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España es ya el cuarto país más endeudado de Europa tras superar a Portugal
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La deuda pública es del 110% del PIB

España es ya el cuarto país más endeudado de Europa tras superar a Portugal

Desde que comenzó la pandemia, la deuda pública ha aumentado en 11,6 puntos del PIB, el segundo dato más alto de toda la eurozona, solo superado por Francia

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta de Hacienda, María Jesús Montero, en el Senado. (EFE/Fernando Villar)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta de Hacienda, María Jesús Montero, en el Senado. (EFE/Fernando Villar)
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España se ha convertido en el cuarto país de la eurozona con mayor deuda pública. Hace dos décadas, era uno de los países con unas cuentas públicas más saneadas, pero la persistencia de los elevados déficits públicos ha deteriorado intensamente su situación. Al cierre del tercer trimestre de 2023, la deuda pública de España se situaba en el 109,8% del PIB. En apenas 15 años, el endeudamiento del país se ha multiplicado por tres, pasando de ser el octavo país más saneado a ser el cuarto con peor situación fiscal.

España adelantó en 2023 a Portugal en nivel de endeudamiento. Ya solo quedan tres países en peor situación que España: Francia, Italia y Grecia. De estos, los dos últimos mantienen niveles de endeudamiento superiores al 140% del PIB, lo que supone un gran lastre para su crecimiento y la capacidad para aplicar políticas fiscales contracíclicas. Hasta hace unos pocos años, España tenía la excusa de que otros países europeos tenían una situación fiscal mucho más delicada, pero esa ventaja se ha dilapidado. Antes del adelantamiento a Portugal, España había superado a Bélgica, en 2017, a Chipre (2016) y a Irlanda (2014).

España y Portugal han seguido caminos opuestos en estrategia fiscal en los últimos años. Portugal ha realizado un gran esfuerzo por contener la deuda de sus administraciones para corregir los desequilibrios que lo llevaron a solicitar el rescate a Europa en el año 2011. Su deuda pública escaló hasta el 135% del PIB hacia el final de la crisis del euro, en 2013, y desde entonces ha realizado un desapalancamiento de casi 30 puntos porcentuales. Un ajuste que, además, ha sido compatible con un gran crecimiento económico, sostenido por las reformas estructurales y la atracción de inversión extranjera.

Por el contrario, España ha mantenido déficits públicos persistentes y abultados en los últimos 15 años, lo que ha provocado que el crecimiento económico no haya generado una mejora de las ratios de deuda. Los gobiernos de España han sucumbido a las tentaciones del gasto cada vez que sus déficits públicos se aproximaban al 3% del PIB, hecho que está cerca de volver a repetirse ahora con los próximos presupuestos generales del Estado.

La tentación a desplegar políticas fiscales expansivas (tanto de aumento del gasto como de recortes de impuestos) ha provocado que el déficit más bajo que ha tenido España en los últimos 15 años haya sido del 2,6% del PIB en el último año completo del Gobierno de Mariano Rajoy. Esta preferencia por los déficits se ha realizado incluso ignorando la delicada posición demográfica que tiene el país. El gasto público ya está empezando a dispararse como consecuencia del envejecimiento de la población, lo que significa que España entra en esta fase tan complicada con unas cuentas públicas desequilibradas.

El gran crecimiento de la deuda

España llegó a la crisis financiera del año 2008 siendo uno de los países más desapalancados del euro, con una deuda del 35% del PIB. Sin embargo, la doble crisis vivida desde entonces provocó un rápido deterioro de la situación del país. En los años de la crisis financiera, la deuda escaló hasta el 100% del PIB y en la pandemia ascendió hasta el 125%. Es cierto que el intenso rebote de la actividad y la inflación tras la crisis sanitaria permitió reducir el apalancamiento por el crecimiento del PIB nominal, pero aun así, sigue en niveles muy superiores a los de 2019.

