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Marruecos acepta repatriar migrantes de Holanda a cambio de mutismo sobre el Sáhara
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Un negocio cuadrado

Marruecos acepta repatriar migrantes de Holanda a cambio de mutismo sobre el Sáhara

La información ha sido filtrada por el vespertino 'NRC Handelsblad', un prestigio periódico en Holanda que tiene en su poder varios documentos internos del Ministerio de Justicia neerlandés

Foto: Una visita del primer ministro marroquí, Aziz Akhannouch, a La Haya, donde se reunió con el primer ministro holandés Mark Rutte (EFE/Ramon van Flymen)
Una visita del primer ministro marroquí, Aziz Akhannouch, a La Haya, donde se reunió con el primer ministro holandés Mark Rutte (EFE/Ramon van Flymen)

Marruecos se ha apuntado una última victoria diplomática en su haber europeo con respecto al Sáhara Occidental y sus políticas en la región del Rif. El nuevo capítulo lo protagoniza Países Bajos: se espera una bajada de tono a las críticas por los abusos por parte de Rabat en ambas regiones, a cambio de que las autoridades del reino acepten a los inmigrantes marroquíes —hasta ahora, Marruecos ha puesto grandes escollos a ese tipo de repatriaciones, por ejemplo, desde Francia— que no han conseguido residencia legal en Holanda. Un negocio cuadrado, pero, de nuevo, a precio de los derechos humanos.

La información ha sido filtrada por el vespertino NRC Handelsblad, un prestigio periódico en Holanda, que tiene en su poder varios documentos internos del Ministerio de Justicia neerlandés. El documento, un memorándum interno del Ministerio, da por hecho de que Marruecos ha aceptado volver a tener buenas relaciones con el gobierno holandés gracias a la consideración holandesa de concluir un tratado de extradición con Rabat y al cambio en la actitud hacia cuestiones como el Sáhara.

El secretario de Estado de Justicia, Eric Van der Burg, ha tenido que salir a reconocer que la relación entre los dos países “ha mejorado de forma significativa recientemente”, pero no ha querido decir si ya se han hecho acuerdos sobre la devolución de los marroquíes en situación irregular a cambio de bajar el tono de las críticas oficiales. NRC dice que Holanda se compromete a que solo haya condenas públicas en consulta con otros países, es decir, comunicados conjuntos donde nadie es la voz cantante.

Foto: El presidente de la República de Túnez, Kaïs Saied, recibe en el aeropuerto a Brahim Ghali. (Sahara Press Service)

Para Países Bajos, el acuerdo solucionaría un elemento que lleva años aparcado en la agenda del país, poder enviar de vuelta a Marruecos a los nacionales cuyas solicitudes de asilo hayan sido rechazadas. Después de todo, el país norteafricano no se considera un país en guerra, sino que es catalogado de "país seguro". Los marroquíes en Países Bajos a los que se le ha denegado el asilo mendigan por las calles de Holanda, sin muchas perspectivas (no pueden trabajar en Holanda), ni volver a Marruecos.

Existe un procedimiento establecido para poder deportar a los marroquíes con órdenes de expulsión, que incluye la cooperación por parte de las autoridades de Rabat, que tiene que confirmar la nacionalidad de sus ciudadanos y emitir un laissez-passer (documento temporal de viaje) para las personas pendientes de deportación.

Foto: Llegada de inmigrantes a Lanzarote. (EFE)

Y desde principios de este año, Rabat ha cumplido. Marruecos ha corroborado la ciudadanía marroquí de un centenar de adultos que esperan ser deportados. Los agentes holandeses pueden ahora detenerlos, llevarlos al aeropuerto y meterlos en un avión de vuelta al país del que han huido hace años con esperanzas de obtener una residencia legal en Holanda. Son en su mayoría jóvenes que no cumplen las condiciones para solicitar residencia legal a través de vías como “estudios” o contrato laboral como “empleados altamente cualificados”. Así que recurren a la vía del asilo. Pero Marruecos es “un país seguro” oficialmente. Si no tienen una justificación que los defina en alguna categoría de “refugiados”, es decir, si no son por ejemplo activistas políticos, homosexuales perseguidos o víctimas de una guerra, solo les espera la expulsión.

"Holanda y Marruecos han acordado un amplio plan de acción en 2021. Se hicieron acuerdos de trabajo sobre varios temas, incluida la inmigración. Después se creó un 'comité mixto' sobre este tema poco antes del verano". Ha sido la explicación ofrecida por Van der Burg a los medios holandeses. El mencionado comité ha tenido ya dos reuniones, una en cada país, y de ahí se concluye que “la cooperación ha mejorado, incluso en la cuestión de las devoluciones” de los marroquíes deportados. Devolver a los marroquíes ha sido un problema de años para Holanda. La predecesora de Van der Burg, Ankie Broekers-Knol, le dijo al Congreso holandés en 2019 que, si se les sube a un avión hacia Marruecos, “serán devueltos” como un correo rechazado.

La clave: el Rif y el Sáhara

Las consultas entre Marruecos y Países Bajos sobre la deportación de los jóvenes marroquíes retenidos en este país se detuvieron en 2018. El entonces ministro de Exteriores, Stef Blok, criticó las sentencias de hasta 20 años de cárcel impuestas a medio centenar de líderes del movimiento de protesta de la región del Rif, acusados de poner en peligro la seguridad del Estado. Dijo que le parecían “bastante exageradas”. Rabat convocó al embajador neerlandés para pedirle explicaciones por las declaraciones del ministro e incluso para que les hiciera un resumen interpretativo del debate que hubo en el Congreso sobre la situación de la libertad de expresión en Marruecos. “Y él ha repetido las posiciones del Gobierno holandés”, explicó el Ministerio de Exteriores en ese momento.

