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Sánchez, en Oriente Próximo: caras largas con Netanyahu y mano entrelazada con Abás
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Sánchez, en Oriente Próximo: caras largas con Netanyahu y mano entrelazada con Abás

El presidente del Gobierno y su anfitrión israelí divergieron en sus discursos sobre la invasión de Gaza y la salida política que es necesario dar a la crisis

Foto: Pedro Sánchez y Mahmud Abás, este jueves. (EFE/EPA/Pool/Alaa Badarneh)
Pedro Sánchez y Mahmud Abás, este jueves. (EFE/EPA/Pool/Alaa Badarneh)
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Primero estuvieron la frialdad del saludo y las caras largas, sobre todo la de Pedro Sánchez, cuando posaron ante los fotógrafos. Si aún quedaba alguna duda sobre la tirantez en la reunión, el primer ministro belga, Alexander de Croo, la despejó a la salida. De Croo confesó que la conversación fue “franca”, pero “tensa”.

No estábamos ahí para intercambiar buenas noticias”, añadió ante la prensa belga. Traducidas del lenguaje diplomático al de la calle, esas dos palabras significan que la entrevista de los dos jefes de Gobierno europeos con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, fue bronca.

Sánchez, descrito ahora por la prensa árabe como “la voz de la causa palestina en la Unión Europea”, viajó a Oriente Próximo junto con su homólogo belga para reunirse este jueves con el presidente de Israel, Isaac Herzog, y, sobre todo, con Netanyahu.

Sánchez y De Croo tienen enfoques bastante parecidos sobre el conflicto palestino-israelí y quizá por eso se desplazaron juntos, para apoyarse mutuamente ante un Netanyahu que no iba a ser afable. La Moncloa dio una explicación más diplomática a la visita conjunta de los dos jefes de Gobierno: el belga sustituirá al español en enero al frente de la presidencia de la Unión Europea. Ninguno habló en Jerusalén en nombre de los Veintisiete. Sus discursos están muy alejados de los de otros líderes europeos, empezando por el del alemán Olaf Scholz.

Por la tarde, ambos visitaron en la Mukata, la sede de la presidencia palestina en Ramala, a Mahmud Abás, el jefe de la Autoridad Nacional Palestina, que manda más bien poco en Cisjordania, donde el poder lo ejerce, en buena medida, el Ejército israelí. Ahí, las caras cambiaron cuando se hicieron la foto. Los dos agarraron las manos de su anfitrión en un gesto de empatía inimaginable con Netanyahu.

Más allá de los gestos, los discursos son también reveladores del alejamiento entre los dos europeos y el israelí. Excepto en condenar sin ambages “los espantosos actos terroristas del 7 de octubre” perpetrados por los palestinos de Hamás en el sur de Israel, Netanyahu y Sánchez no coincidieron en nada. “Donde uno decía blanco, otro decía negro”, comentó un diplomático europeo acreditado en Israel.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu (c) y el primer ministro belga, Alexander De Croo, en Jerusalén esta mañana. (Europa Press/DPA/Pool)

Netanyahu sostuvo de entrada que Israel estaba “completamente comprometido” con el derecho humanitario y el internacional. Recordó que su Ejército creó “corredores seguros” para los civiles de Gaza, pero que “Hamás les disparó”. “Cuando van al sur, les damos apoyo humanitario”, añadió. El primer ministro israelí repitió que sus enemigos usan a los civiles “como escudo humano” y “eso es un crimen de guerra”.

Trató también de convencerles de que Hamás era una amenaza para Europa. “El eje del terror no se detendrá”, vaticinó. “Si logran salir victoriosos aquí, pretenden derribar Oriente Medio y después irán a Europa”, insistió. Aunque el Viejo Continente ha sido azotado por el terrorismo, el de origen palestino dejó de hacerlo hace cuatro décadas. Ningún grupo palestino, ni los que figuran en la lista de organizaciones terroristas, apuesta hoy en día por golpear en Europa.

