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"Habrá guerra": el día en que Hitler decidió anexionarse Checoslovaquia
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"Habrá guerra": el día en que Hitler decidió anexionarse Checoslovaquia

En 1938, sus ansias de expansión provocaron que quisiera incorporar los Sudetes al III Reich. La respuesta europea, con la intención de no provocar una guerra, fue muy tibia

Foto: Adolf Hitler dando la mano a Neville Chamberlain en Múnich. (Cordon Press)
Adolf Hitler dando la mano a Neville Chamberlain en Múnich. (Cordon Press)

El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia, dando comienzo con ello a la Segunda Guerra Mundial. Muchos años después, Woody Allen haría bromas al respecto, alegando las ganas de invadir el país cada vez que escucha a Wagner (Adolf Hitler era un apasionado de su música, hasta el punto de que ambas figuras se entrelazan injustamente en la historia del Holocausto). Reino Unido y Francia le declararon la guerra a Hitler como respuesta, y en primavera de 1940 las fuerzas alemanas invadieron Europa occidental.

Generalmente, cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de historia del siglo XX sabe que la invasión de Polonia marca el inicio de la guerra más cruenta hasta entonces. Al igual que, un 28 de junio en Sarajevo, el asesinato de un archiduque no especialmente querido por el pueblo teñiría de sangre una Europa de fronteras muy diferentes a las actuales. Sin embargo, como suele suceder en la historia del ser humano, nada es blanco o negro, y no fue un acontecimiento aislado el que marcó el destino de Europa, sino una serie de incidentes anteriores que ya iban allanando el camino hacia ese sinsentido al que llamamos guerra.

El plan no tenía fisuras: la incorporación de los territorios limítrofes a la Alemania nazi dejaría al resto del país incapaz de resistir la posterior ocupación

Recapitulemos: el 12 de marzo de 1938, Austria y la Alemania nazi se fundieron en el III Reich. Esta anexión es conocida como 'Anschluss' y cumplía con parte de los sueños expansionistas de Hitler, que consideraba que podían ser una solución a la crisis que vino con la Gran Depresión. Sin embargo, esos anhelos de expansión eran insuficientes, y su siguiente objetivo fue la unión de Checoslovaquia. Recordemos que durante mucho tiempo, la zona había formado parte del Imperio Austrohúngaro hasta su desintegración a finales de la Primera Guerra Mundial.

Durante la época de entreguerras la región fue próspera, pero también estaba destinada a ser un polvorín debido a sus muchos problemas étnicos. Algunos de sus ciudadanos nunca estuvieron de acuerdo con la creación del nuevo Estado: los alemanes de los Sudetes, los polacos en Teschen, los húngaros en Ruhenia o los ucranianos en los Cárpatos, todos ellos se habían visto obligados a ser checoslovacos con la creación de nuevas fronteras y la desaparición de otras.

La reacción al Anschluss había demostrado que los gobiernos de Francia y Reino Unido intentarían evitar la guerra a cualquier precio

En un escenario así, Hitler aprovechó el pretexto para mencionar las supuestas necesidades sufridas por las poblaciones germanas de los Sudetes. El plan no tenía fisuras: la incorporación de los territorios limítrofes a la Alemania nazi dejaría al resto de Checoslovaquia incapaz de resistir la posterior ocupación. Además, en las elecciones generales libres de 1938, el Partido Alemán de los Sudetes (liderado y fundado por el político nazi Konrad Henlein en 1933), había obtenido hasta un 88% de los votos de los alemanes en los comicios comunales, tomando así el control de buena parte de los municipios en la frontera checoslovaca. El partido incluía en sus propuestas la incorporación al Tercer Reich tras lo sucedido con Austria en el 'Anschluss'. Como es lógico, Praga vetó el resultado, lo que aumentó más la crisis y las revueltas.

Hitler jugaba con otra baza importante: la reacción al 'Anschluss' le había demostrado que los gobiernos de Francia y Reino Unido intentarían evitar la guerra a cualquier precio. Los franceses, por un lado, no deseaban hacer frente en solitario a la Alemania nazi. Los británicos, por otro, liderados en aquel momento por Neville Chamberlain, consideraban que los intereses de Hitler y su intención de anexión estaban justificados y dentro de los límites razonables. Aconsejaron a Checoslovaquia ceder a las exigencias de los nazis, pero Edvard Beneš, segundo presidente de Checoslovaquia y marcadamente nacionalista, se negó.

La Unión Soviética también tenía un tratado defensivo con los checoslovacos, pero solo estaban obligados a prestar auxilio si antes lo hacía Francia (cada vez más reticente a ello)

Quizá la situación más incómoda era la francesa, que tenía por aquel entonces un tratado de alianza con Checoslovaquia que obligaba a cada parte a acudir en ayuda de la otra, en caso de ser agredida. La Unión Soviética también tenía un tratado defensivo con los checoslovacos, pero solo estaban obligados a prestar auxilio si antes lo hacía Francia (cada vez más reticente a ello). Pese a ello, declararon estar dispuestos a prestar apoyo unilateral al país incluso si Francia faltaba a su compromiso. Como Beneš se había resistido, el 20 de mayo se puso en marcha una movilización parcial en respuesta a la posible invasión alemana. Diez días más tarde, Hitler firmó una directiva secreta de guerra contra Checoslovaquia que comenzaría el 1 de octubre como tarde.

placeholder Fotografía de Edvard Beneš en 1945.
Fotografía de Edvard Beneš en 1945.

