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Las empresas aprovechan la caída de los costes para elevar sus márgenes
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Los beneficios prolongan la inflación

Las empresas aprovechan la caída de los costes para elevar sus márgenes

El observatorio de márgenes revela que los salarios no están generando inflación, sino que son los beneficios empresariales quienes explican la subida de los precios. Sumar plantea un nuevo impuesto para gravar los beneficios de la alimentación

Foto: La inflación resiste a la caída de los costes energéticos. (EFE/Daniel González)
La inflación resiste a la caída de los costes energéticos. (EFE/Daniel González)
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La persistencia de la crisis inflacionista a lo largo de todo el año 2023 estuvo directamente relacionada con el aumento de los beneficios empresariales. La caída de los costes de la energía y de algunas materias primas se trasladó muy lentamente al IPC, que siguió subiendo a tasas elevadas durante todo el ejercicio. Las empresas aprovecharon esta reducción de los gastos intermedios para aumentar sus beneficios y, en menor medida, pagar más salarios. Sumar ha propuesto un impuesto para gravar a las empresas de la alimentación que están prolongando la fase inflacionista por el aumento de los márgenes, en especial a los distribuidores mayoristas, que son quienes están obteniendo unos beneficios récord.

Los márgenes aumentaron intensamente desde el inicio del año, como muestran los datos del Observatorio de Márgenes Empresariales publicado por el Banco de España este miércoles, con datos hasta el tercer trimestre de 2023 (no está incluida la banca porque su contabilidad es distinta y no declaran IVA). Los márgenes brutos de las empresas no energéticas superaron el 11% sobre sus ventas en los nueve primeros meses del año y se aproximaron al 13% en el tercer trimestre. Se trata de uno de los datos más altos de toda la serie histórica que comienza en 2009, lo que refleja hasta qué punto las empresas aprovecharon la tendencia divergente entre precios de producción y de venta para elevar sus márgenes.

Esta evolución de los márgenes es propia del decalaje con el que las empresas modifican sus precios ante las oscilaciones de los costes de los inputs. Por ejemplo, al inicio de la invasión de Ucrania, los márgenes de las empresas no energéticas cayeron hasta situarse cerca del 8%, el peor dato en casi quince años. En esos meses, los costes de producción estaban disparados, pero la inflación todavía estaba contenida.

Hacia finales de 2022, se produjo el camino inverso: los costes de producción empezaron a caer, pero las empresas seguían subiendo sus precios finales. Esta inercia les ha permitido recuperar rápidamente sus márgenes de beneficio e incluso superar los que tenían antes de la pandemia. Ahora está por ver si este incremento de los beneficios se estabiliza en un nivel más favorable a las empresas o si regresa al equilibrio previo a 2020.

Esta recuperación de los márgenes empresariales explica que la inflación esté siendo tan persistente a pesar de la caída de los costes de producción. Por ejemplo, el coste de los insumos de las empresas en el tercer trimestre de 2023 se redujo en algo más de 12.500 millones de euros, un descenso del 3,2% respecto del mismo periodo del año anterior. Sin embargo, en este mismo periodo las ventas aumentaron un 2,1%, lo que supuso un aumento de la facturación de algo más de 5.700 millones de euros. En una coyuntura de crecimiento económico, la caída de los gastos intermedios de las empresas solo se explica por un descenso en los costes de los bienes intermedios y de los precios energéticos.

Si se observa por sectores, los datos de facturación y de costes intermedios son heterogéneos, pero hay una constante en casi todos ellos: han aumentado intensamente sus márgenes. Por ejemplo, el comercio minorista no energético está consiguiendo unos márgenes brutos sobre ventas superiores al 11%, una cifra totalmente extraordinaria que es más del doble que los niveles habituales previos a la pandemia. En su caso, los gastos intermedios han subido muy levemente, un 1,3%, pero su facturación ha aumentado mucho más, un 4,7% interanual, lo que explica el gran crecimiento de los márgenes.

Si se incluye el comercio mayorista y de automóviles, la situación es similar. Los costes de los inputs se han mantenido planos en el último año, pero su facturación ha aumentado un 3,1%. En la hostelería la situación es similar: mientras los costes intermedios se han reducido un 1% en el último año, la facturación se ha disparado un 7,4%. Y en la construcción, las compras intermedias han caído un 0,8%, mientras que la facturación ha aumentado un 2,3%.

