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Leña al moro: diferencias entre políticamente incorrecto y bestezuela deprimente
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'TRINCHERA CULTURAL'

Leña al moro: diferencias entre políticamente incorrecto y bestezuela deprimente

La pretensión de que los originarios de Marruecos celebren goles de la Roja o callen con pulcra cortesía cuando marca su selección es tan ridícula como esperar que se vuelva culé un madridista que lleva años en Barcelona

Foto: Aficionados marroquíes celebran la victoria de su selección. (EFE/Mariscal)
Aficionados marroquíes celebran la victoria de su selección. (EFE/Mariscal)

Cuando Marruecos ganó a España (y hablo ahora mismo del fútbol, no de las negociaciones herméticas entre Pedro Sánchez y Mohamed VI en las que se nos ofreció control fronterizo estricto en el lado marroquí a cambio del apoyo en sus pretensiones de soberanía sobre el Sahara), había por aquí gente cabreadísima. ¡Resulta que los moros estaban celebrando el partido en las calles españolas, con sus bengalas rojas y sus banderotes rojiverdes! ¡Habrase visto!

Era un insulto a la tierra que los acoge, leí estupefacto. ¿Qué gratitud hay que tener con la tierra que te hospeda cuando hablamos de fútbol? ¿No celebraban los goles de Di Stéfano aquellos españoles que se fueron a Alemania? ¿No hay todavía peñas en Bélgica o Suiza donde los emigrantes ibéricos y su descendencia se juntan cada vez que juega España? ¿Alguien le preguntaría a un tipo con acento porteño en qué situación tiene los papeles si lo sorprendiera con la albiceleste por la Puerta del Sol?

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La pretensión de que los originarios de Marruecos celebren goles de la Roja o callen con pulcra cortesía cuando marca su selección es tan ridícula como esperar que se vuelva culé un madridista que lleva cincuenta años instalado en Barcelona. ¡Es más bien al contrario! Más madridista se volverá si vive rodeado de culés, y no pasa nada. Tu equipo pertenece a esa parte de ti que no se mueve del sitio con los viajes.

Además, que tu país sea más pobre, que hayas tenido que venir aquí a criar a tus hijos, lejos de los olores especiados que alimentan tu nostalgia, solo hace más grande el goce por esa victoria: pasarle por la cara al rico anfitrión tus goles de país pobre me parece un desahogo cojonudo para el orgullo. Pero como Ángel Villarino ha escrito un texto excelente sobre el asunto, que podéis leer aquí, no me extenderé.

Incorrección política

Conecto todas estas reacciones de españoles picados por la derrota con la incorrección política, porque resulta que muchos que se tildarían de "políticamente incorrectos" estaban reclamando el otro día a la afición magrebí nacionalizada que nos dedicasen esa cortesía típica de lo políticamente correcto. Exigían mesura y educación, buenas maneras, respeto y un elaborado equilibrio entre la alegría futbolera y la contención, y me recordaban a los woke diciendo cómo hay que filmar un anuncio en el que aparezcan señoras.

Foto: Aficionados de la selección marroquí celebran la victoria de octavos frente a España en Torre-Pacheco, Murcia. (Ana Beltrán) Opinión

Más gracioso todavía: mientras tanto, en Twitter era tendencia "leña al moro", y pinchar en esas palabras era como meter la cabeza en el retrete de una gasolinera. Allí, algunos opinaban luego, ironía off, que hay que ver lo maleducados que son los magrebíes. Javier Negre concretamente llegó a tildar de "zoológico" a una muchedumbre que celebraba la victoria marroquí en la Puerta del Sol y que solo se distinguía de cualquier otra afición victoriosa en que Negre estaba picado. Para zoológico, pensaba yo además, el que tú tienes montado en EDA Tv.

Pero claro: no es lo mismo ser una bestezuela deprimente, llena de prejuicios raciales, culturales e ideológicos, que ser políticamente incorrecto. Esto es lo que algunas personas de la izquierda tiznada de anglosajonía creen, y se equivocan, por más que un puñado de autodenominados incorrectos, que son en realidad gentes llenas de prejuicios, les quieran dar la razón. De hecho, una buena forma de experimentar la incorrección política es notarla en tus propias carnes cuando te echan del mundial los marroquíes y te lo restriegan en la Puerta del Sol.

