de Gobierno, resulta favorable al mercado, ya que limita el temor a cambios regulatorios que varíen de forma significativa el relato de inversión de las compañías afectadas. Sin embargo, al mismo tiempo, un impasse como este puede resultar en el aplazamiento indefinido de decisiones estratégicas clave, lo que resultaría nocivo a la hora de apostar por estas empresas.
La falta de visibilidad para las empresas reguladas puede ser un lastre a largo plazo
A esto se añade una cuestión macroeconómica relevante. Y es que uno de los factores positivos clave con que cuenta la economía española en el momento actual, como es la implementación de las inversiones ligadas a los fondos europeos del programa Next Generation, podrían verse comprometidos por el bloqueo político.
"Un Gobierno interino no va a poder acometer las reformas pendientes para recibir los siguientes tramos de los fondos", advierte Pino Estévez, quien considera, sin embargo, que el mayor riesgo que enfrenta el país en este sentido sería un retraso en la recepción de esos fondos que restara algunas décimas de crecimiento el próximo año.
Y también en Rabobank apuntan al largo plazo como el horizonte más probable de problemas para una España políticamente bloqueada. "Mirando más allá del corto plazo, la inercia de las políticas podría, de hecho, resultar perjudicial, ya que existen algunos desafíos importantes que deben abordarse", comentan, apuntando a los crecientes efectos de la sequía, el alto desempleo estructural o la debilidad de las finanzas públicas como principales asuntos que necesitarían de una respuesta política vigorosa. Se trata, en todo caso, de riesgos que no parecen estar ahora mismo en el epicentro de las inquietudes de unos inversores que han decidido, al menos por el momento, olvidarse de la política.
Mientras la política española sigue enmarañada en espinosas negociaciones para intentar conformar un nuevo Gobierno, la bolsa nacional mira para otro lado. Han pasado tres semanas desde que las elecciones del pasado 23 de julio arrojaron un resultado extremadamente complejo para la confección de mayorías, azuzando el temor a un largo periodo de bloqueo, pero el Ibex ha dejado hasta la fecha pocas muestras de inquietud ante la situación.