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Manual para el asalto a Ciudad de Gaza: todo lo que Israel aprendió sobre operaciones urbanas
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Batalla tecnológica y tridimensional

Manual para el asalto a Ciudad de Gaza: todo lo que Israel aprendió sobre operaciones urbanas

Esto es una reconstrucción, a partir de los manuales y la experiencia militar israelí, de cómo es la lucha a la que se enfrenta la ciudad y cómo puede desarrollarse

Foto: Un campo de entrenamiento para la lucha urbana en Bat Yam, Israel. (EFE/Neil Hall)
Un campo de entrenamiento para la lucha urbana en Bat Yam, Israel. (EFE/Neil Hall)
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La próxima fase terrestre de la operación militar israelí en la Franja de Gaza se anticipa larga y costosa en vidas humanas. Con las tropas israelíes ya controlando importantes secciones de terreno en el norte y costa mediterránea, así como en el Wadi Gaza, el valle que divide la Franja en dos y los primeros combates a las afueras de la ciudad, para poder llevar a cabo la invasión total que parece pretender Israel ya solo queda lanzarse a la temida operación urbana.

Pero, pese a todas las advertencias militares sobre la posibilidad de que Hamás estuviera arrastrando al Ejército israelí a una "trampa" en los ahora destruidos por los bombardeos vecindarios de Gaza, esta no será la primera batalla urbana que enfrenta al ejército israelí con grupos armados palestinos. E Israel ha ido tomando nota de cada fracaso anterior. También Hamás, para adaptarse a las fortalezas del bando enemigo.

Esto es una reconstrucción, a partir de los manuales y la experiencia militar israelí, de cómo es la lucha a la que se enfrenta la ciudad y cómo puede desarrollarse.

En esta primera fase de la invasión, los israelíes han avanzado sin pérdidas dramáticas que se hayan podido documentar. Pero ahora empieza el peligro: los blindados israelíes están a tiro de la panoplia de misiles anticarro en manos de los grupos armados palestinos, la mayoría diseños soviéticos y rusos, pero producidos en Irán y Corea del Norte. A esto hay que añadirle los lanzagranadas anticarro RPG-7 y RPG-29, también de diseño soviético y ruso, en manos palestinas.

Recientemente, un portavoz de Hamás presumía de haber creado fábricas secretas para producir armas y municiones. Y un vídeo propagandístico del grupo yihadista mostraba la producción en serie de granadas PG-7VR de doble cabeza hueca para ser disparada desde el hombro con un lanzagranadas RPG-7, pero también lanzadas en caída libre por drones hexacópteros, como los vistos el 7 de octubre.

Es previsible, tras esos primeros ataques iniciales y si amplía sus operaciones, que el ejército israelí utilice vehículos de zapadores fuertemente blindados, por lo general creados a partir de chasis de carros de combate retirados de primera línea, para abrir brecha en espera de la presencia de campos de minas, artefactos explosivos y obstáculos en las llanuras que se extienden desde la verja que delimita el perímetro de la Franja a sus núcleos urbanos.

Por el camino, es de esperar que las fuerzas israelíes no se enfrenten solo a los equipos anticarro de los grupos palestinos, con sus misiles y lanzagranadas, sino que se vean sometido a fuego de mortero y drones. En el ataque del día 7 de octubre pudo verse, aparte de los hexacópteros que arrojaban granadas anticarro en caída libre, una copia iraní del dron kamikaze Warmate. Se trata de un diseño polaco que recibió Ucrania como parte de la ayuda internacional. Un ejemplar cayó intacto en manos rusas y, en julio de 2023, pudo verse una copia iraní, lo que demostraría que Rusia está compartiendo con Irán información sobre la tecnología militar de los países OTAN que ha capturado en la guerra con Ucrania.

La respuesta israelí al uso por parte de Hamás de drones armados ha sido, imitando la práctica rusa y ucraniana, la instalación de rejas protectoras en la parte superior de los carros de combate, donde suele haber un blindaje de menor espesor.