El crecimiento de los márgenes empresariales ha permitido a las empresas recuperar los beneficios que perdieron durante la pandemia

La industria, por su parte, está atravesando unos meses complicados. Su facturación (sin contar la energía) se redujo en 4.200 millones en el tercer trimestre del año respecto al mismo periodo del año anterior. Sin embargo, sus beneficios aumentaron gracias a que consiguieron un gran ahorro en costes intermedios, consiguiendo reducirlos en 12.500 millones de euros. Esto permitió elevar los beneficios en más de 7.000 millones de euros pese a la crisis de producción y de demanda.

En definitiva, el crecimiento de los márgenes empresariales ha permitido a las empresas recuperar los beneficios que perdieron durante la pandemia y al inicio de la invasión de Ucrania. Si esta subida de los márgenes se trata solo de una fase de reajuste, las empresas cuentan con margen para bajar los precios a futuro, lo que ayudaría a contener la inflación. Sin embargo, si este cambio fuese estructural, las empresas saldrían de la crisis de precios en una situación muy ventajosa.

¿Y las energéticas?

Es importante recordar que estos datos excluyen al sector energético. Sus márgenes han evolucionado de forma muy diferente al resto de empresas, ya que se han beneficiado directamente de la crisis de los hidrocarburos. Sus márgenes se dispararon antes incluso de la invasión de Ucrania: por ejemplo, las empresas de energía en el hogar (electricidad, gas y otros combustibles) los tenían por debajo del 20% antes de la pandemia de forma estable, pero con la crisis inflacionista llegaron hasta el 25%.

En 2023, estas empresas han reducido levemente sus márgenes, pero siguen muy por encima de los niveles de 2019, próximos al 23% de su facturación. El motivo de esta resistencia de sus márgenes está en que la caída de precios está siendo paulatina porque muchos consumidores han cambiado sus contratos del mercado libre al regulado. Esto es, han pasado a tener contratos más duraderos cuyo precio tarda en actualizarse, tanto en las subidas como en las bajadas.

En el caso de los carburantes, la distribución mayorista también ha disparado sus beneficios durante la pandemia, sobre todo en los casos de empresas integradas que se ocupan de toda la cadena, desde la extracción de los hidrocarburos hasta su comercialización al público. Si, antes de la pandemia, a duras penas llegaban a tener beneficios recurrentes, actualmente superan el 20% de la facturación. No ocurre lo mismo con las gasolineras, esto es, la distribución final del petróleo, ya que los precios de venta al público han sido similares a los costes de venta de los mayoristas y no han conseguido ningún margen de intermediación.

Los salarios no generan inflación

Una de las grandes dudas que había al inicio del año 2023 era si la subida de los salarios generaría tensiones inflacionistas por efectos de doble ronda. Con los datos hasta el tercer trimestre del año, la respuesta no deja lugar a dudas: los salarios no están generando inflación.

Es cierto que los costes salariales han aumentado intensamente durante el año 2023. En primer lugar, por la creación de empleo; y en segundo, por la revalorización de los salarios. En total, la masa salarial está creciendo a ritmos anuales del 8%. Sin embargo, el incremento de los salarios se ha neutralizado completamente con la caída de los costes intermedios.

En el tercer trimestre de 2023, las empresas pagaron casi 4.500 millones de euros más en salarios que en el mismo periodo del año anterior, mientras que los gastos en compras se redujeron en algo más de 12.500 millones de euros. Los ahorros generados por la caída de los costes intermedios, en especial de la energía, están generando espacio para que las empresas puedan subir los salarios sin generar inflación.

Si la inflación sigue sin reflejar la caída de los costes de producción, no se debe a los salarios, sino al gran crecimiento de los márgenes de beneficio experimentado en el año 2023. Esto significa que, de cara a 2024, las empresas pueden subir los salarios de sus trabajadores sin elevar sus precios, y absorbiendo ese coste en sus márgenes. En definitiva, existen argumentos para esperar que la recuperación de poder adquisitivo de los trabajadores no genere inflación.

La persistencia de la crisis inflacionista a lo largo de todo el año 2023 estuvo directamente relacionada con el aumento de los beneficios empresariales. La caída de los costes de la energía y de algunas materias primas se trasladó muy lentamente al IPC, que siguió subiendo a tasas elevadas durante todo el ejercicio. Las empresas aprovecharon esta reducción de los gastos intermedios para aumentar sus beneficios y, en menor medida, pagar más salarios. Sumar ha propuesto un impuesto para gravar a las empresas de la alimentación que están prolongando la fase inflacionista por el aumento de los márgenes, en especial a los distribuidores mayoristas, que son quienes están obteniendo unos beneficios récord.

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