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"Una situación muy complicada". El día a día de los profesores españoles en cuarentena
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"Una situación muy complicada". El día a día de los profesores españoles en cuarentena

Aludes de correos llenos de deberes y plataformas educativas digitales bloqueadas por el alto volumen de tráfico. Esta es la realidad de los maestros en plena crisis del coronavirus

Foto: Dos alumnos de quinto de primaria recibiendo sus clases online. (EFE)
Dos alumnos de quinto de primaria recibiendo sus clases online. (EFE)

Carmen se levanta todos los días a las ocho y media de la mañana. Desayuna y acto seguido se sienta en la silla que sabe que no abandonará hasta bien entrada la noche. Nada más abrir el ordenador aparecen alrededor de 80 correos en su bandeja de entrada. Imparte clase de matemáticas, lengua e inglés a niños de ocho a diez años en un colegio público de Valladolid. Tres asignaturas para tres clases, de la que una es tutora, con un volumen medio de 20 a 25 niños. Estos aguardan a que les entregue las correcciones de los deberes del día anterior, pero ella insiste: “ya les he mandado las soluciones de los ejercicios adjuntadas”.

A todo este alud de correos, también le llegan mensajes de padres angustiados que, en épocas de cuarentena, están teniendo problemas a la hora de gestionar el encierro doméstico con los pequeños. Muchos de ellos han sido despedidos de sus empresas o bien tienen que teletrabajar y hacer uso del único ordenador que hay en la casa. A las pocas horas, Carmen debe atender al teléfono a compañeros que están en situaciones parecidas. Así pasa de lunes a viernes, hasta que los ojos no aguantan más y, a medianoche y después de terminar de preparar las tareas del día siguiente, se dispone a descansar.

Tenemos que ser muy flexibles, ya que no podemos trabajar los dos a la vez y los niños también tienen que hacer sus deberes

Como ella, miles de profesores españoles se sientan cada mañana frente a una pantalla para comenzar su jornada laboral. Atrás quedaron los días de tiza y encerado. El café del recreo con los compañeros. Las risas y gritos en el pasillo. O las latosas llamadas de atención al percibir distracción en el aula. A raíz del cierre de los colegios por la expansión del coronavirus, la vida de los maestros ha cambiado de manera abrupta, teniendo que adaptarse a fórmulas laborales con las que no estaban nada familiarizados; y que, a juzgar por el gran compromiso que requiere la profesión, siempre presencial, parecen incompatibles con el desarrollo óptimo de la tarea docente.

Otros como José lo tienen aún más complicado: padre de dos niños pequeños y casado con otra profesora que también debe hacer uso del ordenador para preparar las clases y mandar las tareas diarias. Su situación, como él mismo reconoce, “es muy complicada”, pero aun así se muestra optimista respecto al futuro. “Tuvimos que agilizar la compra de otro ordenador una vez vimos que esto iba a pasar”, admite, en una conversación telefónica con este diario. “A pesar de todo somos privilegiados, ya que mantenemos nuestro trabajo cuando otros lo han perdido con esta crisis”.

Lo primero que me dice mi hijo al levantarse es que quiere salir a la calle. Los niños si no van a clase pierden las ganas de estudiar

Por si fuera poco, EducaMadrid, la plataforma digital que utilizan los profesores madrileños para realizar el seguimiento lectivo de los alumnos, se bloquea todo el tiempo debido al alto volumen de tráfico. Solo funciona “a primerísima hora de la mañana”, y las autoridades educativas ya han aconsejado que no se utilice de diez a dos de la tarde ni de cuatro a seis y media. “Me levanto pronto para trabajar, luego hago el desayuno de los niños y después ya le dejo el ordenador a mi mujer”, explica José. “Tenemos que ser muy flexibles, ya que no podemos trabajar los dos a la vez y los niños también tienen que hacer sus deberes”.

Foto: Díaz Ayuso, con una camiseta promocionando la tercera hora de Educación Física. (Comunidad de Madrid)

A todas estas dificultades se suma el hecho de tener que conciliar la vida familiar en plena cuarentena. “Mi hijo, que tiene dos años, se levanta y lo primero que dice es que quiere salir a la calle”, asegura el profesor. “Le tengo explicar de la mejor manera que no puede hacerlo, que la gente se está poniendo muy enferma. Imagino que estas escenas la estarán viviendo más padres en sus casas. Entendemos perfectamente la situación de las familias, que son muy difíciles, y para nada queremos cargar a los niños de tareas, ya que es evidente que si no salen pierden las ganas de estudiar”.

La desigualdad social educativa

La situación se agrava mucho más para esas familias que no cuentan con recursos ni formación tecnológica. Aunque parezca mentira, todavía existe una gran brecha digital no solo entre alumnos, sino también entre los propios padres, que no saben cómo deben actuar para que sus hijos cumplan con sus tareas. “Al no tener un libro de texto, muchos se pierden cuando reciben los deberes en un correo electrónico”, admite Laura, una maestra que ejerce en uno de los centros catalogados por la Comunidad de Madrid como “de especial dificultad”. Ella imparte clases a adolescentes inmigrantes que "casi acaban de llegar a España" y viven en los barrios más humildes de la capital.

Si se alarga el curso hasta julio habría que recortar el horario, el año pasado tuvimos lipotimias entre los alumnos por el calor

“Hay ciertas resistencias por parte de las familias a la tecnología, ya sea por razones económicas o culturales”, explica Carolina Fernández del Pino, vicepresidenta del sindicato de profesores de la escuela pública de Madrid (ANPE) a El Confidencial. “Muchos padres no ven con buenos ojos que sus hijos tengan una ‘laptop’ con ocho años o dominen internet. También a lo sumo disponen de un solo ordenador en casa, por lo que si son cuatro y los padres deben teletrabajar… no da para todos”.

