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Una hinchada de 420 millones de personas: la ventaja geopolítica de Marruecos en Qatar
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Panarabismo mundialista

Una hinchada de 420 millones de personas: la ventaja geopolítica de Marruecos en Qatar

La Copa del Mundo de Qatar ha suscitado un sentimiento de pertenencia colectiva entre los aficionados árabes y se ha erguido como una poderosa herramienta geopolítica para la región

Foto: Seguidores de Marruecos celebran la victoria frente a Portugal. (Getty/Francois Nel)
Seguidores de Marruecos celebran la victoria frente a Portugal. (Getty/Francois Nel)

Cuando el pasado 10 de diciembre el árbitro argentino Facundo Tello pitó el final del partido entre Marruecos y Portugal, el público estalló de júbilo. Inmediatamente después de certificarse la victoria de los Leones del Atlas, cientos de banderas marroquíes aparecieron en las calles y los coches y motocicletas desfilaron por el centro de la ciudad, haciendo sonar sus cláxones. Pero esta escena, que sin duda se dio también en Rabat o Casablanca, se produjo lejos de Marruecos: fue en Jerusalén. También en Ramálah, en Gaza, en Beirut, en El Cairo o en Dubái, entre muchos otros.

La victoria de la selección marroquí en los cuartos de final del Mundial de Qatar ha desatado un fuerte sentimiento panarabista entre los aficionados y, paralelamente, el campeonato se ha convertido en una poderosa herramienta geopolítica para los países de la región. Incluso la causa palestina, tan arraigada como arrinconada en el imaginario árabe, ha vivido un nuevo resurgir durante la competición.

Foto: Cristiano, frustrado contra la selección africana. (EFE/Ali Haider)

El de Qatar es el primer Mundial que se celebra en Medio Oriente, lo que ha permitido ver "una proporción inédita de fans del sur global" en los estadios gracias a la facilidad de visados, asegura el sociólogo egipcio Amro Alí, investigador de la Universidad Libre de Berlín y profesor de la Universidad Americana del Cairo. En este contexto, la clasificación de Marruecos, sorpresas deportivas como la victoria de Arabia Saudí frente a Argentina o el hecho mismo de que el Mundial se celebre en Qatar están suscitando un sentimiento de pertenencia transversal entre los aficionados, independientemente de su origen nacional.

Un cierto movimiento panarabista que, según Alí, recuerda al de las primaveras árabes, "pero más pequeño". "Es un panarabismo alejado del tradicional, que estaba gestionado estatalmente y coreografiado por los regímenes árabes. Este es un panarabismo de abajo arriba, como el que vimos en las primaveras árabes, pero en un partido de fútbol", afirma.

Un motivo de orgullo

Según Alí, "la clasificación de Marruecos es muy importante y es una buena dosis de moral, no solo para el mundo árabe, sino para África, para el sur Global y para muchos países que están probablemente agotados de ver ganar siempre a los mismos países en el Mundial. No solucionará los problemas de la región, pero creo que el simbolismo es todavía importante". El profesor, que estos días se encuentra en Casablanca, explica que los marroquíes están viviendo el hecho de llegar a semifinales como un orgullo nacional, pero también como un gesto para todo el mundo árabe. "Cuando oyen mi acento egipcio me dicen: '¡Lo hacemos por todos los árabes!", indica el experto.

Foto: Boufal celebra el pase a semis con su madre. (EFE/EPA/Abedin Taherkenareh)

En este sentido, los mismos integrantes del equipo han vivido sus victorias futbolísticas como un triunfo colectivo del mundo árabe y del Sur Global. “Queremos demostrar que África merece estar aquí, que Marruecos merece estar aquí. Tenemos a todo un pueblo detrás de nosotros, a todo un continente detrás de nosotros y a todo el mundo árabe detrás de nosotros”, decía el entrenador de Marruecos, Walid Regragui, antes del partido frente a Portugal, “Podemos hacerlo; podemos hacer historia de nuevo”, añadía.

