"Volver a cerrar los colegios sin un plan de educación online es un suicidio social"
El curso escolar empieza en dos semanas y todas las medidas sanitarias frente al coronavirus están en el aire. Hablamos con uno de los pediatras más reconocidos de España
Manuel Antonio Fernández (San Fernando, Cádiz, 1980) es uno de los profesionales más reconocidos de nuestro país en el campo del aprendizaje y conducta de los menores de edad, área en la que ha volcado sus investigaciones tras ejercer como pediatra en la sanidad pública. Entre 2014 y 2018 fue reconocido dos veces como mejor pediatra de España y otras dos como finalista por la plataforma médica Doctoralia. Dirige el máster en Neuropediatria de la Universidad CEU San Pablo y está al frente del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica, en Sevilla, lugar en el que palpa diariamente la realidad (y los problemas) de multitud de familias con hijos a cargo.
PREGUNTA.- ¿Cómo valora el paréntesis que ha vivido la educación en España desde el 14 de marzo?
RESPUESTA.- Una catástrofe. El curso pasado ya está perdido, porque se dio el 50% de la materia en el mejor de los casos, y el que viene yo lo daría por perdido también. No se dan las condiciones necesarias para una vuelta al colegio razonable, segura y normal, así que vamos de cabeza al cierre de los centros educativos sin que se haya previsto nada para garantizar la educación a distancia. Se podría haber asegurado el curso escolar tanto a nivel presencial como virtual. En otros países se ha hecho, y para eso había que tomar medidas desde el mes de abril. Pero como perder clase no tiene coste económico para la administración, se han ido posponiendo las decisiones sin ver la catástrofe económica y social que generará este déficit educativo a largo plazo.
P.- ¿Cuál habría sido un primer paso?
R.- Ampliar los espacios, reducir las ratios de alumnos y dotar a los centros educativos de todos los medios materiales y humanos necesarios. Esto ahora dirán que todos los colegios lo cumplen en una reunión un 27 de agosto, a 15 días de que empiecen las clases y sin haber hecho nada en cuatro meses, ni siquiera contratar profesores. Sigo sin entender que la administración no haya llamado a Microsoft o a Google o a quien sea y diga ‘necesito cuatro millones de licencias de Microsoft Teams o de Google Classroom’, o de la empresa que ellos quieran, y que en 15 días tengan montada una plataforma educativa virtual en previsión al muy probable cierre de los colegios. La inversión que eso requiere es ridícula y el sistema educativo estaría apuntalado. No lo entiendo.
P.- Es cierto que la experiencia educativa entre marzo y junio dejó mucho que desear, principalmente en la enseñanza pública.
R.- Todos los padres con los que hablo me dicen lo mismo: el curso pasado, si el profesor tenía ganas daba la clase online y si no te mandaba el lunes un montón de deberes y los entregabas el viernes. A veces hasta mandaban las soluciones para que los corrigieran los mismos padres. En algunos centros ni siquiera eso, hubo ausencia total de información y comunicación. No existieron directrices uniformes en ninguna parte. ¿De verdad quieren seguir así otro año más? ¿Se han regulado todas las facetas de nuestra vida y no son capaces de regular la educación? No puede ser que volvamos a que cada uno se las apañe como pueda y que según la voluntad de los docentes o la suerte de padres y alumnos, las cosas vayan mejor o peor. Es la mayor injusticia y desigualdad posible, el puro azar. Si la vuelta al cole se hace con este mismo sistema, van a ser dos los cursos perdidos por los alumnos, con todo lo que eso supone.
Si la vuelta al cole se hace con este mismo sistema, van a ser dos los cursos perdidos por los alumnos
P.- Le veo poco optimista.
R.- Ya vamos tarde, es dificil solucionar esto y las consecuencias son bastante trascendentes. Que los niños no puedan tener un curso normalizado es privarles de educación, un derecho fundamental recogido en la Constitución y en la Declaración de los Derechos del Niño. Y que esto ocurra porque la administración no cumple puede tener incluso consecuencias legales. Es muy sangrante cuando a todo el mundo se le llena la boca con la educación pública, y lo que hacen justamente es abrir una brecha más grande con la educación privada. Yo he dado formaciones en colegios privados que funcionan en entornos Apple con sus tablets, su acceso a la plataforma y toda la información digitalizada. En la pública es un apáñese quien pueda, no se ha previsto nada en cuatro meses para que los profesores puedan enseñar a distancia, ni herramientas ni formación. Se le está dando muchas vueltas a las posibles repercusiones psicológicas de todo este proceso para los menores, que no digo que no las haya, pero no entiendo por qué no se le está dando la misma importancia a la repercusión de futuro que va a suponer perder dos cursos escolares.
