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Niños que no crecen y adolescentes con 'el mono': así afecta el encierro a nuestros hijos
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CONSECUENCIAS DE LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

Niños que no crecen y adolescentes con 'el mono': así afecta el encierro a nuestros hijos

El confinamiento afectará física y psicológicamente a los más pequeños. La buena noticia es que el daño se revertirá cuando todo termine. Será una prueba de fuego para las familias

Foto: El uso de dispositivos móviles puede alterar los patrones circadianos de sueño y vigilia. (Pixabay)
El uso de dispositivos móviles puede alterar los patrones circadianos de sueño y vigilia. (Pixabay)

“Detener la actividad física bruscamente no es trascendente a corto plazo; pero estar 20 ó 30 días sin apenas actividad afecta a su musculatura y a su velocidad de crecimiento, que en los niños tiene mucho que ver con la compresión vertical de los cartílagos. Correr y saltar durante el día fomenta esa compresión y eso hace que durante la noche los niños crezcan. Aunque los niños anden por casa, no es lo mismo”, explica Manuel Fernández, responsable del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica.

Estar 20 ó 30 días sin apenas actividad afecta a su musculatura y a su velocidad de crecimiento

“Esa masa muscular, al llevar semanas sin hacer actividad física, tendrá una repercusión negativa al empezar a correr de nuevo”, prosigue el especialista. “Nos encontraremos niños con esguinces de tobillo, que se tropiezan con facilidad. Sobre todo en niños pequeños, de 3 a 5 años, que tienen patrones neurológicos inestables. Pueden presentar problemas de coordinación de equilibrio, de volver a adaptarse a las medidas y a las distancias de su entorno. Nuestra vista se acostumbra a ciertas distancias. A partir de los seis metros ya es el infinito para el ojo humano, y en casa, salvo que vivas en una mansión, casi todo está a menos de seis metros”.

placeholder Los expertos recomiendan una doble dosis de paciencia para superar el confinamiento. (EFE)
Los expertos recomiendan una doble dosis de paciencia para superar el confinamiento. (EFE)

Fernández, que ha recibido varios galardones a la excelencia pediátrica, considera que la edad de riesgo “son los menores de seis años”. “Por debajo de tres años son edades especialmente complicadas porque se trata de niños en pleno desarrollo y les puedes plantear un mes de casi no desarrollo. Yo pongo como ejemplo cuando un niño pequeño ingresa en un hospital por enfermedad grave, una neumonía, una leucemia, y se pasa de uno a tres meses encerrado. Esos meses no se tienen en cuenta como edad dentro del patrón de seguimiento, porque se asume que que durante ese tiempo el niño no ha estado desarrollándose. Al contrario, puede haber ido hacia atrás”. Lo normal, apunta el neuropediatra, es que este sobresalto en el desarrollo de los más pequeños "no tenga ninguna incidencia" en su desarrollo general.

Por debajo de 3 años son edades complicadas; les puedes plantear un mes de casi no desarrollo

Para minimizar el impacto hay que hacer la vista gorda con ellos estos días. “Cualquier niño sano, aunque tenga que cumplir el confinamiento, va a moverse por la casa. Saltará por la cama, correrá por el pasillo, jugará con la pelota o hará juegos de luchas, bailes o volteretas. Y es sano en la medida de lo posible permitírselo”, indica Marta Gómez, pediatra de Atención Primaria. “Durante el confinamiento los niños pueden sentir inseguridad, miedo, incertidumbre, soledad, ansiedad… Hablar con ellos acerca de lo que sucede, manteniendo la calma y mostrándonos serenos será la base para que se sientan seguros. La rutina diaria estable les ayuda a generar ese entorno seguro y facilita que los niveles de ansiedad e incertidumbre bajen como consecuencia. Una doble porción de paciencia será más que necesaria”.

