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El indicador que desencadenó la crisis financiera se vuelve a encender de rojo
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Cuenta de rentas primaria

El indicador que desencadenó la crisis financiera se vuelve a encender de rojo

La subida de los tipos de interés obliga a retribuir a los ahorradores extranjeros que han invertido en España con más de 76.000 millones en los tres primeros trimestres del año

Foto: Skyline de Madrid. (Reuters)
Skyline de Madrid. (Reuters)
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La balanza por cuenta corriente fue el gran martirio de España durante la crisis financiera. Este indicador, que había estado olvidado desde la creación del euro, mostró de pronto su gran relevancia y condujo a España al rescate financiero. En concreto, su apartado más relevante fue la cuenta de rentas primaria, que recoge la retribución de las inversiones extranjeras en España. Esto es, el coste de remunerar a quienes invierten en España, ya sea a través de intereses de la deuda o de dividendos.

Esta cuenta llegó a arrojar un déficit próximo al 3% del PIB en los peores momentos de la crisis financiera, lo que llevó a España contra las cuerdas. Los ahorradores extranjeros exigían intereses muy elevados para seguir invirtiendo su dinero en España, lo que provocaba una salida masiva de dinero del país. En el tercer trimestre de 2008, coincidiendo con la quiebra de Lehman Brothers, España tuvo que pagar más de 23.000 millones de euros a los inversores extranjeros.

España salió de ese agujero con grandes ajustes internos, tanto en el sector público como en el privado, para corregir los desequilibrios acumulados. Pero también la bajada de los tipos de interés tuvo un papel clave en ese proceso. En el año 2014, llegaron al 0%, lo que permitió a España ahorrarse cerca de 10.000 millones de euros cada trimestre en pagos al exterior. Sin esta política del Banco Central Europeo España, como otros tantos países europeos, no habría podido soportar el déficit de la renta primaria.

El ahorro interno y las inversiones de las multinacionales en el exterior permitieron convertir el déficit en un pequeño superávit que se mantuvo desde 2015. Pero este año todo ha cambiado como consecuencia de la subida de los tipos de interés del Banco Central Europeo. La remuneración a los prestamistas extranjeros ha subido rápidamente desde 2022 volviendo a encender de rojo el indicador que puso a España contra las cuerdas en la crisis financiera.

La renta primaria arrojó un déficit del 0,4% del PIB en el tercer trimestre del año, después de registrar un déficit del 0,1% en el segundo trimestre. Se ha producido así un cambio de tendencia tras ocho años de superávit permanente. Si bien es cierto que las cuantías están lejos de ser alarmantes, el cambio de signo en esta cuenta es significativo del impacto que está teniendo la subida de los tipos de interés en el país.

En los tres primeros trimestres del año, España ha pagado 76.000 millones de euros al exterior en intereses y dividendos. Es un sobrecoste de 29.300 millones respecto al mismo periodo del año anterior, lo que supone un aumento del 63% en solo un año.

En paralelo, también ha aumentado los intereses y dividendos que cobran los españoles en el extranjero. Sus ingresos se han incrementado en 16.700 millones de euros, hasta alcanzar los 67.600 millones. En total, la cuenta primaria ha pasado de arrojar un superávit de 4.200 millones de euros en los tres primeros trimestres de 2022 a un déficit de 8.400 millones de euros en el mismo periodo de 2023.

El riesgo de que este indicador vuelva a crear un grave problema financiero es ahora casi inexistente. El motivo es que la economía española ha realizado un gran esfuerzo para sanearse y reducir sus desequilibrios externos. En otras palabras, ha reducido la mayor parte de su deuda externa.

España lleva desde finales de 2012 acumulando ahorro exterior, esto es, con capacidad de financiación. De hecho, en el tercer trimestre el saldo positivo fue del 3,4% del PIB, igualando el dato más alto que se registró en 2016. Y eso a pesar del déficit de la cuenta de rentas primaria.

El motivo de esta gran capacidad de financiación está en el turismo, que genera un superávit del 3,9% del PIB, y del resto de servicios no turísticos, cuyo saldo se ha disparado hasta el 2,3%. También está ayudando a este superávit la llegada de los fondos europeos, que se contabilizan como superávit en la cuenta de capital, que alcanzó un superávit del 1% del PIB.

El resultado de este desapalancamiento es que la deuda externa neta de España se ha reducido de forma acelerada desde el final de la pandemia. En el año 2014 estaba cerca del 100% del PIB y en la actualidad está por debajo del 55%. Si mantiene esta tendencia, en una década se habrá reducido a la mitad. Esto significa que la vulnerabilidad externa de España ante los cambios en los tipos de interés se ha reducido bruscamente. Es por esto por lo que el indicador de alerta de la pasada crisis financiera ya no es una fuente de preocupación. Eso sí, es un indicador que hay que vigilar de cerca para no cometer los errores del pasado.

La balanza por cuenta corriente fue el gran martirio de España durante la crisis financiera. Este indicador, que había estado olvidado desde la creación del euro, mostró de pronto su gran relevancia y condujo a España al rescate financiero. En concreto, su apartado más relevante fue la cuenta de rentas primaria, que recoge la retribución de las inversiones extranjeras en España. Esto es, el coste de remunerar a quienes invierten en España, ya sea a través de intereses de la deuda o de dividendos.

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