De la euforia del pleno empleo a lidiar con la recesión: lo que le espera al ministro de Economía
Aunque los partidos arrancan la carrera electoral hablando de una fuerte creación de empleo, los indicadores económicos apuntan a una coyuntura complicada tras las elecciones
La campaña electoral se ha convertido en una subasta de promesas de empleo. La primera puja, la conservadora, fue la de Alberto Núñez Feijóo: “22 millones de afiliados a la Seguridad Social”. Nadia Calviño superó su oferta: pleno empleo con una tasa de paro en el 8%, algo que España solo ha conseguido durante la burbuja inmobiliaria en la época reciente. Y Sumar ha culminado el órdago con una puja de bajar la tasa de paro al 7% para equiparar España a la UE.
Los partidos están eufóricos por gestionar este ciclo de crecimiento económico. En los últimos tres años la tasa de paro ha bajado en tres puntos, por lo que esta tendencia llevaría la tasa de paro por debajo del 9% al final de la legislatura. Esta euforia irá en aumento durante todo el mes de julio, ya que los datos económicos que se publicarán a lo largo del mes seguirán siendo positivos, especialmente los que caen con más retraso. Destacan la contabilidad nacional y la EPA, que se publicarán en la última semana del mes y que se refieren al segundo trimestre del año. Las previsiones apuntan a un crecimiento del PIB del 0,6% trimestral y superior al 2% anual, un ritmo que volverá a colocar a España en los primeros puestos a nivel europeo.
Sin embargo, la euforia del pleno empleo se puede convertir en pesadilla cuando los líderes de los partidos tomen consciencia de la difícil situación económica que les tocará lidiar. La principal preocupación procede de la recesión en la que está inmersa la eurozona desde finales de 2022 como consecuencia del impacto de la guerra en Ucrania. Este pinchazo es clave para España, ya que las exportaciones se han convertido en el principal motor de crecimiento del país, puesto que el consumo de los hogares está constreñido por la inflación y la subida de los tipos de interés. En el primer trimestre del año la demanda externa aportó nada menos que 1,5 puntos al crecimiento trimestral, el tercer dato más alto de la serie histórica, la última vez fue en 2009, tras el estallido de la crisis financiera en un contexto de desplome de la demanda interna.
La recesión de Europa será uno de los mayores problemas para el futuro ministro de Economía de España. El país necesita a la demanda externa para contrarrestar la gran debilidad del consumo doméstico, que suma dos trimestres consecutivos de contracción. Los últimos indicadores nacionales apuntan a una desaceleración más intensa de la economía en el mes de junio, anticipando un escenario más complicado desde el verano.
Uno de esos indicadores es el de ventas de las grandes empresas (con las declaraciones diarias del IVA). A mediados de junio, su facturación empezó a registrar tasas de variación interanual negativas, lo que significa que están ingresando menos que en los mismos días del año anterior. Si se excluye la facturación de las empresas de electricidad y gas (energía en el hogar), las ventas están siendo un 1% inferiores, lo que contrasta con el crecimiento de doble dígito que se registraba al inicio del año. Una parte de este frenazo es consecuencia de la ralentización de la inflación (los datos están medidos en precios corrientes), pero no todo, ya que los precios siguen siendo claramente superiores a los de 2022.
España, ante el crecimiento más débil desde el mes de enero: la industria suma ya dos trimestres de contracción
Esta semana también se publicó la encuesta PMI de actividad del mes de junio, que mide el nivel de actividad de las empresas. El indicador arrojó una lectura de 52,6 puntos para el conjunto de la economía (servicios y manufacturas), lo que mantiene el país en territorio expansivo al situarse por encima de 50 puntos, pero que se trata del crecimiento más débil registrado desde enero. Los servicios siguen tirando del carro, pero la industria suma ya dos trimestres de contracción de su producción.
De esta forma, coinciden en el tiempo una serie de indicadores muy positivos, que caen con varias semanas de retraso, con otros, de alta frecuencia, que anticipan una ralentización de la actividad. "Los últimos datos que hemos conocido nos han sorprendido a la baja", ha explica Manuel Hidalgo, senior fellow de EsadeEcPol, "aunque el trimestre dé un resultado total positivo, en las últimas semanas se ha producido un cierto enfriamiento de la economía, como si se estuviese preparando para un segundo semestre algo más débil".
El Banco de España ya advirtió hace unas semanas de que los indicadores relativos al mes de junio empezaban a mostrar señales de debilidad, pero desde entonces todavía se han complicado más. Es el caso de los datos de evolución del crédito a empresas y hogares que ha publicado el propio Banco esta semana. La deuda total de los hogares con las entidades financieras se ha reducido un 1,4% respecto al mes de mayo de 2022 y la de las empresas es un 2,7% inferior. Esta caída del stock de crédito se debe al esfuerzo que está realizando el sector privado por repagar sus deudas y a la caída de las nuevas operaciones. Ambos movimientos son consecuencia de la subida de los tipos de interés, que están encareciendo el servicio de la deuda, lastrando así el consumo y la inversión.
El ciclo de subidas de los tipos de interés aún no ha terminado, pero su impacto sobre la actividad económica empezará a ser significativo a partir de este verano, ya que el incremento de costes se traslada con cierto retraso. El impacto de la política monetaria restrictiva será uno de los grandes problemas para el futuro ministro de Economía. La subida de los tipos de interés se completará tras el verano, generando el mayor impacto sobre la situación financiera de familias y empresas. Y lo que es más preocupante, el margen de acción para la política fiscal será limitado, más allá de intentar contraprogramar la política monetaria del BCE.
Toda esta debilidad acaba confluyendo en la gran promesa de los partidos políticos para esta legislatura: la creación de empleo. Los datos de junio ya anticipan una ralentización y ese es el escenario que se encontrará el próximo ejecutivo. En concreto, a lo largo del mes se incorporaron poco más de 50.000 afiliados, lo que supone el peor junio desde 2015. Además, las señales de debilidad se concentraron en algunos sectores que no tienen una gran carga estacional, como son la industria, los servicios de alto valor añadido o la construcción.
Este dato amenaza la euforia de los partidos políticos en sus promesas de creación de empleo. En lugar de surfear la ola del crecimiento económico, el futuro ministro de economía se enfrentará a un escenario de recesión en Europa y pérdida de inercia en España.
La campaña electoral se ha convertido en una subasta de promesas de empleo. La primera puja, la conservadora, fue la de Alberto Núñez Feijóo: “22 millones de afiliados a la Seguridad Social”. Nadia Calviño superó su oferta: pleno empleo con una tasa de paro en el 8%, algo que España solo ha conseguido durante la burbuja inmobiliaria en la época reciente. Y Sumar ha culminado el órdago con una puja de bajar la tasa de paro al 7% para equiparar España a la UE.
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