P.- ¿Y los niños cómo lo ven?
R.- La percepción de los alumnos es que desde que están en casa se han olvidado de que tienen que trabajar. Muchos no quieren volver a clase porque de marzo a junio han hecho cuatro actividades, a excepción de algunos centros. Con unos pocos trabajos han aprobado el curso sacando hasta notables chavales que no pasan del aprobado. Tras seis meses rascándose el ombligo tienen perfectamente asumido que mientras estén en casa no tienen que trabajar. Es que en los exámenes online no veas las estrategias que han desarrollado los chicos desde primaria y hasta bachillerato para copiar. Aunque tuvieran una cámara delante tenían al primo con la tablet enchufada enfrente y otras artimañas rocambolescas.
P.- Más picaresca para nuestro sistema educativo.
R.- No es solo la parte emocional para esos chavales de pensar ‘me lo regalan todo’, que viene a incidir en un sistema educativo ya de por sí laxo, sino que mientras eso pasa aquí, en otros países como Portugal, Francia o Alemania, los niños van a clase presencial, o si están confinados cuentan con herramientas para seguir el curso desde casa. El desfase curricular de nuestros niños, si vuelven a perder este curso, será enorme frente a los países de nuestro entorno, y nos podemos encontrar con que niños europeos de la misma edad tienen unos conocimientos y una formación dos años por delante de los nuestros. O en bachillerato y en jóvenes que están por empezar sus carreras laborales, sufrirán un agravio formativo frente a otros países.
Volver a cerrar los colegios de forma prolongada en las condiciones actuales y sin ningún plan serio de educación online es un auténtico suicidio social y un auténtico maltrato infantil que los responsables públicos deberán explicar ante la sociedad. Ya no estamos desprevenidos, ha habido meses para planificar todo este proceso. España ya sufre unas cifras bochornosas de fracaso escolar que rondan el 25% y que están muy por encima de la mayoría de los países desarrollados de nuestro entorno. Si seguimos por este camino vamos a llevar este dato a cifras record que no se pueden tolerar.
El desfase curricular de nuestros niños, si vuelven a perder este curso, será enorme frente a los países de nuestro entorno
P.- ¿Esto puede marcar a toda una generación?
R.- Es pronto para saberlo. No es algo irrecuperable o que les vaya a dejar secuelas, pero supondrá un retraso madurativo en ciertas etapas, como primaria o infantil. Si yo tuviera un hijo que ahora empieza la primera estaría preocupado. En esa época es cuando empiezan a leer y escribir y la educación presencial es muy importante. Yo puedo intentar que aprendan desde casa, ¿pero qué formación pedagógica tengo yo para eso? No puedo seguir el ritmo de un profesor aunque yo esté solo con mi hijo. Y menos si esto es como el año pasado de ‘ahí te lo llevas y ahí te apañas con tu hijo para enseñarle a multiplicar y dividir’, porque la mayoría de deberes los han hecho los padres, seamos realistas. Habrá repercusiones importantes en el proceso de aprendizaje de esos niños si cierran los colegios. Y no hablemos ya de los niños con necesidades especiales.
P.- Preocupa mucho la situación de los más pequeños. Desde el Gobierno se ha insistido en que ellos volverán al cole pase lo que pase, parece que son conscientes de lo que hay en juego.
R.- Los más pequeños tienen que compartir espacios y desarrollar su percepción visual. Estamos viendo a niños con fobia a salir o miedo a tocar nada. Incluso si se lo explicas con la mejor intención, lo haces a base de meterles miedo. Y les cuesta. El juego en grupo, la socialización, todo eso lo perdemos. La fase de escolarización en la etapa de infantil de 3 a 5 años es fundamental. Es el desarrollo del lenguaje, y eso no solo depende de la interacción con adultos sino con sus iguales. O la atención compartida en una actividad en grupo. Tener dos años sin escolarizar a un niño de infantil es una barbaridad.
