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Cuando China estornuda, Europa se constipa: así afectará su enfriamiento
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INFORME DEL BANCO DE ESPAÑA

Cuando China estornuda, Europa se constipa: así afectará su enfriamiento

El enfriamiento de la economía china, con el menor crecimiento en décadas, será contagioso. En particular, en la eurozona, y de manera más relevante en Alemania. También la economía española sufrirá sus efectos

Foto: Un puesto de comida en Pekín. (Getty/Kevin Frayer)
Un puesto de comida en Pekín. (Getty/Kevin Frayer)
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¿Qué consecuencias tendrá para Europa el enfriamiento de la economía china? La respuesta la acaba de dar un informe del Banco de España, y sus conclusiones confirman los peores temores. Cuando China estornuda, Europa se constipa. O lo que es lo mismo, la desaceleración de la actividad económica en el gigante asiático pasa ya factura sobre el Viejo Continente. En concreto, una desaceleración transitoria de la actividad económica en China de un punto porcentual reduce el crecimiento del PIB en la zona del euro en 0,1 puntos porcentuales. Es decir, un 10% en el primer año por cada punto de pérdida de impulso del PIB. La parte positiva es que, como consecuencia de la menor actividad, también disminuiría la inflación en 0,4 puntos porcentuales.

Esto es así por el enorme peso de la economía china en el mundo, un 18% del PIB global en paridad de poder adquisitivo, y hay que tener en cuenta que la economía china no ha parado de desacelerarse desde hace una década. Entre 2005 y 2014, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), creció de media un 10%, pero desde entonces se ha movido dentro de una horquilla que va del 6% al 7%, salvo en 2020 y 2021, por los efectos de la pandemia. Según sus previsiones, este año habrá crecido un 5%; un 4,2% en el próximo, y apenas un 3,4% en 2025. Es decir, un descenso de más de cinco puntos porcentuales desde que China, a comienzos de siglo, ingresó en la OMC y revolucionó el comercio mundial.

Ahora sucede todo lo contrario. China, como sostiene el Banco de España, ha perdido dinamismo por el pobre comportamiento del consumo y de la inversión, lo que se explica, en parte, por la debilidad de la demanda global y por las crecientes tensiones geopolíticas, que han lastrado en los últimos trimestres la fortaleza histórica de las exportaciones chinas. "No parece probable que este componente de la demanda pueda suponer, de cara al futuro, un motor de crecimiento tan intenso como lo fue en el pasado", asegura el Banco de España.

El otro componente que está influyendo de forma negativa en el comportamiento de la actividad tiene que ver con las incertidumbres generadas en torno al sector inmobiliario, que representa nada menos que un 15% del PIB y del empleo en el país. Este verano, destacan Irma Alonso, Marta Suárez-Varela y Daniel Santabárbara, los autores del estudio, los impagos por parte de algunos de los principales promotores inmobiliarios han hecho “resurgir los problemas de confianza en el sector, con un empeoramiento del acceso a la financiación por parte de los promotores y de la senda de contracción de su actividad”.

La debilidad de la demanda

Es decir, tanto la demanda interna como la externa se han debilitado. A ello ha contribuido de forma poderosa el endurecimiento de los tipos de interés, que ha aflojado la compra de bienes y servicios por parte de los países avanzados. En particular, Europa, que mantiene un déficit comercial equivalente a unos 400.000 millones de euros, lo que da idea de la importancia que tiene para Pekín la salud económica del Viejo Continente.

En sentido contrario, como si se tratara de un círculo vicioso, también los países europeos se ven afectados por la debilidad china. Solo hay que tener en cuenta que China ha pasado de representar el 2,5% de las importaciones mundiales en el año 2000 a suponer un 10%-12% en los últimos años. Es decir, se trata de una debilidad que se retroalimenta en ambas direcciones.

El caso más singular es el de Alemania, cuya dependencia de las exportaciones dirigidas hacia China es la más elevada de la Unión Europea. Según los cálculos del banco central, el valor añadido de Alemania atribuible a la demanda nacional china ha aumentado desde el 0,9% de 2005 hasta el 2,7% de 2018. Parte de esa exposición —en torno a un 13% del total— se produce a través del comercio que se desarrolla dentro de la Unión Europea (UE).

España está lejos de esos niveles, pero aun así la economía también se ve afectada, tanto de forma directa como indirecta. En España, en concreto, la proporción de valor añadido que se puede considerar atribuible a la demanda interna china es inferior a la del resto de las economías consideradas —un 1,2% en 2018—, si bien una proporción mayor proviene de las exportaciones al resto de la UE, dicen los economistas del banco central. En este caso, precisan, en torno a un 26% del valor añadido explicado por la demanda interna china está incorporado en las exportaciones españolas al resto del área del euro. Esto explica, en parte, que el PIB de España, en 2024, vaya a crecer apenas un 1,6%, según la última estimación del banco central, la tasa más baja (salvado el año de la pandemia) desde que quedó atrás la recesión provocada por la crisis financiera de 2008.

Materias primas

Junto al comercio, el otro canal de influencia de la crisis china en la economía global y, en particular, en Europa tiene que ver con el precio de las materias primas, lógicamente condicionado por el volumen de la demanda. No en vano, China representa entre el 50%-60% del consumo mundial de metales como el aluminio, el acero, el cobre o el níquel, mientras que, en el caso de las materias primas energéticas, acapara el 60% del consumo global de carbón, el 15% del de petróleo y el 12% del de gas natural.

Pues bien, según el Banco de España, un descenso en el crecimiento de China de un punto porcentual estaría asociado, tras un año, a una caída del precio del petróleo de aproximadamente el 9,5% y del de los metales industriales de alrededor del 8,5%. La atonía de la economía china, precisamente, es lo que explica en parte que el petróleo, tras acercarse a finales del verano a los 100 dólares por barril, hoy cotiza en torno a los 80 dólares.

En cuanto al canal de transmisión que opera a través de la incertidumbre o la confianza en los mercados financieros internacionales, el estudio, a partir de un trabajo anterior, estima que una reducción de un punto porcentual del PIB chino podría traducirse en un incremento de los diferenciales corporativos de 130 puntos básicos (1,3 puntos) en las economías emergentes y de 35 pb (0,35%) en las economías avanzadas.

Incorporando todos estos factores, los autores del trabajo calculan una reducción del crecimiento global de medio punto de PIB después de un año, aunque en las economías avanzadas el impacto sería algo menor, de dos décimas.

¿Qué consecuencias tendrá para Europa el enfriamiento de la economía china? La respuesta la acaba de dar un informe del Banco de España, y sus conclusiones confirman los peores temores. Cuando China estornuda, Europa se constipa. O lo que es lo mismo, la desaceleración de la actividad económica en el gigante asiático pasa ya factura sobre el Viejo Continente. En concreto, una desaceleración transitoria de la actividad económica en China de un punto porcentual reduce el crecimiento del PIB en la zona del euro en 0,1 puntos porcentuales. Es decir, un 10% en el primer año por cada punto de pérdida de impulso del PIB. La parte positiva es que, como consecuencia de la menor actividad, también disminuiría la inflación en 0,4 puntos porcentuales.

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