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Dentro de uno de los pueblos 'conquistados' por Hamás: "Les dije a las niñas que mirasen hacia arriba, en el suelo había cadáveres"
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Dentro de uno de los pueblos 'conquistados' por Hamás: "Les dije a las niñas que mirasen hacia arriba, en el suelo había cadáveres"

Galia Sopher, residente del 'kibutz' Mefalsim, a apenas kilómetro y medio de la valla de Gaza, recuerda las horas de angustia mientras los milicianos asaltaban la localidad

Foto: Israel lanza la operación 'Espadas de Hierro' tras el ataque de Hamás. (EFE/EPA/Atef Safadi)
Israel lanza la operación 'Espadas de Hierro' tras el ataque de Hamás. (EFE/EPA/Atef Safadi)
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El segundo día de la guerra que Israel llama Espadas de Hierro y Hamás Operación Inundación Al Aqsa termina con todavía al menos siete localidades israelíes cercanas a la Franja de Gaza donde las fuerzas hebreas aún combaten contra las de Hamás. Donde aún hay israelíes encerrados en sus casas esperando a ser rescatados mientras escuchan tiroteos detrás de sus puertas, donde sigue habiendo cadáveres en las calles y mucha gente preguntándose cómo esto es siquiera posible.

Las fuerzas de seguridad buscan en muchas localidades del sur de Israel, área donde la mañana del sábado milicianos de Hamás llegaron a asaltar más de una veintena de asentamientos, a los integrantes de las células de Hamás que se sabe siguen activos, hasta 24 kilómetros territorio israelí adentro. Dentro del caos y las sospechas, hay errores: al menos dos ciudadanos israelíes han muerto por disparos del ejército, que los identificó erróneamente como atacantes. Además, parte de la confusión inicial proviene de que algunos de los integrantes de Hamás infiltrados vestían uniformes de soldados y policía israelíes.

Galia Sopher, residente del kibutz Mefalsim, a apenas kilómetro y medio de la verja de Gaza y a dos y medio de Sderot, donde se recogieron los primeros vídeos de milicianos de Hamás paseando por las calles y las plazas, cuenta con tono cansado y disociado que el sábado, cuando ella, su marido y dos hijas ya estaban asediados en su casa, se dirigió muy agachada desde la habitación-refugio al baño y, en un momento dado, levantó la cabeza y esto fue lo que vio: "Vi pasar a un soldado, o a uno disfrazado de soldado, no lo sé, y me volví a agachar rápidamente. Nos habían dicho que los terroristas se habían vestido de policías y soldados y que no debíamos abrir la puerta a nadie".

El encierro y los ruidos

Unas horas antes, el sábado había amanecido normal en Mefalism, cuenta esta maestra de guardería. "Hay una tradición de hacer camping en el kibutz en estas fechas y mi marido y yo decidimos que solo uno de nosotros dormiría en la tienda de campaña con las niñas, el otro podía descansar de verdad en casa…". Las niñas tienen cinco años y medio y casi cuatro. Galia durmió en la tienda y a las 6:30 escuchó un ruido conocido. "Y me dije ‘que sea lluvia, por favor, que sea lluvia’, pero no, vinieron inmediatamente los bombazos y no supe qué hacer". Los demás amigos del camping, también desconcertados, empezaron a irse hasta sus coches a la carrera. Galia logró llegar a su casa gracias a los vecinos que la llevaron y entró con sus hijas al refugio antiaéreo donde las esperaba su marido, Itai, una habitación sellada dentro de su casa.

"Vi un soldado muerto, un hombre muerto al volante de un coche, autos como el apocalipsis, chocados, quemados, disparados"

Poco tiempo después se les fue la luz, algo que pasó de modo intermitente en diferentes lugares de Israel durante todo el sábado. Dentro del refugio, sin aire acondicionado ni cobertura telefónica, estaban incomunicados. Solo recibían mensajes si abrían la puerta y salían brevemente con el móvil. "No sabíamos nada de lo que pasaba afuera, pero oíamos ruidos diferentes a los de otras veces", rememoró. "Ametralladoras. Ruidos atronadores. Prohibimos a las niñas hacer ruido, porque estaban enloquecidas, y yo estaba muerta de miedo".

placeholder Galia, con su familia, en su habitación-refugio. (Cedida)
Galia, con su familia, en su habitación-refugio. (Cedida)

Pasaron horas y horas escuchando y no viendo. E imaginando, pero no sabiendo. "Salíamos unos instantes para ver las informaciones de los grupos de WhatsApp, de los papás, de las mamás, de los jóvenes, pero no había nada realmente informativo. Decían lo de los terroristas de uniforme israelí, eso sí".

La información que no llega, la ayuda que no llega

En otro de los instantes de recepción móvil le mandaron otro mensaje que advertía de que al salir no permitiera que las niñas mirasen hacia abajo, sino al cielo, porque había cadáveres en el suelo.

Galia dice que no sabía qué hacer con esa información, salvo no ponerla en duda. El día había comenzado en el refugio poco después de las seis y media de la mañana y 20 horas después seguían sin saber con exactitud qué pasaba afuera y por qué no recibían ayuda.

A las cuatro de la madrugada asomaron nuevamente el móvil para recibir mensajes y en ese momento entraba uno —en uno de los grupos de las madres del kibutz— de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que daba permiso para salir de las casas.

Galia, Itai y sus hijas salieron rápidamente hasta su coche, y efectivamente dijeron a las niñas que miraran para arriba. "Cuando salimos los vi, los cuerpos, no reconocí a nadie, vi un soldado muerto, o tal vez no era un soldado, un auto chocado con una bicicleta sobre él, un hombre muerto al volante, autos como el apocalipsis, chocados, quemados, disparados. Los cuerpos los vi en la entrada del kibutz, muchos".

"Conocidos míos han muerto, mi colega de trabajo está secuestrada, la vi en la televisión, la filmaron cuando se la llevaron, con su esposo y su hijo. En estos momentos mi mente y mi corazón no están conectados", dice Galia en un tono monocorde.

"A un amigo le dispararon. Se metió en el auto y llegó al hospital. A otro le dispararon camino al trabajo, junto a su esposa, ella está a punto de dar a luz, herida, y él está peleando por su vida en el hospital", sigue.

Foto: Foto de la joven Shani Louk en sus redes sociales. (Instagram)

Cuenta que, al subir al coche, dejaron que las niñas fueran sin cinturón por primera vez. "Las puse en el suelo y les dije que no miraran afuera".

En el día y medio de encierro habían recibido en sus móviles más de 100 invitaciones de amigos para que fueran a sus casas en diferentes puntos de Israel. Y hasta que el Gobierno resitúe a todos los habitantes del kibutz en hoteles, Galia y su familia están con unos amigos en el centro del país desde esta madrugada.

"No entiendo cómo pasó esto, no creo que nadie lo entienda. Yo creo que tuvieron ayuda interna, creo que no es posible que con la tecnología e inteligencia israelíes no hayan podido parar este desastre", dice Galia. También cree que el jefe del Ejército y el Gobierno entero tienen que dimitir tras este fiasco.

El segundo día de la guerra que Israel llama Espadas de Hierro y Hamás Operación Inundación Al Aqsa termina con todavía al menos siete localidades israelíes cercanas a la Franja de Gaza donde las fuerzas hebreas aún combaten contra las de Hamás. Donde aún hay israelíes encerrados en sus casas esperando a ser rescatados mientras escuchan tiroteos detrás de sus puertas, donde sigue habiendo cadáveres en las calles y mucha gente preguntándose cómo esto es siquiera posible.

Israel Conflicto árabe-israelí
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