Es noticia
Los grandes errores de los inversores de 2022 y cómo no repetirlos en el nuevo año
  1. Mercados
Un año convulso en los mercados

Los grandes errores de los inversores de 2022 y cómo no repetirlos en el nuevo año

Desde las criptomonedas a las grandes tecnológicas, pasando por el oro o los bonos, los mercados financieros han experimentado este ejercicio un sinfín de decepciones

Foto: Imagen de un 'trader' en la Bolsa de Nueva York. (Reuters/Brendan McDermid)
Imagen de un 'trader' en la Bolsa de Nueva York. (Reuters/Brendan McDermid)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

El año 2022 se despide en los mercados financieros como uno de los más complejos de los últimos lustros. Aunque desde el estallido de la pasada crisis financiera los inversores han tenido que lidiar con infinidad de episodios críticos, en todos ellos pudieron contar con el respaldo de los bancos centrales, que, con sus acciones, amortiguaron los riesgos y ofrecieron incentivos para mantener la confianza en la estabilidad de los mercados.

Este año, sin embargo, los inversores se han enfrentado a las turbulencias ocasionadas por la guerra de Ucrania y la crisis inflacionaria en un momento en que los bancos centrales daban un paso a un lado, dejando al descubierto las múltiples vulnerabilidades acumuladas en los ejercicios anteriores.

Foto: Foto: EC Diseño.

Desde las bolsas a los bonos, pasando por las materias primas o activos menos convencionales, como las criptomonedas o los fondos de inversión inmobiliaria, se han visto afectados, con mayor o menor intensidad, por esta tormenta, que ha dejado un reguero de pérdidas y que, en muchos casos, ha puesto en tela de juicio varios de los principios que habían regido la inversión en los ejercicios previos.

Las decepciones han sido la tónica dominante en los parqués en 2022, trayendo con ellas sufrimiento, pero también provechosas lecciones para diseñar la estrategia de inversión de cara a 2023.

Colapso en las criptomonedas

A la hora de pensar en las decepciones financieras del año, es casi inevitable que el bitcoin y el conjunto de las criptomonedas se sitúen en un lugar preferente. Después de muchos años de vaivenes —que habían traído consigo sugerentes historias de éxito financiero—, su evolución poscovid parecía refrendar la idea de que habían alcanzado la necesaria madurez para ser considerados un activo de inversión de primera clase, capaz de aportar una diversificación a las carteras como pocos. Pero cuando ha sido necesario probar esta característica, el resultado ha dejado mucho que desear.

"Iban a ser independientes de lo que hicieran los bancos centrales y son las que más han caído cuando los bancos centrales han movido ficha. Algunas incluso han desaparecido. Iban a servir de protección contra la inflación y son las que más han sufrido con la llegada de la misma", apunta Víctor Alvargonzález, socio fundador de Nextep Finance.

Foto: EC Diseño.

El fiasco de las criptomonedas no se explica únicamente en las fuertes caídas acumuladas (algunas de las principales, como bitcoin o ethereum han perdido más de dos tercios de su valor frente al dólar en el año), sino también en el colapso de una parte importante del sistema erigido en torno a ellas y que tiene en la caída de la plataforma FTX su ejemplo más palmario.

"La mayor decepción es que, siendo las monedas digitales una gran idea, se hayan convertido en una ficha de casino, lo cual probablemente las deje marcadas por mucho tiempo y no puedan aprovecharse las muchas ventajas que ofrecerían si se movieran en un entorno que no fuera la ley de la selva", apunta Alvargonzález, quien culpa tanto a intermediarios financieros como a reguladores.

Las lecciones de este fracaso parecen obvias hoy a quienes durante tiempo predicaron en el desierto contra la especulación que parecía rodear todo el entorno de las criptomonedas: la conveniencia de no invertir (al menos no en proporciones significativas) en aquello que no se entienda, especialmente si las garantías regulatorias escasean, y dudar de todo aquello que se presente ante el potencial inversor como dinero fácil. "Cuando se utilice a famosos para publicitar una inversión, se pongan anuncios en las marquesinas de los autobuses y en bodas y bautizos no se hable de otra cosa, entonces hay que abstenerse de poner ahí el dinero", apostilla el fundador de Nextep.

