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Hogares y empresas se aprietan el cinturón y bajan su deuda a mínimos de dos décadas
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Un ajuste de 84 puntos desde 2010

Hogares y empresas se aprietan el cinturón y bajan su deuda a mínimos de dos décadas

Desde el pico de la burbuja, han recortado su endeudamiento en 84 puntos, hasta dejarlo en el 121% del PIB. Este ajuste mejora la solvencia de España, pero frena el crecimiento

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España levantó la burbuja inmobiliaria sobre los cimientos de la deuda privada. El crédito barato procedente del exterior dio recursos a hogares y empresas para disparar su consumo e inversión, disparando así el PIB y generando un espejismo sobre el nivel de desarrollo del país. En el pico del endeudamiento privado llegó a alcanzar el 205% del PIB, esto es, las empresas y hogares debían más del doble de la producción de todo el país en dos años completos.

Con España al borde de la quiebra, las familias y las empresas tuvieron que comenzar un duro ajuste, empujadas por la disciplina que impusieron los mercados. Ese shock cambió la economía española de forma estructural y los hogares y las empresas empezaron a vivir con el cinturón apretado para sanear sus balances. En 2023 prosigue este ajuste, ni la subida de los precios ni de los tipos de interés ha mermado su determinación. En todo caso, incluso la ha incrementado, hasta el punto de que el saneamiento está acelerando.

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La deuda de hogares y empresas al cierre del primer trimestre del año se redujo hasta el 121% del PIB, lo que significa que se ha producido un ajuste de 84 puntos del PIB en poco más de una década, según los datos publicados por el Banco de España. El esfuerzo ha estado repartido y ha sido paralelo entre hogares y empresas, lo que muestra que se ha producido un cambio permanente en las preferencias económicas de los agentes. Las empresas han recortado su pasivo en 50 puntos, pasando del 120% al 70% del PIB, mientras que los hogares lo han bajado en 35 puntos, del 86% hasta el 51% del PIB.

Este gran ajuste ha llevado a purgar los excesos que se acumularon durante la burbuja inmobiliaria. Ha sido un ciclo completo de dos décadas, pero finalmente el sector privado ha vuelto a situarse en una situación financiera holgada. En el caso de las empresas, la deuda ha bajado a mínimos desde finales de 2003, mientras que en el de los hogares, el endeudamiento es el más bajo desde finales de 2002.

Tanto hogares como empresas solo se han permitido un respiro en su ajuste: los meses de la pandemia. En esos momentos tan complicados recurrieron a los créditos bancarios para evitar los impagos, aprovechando a su vez los avales que puso en marcha el Gobierno. Pero en el momento en el que volvió el crecimiento, hogares y empresas prosiguieron con su saneamiento.

En el último año, incluso han acelerado este proceso, hasta el punto de que los hogares han recortado su deuda en 5,8 puntos del PIB, lo que supone el mayor ajuste de toda la serie histórica. Es cierto que una parte de este desapalancamiento se debe al crecimiento económico y a la inflación, que han elevado rápidamente el PIB nominal, el denominador en esta ratio. Las empresas tampoco se quedan cortas, en el último año han realizado un ajuste de 8,5 puntos del PIB, la mayor reducción de la historia con la excepción del año 2013.

Este ritmo de desendeudamiento del sector privado está siendo sorprendente si se tienen en cuenta las dificultades económicas que está sufriendo Europa desde que comenzó la guerra en Ucrania. La inflación y la subida de los tipos de interés están menguando la renta disponible, lo que reduce la capacidad de ahorro. Sin embargo, tanto hogares como empresas están haciendo un esfuerzo adicional de contención de costes, en buena medida como efecto precautorio ante el temor a un deterioro mayor de la economía.

Por ejemplo, los hogares han vuelto a elevar su tasa de ahorro hasta el 12% de su renta disponible, lo que supone superar los datos de los años previos a la pandemia. Y las empresas han recortado su inversión hasta el 22% de su valor añadido con el objetivo de acumular excedentes monetarios.

Pero aquí hay un segundo componente clave que está impulsando el desapalancamiento por encima del ahorro precautorio: el encarecimiento de los costes de la deuda. La subida de los tipos de interés hace que los nuevos créditos, las refinanciaciones y las revisiones de la deuda ya existente sean cada vez más caros. Para evitar que la factura de intereses se dispare, hogares y empresas están optando por devolver anticipadamente sus préstamos y están evitando solicitar nuevos créditos, lo que redunda en una reducción acelerada de la deuda financiera.

Foto: El increíble caso de la deuda externa. (Pixabay)

Este esfuerzo de reducción de deuda está mejorado la posición financiera del país. El sector privado actúa como contrapeso del sector público, que es el que se ha endeudado en los últimos años para proteger al tejido productivo. El ajuste ha sido posible gracias a las renuncias que han hecho las familias, cambiando consumo presente por una mejor situación financiera. Pero también se ha realizado una gran renuncia a nivel colectivo, ya que los recortes en el consumo e inversión merman el crecimiento potencial de los países.

Esto significa que a cambio de mayor solvencia, España ha renunciado al crecimiento. Por ejemplo, desde que comenzó el desapalancamiento del sector privado, en el año 2010, el PIB de España apenas ha crecido un 9%, mientras que el de la eurozona ha avanzado algo más de un 15%. El ahorro persistente supone una merma de crecimiento para España, que está viendo cómo varios países de Europa del este están superando su nivel de PIB per cápita. Sin inversión privada que aumente la innovación y la productividad, el país puede apretarse el cinturón, pero no podrá coger aire para avanzar. En el equilibrio de los dos indicadores podría estar la clave del éxito.

España levantó la burbuja inmobiliaria sobre los cimientos de la deuda privada. El crédito barato procedente del exterior dio recursos a hogares y empresas para disparar su consumo e inversión, disparando así el PIB y generando un espejismo sobre el nivel de desarrollo del país. En el pico del endeudamiento privado llegó a alcanzar el 205% del PIB, esto es, las empresas y hogares debían más del doble de la producción de todo el país en dos años completos.

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