Escuela de guerra israelí

Una vez las fuerzas israelíes superen el terreno llano que rodea los núcleos urbanos de la Franja, comenzará la verdadera batalla. El ejército israelí empleará los mismos buldócer Caterpillar D9R y los mismos transportes de tropas acorazados Achzarit que empleó en la Segunda Intifada.

Esa fue la primera experiencia relevante de las IDF israelíes del siglo XXI en materia de guerra urbana. En marzo de 2002, una serie de atentados suicidas culminó con un ataque contra el comedor de un hotel donde celebraban la cena de Pesaj, la Pascua judía, y que se saldó con 30 muertos y 140 heridos. El Gobierno de Israel ordenó dos días después una gran operación militar bautizada como Escudo Defensivo en diversas localidades palestinas de Cisjordania.

Para el 2 de abril, una brigada de reservistas del Ejército israelí, apoyada por un batallón de la brigada Golani y una compañía de la brigada Nahal, asaltó el campo de refugiados de Yenín. Fue una batalla urbana clásica, luchando casa por casa y manzana por manzana. El ejército israelí llegó a avanzar tan solo 50 metros al día.

Foto: Un ultraortodoxo en Safed, norte de Israel, cerca de la frontera con Líbano. (Reuters/Alexander Ermochenko)

Y, cuando se llevaba una semana de combates, un grupo de reservistas israelíes se equivocó de camino en el laberinto de calles y cayó en una emboscada. Murieron 13 militares. A partir de entonces, el ejército israelí comenzó a usar enormes excavadoras blindadas Caterpillar D9R para abrirse paso, demoliendo casas enteras. En el escenario gazatí, mucha de la destrucción ya se ha adelantado con los bombardeos masivos del último mes. En la Segunda Intifada, al noveno día, se había tomado el control del campo de refugiado de Yenín a un enorme coste para los residentes.

Batalla tridimensional en Gaza

Recientemente se pudo ver largas filas de ambos tipos de vehículo en las concentraciones de fuerzas israelíes cerca de la Franja de Gaza. La novedad respecto a aquellos combates de la Segunda Intifada es que Hamás ha tenido años para darle respuesta a la supremacía del aire por parte de aviones de combate y drones israelíes, construyendo una enorme red de túneles que los israelíes llaman irónicamente el Metro de Gaza. Esa red de túneles convertirá los combates por la Ciudad de Gaza en una batalla en tres dimensiones.

El Cuerpo de Ingenieros de Israel creó dentro de su unidad de operaciones especial, el Sayeret Yahalom, una subunidad especializada en guerra de túneles. Durante los últimos años se ha dedicado a contrarrestar el esfuerzo de los grupos palestinos y del grupo libanés Hezbolá de construir túneles que se adentran dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas de Israel. La industria israelí ha desarrollado material especializado para esta unidad, como sensores sísmicos para detectar la excavación de túneles y robots para explorarlos. En el caso de la frontera norte de Israel, llegó a detectar un túnel construido por Hezbolá y lo inundó de cemento líquido que terminó apareciendo en una vivienda al otro lado de la frontera.

Pero, más allá de la tecnología con la que cuentan las fuerzas armadas israelíes, desde drones para vigilar el campo de batalla o explorar túneles, una batalla urbana es un combate de infantería puro y duro donde se pelea por cada casa, cada manzana y cada calle. Cada esquina, cada callejón y cada ventana puede ocultar a un tirador enemigo escondido. Los combates pueden tener lugar en distintas alturas de un mismo edificio, con las plantas bajas y altas ocupadas por fuerzas de cada bando. Y, cuantos más proyectiles se disparan y más edificios se convierten en escombros, el paisaje urbano se convierte en un entorno tremendamente hostil donde puede haber desde cables de alta tensión desprotegidos a vertidos tóxicos al aire libre.

Las batallas urbanas consumen grandes recursos y la doctrina militar recomienda evitarlas. Pero la creciente urbanización del planeta, especialmente en los países árabes, ha hecho protagonistas a ciudades como Alepo o Faluya de grandes batallas en las sucesivas guerras del siglo XXI. Las fuerzas israelíes no tienen elección en el caso de la Franja de Gaza porque es un terreno densamente poblado donde se peleará por el control de la ciudad de Gaza y los campos de refugiados.

