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Dentro de los aviones del Israel que despierta a la 'guerra total': "Me arrepiento de no saber luchar"
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Allanando el camino a una invasión de Gaza

Dentro de los aviones del Israel que despierta a la 'guerra total': "Me arrepiento de no saber luchar"

Más de 300.000 reservistas regresan estos días a Israel, junto con familias y ciudadanos, tras la masacre del fin de semana pasado

Foto: Jóvenes celebran la llegada de vuelos al aeropuerto Ben-Gurión. (Fermín Torrano)
Jóvenes celebran la llegada de vuelos al aeropuerto Ben-Gurión. (Fermín Torrano)

Las guerras no entienden de colas business, billetes priority ni derecho de antigüedad. Por eso, en la última esquina de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, donde la aerolínea nacional israelí El Al embarca varios vuelos diarios con destino Tel Aviv (de las pocas que aún lo hacen), las reglas del viejo mundo han dejado de funcionar. “Primero los que han recibido llamada del Ejército”, grita un responsable de seguridad. “Después los que tienen funerales, los que han perdido a alguien y los que tengan que llegar a un hospital”.

En la selección participa una decena de personas. Un cribado para decidir quién dobla la esquina y factura, y a quién le toca esperar. Alrededor, maletas, carritos, miradas al teléfono y muchas conversaciones improvisadas que preguntan de dónde vienes y adónde vas. Sobre todo, entre los hombres jóvenes.

Foto: Cúpula de Hierro intercepta varios misiles lanzados por Hamás, el 9 de octubre. (Reuters/Amir Cohen)

Reservistas como Yoav, al que el ataque de Hamás del pasado sábado, que dejó, al menos, 1.300 muertos y 3.300 heridos en el sur del país, le pilló de vacaciones en Bolivia. En chancletas, con un mapa de Israel tatuado en la parte trasera de la pierna izquierda, se mueve por la T-4 preguntando a los varones quiénes van a luchar.

—¿Y tú, Yoav, por qué regresas?

—Para que todo vaya bien —responde sorprendido, uniendo las manos y levantando la vista al cielo.

placeholder A bordo de un avión rumbo de Madrid a Tel Aviv. (Fermín Torrano)
A bordo de un avión rumbo de Madrid a Tel Aviv. (Fermín Torrano)

Como él, más de 300.000 reservistas han sido llamados a filas en los últimos días. El 7 de octubre es, hasta la fecha, el ataque más mortífero para el país desde su creación en 1948. El shock no tiene precedentes en la comunidad israelí. Quizás por eso, la llegada al aeropuerto Internacional de Ben-Gurión, en Tel Aviv, está acompañada de jóvenes que aplauden, vitorean y cantan al unísono del himno nacional. Israel está en guerra y sus hijos vuelven a casa para defenderla. A apenas 60 kilómetros de distancia, el Ejército israelí ya allana el camino para una eventual invasión terrestre con ataques guiados que reducen a escombros barrios enteros. En la franja de Gaza se prevé la invasión total.

"Para nosotros está muy claro: si queremos sobrevivir, invadir es la única opción"

“Podemos hablar de la vida humana, de historia o de las reglas de la guerra. Pero para nosotros está muy claro: si queremos sobrevivir, invadir es la única opción”, sentencia Eli —que significa exaltar a Dios, en hebreo— a bordo del avión. Tras 26 años en el Ejército israelí, colgó las botas este verano y compró un viaje a Latinoamérica para disfrutar del retiro junto a su mujer y sus cuatro hijos. Pero cuando se enteró del asalto de Hamás, agarró su teléfono y escribió a su antiguo comandante:

—¿Qué vamos a hacer? Dame órdenes.

Su jefe le contestó que volviera. Y él cogió un vuelo a Buenos Aires, otro a Madrid y el último a Tel Aviv. Aterrizado este jueves por la tarde, hoy volverá a empuñar un fusil, para honrar, dice, a los excompañeros que fueron asesinados. También hay, por lo menos uno, que sigue secuestrado en Gaza.

Foto: Al menos 108 cuerpos fueron encontrados en el 'kibutz' de Beeri. (Getty/Alexi J. Rosenfeld)

“En 2005 les dimos el control [en referencia a la retirada israelí de La Franja y de varios asentamientos limítrofes], yo estuve allí, les dejamos vivir, pero lo que han hecho es obra de animales. Ahora nos toca a nosotros arrinconarles y debemos hacerlo de tal manera que en los próximos 50 años ningún niño israelí tenga que preocuparse”, murmulla, mirando de reojo a su hija mayor.

placeholder Bienvenida a 'los defensores' en el aeropuerto Ben-Gurión. (Fermín Torrano)
Bienvenida a 'los defensores' en el aeropuerto Ben-Gurión. (Fermín Torrano)

La venganza también se trasluce en las declaraciones del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Porque más allá de las vidas, lo que se rompió el fin de semana fue la promesa de seguridad en el territorio controlado por Tel Aviv. Ni las multimillonarias vallas con cámaras, sensores, muros antitúneles y seguridad lo pudieron evitar. Tampoco el Mossad o la inteligencia occidental fueron capaces de intuir que Hamás almacenaba cohetes bajo tierra y aguardaba para asestar el golpe en el momento menos esperado.