P.- Miles de padres no quieren ni pensar en volver a tener a sus hijos en casa durante semanas o meses.
R.- Algunos padres me decían ‘no me da la vida, toda la mañana trabajando y por la tarde explicando al niño la tarea y haciéndole los deberes porque si no se nos hacía de noche’. Es que las 24 horas del día no daban para hacer todas las tareas que les ponían. Claro que hay profesores magníficos y honestos, pero la realidad es que a los niños se les enterró en tareas para que las familias tuvieran la sensación de que se hacían cosas. Y la paradoja es que los niños terminaban trabajando menos, especialmente cuando se decidió que la nota del tercer trimestre no sería una calificación. Se pasaban el día enganchados al ‘whatsapp’ con sus amigos o jugando al Fortnite en la Playstation hasta la madrugada. Pensaban ‘como no tengo que demostrar lo que he aprendido, hago las actividades copiando de Google o me las hacen mis padres o las hacemos entre cuatro compañeros, y como mi padre teletrabaja o trabaja fuera me paso el día a mi bola sin que nadie me supervise’. Esto es lo que nos espera este curso si nada cambia. Con los más perqueños es distinto y no sé qué pasará, porque no pueden quedarse los abuelos a cargo y teletrabajar no soluciona el problema.
No se puede es decir que los niños no son de los padres y que cuando surge un problema el marrón sea en exclusiva para ellos
P.- ¿La administración es la única culpable? No podemos perder el foco de que se trata de una pandemia para la que nadie estaba preparado.
R.- Lo que no se puede es decir que los niños no son de los padres y que cuando surge un problema el marrón sea en exclusiva para ellos. Muchos padres me lo dicen, ‘se lo llevaba yo a la puerta de Isabel Celaá a que se lo quede’. Y eso sin entrar en política, porque aquí ni izquierda ni derecha se salva, pero cuando la administración se pasa de rosca con la ideología y el lenguaje luego se tiene que tragar muchos sapos. Y más vale darse una leche por atreverse a hacer cosas a que te critiquen por no haber hecho nada. Una reunión de educación un 27 de agosto significa que a los políticos la educación les importa un pimiento. El ministerio irá allí, les dirá cuatro cosas a las comunidades autónomas, les dirá que esto es vuestra responsabilidad, las comunidades se quejarán de que no tienen ni medios ni coordinación, y que cada palo aguante su vela.
P.- Los profesores de la enseñanza pública están que trinan.
R.- Si un día normal, en un colegio normal, en una clase normal, un profesor cualquiera tiene que manejar a más de 25 alumnos con todas sus dificultades de base, imagínate lo que va a suponer gestionar a esos alumnos con la novedad de volver al cole, teniendo que llevar mascarilla durante todo el día e intentando que mantengan la distancia de seguridad. Va a ser imposible con los recursos que hay, y las administraciones lo sabían desde un principio. Lo que hay que preguntarse es por qué no han hecho nada para solucionarlo.
Los más pequeños tendrán un problema de adaptación a no correr, a no tocarse, la percepción de los espacios personales cambiará, y entre los más mayores algunos directamente se negarán a cumplir las normas porque no les da la gana. A veces no somos conscientes de que los niños son niños y en clase siempre está el que molesta, el graciosillo, el que discute… Y ahora con la mascarilla haciendo la gracia de hacer ruidos, de tirar bolas de papel o un lápiz a ver cómo lo maneja el profesor con la distancia obligatoria de seguridad. Los más mayores harán lo que les dé la gana, como en los botellones. Le dirá la profesora ’ponte la mascarilla’; ‘pues no me da la gana’, responderá, ‘y no te pongas chula que te toso’. Parece una broma pero esa va a ser la actitud en multitud de clases. El otro día en Sevilla pasaron un par de chavalas de 13 o 14 años al lado de una mujer. Les dijo que se pusieran la mascarilla y le respondieron ‘no me sale del coño’. No me gustaria estar en la piel de los profesores.
P.- Usted tiene bastante claro que los colegios cerrarán puertas.
