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La fortaleza del empleo frustra la estrategia del BCE de enfriar la economía
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POLÍTICA MONETARIA

La fortaleza del empleo frustra la estrategia del BCE de enfriar la economía

La política monetaria del BCE ha encontrado un adversario inesperado: el empleo. Su pujanza está esterilizando la eficacia de la subida de los tipos de interés para rebajar la inflación

Foto: La Presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. (EFE/Ronald Wittek)
La Presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. (EFE/Ronald Wittek)
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El Banco Central Europeo (BCE) continúa luchando contra la inflación, pero también contra un adversario inesperado. Y no es otro que el empleo, cuya fortaleza no solo está sorprendiendo a los banqueros de Fráncfort, sino que, además, está neutralizando una parte de los efectos del endurecimiento de la política monetaria sobre la actividad económica, que es lo que buscan con la subida de los tipos de interés. El BCE entiende que enfriando la economía (menos crédito disponible y más caro) se conseguirá reducir la inflación. Y en coherencia con este argumento, lo que ha hecho en los últimos 14 meses es incrementar los tipos de interés en nada menos que 450 puntos básicos (un 4,5%).

Su eficacia, sin embargo, está siendo algo más que limitada. Lo cierto es que, pese a la ralentización de la actividad económica, la tasa de empleo para las personas con edades comprendidas entre 20 y 64 años, según la Encuesta de Población Activa que realiza Eurostat, rompió en el segundo trimestre de este año un nuevo récord histórico, hasta el 75,4%, mientras que la tasa de paro desestacionalizada ha bajado hasta el 5,7%, el menor nivel desde que nació la unión monetaria. Es decir, ningún indicador de empleo global refleja una ralentización significativa.

No solo eso. La llamada holgura laboral, que viene a ser una medida del subempleo o de la ocupación insatisfecha, también se está reduciendo. Afecta a 23,9 millones de personas en el conjunto de la UE, lo que representa el 11,2% de la población activa, una décima menos que en el trimestre anterior. Igualmente, otros indicadores de empleo, como el trabajo a tiempo parcial o los que buscan trabajo, pero no están disponibles en ese momento, siguen estables, lo que en última instancia muestra la fortaleza del mercado laboral. Grecia, España y Croacia, por este orden, son los países en los que la holgura laboral está disminuyendo más, lo que es coherente con el hecho de que en los dos primeros casos mantienen las tasas de paro más elevadas.

Una reducción extraordinaria

El resultado, en todo caso, es que la inflación —a falta de una política fiscal más alineada con la monetaria— se resiste a bajar de una forma significativa pese a que el BCE ha realizado una reducción de su balance "extraordinaria", como lo calificó recientemente el gobernador del Banco de España, Pablo Hernandez de Cos. En concreto, la financiación del BCE vía TLTRO (préstamos a largo plazo) ha caído en 1,65 billones desde el pico alcanzado a finales del año 2021, mientras que la cartera de compra de activos se ha reducido en casi 110.000 millones de euros.

Igualmente, el dinero en circulación se está ralentizando, aunque este indicador, según el BCE, es un indicador cada vez menos fiable de actividad económica. En particular, el denominado M1 (billetes y monedas en circulación y depósitos a la vista). La razón es que tras la subida de los tipos de interés, familias y empresas han optado por la adquisición de depósitos a plazo y otros activos con mayor rentabilidad. Históricamente, el crecimiento real del agregado monetario M1 deflactado por el IPC ha sido un indicador adelantado sobre las recesiones, pero ya no lo es.

Lo cierto es que la inflación subyacente en la eurozona apenas se ha recortado cuatro décimas desde marzo, cuando se alcanzó un máximo histórico del 5,7%. La subyacente, por su carácter estructural, ya que elimina los componentes más volátiles, alimentos, energía, alcohol y tabaco, es, precisamente, la que más preocupa y la que mide a medio plazo la eficacia de la política monetaria.

Los excedentes empresariales siguen fuertes, lo que refleja la robustez del mercado laboral

La fortaleza del mercado laboral, con muchos países con problemas para casar oferta y demanda de empleo por falta de trabajadores, está detrás, precisamente, al igual que sucede en EEUU, de que los costes laborales estén creciendo de forma intensa, lo que en última instancia también contribuye a diluir la política monetaria.

La remuneración por asalariado en el conjunto de la eurozona durante el segundo trimestre del año, en concreto, crece a un ritmo del 5,5% anual, una tasa parecida a las del trimestre anterior. En la misma línea, los excedentes empresariales, aunque han caído desde un máximo del 9,6% hasta el 6,9%, siguen fuertes, lo que refleja la robustez del mercado laboral.

Es verdad que el empleo es un indicador retrasado de actividad, primero se ralentiza el PIB y más tarde se traslada a la ocupación, pero este patrón de comportamiento es el que se ha quebrado a la vista de que un endurecimiento extremo de la política monetaria continúa sin afectar al mercado laboral de forma significativa.

Historia de dos choques

Una reciente conferencia de Isabel Schnabel, una de las consejeras más influyentes del BCE, da algunas claves. Según la economista germana, los estudios del banco central han observado que en el actual ciclo inflacionista la demanda ha sido "excepcionalmente resistente" si se compara con lo sucedido en los dos mayores choques económicos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y que en su día alimentaron el aumento de la inflación.

Schnabel pone como ejemplo que después de la crisis de la deuda soberana de 2008, se necesitaron más de cuatro años para que la renta real disponible de los hogares recuperara su nivel anterior a la crisis, lo que afectó de una manera intensa a la demanda agregada (consumo público, privado e inversiones). Sin embargo, en la crisis derivada de la pandemia bastaron tres meses. Y hoy, sostiene, la renta disponible es mayor que hace un año. La razón fundamental es que han sido las políticas fiscales que se diseñaron como respuesta a la crisis las que han permitido mantener la economía y, por ende, el empleo.

La pandemia ha dejado en la hucha de los hogares una ingente cantidad de dinero

O expresado de otra forma, las transferencias públicas —política fiscal expansiva— han podido compensar a los hogares por la pérdida de ingresos, con el consiguiente efecto sobre la demanda interna. Primero, a causa de la pandemia y, posteriormente, debido al incremento desorbitado de la inflación.

¿Cuál ha sido la consecuencia? Al estabilizar la demanda interna, se crean las condiciones para que crezcan los salarios nominales y en última instancia el empleo, que es lo que hoy impulsa el crecimiento de los ingresos. En definitiva, una espiral que esteriliza en parte los esfuerzos del BCE por controlar la inflación subiendo los tipos de interés. Entre otras razones, porque la pandemia ha dejado en la hucha de los hogares una ingente cantidad de dinero. Se estima que a finales del año pasado el exceso de ahorro en la UE equivale a unos 860.000 millones de euros, lo que supone alrededor del 10,6% de su renta disponible anual. Demasiados imponderables para que la política monetaria sea más eficaz.

El Banco Central Europeo (BCE) continúa luchando contra la inflación, pero también contra un adversario inesperado. Y no es otro que el empleo, cuya fortaleza no solo está sorprendiendo a los banqueros de Fráncfort, sino que, además, está neutralizando una parte de los efectos del endurecimiento de la política monetaria sobre la actividad económica, que es lo que buscan con la subida de los tipos de interés. El BCE entiende que enfriando la economía (menos crédito disponible y más caro) se conseguirá reducir la inflación. Y en coherencia con este argumento, lo que ha hecho en los últimos 14 meses es incrementar los tipos de interés en nada menos que 450 puntos básicos (un 4,5%).

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