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El 18% de la cesta de la compra de los hogares está más barato que en 2022
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Algunos precios empiezan a caer

El 18% de la cesta de la compra de los hogares está más barato que en 2022

España vive una fase de extremos en la inflación: la energía en plena caída y los alimentos por encima del 10%. En el medio, se sitúan los bienes de consumo duradero y los servicios

Foto: El precio de la gasolina da un respiro. (EFE/Isaac Fontana)
El precio de la gasolina da un respiro. (EFE/Isaac Fontana)
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Hasta hace unos meses, no había ni un solo producto que bajara su precio. La inflación estaba tan generalizada que el 60% de los bienes y servicios que adquieren los hogares soportaba una inflación superior al 5%, y el 30% experimentaba una subida de doble dígito. Estas cifras eran insostenibles en el medio plazo, salvo que el país entrara en una espiral hiperinflacionista: la escalada de los precios tenía que acabar en algún momento y el efecto base, permitir una moderación de las tasas de variación del IPC.

Sin embargo, los precios se han moderado a un ritmo más rápido del esperado durante el invierno y la primavera, hasta el punto de que casi una quinta parte del total de facturas que pagan los hogares está más barata que hace un año. En concreto, un 18% del consumo de las familias estaba en junio a un precio más bajo que en el mismo mes del año anterior, según los cálculos del INE. Pero, al mismo tiempo, hay un porcentaje muy similar (el 17%) de la cesta de la compra que se mantiene con una inflación de doble dígito, grupo compuesto básicamente por los alimentos. Se trata, por tanto, de una fase de extremos en la inflación como paso previo a una normalización de los precios.

Foto: El precio de los hoteles se disparó en 2022. (Reuters/Nacho Doce)

Se trata del porcentaje más elevado de productos en negativo desde que comenzó la invasión de Ucrania. Para el cálculo de los porcentajes, se ha aplicado la ponderación que tiene cada producto en el gasto de los hogares, ya que no es lo mismo el presupuesto para comprar fruta que el de aparatos de limpieza.

El 14% de la cesta del consumo de los hogares experimentó una caída superior al 2%, grupo que está conformado básicamente por productos energéticos y servicios en los que la energía es el input principal. Destaca el precio de la electricidad, que ha caído un 39% en el último año, gracias a la gran caída del gas en los mercados internacionales. De hecho, la factura del gas también se encuentra en este grupo, con un descenso del 8%.

También se encuentran los combustibles para la automoción: la gasolina se ha abaratado un 17% y el gasóleo, un 22%. Esta caída de los combustibles, sumada a las ayudas al transporte, ha provocado que los servicios de transporte hayan reducido sus precios más de un 20% en el último año.

Pero más allá de la energía, cuyos precios finales responden mejor a la evolución de los mercados mayoristas, también hay algunos productos que empiezan a abaratarse en una cuantía significativa. Por ejemplo, el precio de los juegos (incluyendo videojuegos) ha caído un 4% en el último año; los ordenadores, un 5%, y los teléfonos móviles, un 8%. Este sector está claramente beneficiado por la recuperación del suministro de semiconductores, que generó grandes tensiones de precios durante el año 2021 ante la escasez de oferta.

La disponibilidad de equipamiento electrónico también está conteniendo los precios de los electrodomésticos y aparatos del hogar. Por ejemplo, las lavadoras, secadoras y lavaplatos han subido un 1% en el último año, las lámparas y equipos de iluminación, un 2%, y los frigoríficos, un 0%. En este grupo de estabilidad de precios se encuentran cada vez más bienes de consumo que no son alimentos, desde prendas de vestir hasta artículos para bebé, gafas e, incluso, bicicletas.

Foto: Foto: iStock.

Con una subida algo más intensa, de entre el 2 y el 5%, aparece la mayor parte de los servicios en los que el principal coste de producción es el salarial. Se encuentran aquí desde servicios recreativos hasta veterinarios, dentistas o médicos privados, cuyas tarifas han subido un 3%. También aparecen aquí los primeros alimentos elaborados, como pastas o frutos secos.

El sector turístico también se prepara para una temporada veraniega de récord y ha mantenido la tendencia de subida de precios hasta niveles históricos. Los hoteles han elevado sus tarifas un 8% para esta temporada alta; los campings y apartamentos, casi un 10%, y los restaurantes, un 6%.

La parte de la cesta de los hogares que soporta mayor inflación está copada por los alimentos. Son prácticamente la totalidad de los productos con una subida de doble dígito. El peor dato es el del azúcar, que se ha disparado un 45% en el último año; seguido por el aceite de oliva, un 31%, y las patatas, el arroz y la leche, que han subido más de un 20%. La persistencia de la inflación en los alimentos está provocando que todavía un 17% de la cesta de la compra experimente una subida de doble dígito.

En definitiva, aunque la inflación se va moderando, España se encuentra en una fase de grandes contrastes como consecuencia de la evolución divergente de la energía y los alimentos, dos de las principales partidas de gasto de los hogares. La energía está dando un respiro, pero la alimentación sigue tensionando los presupuestos de los hogares. Lo que se ha producido es un estrechamiento de la parte intermedia de la distribución de precios. Por ejemplo, el porcentaje de la cesta que tiene una inflación de entre el 5% y el 0%, que habitualmente es la gran mayoría, esta vez es solo un tercio. Tarde o temprano acabarán aproximándose hacia un punto de equilibrio, pero el sector de la alimentación todavía sigue aprovechando el ciclo inflacionista para acumular beneficios.

Hasta hace unos meses, no había ni un solo producto que bajara su precio. La inflación estaba tan generalizada que el 60% de los bienes y servicios que adquieren los hogares soportaba una inflación superior al 5%, y el 30% experimentaba una subida de doble dígito. Estas cifras eran insostenibles en el medio plazo, salvo que el país entrara en una espiral hiperinflacionista: la escalada de los precios tenía que acabar en algún momento y el efecto base, permitir una moderación de las tasas de variación del IPC.

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