Más allá de las vidas, lo que se rompió el fin de semana fue la promesa de seguridad en el territorio controlado por Tel Aviv

En los últimos años, Hamás ha adoptado un enfoque racional. No fue a la guerra y no se unió a la Yihad Islámica en sus ataques recientes”, explicaba Ali Baraka, en una entrevista en RT el día posterior del ataque. “Todo formaba parte de la estrategia. Les hicimos pensar que Hamás estaba ocupado gobernando Gaza, que se quería enfocar en los 2,5 millones de palestinos y que había abandonado la resistencia. Mientras tanto, bajo el radar, se preparaba este ataque”.

Las imágenes de paredes ensangrentadas, cuerpos calcinados y secuestrados han recordado a todo Israel el precio de una guerra interminable que, sin embargo, muchos creían al menos lo suficientemente desactivada como casi olvidarla. Un Israel que prefirió renunciar a resolver el problema, apostando por enterrarlo en vida, a envolverlo en el silencio. Esta guerra, ya solo desde el alcance de la primera estocada de Hamás, puede ser diferente. Los muros y la formación militar de la población no son suficientes.

Foto: Una manifestación en Madrid en apoyo a Israel en 2021. (EFE/Rodrigo Jiménez)

“El mensaje que traigo a Israel es que puede que seáis suficientemente fuertes para defenderos por vuestra cuenta, pero mientras Estados Unidos exista, nunca tendréis que hacerlo”, aseguró este jueves en Tel Aviv Anthony Blinken, secretario de Estado estadounidense. Un apoyo del gobierno de Joe Biden que se suma a los portaviones movilizados, el primer envío de munición y la asistencia en la planificación de operaciones militares, según ha informado la agencia Associated Press El resto de la comunidad internacional pide proporcionalidad, en vez de una paz que a estas alturas parece imposible.

Arrepentidos de no luchar

Adah se gira en la fila 35 del vuelo Madrid-Tel Aviv. “¿Eres periodista? ¿Propalestino o proisraelí?”, pregunta a modo de precaución antes de rellenar el silencio hablando sin descanso. Porque la guerra que asoma en el horizonte afecta a muchos ciudadanos que tomaron una posición alejada del enfrentamiento o que al menos buscaron la manera de esquivar el servicio militar obligatorio. Ella lo hizo a través del Sherut Leumi, o Servicio Nacional. Una excepción con la que, sobre todo, mujeres de familias sionistas religiosas evitan alistarse.

“Sabes”, dice tras una pequeña pausa, “ahora lo pienso y creo que me equivoqué. Ayer despedí en Madrid a una amiga y..., aunque haré voluntariado... No sé. Ella tenía una llamada y yo no”.

placeholder Señales de 'refugio' en el aeropuerto, a donde dirigirse si se produjera un ataque con cohetes. (Fermín Torrano)
Señales de 'refugio' en el aeropuerto, a donde dirigirse si se produjera un ataque con cohetes. (Fermín Torrano)

Parece un vuelo normal, con azafatas, bocadillos, películas y agua gratis, de no ser por las dudas identitarias, las lágrimas que saltan frente a móviles que actualizan las noticias y los besos y miradas con sabor a despedida, porque muchos saben que podrían ser el último. Hombres y mujeres anónimos que vuelan a la tierra del dolor en la que les esperan sus muertos para un último adiós. Es el caso de Eduardo Villalobo, padre de Maya, la joven hispano-israelí de 19 años fallecida en el asalto de los combatientes de Hamás contra la base militar donde hacía la mili; y que también viaja en el avión. Aquí es uno más.

“Es muy difícil que no encuentres en la cola a alguien que haya perdido a un familiar, un amigo o un vecino”, lamenta Ana intentando contener el llanto con las manos. “Soy de izquierdas, pero esta guerra no es por Dios o la tierra. Esta vez es personal”.

Las guerras no entienden de colas business, billetes priority ni derecho de antigüedad. Por eso, en la última esquina de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, donde la aerolínea nacional israelí El Al embarca varios vuelos diarios con destino Tel Aviv (de las pocas que aún lo hacen), las reglas del viejo mundo han dejado de funcionar. “Primero los que han recibido llamada del Ejército”, grita un responsable de seguridad. “Después los que tienen funerales, los que han perdido a alguien y los que tengan que llegar a un hospital”.

Israel Conflicto árabe-israelí
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