El gatillazo del oro

En descargo de las criptomonedas se puede señalar que no han sido la única presunta cobertura de inversión que ha decepcionado en 2022. Incluso el oro, el activo tradicionalmente considerado como el mejor refugio contra la inflación, ha firmado un ejercicio decepcionante. Pese a una primera reacción al alza a las tensiones geopolíticas en Ucrania, que le llevó a rozar su máximo histórico en marzo, por encima de los 2.000 dólares por onza, esa pujanza se desvaneció rápidamente y solo un acelerón en el tramo final del año le permite cerrar el ejercicio con ligerísimas ganancias, que en ningún caso suponen compensar la inflación.

La fortaleza del dólar y la agresiva política monetaria de la Fed son algunos de los factores que se aducen para explicar una debilidad viene a mostrar a los inversores que, incluso, las carteras más sólidamente protegidas para enfrentarse a posibles tensiones están expuestas a pérdidas si se dan unas condiciones tan especiales como las de este año.

El año más difícil de los bonos

Más problemático para los inversores ha resultado el fiasco de los bonos, otro activo supuestamente llamado a amortiguar las pérdidas en momentos de dificultad de la renta variable, pero que en este 2022 ha caído de la mano de las bolsas y, por momentos, con mayor intensidad. El índice Bloomberg Global Aggregate Index, que mide la evolución de la deuda pública y privada global de mayor calidad, acumula en el año pérdidas que superan el 16%, en lo que ha resultado uno de los peores años para la renta fija en el último siglo.

Incluso, algunos de los bonos considerados más seguros, como el ‘treasury’ estadounidense o el ‘bund’ alemán han arrojado pérdidas considerables para sus poseedores. Uno de los sistemas de inversión tradicionalmente más reconocidos, la cartera 60-40 (60% renta variable, 40% renta fija) ha resultado gravemente golpeada.

"La caída del mercado de bonos sin duda afectó más a muchos inversores, especialmente a los conservadores. Nunca antes los precios de los bonos del gobierno, que se consideran seguros, habían perdido tanto en tan poco tiempo. Para los inversores que invierten en bonos sobre todo porque les resulta difícil soportar las fluctuaciones de los precios, este fue un duro golpe", indica Bert Flossbach, cofundador de la gestora Flossbach von Storch.

Foto: Fuente: iStock.

En su opinión, esta situación encierra una lección incómoda pero muy relevante para los inversores en las circunstancias actuales. "Si desea lograr rendimientos adecuados de cara al futuro, también debe ser capaz de soportar grandes fluctuaciones de precios. Desafortunadamente, no hay otra manera", explica.

En la misma línea, Diego Fernández-Elices, director general de inversiones de A&G pone el foco en el mercado de deuda como la gran decepción de 2022. "No ha sido una sorpresa mayúscula, pero es el activo cuyas caídas este año no tenían precedente en la historia, ni por la rapidez, ni por su intensidad. Incluso con un posicionamiento defensivo, estando en duraciones cortas y en nombres con buenos balances, la caídas del activo han hecho mucho daño, especialmente a clientes conservadores", comenta.

"El mercado de renta fija sigue teniendo riesgo, pero por fin es un riesgo en la mayoría de los casos, correctamente remunerado"

Para el experto de A&G, esta situación es resultado de los excesos cometidos en los años previos, en los que la intervención de los bancos centrales dio lugar a valoraciones en los bonos difícilmente sostenibles. "El mercado nos da lecciones constantemente y en este caso, quizás haya sido un recordatorio de que hay situaciones sin sentido (como los tipos de interés negativos) que duran mucho más de lo que parecía razonable esperar, pero cuando comienzan definitivamente a revertir, suelen hacerlo con violencia".

No obstante, Fernández-Elices extrae una lectura positiva de esta situación. "El mercado de renta fija sigue teniendo riesgo, pero por fin es un riesgo en la mayoría de los casos, correctamente remunerado. Hay grandes oportunidades y estamos construyendo carteras mucho mejores de lo que hemos podido construir en los últimos años", puntualiza.

Golpe a la diversificación

Del fiasco de las criptomonedas, el oro, los bonos y algún otro activo alternativo, como los productos de inversión inmobiliaria (golpeados recientemente por las tensiones de liquidez en algunos productos de referencia), parece desprenderse una lectura negativa sobre el conjunto de las estrategias de diversificación. "2022 ha sido el año en que la diversificación en las principales clases de activo no sirvió de nada. Nunca había ocurrido nada igual en dirección y magnitud", asevera Ignasi Viladesau, director de inversiones de MyInvestor, quien recuerda que aunque en 1994 se dio un episodio similar en los mercados, su intensidad fue mucho menor.

