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Llegan las primeras caídas de precios: el 10% de la cesta de la compra se está abaratando
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Avanza el proceso de desinflación

Llegan las primeras caídas de precios: el 10% de la cesta de la compra se está abaratando

El porcentaje de productos con una subida de doble dígito se reduce hasta el 7%. Casi la mitad de la cesta de la compra sube menos de un 3%

Foto: Los aparatos electrónicos se han abaratado en el último año. (EFE)
Los aparatos electrónicos se han abaratado en el último año. (EFE)
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La inflación terminó 2023 con una clara tendencia de ralentización. Desde los máximos registrados unos meses después del inicio de la invasión de Ucrania, que alcanzaron el 10,8%, la escalada se ha frenado hasta terminar el año en el 3,1%. Esta moderación de los precios ha tenido dos fases bien diferenciadas. La primera comenzó en el verano de 2022, cuando los precios de la energía empezaron a caer. La segunda empezó en la primavera de 2023, cuando la moderación de los costes energéticos empezó a generalizarse al resto de bienes y servicios.

Este proceso ha permitido que algunos bienes y servicios hayan comenzado a abaratarse. En los últimos meses, más de un 10% de la cesta de la compra está cayendo, un porcentaje que no se veía desde la pandemia. Es poco probable que España asista a una fase de caídas generalizadas de precios, sino que todo apunta a una estabilización de la inflación en niveles inferiores al 3% durante todo el año 2024. Pero algunos productos sí pueden registrar caídas de precios, incluso de forma significativa en aquellos casos en los que la subida ha sido más extrema sin que se haya producido un cambio estructural en las condiciones de la oferta o la demanda.

El caso más evidente es el del aceite de girasol. Su precio se disparó al inicio de la invasión de Ucrania por temor a un corte del suministro de este importante productor mundial. Durante semanas, muchos consumidores españoles cambiaron el aceite de girasol por el de oliva, ya que llegaron a tener precios similares. Una vez superados los temores a un desabastecimiento, los precios empezaron a caer y solo en 2023 registraron un descenso del 30%, según los datos del INE.

Lo mismo puede ocurrir a futuro con otros productos cuyo precio se ha disparado por causas extraordinarias. Un ejemplo claro es el del aceite de oliva, que se ha duplicado desde el verano de 2022. En su caso, sin embargo, la subida se debe a los problemas de producción por los episodios de sequía. Si en los próximos años se normaliza la producción, o se extiende a otros territorios, los precios deberían normalizarse.

En el último año, casi un 11% de la cesta de la compra se ha abaratado (con datos ponderados en función del peso de cada rúbrica en el consumo de los hogares). En esta caída destacan especialmente los bienes y servicios subvencionados por el Gobierno en los sucesivos decretos anticrisis. Por ejemplo, la rebaja del IVA a la electricidad o al gas y el bono social han permitido rebajar las facturas de la energía en el hogar: la electricidad ha caído un 17% y el gas, un 20%.

Lo mismo ocurre con el transporte público por las subvenciones de las distintas administraciones públicas, desde el Estado hasta los ayuntamientos. El billete del autobús ha caído un 13% y el de metro, un 7%. La caída del precio de los combustibles también ha ayudado al sector, por ejemplo, los billetes de avión se han abaratado casi un 3% pese a no contar con subvención pública.

Pero hay otros productos que se han abaratado sin la intervención de las administraciones. Un buen ejemplo son los aparatos electrónicos, cuya oferta se ha normalizado gracias a la reactivación de la producción de chips. El precio de los móviles se redujo un 9% en 2023 y el de los ordenadores, un 6%. Lo mismo ocurre con algunos electrodomésticos, como los frigoríficos, las lavadoras o las cafeteras, con leves descensos que no superan el 1%.

Incluso en la alimentación empiezan a producirse las primeras reducciones de precios. Destacan los productos derivados del trigo, como la pasta o las harinas, cuyo precio ha caído entre un 1 y un 2%. También algunos lácteos han caído de precio, como los yogures, un 1%, o la leche desnatada, un 2%.