Este parón de la actividad educativa ha provocado que se empiece a barajar la hipótesis de extender el curso hasta julio, una idea que desde el sindicato no ven con buenos ojos. Las razones que aducen tienen que ver con el acondicionamiento de los centros, ya que las olas de calor en la capital son muy acusadas y la mayoría de ellos no disponen de aire acondicionado. “Si eso es así, habría que recortar el horario, el año pasado tuvimos lipotimias entre los alumnos, a partir de las 12 y pico hace muchísimo calor en el aula”, asegura Laura.

Foto: Tres niñas dibujando. (EFE)

El problema es que la mayor parte de las escuelas son viejas y los equipamientos están tan anticuados que cualquier obra podría resultar inviable. “También hay que pensar en ecología, en el gasto energético que supondría y en las formas de avanzar hacia unos colegios sostenibles”, reconoce Carolina Fernández del Pino, vicepresidenta del sindicato de profesores. “Hay colegios que se construyeron hace más de cien años, son auténticos monumentos. Aun así, queremos transmitir a los padres y administraciones que estaremos disponibles a lo que haga falta para que sus hijos puedan acabar el curso como es debido, estamos aquí para lo que sea”, sentencia.

Consejos para profesores en apuros

El teletrabajo es una fórmula laboral que antes de esta crisis ya tenía un fuerte respaldo en las escuelas empresariales y en el mundo de los Recursos Humanos. Tras decretar el cierre de los colegios, los profesores se han visto obligados a acogerse a esta doctrina para poder continuar con el curso, ahí donde lo dejaron aparcado. “Lo están haciendo muy bien”, reconoce a este periódico Ismael Sanz, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos, quien también se encarga de formar a profesores hacia la transición digital. “Creo que están teniendo una reacción extraordinaria para una situación tan desesperada como la que estamos viviendo”.

España es uno de los países de la OCDE en el que los niños pasan más horas en el colegio. Hay que hacer las clases más breves

Sanz admite que “la formación online está amortiguando el cierre de los centros”, pero que de ningún modo “podrá sustituir la calidad de la educación presencial”. En este sentido, “el compromiso del profesor es mucho mayor”, ya que evidentemente su jornada laboral se ha extendido en gran medida al tener que atender las necesidades de cada alumno de manera individual. El experto cree que habría que simplificar mucho las tareas. “España es uno de los países de la OCDE en el que más horas tienen que pasar los niños en el colegio”, asegura. “Esto no quiere decir que haya que hacerlo más fácil, sino más breve, ya que es mejor cultivar una buena base que intentar administrar demasiados contenidos en poco tiempo. Japón, que es uno de los países de gran referencia en materia educativa, ha reducido su currículo en un 30%, precisamente porque se ha dado cuenta de esto”.

Están haciendo un esfuerzo ingente que se está valorando mucho desde la comunidad educativa de padres y administraciones

Una de las peculiaridades de esta educación a distancia es que los alumnos no pueden desarrollar las llamadas “habilidades no cognitivas” como son la perseverancia, el trabajo en equipo, la determinación, la resiliencia o el autocontrol. “El modelo presencial es insustituible”, reconoce Sanz, “pero sí que se debería complementarse con las ventajas de la formación a distancia, que son unas cuantas, ya que permite que el alumno vaya a su ritmo y pueda trabajar colaborativamente con sus compañeros y profesores”.

“Estoy seguro que la respuesta que están dando los profesores estas semanas será muy positiva y se valorará mucho en el futuro”, concluye el experto. “No se puede cambiar nada de la noche a la mañana, por lo que deben estar tranquilos. Estamos en un territorio inexplorado y ellos están haciendo un esfuerzo ingente que se está valorando mucho desde la comunidad educativa de padres y administraciones. Cada paso que se dé será un éxito, por pequeño que sea”.

Sea como sea, y como bien apuntaba Sanz, la labor de un profesor dentro del aula tiene un valor que va más allá de la finalidad de formar a sus alumnos y orientarles en las distintas disciplinas. Al fin y al cabo, aunque al principio los niños hayan visto con buenos ojos esta cuarentena al no tener que ir todos los días al colegio como es normal pensar, la gran mayoría terminan extrañando a sus compañeros y profesores, y solo desean que este periodo termine pronto. Como uno de los correos que nos ha facilitado Carmen, escrito por uno de sus alumnos, de diez años, con evidentes faltas de ortografía, pero honesto en lo que dice y sumamente cariñoso: “Profe, la hecho mucho de menos y a mis compañeros, espero que esto pase pronto y podamos estar juntos de nuevo, cuídese mucho un beso”.

Carmen se levanta todos los días a las ocho y media de la mañana. Desayuna y acto seguido se sienta en la silla que sabe que no abandonará hasta bien entrada la noche. Nada más abrir el ordenador aparecen alrededor de 80 correos en su bandeja de entrada. Imparte clase de matemáticas, lengua e inglés a niños de ocho a diez años en un colegio público de Valladolid. Tres asignaturas para tres clases, de la que una es tutora, con un volumen medio de 20 a 25 niños. Estos aguardan a que les entregue las correcciones de los deberes del día anterior, pero ella insiste: “ya les he mandado las soluciones de los ejercicios adjuntadas”.

Profesores Colegios Universidad Rey Juan Carlos (URJC) Japón
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