La guerra en Gaza enfurece a los países árabes, pero no tanto como pensábamos
Las protestas en los países de Oriente Medio contra los ataques israelíes en Gaza han sido constantes, pero no tan masivas como los expertos vaticinaban tras la 'invasión' de Tel Aviv
El llamamiento fue claro: "Apoyar firmemente a Palestina y a su pueblo oprimido, que se enfrenta a un enemigo desprovisto de conciencia, sentimiento y compasión". Con este mensaje, la institución religiosa Al Azhar, centro teológico del islam suní, pedía a la nación árabe y musulmana que se levantara contra los ataques de Israel en Gaza como respuesta a la ofensiva de Hamás el pasado 7 de octubre. Los analistas interpretaron estas palabras como el "visto bueno" para que iniciaran las protestas en varios países de Oriente Medio, sobre todo después de la explosión en el hospital Al Ahli de Gaza, que las autoridades de la Franja atribuyeron en ese momento a Israel.
En los días después del ataque, miles de personas se concentraron en países vecinos como Líbano y Jordania, pero también en otros más alejados, como Turquía y Túnez, contra la oleada de bombardeos de las fuerzas de Tel Aviv contra la población gazatí. "Árabes, ¿dónde estáis? Se ha derramado sangre palestina", gritaba un grupo de manifestantes en la Universidad Mansoura, en Egipto. Con palabras y escenarios diferentes, el mensaje que se lanzaba en las ciudades árabes era el mismo: "No hacer nada es ser cómplice de la masacre".
En las primeras marchas de octubre contra la guerra en Gaza, se produjeron algunos encontronazos entre las autoridades y los manifestantes. El Ministerio de Asuntos Exteriores evacuó al personal de las embajadas de Israel en Rabat y El Cairo, mientras en Beirut, Líbano, se lanzaron ladrillos contra la embajada de Estados Unidos, entre gritos de "muerte a Israel". Además, el grupo Hezbolá instó a la población a iniciar "una jornada de cólera". Con estas protestas como telón de fondo, los analistas vaticinaron que, ante una invasión israelí sobre Gaza que parecía inminente, la respuesta de la sociedad árabe sería mucho más contundente.
Los soldados de Tel Aviv han estrechado el cerco sobre la ciudad en los últimos días y han llegado al hospital Al Shifa, uno de los más importantes de la Franja y que ha tenido que suspender sus operaciones por la falta de agua, electricidad y combustible, así como por los ataques contra el centro médico. Sin embargo, los manifestantes no han fortalecido su presencia en las calles de los países árabes. La marcha más multitudinaria tuvo lugar, contra el pronóstico de los expertos, en Londres, donde más de 300.000 personas se concentraron en la capital británica para exigir un alto al fuego.
"Pese al abrumador apoyo a la causa Palestina en Egipto, Jordania y Líbano, no creo que haya la expectativa de una implicación en el conflicto que vaya más allá de proporcionar ayuda humanitaria", explica Martí Segura, politólogo y experto en el mundo árabe. "Ninguno de los países está dispuesto a acoger más refugiados palestinos y, además, es razonable creer que, en caso de hacerlo, muchos no podrán regresar nunca a su país. Aun así, ni Egipto ni Líbano están en situación de poder ofrecer mucha ayuda a los palestinos", asegura a El Confidencial.
A diferencia de la gran concentración de Londres, en ciudades como Jordania se manifestaron cerca de 6.000 personas. En Estambul, 80.000 se concentraron frente al consulado de Israel para pedir el cese de los ataques. Los disturbios e incidentes se repitieron, no obstante, en una gran parte de las protestas en los países de Oriente Medio, lo que ha generado preocupación, según Segura, entre los gobiernos de la región, porque han revivido el fantasma de lo que se llamaron las "Primaveras Árabes". "La mayoría de países árabes de la región son regímenes autoritarios y son muy recelosos de las manifestaciones y la disidencia. Es hasta cierto punto comprensible que no se hayan producido grandes manifestaciones más allá de los primeros días, sobre todo organizadas por la sociedad civil. En Egipto, por ejemplo, el régimen de Al Sisi autorizó/organizó manifestaciones en solidaridad con Palestina para intentar capitalizar el descontento provocado por la reacción israelí sobre Gaza y, aun así, se escucharon cantos de la revolución de 2011 como "Pan, libertad, justicia social". Si bien no son países democráticos, los gobiernos son conscientes de que la calle árabe puede tener consecuencias catastróficas para sus regímenes", continúa el experto.
Por otro lado, otros analistas apuntan a la influencia de los Acuerdos de Abraham en la respuesta de la sociedad a la guerra en Gaza. El primer acuerdo de paz en Medio Oriente, con mediación de Estados Unidos, se presentó como un logro del Gobierno del expresidente Donald Trump. Alcanzados en 2020 entre Israel, Emiratos Árabes Unidos y Baréin, se consideraron como el primer paso para la normalización de las relaciones entre estos países. "Estos acuerdos fueron posibles en su momento porque los estados que se adhirieron entendieron que su población no sería un inconveniente cuando normalizaran las relaciones con Israel. Y eso deja entrever que ya no sienten la causa palestina de la misma forma", apunta Gerard Dotti, experto en relaciones internacionales especializado en Oriente Medio.