La estabilidad de precios

La caída de precios de algunos productos responde a un reequilibrio del mercado a medida que la situación se normaliza, tanto en la oferta como en la demanda. Es poco probable que se pueda iniciar un ciclo de caídas generalizadas de precios, sino que la esperanza está en que las subidas entren en lo que el Banco Central Europeo denomina estabilidad de precios. Esto es, subidas que no superen el 3% (el BCE y otros bancos centrales modificaron la referencia que tenían tradicionalmente de cerca pero por debajo del 2% para dar más capacidad de adaptación a su política monetaria).

La estabilidad de precios abarca cada vez un porcentaje mayor de la cesta de la compra a medida que las tensiones inflacionistas van remitiendo. En concreto, algo más de un tercio de los bienes y servicios están experimentando una variación de precios de entre el 0 y el 3%. En concreto, un 35%. Por el contrario, hace seis meses el porcentaje de la cesta de la compra en estabilidad de precios era poco más de la mitad, un 19%.

Esta comparativa es clave, ya que indica que la moderación de la inflación ahora sí tiene bases sólidas sobre las que asentarse. El pasado mes de junio la inflación cayó por debajo del 2% por primera vez desde el inicio de la crisis inflacionista (hasta el 1,9%), pero su distribución en la cesta de la compra ya adelantaba que sería una caída esporádica. En ese momento, los bienes y servicios en estabilidad de precios eran menos del 20% de la cesta de la compra, lo que indicaba que la moderación del IPC se debía a una caída muy brusca de unos pocos productos. Estos productos eran los energéticos: la electricidad, casi un 40%; el diésel, un 22%; la gasolina, un 21% o el transporte público, un 25%.

Pero más allá de estas caídas de la energía (provocadas por el fuerte descenso del petróleo), el resto de la cesta de la compra seguía soportando tasas de inflación muy elevadas. La mitad de los bienes y servicios registraba una inflación superior al 5%, con el 17% subiendo a doble dígito. En definitiva, se mantenía una inflación generalizada maquillada por la caída de la energía.

En el cierre del año, por el contrario, el porcentaje de la cesta de la compra con inflación a doble dígito ha caído a la mitad. En concreto, no llega al 8%. Y la parte de la cesta con una inflación superior al 5% se ha reducido en casi 13 puntos, hasta situarse en el 37%.

Entre los precios que más suben se encuentran muchos alimentos. Destaca, por encima de todos, el aceite de oliva, que se encareció un 55% en 2023. También las frutas han subido intensamente, en concreto, un 12%, lo mismo que la carne de cerdo, mientras que las legumbres y hortalizas han subido un 13%.

Pero la mayoría de los grupos que conforman el IPC se encuentran en la franja de la estabilidad de precios. Por ejemplo, la ropa y el calzado registró un alza en 2023, del 1,6%; los muebles y artículos del hogar, un 2%; los servicios sanitarios y los medicamentos, un 2,2% y los servicios de ocio y cultura, un 3%.

La hostelería todavía sigue aplicando subidas algo superiores, del 5,5%. Sin embargo, en su caso, una parte de esta subida está explicada por el encarecimiento de sus dos principales costes de producción: los salarios (en especial por el alza del SMI) y el precio de los alimentos.

A medida que el grueso de bienes y servicios que conforman el consumo de los hogares vayan aproximándose a la estabilidad de precios, el Banco Central Europeo tendrá más argumentos para comenzar a bajar sus tipos de interés. Dadas las tendencias actuales y las previsiones de los expertos, todo apunta a que este escenario ocurrirá a lo largo del primer semestre del año.

La inflación terminó 2023 con una clara tendencia de ralentización. Desde los máximos registrados unos meses después del inicio de la invasión de Ucrania, que alcanzaron el 10,8%, la escalada se ha frenado hasta terminar el año en el 3,1%. Esta moderación de los precios ha tenido dos fases bien diferenciadas. La primera comenzó en el verano de 2022, cuando los precios de la energía empezaron a caer. La segunda empezó en la primavera de 2023, cuando la moderación de los costes energéticos empezó a generalizarse al resto de bienes y servicios.

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