"Algunos van a ver este año como confirmación de que la estrategia ganadora es una cartera muy concentrada, no diversificada. Sin embargo, la excepcionalidad de la situación precisamente nos indica que en general la diversificación funciona, aunque quizá una vez cada 50 años tengamos un caso en el que no", quien, para 2023 aconseja apostar por la diversidad como la mejor garantía.

Foto: EC.

"Algunos inversores expertos y con suerte van a preferir y a acertar con una cartera con un par de ideas de inversión. Pero para la mayoría de nosotros, tener exposición a múltiples ideas de inversión va a ser la mejor opción", considera.

Hundimiento 'tech'

Es evidente que las decepciones no se circunscriben únicamente al mundo de los bonos y los activos alternativos. Aunque se puede coincidir con Alvargonzález en que el saldo final de la bolsa impide hablar de un fracaso generalizado ("estamos ante una caída relativamente normal para lo que son los periodos bajistas en bolsa", opina), sí es cierto que determinados segmentos del mercado han mostrado un rendimiento que a todas luces incumple las expectativas creadas.

Esto es especialmente cierto en el caso de las grandes tecnológicas, que con sus logros en los últimos años habían creado un aura de infalibilidad que ha quedado seriamente cuestionado. Las caídas entre el 50 y el 75% de Netflix, Meta (Facebook) y Tesla o el hundimiento del fondo ARK Innovation representan algunos de los casos más paradigmáticos de un colapso que en gran medida ha venido a mostrar que las grandes expectativas generadas en torno al sector tecnológico durante la primera fase de la pandemia resultaron en buena medida infundadas.

"La lección es básicamente bien conocida: cuando lo mejor de todos los mundos parece estar descontado, el riesgo de un revés es aún mayor", considera Bert Flossbach, haciendo referencia a las elevadas valoraciones que estas compañías habían alcanzado a medida que el mercado parecía asumir que su capacidad de crecimiento era casi ilimitada.

Foto: Logos de las aplicaciones móviles de Apple, Google, Facebook, Netflix y Amazon en una pantalla. (Reuters/ Regis Duvignau)

En paralelo a esto, las pérdidas sufridas por muchos de los mayores valores de la bolsa mundial (en gran medida, tecnológicas) han supuesto un varapalo para la idea muy extendida –y muchas veces corroborada por los datos– de que los gigantes del mercado suelen ser una apuesta más segura cuando la situación económica se vuelve compleja.

Es probable que un repaso a las previsiones de los expertos a finales de 2021 muestre una visión completamente desacertada de lo que vendría después. Entonces, como recuerda Antonio Zamora, socio fundador de Macroyield, se daba por seguro —con muy escasas excepciones— que la inflación que empezaba a golpear a la economía mundial resultaría pasajera, lo que permitiría a los bancos centrales mantener en pie sus políticas de estímulo monetario y, en combinación con la mejora económica tras la reapertura del coronavirus, pondría las bases para otro año positivo en las bolsas.

"Es muy difícil anticipar las crisis o los eslabones más débiles de la cadena"

Ahora, aunque con una convicción más matizada, parece imponerse la idea de que a medida que avance el año se irán diluyendo algunos de los principales riesgos que han golpeado al mercado en 2022 (principalmente, la inflación) y, previsiblemente, los bancos centrales podrán detener (si no revertir) el ciclo de endurecimiento monetario, lo que, a la postre debería ser positivo para bolsas y bonos, al menos en el último tramo del año.

Ningún inversor debería, en cualquier caso, fiarlo todo a que este cuadro se cumpla. Porque, como indica Zamora, si algo ha supuesto 2022 es el recordatorio de una lección eterna en los mercados: "Es muy difícil anticipar las crisis o los eslabones más débiles de la cadena". Las decepciones, al fin y al cabo, por su propia naturaleza, siempre aparecen donde no se las espera.

El año 2022 se despide en los mercados financieros como uno de los más complejos de los últimos lustros. Aunque desde el estallido de la pasada crisis financiera los inversores han tenido que lidiar con infinidad de episodios críticos, en todos ellos pudieron contar con el respaldo de los bancos centrales, que, con sus acciones, amortiguaron los riesgos y ofrecieron incentivos para mantener la confianza en la estabilidad de los mercados.

Inversiones
El redactor recomienda