Foto: Imagen de la protesta en Alhucemas, el 18 de mayo de 2017.

Después de ese “incidente” entre los dos países, los empleados del Servicio de Repatriación holandés recibieron indicaciones de la embajada marroquí en Holanda que decían que todo se había paralizado y que se decidió “desde arriba” no emitir más laissez-passer para los marroquíes retenidos en el país a la espera de deportación. Los inmigrantes que procedentes de países seguros, entre los que también hay tunecinos y georgianos, se acumulan en los centros de recepción de refugiados o deambulan por las calles holandesas, sin tarjeta de residencia legal que les permita acceder a un trabajo, y con su país de origen, en este caso Marruecos, rechazando aceptar que sean devueltos a tu tierra de nacimiento.

Esta situación va acompañada de un aumento de la criminalidad, por ejemplo, cerca de la estación de tren de Utrecht, donde deambulan unos 120 inmigrantes procedentes de países seguros y en situación irregular. Al no haber perspectiva de deportación a Marruecos en un plazo razonable, el Consejo de Estado dictaminó en abril de 2021 que las autoridades holandesas no podían arrestar a los extranjeros marroquíes para que esperen retenidos su deportación. Hasta este nuevo cambio conocido este fin de semana, la embajada marroquí no había emitido ni un solo laissez-passer desde 2020, pero había personas que llevaban años esperando el documento de viaje. Uno de los hombres que llevaron su caso ante el Consejo de Estado había estado detenido desde 2008 esperando el laissez-passer de las autoridades marroquíes para su deportación.

Foto: Un grupo de personas espera un transporte en la oscuridad, en Ámstedam (Efe).

En ese contexto de tensiones, el gobierno de Mark Rutte dejó caer que las relaciones con Marruecos necesitaban mejorar para agilizar las deportaciones y declaró, en diciembre de 2021, que está dispuesto a “pensarse” o “explorar” la posibilidad de firmar un tratado de extradición con Rabat.

¿Pero, por qué eso es tan importante? Marruecos lleva años presionando por un tratado de ese tipo porque obligaría a Holanda a confiar en el sistema judicial marroquí y entregarles a sospechosos como el marroquí-holandés Said Chaaou, acusado de narcotráfico, pero también conocido por financiar las protestas que buscan la independencia de la región del Rif. Rabat pidió su extradición en 2015 y prometió juzgarle solo por cohecho y tráfico internacional de drogas, y no por actividades políticas. Pero el Tribunal Supremo holandés rechazó en 2018 su extradición por el riesgo de que no reciba un juicio justo en Marruecos.

El gobierno neerlandés confirmó que estaba explorando esa idea de firmar un tratado de extradición a petición de Marruecos justo cuando la embajada de Rabat había cancelado unos días antes, de forma repentina, una reunión con funcionarios del gobierno en la que se iba a hablar de la inmigración y la devolución de los solicitantes de asilo que habían agotado todos sus recursos legales para obtener residencia en Holanda. Marruecos también había detenido al periodista marroquí Omar Radi bajo la sospecha de espionaje para la embajada neerlandesa en Rabat. Fue condenado a seis años por varios delitos. El gobierno neerlandés planteó esta cuestión en una cumbre con Marruecos y expresó “su descontento por las denuncias de espionaje que rechazamos enfáticamente”, pero eso no cambió la situación.

Foto: El embajador marroquí ante la ONU, Omar Hilale, habla en una sesión del Comité de Descolonización reunido en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. (EFE/Javier Otazu)

La cuestión del Sáhara también ha jugado un rol en esta crisis. En mayo de este año, Países Bajos cambió su posición y respaldó el plan de autonomía marroquí, sumándose a una creciente lista de países que apoyan esa propuesta, incluida España. Lo hizo durante una visita de trabajo a Rabat de Wopke Hoekstra, el ministro de Exteriores. Hasta entonces, Países Bajos había estado a favor de una solución acordada por todas las partes. El Ministerio de Exteriores le ha dicho a NRC que Holanda quiere anteponer “la eficacia” a la hora de expresar sus críticas a las violaciones de los derechos humanos en Marruecos, que quiere emitir críticas con países socios porque el impacto esperado será más grande que al hacerlo en solitario. Rabat propuso en 2007 que otorgaría al Sáhara Occidental una forma de autonomía, pero que el reino mantendría el control sobre la política exterior y la defensa. El Polisario ha rechazado estos planes. Países Bajos lo considera "una contribución seria y creíble al proceso político liderado por la ONU".

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Marruecos se ha apuntado una última victoria diplomática en su haber europeo con respecto al Sáhara Occidental y sus políticas en la región del Rif. El nuevo capítulo lo protagoniza Países Bajos: se espera una bajada de tono a las críticas por los abusos por parte de Rabat en ambas regiones, a cambio de que las autoridades del reino acepten a los inmigrantes marroquíes —hasta ahora, Marruecos ha puesto grandes escollos a ese tipo de repatriaciones, por ejemplo, desde Francia— que no han conseguido residencia legal en Holanda. Un negocio cuadrado, pero, de nuevo, a precio de los derechos humanos.

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