Guerra de ratas

Un escenario del que también ha aprendido el Ejército israelí a base de historia. En la Segunda Intifada, otro escenario fue el campo de refugiados de Balata, vecino a la ciudad de Nablús, en el que entró en acción la 35.ª Brigada Paracaidista israelí. En aquel entonces estaba al mando del coronel Aviv Kojavi, alumno aventajado de uno de los laboratorios de ideas más heterodoxos que haya tenido cabida en unas fuerzas armadas: el Instituto de Investigación de Teoría Operacional.

Foto: Restos de sangre en una casa del kibutz de Nir Oz, en Israel, tras los ataques de Hamás del pasado octubre. (Getty/Alexi J. Rosenfeld)

Sus alumnos leían obras de arquitectura, filosofía y psicología, entre el rechazo y la incomprensión del resto de las fuerzas armadas israelíes. Kojavi se encontró que las fuerzas palestinas habían bloqueado las calles del campo de Balata con obstáculos y habían establecido posiciones fortificadas para emboscar a las fuerzas israelíes que se aventuraran por las vías principales. Así que planteó a sus tropas imaginar el área urbana como un espacio vacío en el que los soldados debían evitar puertas y ventanas para dedicarse a atravesar las paredes con mazas. Los paracaidistas israelíes horadaron las paredes de las viviendas del campo de Balata y fueron empujando a los combatientes palestinos a las calles donde fueron presa de tiradores y helicópteros. El resultado es que lograron una victoria militar minimizando las bajas de combatientes y civiles sin dejar un rastro de destrucción.

Aunque tampoco es que fuera una idea tan novedosa: al hecho de tener que excavar agujeros en las paredes y combatir en las alcantarillas los alemanes ya lo bautizaron en la Segunda Guerra Mundial como “guerra de ratas” (Rattenkrieg).

Esperando el plan para el día después

El Gobierno israelí ha advertido de que los combates en la Franja de Gaza podrían durar semanas o meses, anticipándose a la frustración de la población israelí. La idea de que nada volverá a ser igual que antes del 7 de octubre y que la campaña militar que se avecina va a liquidar a Hamás en la Franja de Gaza nos remite a la invasión israelí del Líbano. La llamada entonces operación Paz para Galilea pretendía impedir los ataques contra el norte de Israel por parte de grupos palestinos desde Líbano. Las fuerzas israelíes terminaron cercando Beirut, la capital del Líbano, en una campaña militar que terminó con las fuerzas de la Organización de la Liberación de Palestina marchando del país en un nuevo exilio.

Foto: Benjamín Netanyahu. (Reuters/Abir Sultan)

Lo que comenzó en 1982 como una invasión relámpago, arrastró a Israel a verse implicada en las intrigas políticas locales y derivó en el establecimiento de la llamada Franja de Seguridad en el sur del país, una zona bajo ocupación israelí con la ayuda de una fuerza aliada de libaneses cristianos. La pregunta que cabe hacerse frente al anuncio israelí de una operación militar definitiva en la Franja de Gaza es qué planes hay para el día después. Los generales estadounidenses que participaron en la invasión de Irak de 2003 reconocen que uno de sus mayores errores es haber dedicado poco o nada a planificar el día después de la caída de Saddam Hussein.

En el caso de la Franja de Gaza, el vacío de poder si Hamás fuera debilitada podría ser ocupado por grupos aún más radicales. Mientras que un plan que implicara a la Autoridad Palestina, aparte de difícilmente aceptable, podría terminar de socavar su legitimidad a ojos de la población palestina. Una nueva ocupación israelí de la Franja nos llevaría de vuelta a la casilla de salida del conflicto.

La próxima fase terrestre de la operación militar israelí en la Franja de Gaza se anticipa larga y costosa en vidas humanas. Con las tropas israelíes ya controlando importantes secciones de terreno en el norte y costa mediterránea, así como en el Wadi Gaza, el valle que divide la Franja en dos y los primeros combates a las afueras de la ciudad, para poder llevar a cabo la invasión total que parece pretender Israel ya solo queda lanzarse a la temida operación urbana.

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