En concreto, la deuda pública de España ha aumentado en 11,6 puntos del PIB. Se trata del segundo peor dato de toda la eurozona, solo superado por Francia, cuya deuda se ha disparado en 14,5 puntos. El crecimiento de la ratio de deuda de España ha sido casi el doble que el del conjunto de la eurozona y casi el triple que el de la UE.

El esfuerzo fiscal que realizó España durante la pandemia permitió amortiguar el desplome de la actividad provocado por la pandemia y aceleró la recuperación tras el final de las restricciones. Políticas como los ERTE concitan el consenso de los expertos sobre la utilidad de evitar los despidos masivos y el colapso de la economía en situaciones de crisis. Sin embargo, las políticas de gasto aplicadas durante la salida de la pandemia han complicado la corrección del déficit. En el último año (hasta el tercer trimestre de 2023), el déficit público de España se situaba en el 4,4% del PIB, un punto más que el conjunto de la eurozona. El Gobierno calcula que al cierre de 2023 el saldo negativo se habrá reducido hasta el 3,9% y para 2024 se ha fijado el reto de llegar al 3%.

La comparativa con Portugal

Portugal ha seguido una senda estable de ingresos públicos desde el año 2014, entre el 42 y el 45% del PIB. El ajuste lo ha realizado por la vía del gasto, pero sin recortes. Básicamente, lo que ha hecho es elevar su gasto a un ritmo inferior al crecimiento del PIB y de la recaudación. El resultado es que su gasto público ha pasado del 50% hace una década a situarse cerca del 43% del PIB. De esta forma, ha abierto margen fiscal con la reducción del tamaño del sector público.

España, por el contrario, ha realizado una convergencia hacia los niveles de ingresos y gastos del conjunto de la eurozona. Esto ha obligado a realizar intensas subidas de impuestos desde el inicio de la crisis financiera que se han aprovechado para aumentar el gasto público. De hecho, el gasto público ha crecido más rápido que los ingresos, lo que ha resultado en el déficit público que todavía sufre el país. La mayor parte del crecimiento del gasto se ha destinado al pago de pensiones.

España sale de la pandemia con 4,3 puntos más de gasto respecto del PIB, pasando del 42,3% en 2019 al 46,6% hasta el pasado verano. Solo Italia ha experimentado un crecimiento del gasto superior en los últimos cuatro años. Antes de la pandemia, la participación del gasto público en el PIB era similar a la de Países Bajos y Portugal, pero actualmente es tres puntos superior.

Por su parte, los ingresos públicos han pasado del 39,2% al 42,2% del PIB. Se trata de un incremento de tres puntos del PIB, cifra insuficiente para cubrir todo el crecimiento del gasto en que han incurrido las administraciones públicas. Se trata del segundo mayor aumento de la recaudación de todos los países del euro, casi empatando con Chipre.

España sigue por debajo de la media europea en ingreso y gasto público, con una brecha que supera los tres puntos del PIB. Cifra que, en términos absolutos, se acerca a los 45.000 millones de euros. Sin embargo, la distancia se ha recortado intensamente desde el inicio de la pandemia, hasta el punto de que España ya no se puede considerar uno de los países del euro con menor presencia del sector público en la actividad económica.

Como se ha señalado, las pensiones explican el grueso del crecimiento del gasto, pero también el aumento de las plantillas públicas está detrás de este cambio. Las comunidades autónomas han potenciado la atención sanitaria y educativa como respuesta a los problemas de la pandemia, lo que ha acercado España a la media comunitaria. Pero se ha hecho a costa de elevar el déficit público y acumular más deuda pública, lo que complicará la gestión del envejecimiento que ya ha comenzado.

España se ha convertido en el cuarto país de la eurozona con mayor deuda pública. Hace dos décadas, era uno de los países con unas cuentas públicas más saneadas, pero la persistencia de los elevados déficits públicos ha deteriorado intensamente su situación. Al cierre del tercer trimestre de 2023, la deuda pública de España se situaba en el 109,8% del PIB. En apenas 15 años, el endeudamiento del país se ha multiplicado por tres, pasando de ser el octavo país más saneado a ser el cuarto con peor situación fiscal.

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