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Eitan, Achzarit y Namer: dime cómo mecanizas a tus tropas y te diré qué guerra libras
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blindados israelíes para el conflicto en gaza

Eitan, Achzarit y Namer: dime cómo mecanizas a tus tropas y te diré qué guerra libras

Esa variedad de blindados cada vez más protegidos son producto de los imperativos geográficos, ya que tienen cortas distancias a recorrer desde sus bases, y estratégicos, ante un enemigo dotado de abundante armamento anticarro

Foto: Fuerzas israelíes, en la frontera de Gaza. (EFE/Hannibal Hanschke)
Fuerzas israelíes, en la frontera de Gaza. (EFE/Hannibal Hanschke)

Esta semana, el Ejército israelí ha desplegado sus fuerzas mecanizadas para dar comienzo de la fase terrestre de su ofensiva sobre la ciudad de Gaza, que ya rodean desde los cuatro puntos cardinales. Esa variedad de blindados cada vez más pesados y protegidos son producto de los imperativos geográficos, ya que tienen cortas distancias a recorrer desde sus bases, y estratégicos, ante un enemigo dotado de abundante armamento anticarro. Pero también cuentan la experiencia acumulada y la capacidad de adaptación de un país que lleva desde su fundación en guerra; algo de lo que deben tomar nota países como España, inmersa en su propia renovación de vehículos militares.

Aunque durante años fue un usuario de material militar occidental, Israel terminó desarrollando equipos propios adaptados a sus necesidades y avanzando hacia la autosuficiencia tecnológica. Experiencias y expectativas diferentes a las de los ejércitos occidentales moldearon vehículos blindados totalmente diferentes y originales. Pero la realidad de la guerra se ha impuesto y, en los últimos tiempos, se han visto convergencias en diseños dejando en el aire la duda de cuántas lecciones de las guerras israelíes se pueden aplicar a otras fuerzas armadas y cuánto hay de específico es el contexto israelí para considerar las soluciones nacionales como una mera curiosidad.

Cuando el Estado de Israel se consolidó, adquirió armamento a un puñado de países proveedores de confianza en sucesivas etapas históricas, fundamentalmente Reino Unido, Francia y Estados Unidos. Por ejemplo, Francia fue durante un buen tiempo el principal proveedor de aviones de combate a reacción de Israel. Un papel que luego ocupó Estados Unidos. Israel empleó ese material occidental en varias guerras convencionales de alta intensidad contra los países árabes vecinos, que en la Cumbre de Jartum de 1967 habían consagrado el principio de los tres noes: no a la paz con Israel, no a las negociaciones con Israel y no al reconocimiento de Israel.

Pero lo que era un conflicto regional se transformó en un episodio más de la Guerra Fría cuando esos países árabes acudieron a la Unión Soviética a dotarse de equipamiento avanzado. Así, las guerras árabes-israelíes se convirtieron en un laboratorio donde se enfrentaba el armamento occidental y el soviético. Los países de la OTAN estudiaron con detenimiento el conflicto buscando lecciones para el gran choque de fuerzas mecanizadas que tendría lugar en el centro de Europa durante una hipotética Tercera Guerra Mundial.

La victoria de Israel en la Guerra del Yom Kippur fue interpretada como la demostración de que una fuerza dotada con material occidental y una doctrina adecuada podría enfrentar a una mucho más numerosa con armamento soviético. Veían un cierto paralelismo entre el desequilibrio cuantitativo que vivía Israel rodeado de países árabes con el que se vivía en Europa entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. De hecho, esa la victoria israelí de 1973 sucedió poco antes que Estados Unidos se retirara de Vietnam y su Ejército se volcara entonces en repensar su doctrina de guerra convencional.

Se pusieron así las semillas de una apuesta decidida por la calidad sobre la cantidad, arropada por la naciente revolución de las tecnologías de la información y tras un intenso debate que llevó al desarrollo de una doctrina de guerra basada en la maniobra y los ataques con munición inteligente en profundidad.

La divergencia mecanizada

Mientras tanto, la preocupación de las Fuerzas Armadas de Israel era lograr una autonomía industrial y tecnológica que le permitiera hacer frente a embargos de armas. En 1967, la negativa del francés Charles de Gaulle a partir de 1967 de exportar armas a Israel les obligó a cambiar de proveedor principal de la fuerza aérea, que había sido un cliente fiel de la industria gala. Ese camino hacia una mayor autonomía en materia de industria de defensa tuvo otra consecuencia en paralelo: Israel empezó a desarrollar sistemas de armas adoptados a sus necesidades particulares, divergiendo del camino tomado por sus aliados occidentales.

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El primer carro de combate de origen israelí entró en servicio en 1979. El Merkava (carro de guerra) no se parecía a ningún carro de combate en servicio. Para empezar, era más pesado y blindado que sus pares occidentales, ya que los diseñadores pusieron énfasis en la supervivencia. Esa prioridad fue resultado de la experiencia israelí de enfrentarse en condiciones de inferioridad numérica a enemigos con ejércitos más grandes, pero también del contexto de la pequeña base demográfica del país que aumentaba el impacto de cada baja.

