Es noticia
La nueva economía ya está aquí, pero se parece bastante a la antigua
  1. Mercados
  2. The Wall Street Journal
Cambios profundos

La nueva economía ya está aquí, pero se parece bastante a la antigua

El PIB, el desempleo e incluso la inflación se parecen mucho a la economía prepandémica. Los grandes cambios están bajo la superficie

Foto: EC Diseño.
EC Diseño.
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Supongamos que eres un economista que en enero de 2020 emitió un pronóstico sobre la situación de la economía estadounidense en diciembre de 2023 y, a continuación, cayó en coma. Este mes, te has despertado y has echado un vistazo a los últimos datos económicos. Es posible que no te revelasen que hemos pasado por una pandemia traumática.

Esa es la sensación que da comparar las predicciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso de EEUU (CBO, por sus siglas en inglés) de enero de 2020, poco antes de la pandemia, con el pronóstico que publicó la semana pasada. En el trimestre actual, la economía tendrá casi exactamente el mismo tamaño (medido por el producto interior bruto ajustado a la inflación) que predijiste hace cuatro años. Bueno, un 0,3% más grande, para ser precisos. El crecimiento ha sido del 1,8% de media en los últimos cuatro años, exactamente como se predijo. El épico colapso de la producción a principios de 2020 y las oscilaciones desde entonces se anularon mutuamente.

¿Y el desempleo? La CBO calcula que debería situarse en una media del 3,9% este trimestre, un poco por debajo del 4,2% previsto hace cuatro años.

Pero seguro la inflación es más alta, ¿verdad? Pues no: la CBO cree que el índice de precios al consumo subirá un 2,5% anualizado en el trimestre actual, lo que coincide con el 2,4% previsto hace cuatro años (la tasa de inflación a 12 meses sigue siendo más alta, del 3,1%; volveré sobre este tema).

Foto: Larry Fink, CEO de BlackRock. (Reuters / McDermid)

Entonces, ¿la pandemia que supuestamente iba a cambiarlo todo no cambió nada? Sí y no. Las líneas generales de la economía han cambiado poco. Sin embargo, bajo la superficie, lo que consumimos, cómo trabajamos y dónde se asentarán la inflación y los tipos de interés han cambiado, con profundas repercusiones. Cuando la pandemia golpeó por primera vez, los únicos precedentes útiles eran las catástrofes naturales. Tras la reapertura de la economía, las interrupciones de la cadena de suministro y la escasez de mano de obra provocaron comparaciones con el paso de una economía militar a una civil tras la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, cuando estalló la guerra de Corea.

Aunque ninguna catástrofe natural o interrupción de la cadena de suministro es comparable a la pandemia y sus secuelas, las analogías han resultado acertadas, presagiando que, una vez superadas las interrupciones, la economía volvería a ser como antes. A veces, la pandemia parecía que podría alterar permanentemente la senda del crecimiento. La digitalización del trabajo, el comercio, la atención médica, etc., ofrecía la posibilidad de impulsar la productividad y el crecimiento a largo plazo. Al final, no fue así.

Foto: Un hombre en un comercio de Pekín. (EFE)

Se temía que el distanciamiento social y las variantes víricas corroyeran la productividad y expulsaran definitivamente a millones de personas de la población activa, frenando el crecimiento a largo plazo. Eso tampoco ocurrió. La tasa de participación de la población activa —la proporción de personas mayores de 16 años que trabajan o buscan trabajo— se redujo al 61,5% a finales de 2020, frente al 63,3% del año anterior. Sin embargo, el pasado mes de noviembre volvía a ser del 62,8%, por encima de lo previsto por la CBO hace cuatro años. La población activa se rejuveneció un poco con la salida de trabajadores mayores y la entrada de inmigrantes.

En resumen: la CBO y la Reserva Federal sitúan ahora el crecimiento a largo plazo de EEUU en torno al 1,8%, cerca de lo que se preveía hace cuatro años. El potencial transformador de la inteligencia artificial ha impulsado las acciones, pero, de momento, no ha surtido el mismo efecto en la productividad.

