Efectos inesperados del Mundial: Mohamed VI mejora su imagen y la inmigración marroquí en España es la más pacífica
El rey de Marruecos se da en Rabat un baño de multitudes, el primero en años. Los festejos de los marroquíes en las ciudades españolas discurrieron sin altercados, a diferencia de lo sucedido en el Benelux
Las autoridades de Marruecos y de España tienen, por razones diferentes, sobrados motivos para estar satisfechas de lo que sucedió en la tarde del martes, tras la victoria de la selección nacional marroquí sobre la española en el Mundial 2022 en Qatar.
A un rey Mohamed VI cuya imagen está erosionada por sus prolongadas ausencias —pasó más de cinco meses este año entre Francia y Gabón— y la nueva familia que fundó con los hermanos Azaitar, expertos en artes marciales, la victoria futbolística marroquí le ha permitido recuperar algunos puntos.
إنه المغرب ياسادة
— Leɛyun 🇲🇦 ۞ (@5_ersito) December 6, 2022
الرياضي الاول في #المغرب الملك #محمد_السادس صاحب الجلالة نصره الله يشارك الشعب المغربي بالعاصمة #الرباط إنتصار المنتخب الوطني المغربي 🇲🇦 pic.twitter.com/itMXeqsKnq
Hace tan solo cuatro años, las largas estancias del monarca en el extranjero y su estrecha amistad con la fratría de los Azaitar eran tan solo conocidas por las élites marroquíes. Hoy en día, es casi vox populi en la sociedad marroquí, en parte porque los medios de comunicación afines a las autoridades, como el diario Hespress y la televisión online Chouf TV, han arremetido con dureza contra los tres hermanos germano-marroquíes. Lo hicieron con el propósito de incitar al soberano a separarse de ellos, pero no lo consiguieron.
Desde que regresó a principios de octubre de Francia, donde estuvo cuatro meses seguidos con tres cortas interrupciones, Mohamed VI ha desarrollado una actividad inusual. Inauguró la sesión de otoño del Parlamento, la nueva estación de autobuses de Rabat, presidió una velada religiosa, un Consejo de Ministros, la presentación del programa ecológico de l’Office Chérifien des Phosphates (OCP), la mayor empresa pública marroquí, etcétera.
Tras el partido del martes, se vistió con la camiseta roja de los Leones del Atlas, la selección nacional, y se echó a la calle a bordo de un todoterreno para darse un baño de muchedumbres. Sentado en el asiento del pasajero delantero, esgrimía sonriente una bandera de Marruecos. La multitud, que festejaba la victoria, gritaba "¡Viva el rey!" al verle pasar mientras grababa con sus móviles unas imágenes que se hicieron virales. Su hermano, Moulay Rachid, que también pasa largas temporadas fuera del país, hizo otro tanto en coche acompañado por su mujer, Lalla Oum.
La única nota que desentonó fue, quizás, ese empeño de la selección marroquí en exhibir la bandera de Palestina en la foto colectiva que se hizo tras su victoria. En algunas de las celebraciones que tuvieron lugar en Europa, en Murcia o en Melilla, por ejemplo, los manifestantes también enarbolaron ese estandarte. Fue el palacio real marroquí el que ordenó, hace ahora dos años, que se establecieran plenas relaciones diplomáticas con Israel.
El alborozo que proporciona el Mundial 2022 a los marroquíes quizá contribuya además a hacerles olvidar por un tiempo la mala racha económica que atraviesa el país. A las consecuencias de la guerra en Ucrania, con un repunte de la inflación, se añade la pertinaz sequía —la peor en los últimos 40 años— que golpea a la agricultura. Este sector genera el 33% del empleo y supone el 11,7% del PIB. De ahí que, por ejemplo, el Banco Africano de Desarrollo solo prevea un crecimiento económico del 1,8% para 2022 y un 3,3% para 2023. Son porcentajes muy modestos para Marruecos.
Del lado español, los motivos de satisfacción no tienen nada que ver con el regocijo de las autoridades marroquíes. Lo que agradó a concejales de Seguridad, alcaldes y al Ministerio del Interior fue el carácter pacífico de las manifestaciones de la hinchada marroquí en prácticamente todos los lugares de España. Entre aquellos que han adquirido la nacionalidad española y los que aún conservan la suya de origen, en España hay 1,1 millones de marroquíes.
"No vi violencia, ni peleas, tampoco coches ardiendo, y sí cientos o miles de hombres y mujeres de todas las edades disfrutando como lo harían los aficionados de cualquier país europeo", escribió el reportero Pablo Gómez en Área Campo de Gibraltar, un digital de Algeciras. "Quizás ayuda que los musulmanes no beban alcohol y los escoceses sí" y por eso, recuerda, "los hinchas del Glasgow Rangers la liaron en la final de la Europa League en Sevilla".
Es cierto que en algunos lugares el sonido de los cláxones mezclado con el griterío y las bengalas era ensordecedor. El tráfico se colapsó y no solo porque los coches formaban caravanas, sino porque los manifestantes se adueñaron, a veces, de la calzada. Incidentes de verdad solo se produjeron en Reus, donde la Guardia Urbana trató de detener a los jóvenes que quemaron dos contenedores.
Después están Ceuta y Melilla, algunos de cuyos vecinos se alegraron del éxito de los Leones del Atlas. Carlos Verdejo, portavoz ceutí de Vox, les tachó de "promarroquíes" que "son españoles solo para el DNI". Juan José Imbroda, presidente del PP en Melilla, se declaró "preocupado". "Seguro que en Rabat se pondrán contentos al ver estas imágenes", añadió.
En Ceuta residen unos 5.000 marroquíes. De ahí que al presidente de la ciudad, Juan Jesús Vivas, le pareciese que las “celebraciones por la victoria de Marruecos son como las de muchísimas otras localidades de todo el país”. “No se escucharon eslóganes antiespañoles”, escribe, por su parte, El Faro de Melilla sobre lo sucedido en su ciudad en la noche del martes. “No hubo incidentes ni siquiera cuando los seguidores de España se acercaron a la celebración marroquí”, añade. “Melilla ha pasado con nota esta prueba de fuego”, concluye.
La tranquilidad de los festejos en España contrasta con los disturbios en otros lugares en Europa, empezando por Bruselas y Amberes, donde fueron detenidos 119 y 20 manifestantes, respectivamente, de los que cinco han sido puestos a disposición judicial. En la capital, la policía recurrió a los cañones de agua y las granadas lacrimógenas para disolver a los jóvenes que destrozaban el mobiliario urbano. En Ámsterdam y Róterdam, también hubo incidentes menos graves.
En Verona (Italia), en cambio, un grupo de jóvenes de extrema derecha —13 fueron detenidos— vestidos de negro y con la cara tapada atacó la concentración de marroquíes. En España, los extremistas, empezando por el Frente Atlético y Ultra Sur, ni aparecieron pese a las amenazas que profirieron en las redes sociales.
Ahora les toca a los sociólogos explicar por qué la inmigración marroquí es, en España, más pacífica que al norte de los Pirineos. ¿Será porque llegó más tarde y no hay aún tercera generación, que es la que suele protagonizar muchos incidentes? ¿Será porque los consulados de Marruecos y las asociaciones islámicas han disuadido a los más agresivos? ¿Será también porque se encuentran más a gusto en la Península?
Las autoridades de Marruecos y de España tienen, por razones diferentes, sobrados motivos para estar satisfechas de lo que sucedió en la tarde del martes, tras la victoria de la selección nacional marroquí sobre la española en el Mundial 2022 en Qatar.