Pero sobre todo la decisión de diseño más llamativa es que alteraba la distribución interna habitual de los carros de combate, tanto occidentales como soviéticos. Al contrario del resto de los carros de combate, el Merkavá lleva el motor en la parte delantera. La idea es que el bloque motor proporcione una protección extra a la tripulación en caso de un impacto frontal. Esa posición adelantada significa que la cámara de combate queda en la parte trasera y se accede a ella a través de una puerta, tal como se hace en los transportes de tropa, y no la típica escotilla en la parte superior.

Esa característica tuvo una utilidad imprevista durante los combates en Beirut en 1982, cuando los carros de combate israelíes maniobraron para que soldados atrapados bajo intenso fuego enemigo subieran abordo y fueran puestos a salvo viajando hacinados en el estrecho pasillo que conduce a la cámara de combate, flanqueado por las estanterías de munición del cañón.

La invasión israelí del Líbano de 1982 fue el estreno del Merkavá de primera generación. Y sirvió para validar el concepto y sacar lecciones que llevaron al año siguiente a introducir la segunda generación del carro de combate. Apenas cuatro años antes, la infantería israelí entró en el Líbano en 1978 durante la llamada Operación Litani a bordo de los viejos vehículos blindados semioruga, procedentes de los excedentes occidentales de la Segunda Guerra Mundial.

Durante la invasión del Líbano lo hicieron a bordo de los blindados de orugas M113, el mismo blindado que el Ejército estadounidense había usado masivamente en Vietnam, pero cuyo diseño lograba ser más ligero gracias a un blindaje de aluminio. El punto de fundido del aluminio, de 660º, es notablemente inferior al del acero, entre 1.400º y 1.500º. Así que los M113 mostraban tendencia a arder bajo el impacto de los proyectiles de carga hueca. Los soldados israelíes contaban por aquel entonces el chiste que la diferencia entre un mechero Zippo y un M113 era que para obtener una llama del segundo no había que hacer esfuerzo alguno.

Nueva generación

Las lecciones extraídas del campo de batalla por el Ejército israelí le llevaron a diseñar vehículos de transporte de tropas totalmente originales y que en nada se parecen a sus pares occidentales. Para ello partieron del aprovechamiento de los carros de combate retirados en servicio y capturados al enemigo, prolongando así su vida útil. Esto generó una realidad dual en las fuerzas armadas israelíes, donde convivían los sistemas más avanzados tecnológicamente, que son referencia mundial, con material viejo reutilizado de forma sorprendente para poder mantener en pie de guerra un enorme ejército con un presupuesto limitado.

Tras varias guerras contra sus vecinos árabes, el Ejército israelí terminó incorporando montañas de material de origen soviético. Las armas ligeras, por ejemplo, fueron vendidas en los años ochenta para armar a los muyahidines afganos. El material pesado, como los carros de combate T-55, fueron puestos en servicio. Para ellos se les cambió el cañón principal de 100 mm por uno de 105 mm de diseño occidental con munición estándar de la OTAN, junto con otros cambios menores. El resultado fue bautizado Tirán-5.

Foto: Un tanque israelí Merkava IV, en una imagen de archivo. (EFE/Atef Safadi)

La entrada en servicio de los nuevos carros de combate Merkavá fue generando un efecto cascada en el Ejército israelí. Las unidades de primera línea contaban con las últimas generaciones, mientras que las unidades de segunda fila y los reservistas iban recibiendo los Merkavá más antiguos y las últimas variantes de los carros de combate occidentales.

Los carros de origen soviético pasaron a ser excedentes y, en una de esas vueltas sorprendentes de la vida, un lote terminó sirviendo en el Ejército de Uruguay, conservando en el interior los rótulos en rusos y hebreo junto a los nuevos en español. Otros fueron reutilizados para nuevos propósitos. Se les retiró la torre con el cañón, se añadió nuevo blindaje y se conservó el viejo pero simple motor soviético, reorganizando la cámara del motor para dejar un pasillo lateral y colocar una puerta trasera. El resultado fue el Achzarit (cruel, en hebreo), un transporte de tropas pesado como no hay ninguno en servicio en Occidente.

El Achzarit representó un camino totalmente diferente a los blindados de transporte de tropas en Rusia y Occidente, cuyos ejércitos mecanizaron a sus tropas con vehículos de combate de infantería (VCI). Por definición, se trata de vehículos de cadenas más pesados que un transporte de tropas como el M113, pero sin alcanzar el peso de un carro de combate. Su armamento principal es un cañón automático capaz de destruir a otros blindados ligeros. Opcionalmente, se les dota de un lanzador de misiles anticarro. El Achazarit cuenta solamente con ametralladoras medias y pesadas como armamento. Cuando entró en acción durante los combates urbanos de la Segunda Intifada, su principal misión fue llevar a la infantería al pie de los edificios donde excavadoras blindadas Caterpillar D9R creaban huecos.