Y lo hicieron. La selección del reino alauí es el primer equipo árabe en llegar a una semifinal de un Mundial y el único conjunto musulmán que sigue vivo en la competición. "Este es un momento especial para toda África, para todos los países árabes, para todos los musulmanes de este mundo", reconocía el centrocampista marroquí Azzedine Ounahi, tras ganar a España en los octavos de final. "Hemos honrado al fútbol árabe y africano", añadía el defensa Jawad El Yamiq.

Desde Barcelona, el investigador del CIDOB Moussa Bourekba coincide en que la victoria marroquí ha sido todo un hito en el mundo árabe y apunta, además, que este triunfo viene cargado de simbolismo. “He estado en Marruecos estos días y uno me decía que lo que está consiguiendo el equipo nacional está sirviendo de modelo para una sociedad que tiende a la autocrítica, la autoflagelación y a pensar que los árabes no servimos y no logramos nada. Además, el hecho de que Marruecos haya vencido a España, con todo el trasfondo colonial histórico que hay, es muy simbólico. Y ahora la selección se encuentra con el otro país colonial que es Francia”, asegura.

En conversación con El Confidencial, Bourekba explica que la clasificación de Marruecos “no solo viene a representar a los países árabes, sino un sueño africano” y destaca que este sentimiento de orgullo se ha vivido tanto en las comunidades árabes locales, como en la diáspora. Según datos de los consulados del reino alauí, al menos 1,14 millones de personas de origen marroquí viven en Francia y unas 766.000 viven en España. De los 26 integrantes de los Leones del Atlas, 14 nacieron fuera de Marruecos, lo que convierte a la selección marroquí en el equipo del Mundial de Qatar con más jugadores nacidos en el extranjero. En la Copa del Mundo de Francia, en 1998, solo dos jugadores de la selección habían nacido fuera de Marruecos.

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“Como franco-marroquí, aunque es algo que he corroborado con amigos franco-tunecinos y franco-argelinos, creo que este es uno de los pocos momentos que hemos tenido para estar orgullosos de nuestras raíces y de nuestros orígenes. Y esto no es algo que pase siempre. Normalmente los medios nos asocian con el crimen, el narcotráfico o el terrorismo”, opina Bourekba, “Ahora puedo celebrar mi identidad plural y no tengo que borrar parte de lo que soy. Hay muchísima alegría”, agrega.

Una ventana de libertad

Para los árabes que viven en el norte de África y en Próximo Oriente, el Mundial de Qatar ha sido también un momento de especial libertad. "En ausencia de justicia económica y política en sus países de origen, los deportes tienden a llenar el vacío. No es la mejor forma, pero ayuda", explica Amro Alí. El profesor destaca que, "aunque otros posicionamientos políticos han sido censurados" durante la competición, árabes de todo el mundo han encontrado en Qatar un espacio donde significarse políticamente con cierta facilidad.

Foto: El escritor marroquí residente en Francia Abdellah Taia. (EFE/EPA/Mohammed Badra)

En este sentido, dice Alí, el Mundial ofrece un espacio "temporal" y diferente al que se daría en un país occidental donde los aficionados árabes fueran inmigrantes, ya que Qatar es un país musulmán. Y supone también un espacio distinto a si estuvieran con visado de trabajo en un país del Golfo, donde una postura política podría suponer un peligro. "Es raro ver a tantos fans árabes juntos en un espacio no mediado y sin control", añade el experto.