Así que el España-Marruecos fue una oportunidad de oro para desenmascarar falsos defensores de la incorrección política, que la usan para disfrazar sus bajos instintos, pero luego no toleran del magrebí ni que celebre que somos unos paquetes que fallan todos los penaltis. A algunos yo creo que lo que más les molestó es que no rompieran los marroquíes a violar en manada a muchachas rubias y a saquear comercios. "¡Qué falta de respeto a mis estereotipos favoritos!"

placeholder Aficionados celebran la victoria de Marruecos frente a España en Lleida. (EFE/Álex López)
Aficionados celebran la victoria de Marruecos frente a España en Lleida. (EFE/Álex López)

¿No os dais cuenta de que la incorrección es eso mismo? Yo detesto la corrección política por lo que tiene de censura y helada cortesía. Considero que sin un poco de marranería no puede haber relación entre los diferentes, que no se puede cultivar la curiosidad genuina si uno tiene miedo de importunar al otro con una pregunta, de la misma forma que no puede haber sexo sin lubricación y libertad.

Incorrección política no significa desahogarse cubriendo de insultos a un grupo social determinado con la excusa del fútbol, sino sentir rebeldía al tropezar con los estrechos límites que establecen ciertos fanáticos de la higiene y el pensamiento gregario, y plantarles cara.

Con la inmigración como ejemplo, incorrección política sería hablar con claridad de los problemas que provoca la convivencia entre gente con visiones del mundo arraigadas en distintos monoteísmos; entender que cosas como el velo no son costumbres, sino cepos que diferencian esclavizando; poner sobre la mesa que la situación de las mujeres de origen magrebí o la de los homosexuales dentro de esas comunidades, en España, es nefasta y a pocos activistas ministeriales parece importarles; señalar sin paños calientes las amenazas del salafismo y demás formas del islamismo radical; apuntar, al fin y al cabo, a todos esos asuntos que la corrección política enmascara u oculta.

Y hacer todo esto sin acabar creyendo, por la costumbre de ir a la contra, que no hay entre nosotros auténticos racistas xenófobos que no le pasan al diferente ni media. Porque los hay, vaya que sí. Son las bestezuelas deprimentes.

Foto: Yusef Kaddur, festejando junto a Mohamed VI la victoria de Marruecos frente a España.

Porque incorrección política no es buscar excusas para expresar un asco primitivo y prejuicioso contra los miembros de una etnia, sino negarse a pensar dentro del apretado corsé que diseñan los paranoicos que ven racismo hasta en alabar un peinado; es poner en duda las propiedades mágicas de las palabras y recordar que nadie sabe a ciencia cierta cuáles son sus efectos sobre la psicología colectiva; es desafiar con humoradas el papanatismo bienqueda; es utilizar el léxico con libertad y defender la libertad de otros a hacer lo mismo, digan "zorra", "todes" o "salām", porque ahí, en transigir con el otro, anida nuestra propia libertad.

Incorrección es no tener miedo de expresar algo si uno cree que es la verdad, y animar a otros a que digan lo que piensan aunque puedan ofenderte.

placeholder Una aficionada marroquí celebrando en la Puerta del Sol. (EFE/Mariscal)
Una aficionada marroquí celebrando en la Puerta del Sol. (EFE/Mariscal)

Es decir: incorrección política era, en el día de la derrota de España frente a Marruecos, sacarse el sombrero delante del típico taxista marroquí y echarse con él unas risas a nuestra costa, si se tercia, con las cagadas de nuestra puñetera selección. Aprended de los murcianos: dejamos que os riais de nosotros y nos divertimos con ello, porque somos luego mucho más cabrones con vosotros de lo que podéis imaginar. Si entendierais nuestro acento lo sabríais.

Ponerse a exigir de repente respeto y mesura a una afición que nos ha puesto mirando a La Meca es justo lo que haría un políticamente correcto de manual. Así que os jodéis. PD: hoy juegan contra Portugal y espero que aprendan lo que es el lomo ibérico.

Cuando Marruecos ganó a España (y hablo ahora mismo del fútbol, no de las negociaciones herméticas entre Pedro Sánchez y Mohamed VI en las que se nos ofreció control fronterizo estricto en el lado marroquí a cambio del apoyo en sus pretensiones de soberanía sobre el Sahara), había por aquí gente cabreadísima. ¡Resulta que los moros estaban celebrando el partido en las calles españolas, con sus bengalas rojas y sus banderotes rojiverdes! ¡Habrase visto!

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