Una lección llamada blindaje

La guerra del Líbano de 2006 demostró que años implicados en la Segunda Intifada habían anquilosado al Ejército israelí. Una nueva generación de armamento ruso en manos de sus enemigos, desde los misiles anticarro Kornet a los lanzagranadas anticarro RPG-29, obligaba a reconsiderar los sistemas de protección de los blindados. El blindaje y peso de las últimas variantes del Merkavá de cuarta generación aumentó. Pero la novedad más llamativa fue la introducción del sistema de protección activa Trophy. Consiste en un radar de barrido electrónico con varias antenas planas adosadas al casco que vigila la aproximación de misiles y granadas anticarro, respondiendo con el lanzamiento de un proyectil explosivo. El sistema Trophy fue visto en acción en anteriores conflictos en la Franja de Gaza.

Mientras tanto, el vehículo Achzarit vio también reforzado su blindaje a partir de esas lecciones aprendidas. Cuando suficientes carros de combate Merkavá de las primeras generaciones fueron retirados de servicio por la llegada de los más modernos a las unidades de segunda línea se decidió convertirlos en transporte de tropas pesado dando nacimiento al vehículo Namer. Según hubo disponibilidad de fondos, una segunda generación del vehículo fue diseñado y construida desde cero en vez de reutilizando viejos chasis de carros retirados de servicio. Una nueva generación a la que también se le dotó de protección activa.

Ningún ejército occidental ha emulado al Ejército israelí incorporando transportes de tropas pesados diseñados a partir del chasis de carro de combate. En cambio, sí hemos visto que los carros de combate occidentales se han ido haciendo cada vez más pesados; con cada nueva versión del M-1 Abrams estadounidense, el Leclerc francés y el Leopard 2 alemán incorporando nuevas capas de blindaje. El resultado es que la versión M1A2 SEP v4 del M-1 Abrams y la versión Leopard 2A7V ya superan en peso al Merkavá de primera generación. Por tanto, lo que empezó siendo una excentricidad israelí ha terminado siendo la norma en Occidente. Y un paso más de esa convergencia es la incorporación por parte de ambos fabricantes de carros de combate de sistemas israelíes de protección activa.

Pero sin duda la novedad del Ejército israelí que más refleja el acercamiento de requerimientos y soluciones ha sido la entrada del vehículo de ruedas 8x8 Eitan. Desde los ochenta, el Ejército israelí dotó a su infantería de vehículos de cadenas, que fueron haciéndose más pesados hasta dar el salto de ser conversiones de carros de combate. Pero la guerra del Líbano de 2006 dejó una lección que lo llevó en una nueva dirección. Aquel conflicto comenzó por una acción del grupo Hezbolá en la frontera norte mientras se producían enfrentamientos en los límites de la Franja de Gaza. La preocupación para el Ejército israelí era enfrentar una guerra en dos frentes, lo que obligaba a mover fuerzas de uno al otro en función del desarrollo de las campañas militares. El resultado fue el requerimiento para un vehículo de ruedas 8x8.

El Eitan entró en servicio en 2023 y vio acción por primera vez el 7 de octubre, durante el ataque al kibutz de Zikim. Como todos los vehículos de combate israelíes, es tremendamente pesado dentro de su categoría. Pero las 35 toneladas del Eitan no desentonan con el peso de los nuevos vehículos de ruedas occidentales como el Boxer alemán o el Dragón español. Dadas las limitaciones presupuestarias en Israel, los planes para dotarlo de una torreta con cañón automático y misiles o sistemas de protección activa están a la espera de futura financiación. La experiencia del actual conflicto en Gaza, donde está presente la amenaza de la apertura de un segundo frente en la frontera del Líbano, posiblemente genere los incentivos para llevar el vehículo Eitan a su forma final.

Tras abrir brechas, los vehículos de zapadores y las excavadoras comenzará el asalto urbano donde los blindados jugarán un papel secundario y será la infantería la que llevará el peso de una campaña que el propio Gobierno israelí ha anunciado será larga. Pero el riesgo de internacionalización del conflicto podría ver a Israel combatiendo en varios frentes y ahí veremos si la apuesta por vehículos pesados de ruedas ha sido correcta. Lecciones relevantes para países como España que han seguido, no sin críticas, ese mismo camino.

Esta semana, el Ejército israelí ha desplegado sus fuerzas mecanizadas para dar comienzo de la fase terrestre de su ofensiva sobre la ciudad de Gaza, que ya rodean desde los cuatro puntos cardinales. Esa variedad de blindados cada vez más pesados y protegidos son producto de los imperativos geográficos, ya que tienen cortas distancias a recorrer desde sus bases, y estratégicos, ante un enemigo dotado de abundante armamento anticarro. Pero también cuentan la experiencia acumulada y la capacidad de adaptación de un país que lleva desde su fundación en guerra; algo de lo que deben tomar nota países como España, inmersa en su propia renovación de vehículos militares.

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