Todo parecía apuntar a una posible guerra, hasta que Mussolini entró en el tablero dispuesto a jugar. Propuso una conferencia entre Alemania, Francia y Reino Unido, con la idea aparente de zanjar la crisis, alegando que era absurdo que millones de europeos tuvieran que movilizarse los unos contra los otros por "culpa" de Beneš. Con tal crisis en ciernes, parecía un momento perfecto para el diálogo a toda costa.

Los acuerdos de Múnich

La conferencia en la ciudad alemana se celebró los días 29 y 30 de septiembre de 1938 en la Führerhaus de Baviera. Además de Adolf Hitler, se reunieron Neville Chamberlain en representación de Gran Bretaña, Éduard Daladier de Francia y, por supuesto, Benito Mussolini de Italia. Irónicamente, no se permitió participar a Checoslovaquia en la reunión. Tampoco a la Unión Soviética.

Hitler, Mussolini, Daladier y Chamberlain se unieron en una conferencia en la que, irónicamente, no se permitió participar a Checoslovaquia

Al líder nazi le bastó con poco menos de 48 horas para convencer a los otros conferenciantes de que la mejor solución a todos los problemas era la anexión de los Sudetes a cambio de garantizar la paz y la resolución de los conflictos mediante el diálogo. Los participantes firmaron el acuerdo en el que, en principio, todos menos Checoslovaquia salían ganando: se estipuló que la evacuación debía empezar el 1 de octubre y completarse el día 10. El Reino Unido y Francia se comprometieron a participar en una garantía internacional de las nuevas fronteras contra la agresión no provocada.

placeholder Jeremy Irons como Neville Chamberlain en una reciente producción de Netflix.
Jeremy Irons como Neville Chamberlain en una reciente producción de Netflix.

Aunque la URSS consideró que Francia y Reino Unido habían sido demasiado condescendientes con los nazis, tanto Chamberlain como Daladier volvieron a sus respectivos países como auténticos héroes y adalides de la paz.

Chamberlain: "Tengo la convicción de que esto significará la paz para nuestra generación"

De hecho, al británico le esperaba una multitud eufórica en el aeropuerto de Herston, y después leyó una carta que ha quedado registrada en la historia: "Tengo la convicción de que esto significará la paz para nuestra generación (...) Amigos, os recomiendo que volváis a vuestras casas y durmáis tranquilamente en vuestras camas". Algo con lo que Winston Churchill no estuvo de acuerdo: "Habrá guerra". El tiempo le daría la razón.

Foto: Un apretón de manos que cambió el siglo XX. (Cordon Press)

El 1 de octubre de 1938, el Ejército Alemán cruzó la frontera con Checoslovaquia y se anexionó los Sudetes. El 5 de octubre, Beneš renunció como presidente de Checoslovaquia y, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, formaría un gobierno checoslovaco en el exilio. La falsa sensación de paz duraría tan solo unos meses. Durante la Segunda Guerra Mundial, Checoslovaquia dejó de existir y se dividió en el Protectorado de Bohemia y Moravia del Tercer Reich y la República Eslovaca. Aunque quedó constituido como país tras el Pacto de Varsovia, volvería a ver una ocupación (en esa ocasión rusa) en 1968.

La falsa sensación de paz duraría tan solo unos meses. Durante la Segunda Guerra Mundial, Checoslovaquia dejó de existir

Neville Chamberlain renunció a su cargo como primer ministro tras ocho meses de guerra, y murió de cáncer de intestino el 9 de noviembre de 1940 a la edad de 71 años. Aunque consiguió contener la guerra durante un tiempo y eso ayudó a Europa a rearmarse ante la amenaza alemana, su figura ha quedado manchada por el tiempo, considerándose que su tibieza a la hora de actuar no propició nada bueno en la irremediable lucha contra los nazis. El resto de la historia la conocemos de sobra, aunque no está de más recordarla en estos tiempos. De cualquier manera parece que, incluso aquellos que conocen y recuerdan la historia, también están condenados a repetirla.

El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia, dando comienzo con ello a la Segunda Guerra Mundial. Muchos años después, Woody Allen haría bromas al respecto, alegando las ganas de invadir el país cada vez que escucha a Wagner (Adolf Hitler era un apasionado de su música, hasta el punto de que ambas figuras se entrelazan injustamente en la historia del Holocausto). Reino Unido y Francia le declararon la guerra a Hitler como respuesta, y en primavera de 1940 las fuerzas alemanas invadieron Europa occidental.

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