No hace mucho parecía posible una repetición de la década de 1970, cuando los choques de oferta, el empoderamiento de los trabajadores y la psicología inflacionista siguieron empujando la inflación al alza, obligando a la Reserva Federal a endurecer su política monetaria hasta que se inició una recesión. De hecho, parece que la pandemia provocó una espectacular subida puntual del nivel de precios, pero no una espiral de precios y salarios ni un desanclaje de las expectativas inflacionistas, ambos necesarios para una tasa de inflación sostenida más alta (la velocidad a la que suben los precios al año).

Foto: Sede de la Fed en Washington. (Getty/Anna Moneymaker)
TE PUEDE INTERESAR
La Fed confía demasiado en que los mercados le ayuden a no subir más los tipos
James Mackintosh The Wall Street Journal

Sin duda, la inflación no ha sido derrotada; en el año transcurrido hasta noviembre, fue del 4% excluidos los alimentos y la energía. Sin embargo, dentro de un año, los mercados esperan que la inflación alcance el 2,3% y luego una media del 2,2% hasta 2030, según los rendimientos de los bonos ordinarios e indexados a la inflación analizados por Barclays. La explicación es sencilla: la Reserva Federal insistió en que acabaría devolviendo la inflación a su objetivo del 2%, y los inversores lo creyeron.

La dinámica de la inflación ha cambiado en un aspecto fundamental. Entre la crisis financiera mundial de 2008 y la pandemia, la inflación media fue del 1,6%, muy por debajo del objetivo de la Reserva Federal. Los mercados creen que esos días han pasado. Esto también explica una diferencia flagrante que nuestro economista durmiente habría notado al despertar este mes: los tipos de interés. El tipo objetivo de la Reserva Federal, del 5,3%, es tres puntos porcentuales más alto de lo que predijo hace cuatro años, y los rendimientos de los bonos son más de un punto más altos (por eso los tipos hipotecarios son más altos y las casas tan inasequibles).

La semana pasada, la Reserva Federal señaló que empezará a recortar los tipos de interés el año que viene. Para determinar dónde acabarán, Benson Durham, de Piper Sandler, desglosa los rendimientos de los valores del Tesoro, los ajusta en función de factores técnicos y concluye que el mercado prevé que los tipos de interés a corto plazo se establezcan en torno al 3% en 2029, más altos que en cualquier momento de la década anterior a la pandemia.

Foto: Bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Platt)
TE PUEDE INTERESAR
El dato más importante para saber qué hará la bolsa en 2024
The Wall Street Journal. Sam Goldfarb

Esto sugiere que la década anterior a la pandemia fue una anomalía, durante la cual la deprimida demanda que siguió a la crisis financiera mantuvo la inflación y los tipos de interés cercanos a cero. La pandemia sacudió a la economía de ese estancamiento, devolviendo la inflación y los tipos de interés a una senda baja, pero no anormalmente baja.

Es cierto que estos datos macroeconómicos ocultan enormes cambios en la naturaleza de la actividad económica y el trabajo. Es más probable que la gente trabaje a distancia, desde casa y durante menos horas. Esto ha cambiado profundamente las relaciones sociales, las prioridades familiares e incluso la forma en que gastamos: el consumo se inclina hoy más hacia los bienes que hacia los servicios. El virus ya no controla nuestras vidas, pero sigue con nosotros, al igual que el conocimiento de la facilidad con que todo lo que damos por sentado puede ponerse patas arriba.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

Supongamos que eres un economista que en enero de 2020 emitió un pronóstico sobre la situación de la economía estadounidense en diciembre de 2023 y, a continuación, cayó en coma. Este mes, te has despertado y has echado un vistazo a los últimos datos económicos. Es posible que no te revelasen que hemos pasado por una pandemia traumática.

Inflación Tipos de interés Reserva Federal
El redactor recomienda