Foto: Unas misses durante el pase de bañadores en Eilat, Israel. (Reuters/Ronen Zvulun) Opinión

En la misma línea, Bourekba indica que el Mundial se ha demostrado como “un momento muy oportuno” para sacar a la palestra temas políticos que los aficionados no podrían abordar en sus países de origen, como son los tratados de paz con Israel (los llamados Acuerdos de Abraham) y la misma causa palestina. “Lo que estamos viendo con tantas banderas palestinas, y con tantos retratos de la periodista Shireen Abu Akleh y con cánticos en las gradas, es una forma de oposición a regímenes autoritarios que han emprendido un proyecto de normalización con Israel que no ha tenido consulta con los pueblos de estos países”, señala el experto. "Palestina es una cuestión moral y un mismo lenguaje que une a la gente, desde Irak hasta Marruecos", agrega Ali, que opina que el hecho que países como Marruecos, Bahréin o los Emiratos Árabes Unidos hayan firmado acuerdos de paz con Israel, no implica que sus ciudadanos estén de acuerdo. "Nadie se tomó los Acuerdos de Abraham en serio, desde Rabat hasta Bagdad. Y el Mundial lo ha demostrado", afirma Alí.

Con todo, un asunto político que apenas ha aparecido durante el Mundial y frente a las victorias futbolísticas de Marruecos es el Sahara Occidental, que Marruecos ocupa desde 1975. “Es el elefante en la habitación”, afirma Moussa Bourekba. “Los marroquíes salen a celebrar la victoria con la bandera palestina y solo algunos activistas se han preguntado por qué no salen con la bandera del Sahara”. El investigador explica que “para la inmensa mayoría de marroquíes, la cuestión del Sahara es una cuestión sagrada, sobre la cual no existe ningún tipo de debate y sobre la cual hay un gran consenso”, cosa que explica que “el tema apenas haya salido”.

Una herramienta geopolítica

Más allá de la lectura y uso que han hecho los aficionados del Mundial, los gobiernos de la región también han aprovechado la competición para acercar posturas y hacer gestos políticos. Qatar y Arabia Saudí, por ejemplo, han mantenido durante años un conflicto diplomático debido al presunto apoyo del emirato a grupos islamistas. El reino saudí, Egipto, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos rompieron relaciones con Doha y Riad lideró un bloqueo de cuatro años contra Qatar, que no levantó hasta 2021.

Foto: Aficionados de la selección marroquí celebran la victoria de octavos frente a España en Torre-Pacheco, Murcia. (Ana Beltrán) Opinión

Sin embargo, durante el Mundial, se ha podido ver al príncipe heredero de Arabia Saudí y líder de facto del país, Mohammed bin Salman, llevando una bufanda de Qatar durante un partido en el estadio Al Bayt. Y al Emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, con una bandera saudí al hombro. “Con la visita de Bin Salman, estamos viendo gestos de que esta competición también persigue objetivos que no son solamente el deporte o la economía”, afirma Bourekba.

Al mismo tiempo, el Mundial también ha permitido que Qatar se consolide como un país mediador en el golfo Pérsico y que marque un perfil propio frente a los dos gigantes de la región: Arabia Saudí e Irán. El pequeño país, de solo 11.500 kilómetros cuadrados, también se ha presentado internacionalmente como un hub regional y un polo de atracción de inversión extranjera. Un papel que, en cierta manera, ya ostentaba desde hacía años gracias al hecho de ser el tercer productor mundial de gas, un importante exportador de petróleo y el Estado que controla un medio de comunicación tan importante como Al Jazeera y una aerolínea tan prolífica como Qatar Airways. Qatar es también sede de importantes instituciones culturales y económicas y acoge la base militar estadounidense más grande de Próximo Oriente.

Cuando el pasado 10 de diciembre el árbitro argentino Facundo Tello pitó el final del partido entre Marruecos y Portugal, el público estalló de júbilo. Inmediatamente después de certificarse la victoria de los Leones del Atlas, cientos de banderas marroquíes aparecieron en las calles y los coches y motocicletas desfilaron por el centro de la ciudad, haciendo sonar sus cláxones. Pero esta escena, que sin duda se dio también en Rabat o Casablanca, se produjo lejos de Marruecos: fue en Jerusalén. También en Ramálah, en Gaza, en Beirut, en El Cairo o en Dubái, entre muchos otros.

Mundial de Qatar 2022
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