R.- Todo parece indicar que los colegios cerrarán más pronto que tarde por las condiciones en que comienza el curso. Si ocurre será un batacazo horroroso. Encima, con la gestión por autonomías, se pueden producir diferencias entre comunidades. Dos alumnos de distintas regiones se presentan este año a selectividad, pero uno ha estado cuatros meses en casa y el otro no. ¿Tienen las mismas condiciones y las mismas posibilidades? La educación debería estar centralizada. Si cierra una región sanitaria de Cataluña, ¿qué pasa con esos alumnos? ¿Se asume que estudian online y ya está? ¿Qué plan de contingencia se ha diseñado para darles soporte? Esto es mucho más complejo de lo que algunos piensan.
Durante el confinamiento hemos visto cómo es posible unificar criterios y tomar medidas globales y uniformes en todo el territorio y eso es, precisamente, lo que debería haberse hecho en el ámbito educativo. Se regulan los bares, las discotecas y los puticlubs pero no la educación. No es de recibo que vayamos a comenzar el curso escolar sin un plan unificado a nivel nacional que garantice el acceso universal a la educación a todos los niños entre 6 y 16 años. Y no me sirve que pongan como excusa la transferencia de las competencias de educación a las autonomías.
Todo indica que los colegios cerrarán más pronto que tarde por la nefasta gestión política. Si ocurre será un batacazo horroroso
P.- ¿Qué casos trata en su consulta en relación al cierre de los colegios?
R.- Estamos viendo a niños enganchados a la electrónica porque los padres tenían que trabajar y el niño se quedaba solo en casa. Dejar a un hijo en casa durante meses porque no hay colegio y los padres han de salir a trabajar es desatención, y el principal responsable es la administración por su incapacidad para adaptar el proceso educativo a la pandemia. Ya les hemos dicho a muchas madres que escondan la Playstation y desconecten los dispositivos electrónicos. En general, ha habido un uso descontrolado de los dispositivos y problemas asociados de alimentación y peso, niños que cambian de hábitos de sueño porque al no tener horario de clase se acuestan tarde, llevan una vida sedentaria, se aburren y su metabolismo se ve afectado.
P.- A estos niños les costará horrores volver a las aulas. Habrá discusiones aseguradas en las familias.
R.- Y habrá niños que no estén de acuerdo con lo que dicen los padres, algo que ya se da mucho. Un niño de 15 años que no quiere ir al colegio para no infectarse y el padre dice que sí. O al revés. Y hablamos de edades en que la decisión y opinión de un niño puede ser tomada en cuenta a nivel legal porque es un menor maduro. Si la normativa estuviera clara tú vas a clase y punto, pero cuando cuestionas si es seguro, si se dan las condiciones, ese niño puede decir ‘pues yo no quiero ir’. Ya sabemos que los niños también se infectan con cuadros graves, padecen choques sépticos y lesiones de trombos en los dedos o en los vasos sanguineos.
Estos miedos pueden generar disputas enormes en ciertos modelos familiares. Por ejemplo, divorciados que no están de acuerdo en qué hacer con el hijo. 'Tú lo has querido llevar al colegio, se ha infectado y es culpa tuya’ se dirán. Esto va a acabar en los juzgados para muchas familias no estructuradas. Durante el confinamiento hubo concordia entre los padres separados y se buscó el mutuo acuerdo porque la situación era muy complicada. Pero ahora es distinto. Y en una custodia compartida, podemos ver niños que van 15 días a clase y los otros 15 están en casa. O si cierra la escuela, que sigan bien las clases desde casa 15 días y los otros 15 hagan lo que le apetezca. Nos espera un curso muy difícil.
Manuel Antonio Fernández (San Fernando, Cádiz, 1980) es uno de los profesionales más reconocidos de nuestro país en el campo del aprendizaje y conducta de los menores de edad, área en la que ha volcado sus investigaciones tras ejercer como pediatra en la sanidad pública. Entre 2014 y 2018 fue reconocido dos veces como mejor pediatra de España y otras dos como finalista por la plataforma médica Doctoralia. Dirige el máster en Neuropediatria de la Universidad CEU San Pablo y está al frente del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica, en Sevilla, lugar en el que palpa diariamente la realidad (y los problemas) de multitud de familias con hijos a cargo.
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