Además, Dotti añade que la causa palestina vivió su momento de efervescencia en las mejores épocas del panarabismo y el socialismo árabe, impulsado por Gamal Abdel Nasser cuando fue presidente de Egipto entre 1954 hasta su muerte en 1970. "El movimiento se vino abajo y hoy en día ya se percibe por una gran parte de la población como un fracaso. Ya no es una prioridad para la sociedad árabe". Una de las consecuencias de la caída del panarabismo es la solidaridad entre los países, entre ellos con la causa palestina. "El significado no es el mismo en ese momento que después de la Revolución de Irán en 1979 y los conflictos que nacieron entre los diferentes grupos del Islam. Si existe un problema entre sunitas y chiítas, la solidaridad árabe salta por los aires", sostiene Dotti.
En el mismo sentido se posiciona Laura Blumenfeld, analista de Oriente Medio e investigadora principal del Centro Philip Merrill de Estudios Estratégicos de la Escuela Johns Hopkins. "En ciertos aspectos, la guerra de Gaza es un referéndum sobre los Acuerdos de Abraham. Los votantes indecisos son los estados árabes y su apoyo es esencial. La población árabe está saliendo a las calles y los líderes de los estados no pueden ir en otra dirección", explica a El Confidencial. "Por eso Estados Unidos está abogando firmemente por la ayuda humanitaria y la solución de los dos Estados, porque quiere que no se interprete como una guerra entre Israel y los árabes, sino como una idea de calma versus caos".
Lo que Gaza no consiguió unir
Los gobiernos árabes, por su parte, tampoco han logrado unificarse de manera contundente para dar una respuesta a la guerra en Gaza. El pasado 11 de noviembre, los líderes de varios estados se reunieron en la cumbre de la Liga Árabe y la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), convocada por el príncipe saudí Mohamed bin Salmán. A la cita acudió el rey Abdulah II de Jordania, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás y el presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi, así como los mandatarios de Irán, Turquía y Qatar. El objetivo del encuentro entre árabes y musulmanes era dejar de lado sus hostilidades y presentar un frente unido para condenar la respuesta israelí sobre la Franja de Gaza. Sin embargo, los conflictos en Oriente Medio impidieron que se llevara a cabo una estrategia diplomática para hacer frente a lo que pasará después de la guerra.
En la declaración final de la cumbre, los líderes condenaron la "agresión israelí" contra la Franja de Gaza, los crímenes de guerra y las "masacres bárbaras e inhumanas". Además, pidieron un alto al fuego y el fin del "asedio total" de las fuerzas de Tel Aviv. Todos rechazaron la evacuación forzada de miles de personas del norte al sur de Gaza, para que después se desplazaran de Gaza a Egipto, Cisjordania o Jordania. Este ha sido uno de los puntos más conflictivos para El Cairo desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás, cuando salieron a la luz los planes del presidente egipcio para que miles de gazatíes fueran llevados al Sinaí. "La soberanía egipcia no será violada, e Israel es responsable para la creación de corredores humanitarios para ayudar a la gente de Gaza", recogía el medio Al Qaheram, citando a una fuente del aparato de seguridad egipcio.
A pesar de que los líderes árabes hablaron con una sola voz, la cumbre fortaleció las diferencias que ya existen entre los países. En este caso, la reunión se dividió entre los que apuestan por cortar las relaciones diplomáticas con Israel y los que prefieren preservarlas, como es el caso de Emiratos Árabes Unidos y Baréin, socios de los acuerdos de Abraham, y Arabia Saudí. Al final, la declaración que emitieron los estados se quedó en una condena, y los esfuerzos para conseguir un mayor protagonismo por parte de los gobiernos de la región fracasaron.
Los líderes han pedido a la comunidad internacional que fuerce una solución al conflicto palestino-israelí, pero ninguno de los presentes en la cumbre de la Liga Árabe se mostró dispuesto a dar el paso y tomar la iniciativa de liderar la respuesta regional. El politólogo Stéphane Lacroix explicó a Le Monde que Arabia Saudí se planteó al principio del conflicto asumir el papel de liderazgo, pero decidió descartar la idea por los riesgos políticos que puede crear. "Nadie está dispuesto a asumir este papel. La mayoría de estos países no lo hacen. Realmente no les importan los palestinos y quieren ver a Hamás debilitado. Están haciendo lo mínimo porque la causa palestina sigue siendo importante para sus ciudadanos", afirmó.
El llamamiento fue claro: "Apoyar firmemente a Palestina y a su pueblo oprimido, que se enfrenta a un enemigo desprovisto de conciencia, sentimiento y compasión". Con este mensaje, la institución religiosa Al Azhar, centro teológico del islam suní, pedía a la nación árabe y musulmana que se levantara contra los ataques de Israel en Gaza como respuesta a la ofensiva de Hamás el pasado 7 de octubre. Los analistas interpretaron estas palabras como el "visto bueno" para que iniciaran las protestas en varios países de Oriente Medio, sobre todo después de la explosión en el hospital Al Ahli de Gaza, que las autoridades de la Franja atribuyeron en ese momento a Israel.
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