“Es de especial relevancia algo que muchos no se han parado a pensar; los niños con problemas de desarrollo, niños autistas, con parálisis cerebral, epilépticos, a quienes un confinamiento largo les puede afectar negativamente. Para un niño autista o hiperactivo, cortar un mes entero la terapia es un gran problema, para ellos y para sus familias”, advierte el especialista en neuropediatría.

placeholder Un niño mira atentamente la pantalla de un teléfono móvil. (Pixabay)
Un niño mira atentamente la pantalla de un teléfono móvil. (Pixabay)

Cristina Yebra, maestra de Audición y Lenguaje, coincide en los graves problemas que entraña un encierro largo en niños con trastorno del espectro autista (TEA), además de otros trastornos. La situación para los padres, asegura, “puede llegar a ser inmanejable”. “En esos casos, una salida controlada durante un tiermpo corto en un entorno seguro podría ser muy conveniente”, opina Yebra. acerca del debate entre

Sin embargo, sobre el debate entre muchos padres sobre si sería bueno para los niños poder salir a la calle a estirar las piernas, los expertos consultados son taxativos, salvo en el caso de niños con problemas específicos. “Los niños necesitan moverse, y lo harán. Una medida de paseo de diez minutos sería estupendo, pero muy difícil de controlar. A pesar del reto que supone el confinamiento, es importante llevarlo a cabo dada la situación”, indica la Gómez. Por su parte, Fernández cree que el debate sobre dejar salir a los niños “no tiene sentido”. “¿Dónde pones el límite? Hay muchas fotos circulando de niños en el banco de la urbanización comiendo pipas. La calle podría llenarse de niños y la policía no puede estar a todo”.

Adolescentes que no pueden consumir

Los adolescentes tampoco se salvan de padecer el confinamiento y eso, según Fernández, puede provocar situaciones explosivas en muchas familias. “Todos sabemos que los adolescentes tienen las hormonas alteradas y el paso de los días les puede afectar. En mi consultas tengo chavales de 14 y 15 años que son consumidores relativamente habituales. Y ahora estarán 20 días en casa y de repente no podrán tomar alcohol ni salir a fumarse un porro con sus amigos. Y tendrán que pasar 'el mono' en casa con sus familias, con los conflictos que eso puede provocar”.

La pediatra Gómez, por su parte, subraya que “a partir de los 7 u 8 años el componente social cobra importancia y es un punto a tener en cuenta. En adolecentes el factor social se dispara enormemente, por lo que estar conectados es aún más importante para afrontar saludablemente estos días de aislamiento social. Esto cobra especialmente importancia en aquellas familias con un solo hijo”.

placeholder Los adolescentes verán cortado su consumo de alcohol y otras sustancias. (EFE)
Los adolescentes verán cortado su consumo de alcohol y otras sustancias. (EFE)

El aburrimiento, que según los expertos es sano porque fomenta la creatividad, puede agravar uno de los problemas más comunes en los hogares con niños: el exceso de uso de pantallas, ya sea el televisor o los dispositivos móviles. “El abuso afecta a los patrones circadianos de sueño y vigilia; sabes que es de día o de noche por la cantidad de luz azul que recibe tu retina, que debido a las pantallas se distorsiona y dificulta que los ritmos de sueño y vigilia no sean normales. Un exceso de uso de pantallas les generará más ansiedad e irritabilidad. No hacer actividad física hará que además los niños estén menos cansados para dormir, y posiblemente tendrán menos ganas de comer. Sin duda será una prueba para todos estar 24 horas juntos, ya que muchos niños pasan más horas al día en el colegio que con los padres”, indica el neuropediatra.

Yebra lanza un mensaje de optimismo a las familias ante el largo confinamiento que justo comienza: “En estos días, tendremos que tirar de la imaginación más que nuca, hacer una sesión de baile en familia, subir y bajar escaleras, crear un circuito con sillas y almohadas, el juego de las sillas, sesiones de yoga en familia, o incluso convertir la limpieza de la casa en una gymcana familiar, es un buen momento para tirar de videojuegos de movimiento. Podemos convertir esta situación en un momento de hacer familia y que el recuerdo sea positivo".

“Detener la actividad física bruscamente no es trascendente a corto plazo; pero estar 20 ó 30 días sin apenas actividad afecta a su musculatura y a su velocidad de crecimiento, que en los niños tiene mucho que ver con la compresión vertical de los cartílagos. Correr y saltar durante el día fomenta esa compresión y eso hace que durante la noche los niños crezcan. Aunque los niños anden por casa, no es lo mismo”, explica Manuel Fernández, responsable del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica.

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