Cuando Sánchez tomó la palabra, respondió a Netanyahu casi punto por punto. “Israel debe cumplir también con el derecho internacional, incluido el humanitario”, le dijo. Hay que “detener urgentemente la catástrofe humanitaria en Gaza”, continuó. “La cifra de palestinos muertos es verdaderamente insoportable”, subrayó. Son ya 14.854, de los que 6.150 son niños, según las autoridades de la Franja.

“Las operaciones militares deben distinguir con claridad entre los objetivos terroristas y la protección de la población civil”, prosiguió Sánchez, dando así a entender que no era esa la manera de actuar del Ejército israelí. Recordó, por último, que “las resoluciones del Consejo de Seguridad [de la ONU] son vinculantes”, aludiendo a su incumplimiento por Israel.

Al concluir, Sánchez abogó primero por que, una vez acabada la guerra, sea la Autoridad Nacional Palestina la que controle Gaza en sustitución de Hamás. Reiteró su propuesta de conferencia internacional de paz, que ya cuenta con el respaldo de la UE y de la Liga Árabe. “La paz significa el establecimiento de un Estado palestino”, precisó, pero no llegó a anunciar en voz alta que su Gobierno tomará la iniciativa de reconocerlo el año próximo.

Diez de los 27 Estados de la UE ya dieron ese paso, aunque todos, excepto Suecia, lo hicieron antes de incorporarse a la Unión, cuando aún pertenecían a la esfera de influencia soviética. Más del 70% de los países miembros de Naciones Unidas (139 de un total de 193) también reconoce al Estado de Palestina, pero la mayoría de las potencias occidentales sigue sin hacerlo.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Rodrigo Jiménez)

¿Qué balance puede hacer Sánchez de este breve recorrido por Oriente Próximo, que acabará el viernes con una reunión en El Cairo con el presidente egipcio, Abdelfatah el-Sisi? Primero, una confirmación de la animadversión de Israel. La diplomacia israelí anunció el jueves por la noche que no estará representada en la cumbre ministerial que la Unión por el Mediterráneo celebrará en Barcelona el lunes. Si Sánchez logra animar a otras capitales de la UE a reconocer a Palestina, la animosidad israelí se disparará.

Segundo, Sánchez adquiere una cierta proyección internacional y, sobre todo, popularidad en el mundo islámico, cuya prensa resaltaba ayer en titulares que “España reitera su rechazo de la agresión israelí en Gaza” o que “impulsa a la UE a reconocer al Estado de Palestina”. La simpatía de la opinión pública no siempre está en sintonía con la de los gobiernos.

De cara a Europa y, en general, a Occidente, se convierte en el abanderado de la causa palestina frente a aquellos totalmente alineados con Israel como Olaf Scholz. No es el único dirigente europeo crítico con las consecuencias humanitarias de la invasión israelí, pero es el que más lo ha denunciado y el que gobierna un país con más peso entre los Veintisiete. En la Moncloa matizan que no es el adalid de ninguna causa, sino que adopta una postura equidistante.

Foto: Pedro Sánchez, con Charles Michel y Ursula von der Leyen, en la cumbre de Granada. (EFE/Miguel Ángel Molina)

Si la guerra desemboca en una conferencia de paz que reactive una negociación estancada desde hace 16 años, Sánchez siempre podrá ponerse la medalla de haber sido pionero. Formuló la idea en una cumbre europea en octubre en Bruselas. España, a diferencia de lo que sucedió en 1991, no acogería, sin embargo, esa conferencia, porque en las actuales circunstancias Israel vetaría que fuera el país anfitrión.

Primero estuvieron la frialdad del saludo y las caras largas, sobre todo la de Pedro Sánchez, cuando posaron ante los fotógrafos. Si aún quedaba alguna duda sobre la tirantez en la reunión, el primer ministro belga, Alexander de Croo, la despejó a la salida. De Croo confesó que la conversación fue “franca”, pero “tensa”.

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