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Las dudas que deja en la estrategia del BCE el frenazo de la economía europea
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Las dudas que deja en la estrategia del BCE el frenazo de la economía europea

La debilidad mostrada por los PMI de agosto agudiza la sensación de que Europa se encamina a una recesión y pone en duda la disposición del banco central a seguir subiendo tipos

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE.
Christine Lagarde, presidenta del BCE.
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Europa se frena y la hoja de ruta del BCE se tambalea. Los débiles datos de actividad en la eurozona conocidos este miércoles —con la caída del PMI compuesto de la región a sus niveles más bajos desde finales de 2020— han reactivado las alarmas sobre el riesgo de recesión y han llenado de dudas los próximos pasos del BCE.

Si hasta este miércoles parecía seguro que la institución que preside Christine Lagarde anunciaría en su reunión del próximo 14 de septiembre una nueva subida de los tipos de interés, hasta llevar el tipo de la facilidad de depósito al 4%, la debilidad evidenciada en los datos de los sectores de manufacturas y servicios ha resquebrajado ese relato.

La reacción de los inversores ha sido elocuente. La brusca caída de las rentabilidades de los bonos soberanos europeos (los títulos alemanes a 10 años restaron 12 puntos básicos y los de España e Italia, 13) representa una muestra palmaria de cómo los inversores han empezado a revertir sus apuestas sobre un nuevo endurecimiento del precio del dinero en la eurozona.

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE.
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"Creemos que la tanda de PMI de hoy echa por tierra las perspectivas de una subida de tipos y confirma nuestra opinión de que el ciclo de subidas del BCE se ha completado con un tipo de depósito del 3,75%", señalaba en una nota publicada este mismo miércoles Simon Harvey, director de Análisis de Mercado de FX en Monex Europe.

Con una economía que apunta cada vez con más fuerza a la recesión, un creciente coro de voces se cuestiona si tendría sentido que el BCE siga endureciendo las condiciones monetarias, después de nueve aumentos consecutivos. El banco central sigue trabajando con la hipótesis de que la economía regional crecerá un 0,9% en 2023, pero todo hace indicar que cuando se revisen estas proyecciones, en septiembre, ejecutará un ajuste a la baja considerable.

"La fuerte caída continua en los datos del PMI pondrá a prueba el optimismo de crecimiento del BCE. La debilidad actual de la manufactura podría ser más que cíclica. Podría revelar un choque de competitividad más persistente y estructural. El debilitamiento de los servicios podría revelar que la transmisión monetaria es más fuerte de lo que esperaban los halcones", sugiere en este sentido Rosa Duce, responsable de inversiones de Deutsche Bank España.

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE. (EFE/Wittek)

La teoría clásica diría que una economía que se contrae debería suponer un lastre para las presiones inflacionarias, lo que facilitaría la decisión del BCE. Pero la presente crisis ya ha dejado sobradas muestras de las vulnerabilidades de esta teoría y en el seno del BCE hay voces de mucho de peso que las tienen muy presentes.

Con la inflación subyacente aún dejando señales preocupantes (en julio, se situó en el 5,5%), los denominados halcones del BCE aún pueden encontrar razones para mantenerse aferrados al plan de subida de tipos. No en vano, los mismos datos de este miércoles evidenciaban cómo en el sector servicios se siguen acumulando presiones en los precios, a causa de unos salarios crecientes.

"La principal preocupación que tendrá el Banco Central Europeo con esta lectura es el efecto inflacionario de las presiones salariales. La economía se está enfriando significativamente, pero los halcones en el directorio del BCE se verán tentados a presionar por un aumento más, ya que las presiones salariales se están traduciendo en elevadas presiones inflacionarias para los servicios", observa Bert Colijn, economista sénior de ING.

Las presiones inflacionarias en los servicios no remiten pese a la debilidad

Con tales incertidumbres sobre la mesa, parecería razonable que el banco central se planteara una pausa, como la que ya adoptó recientemente la Reserva Federal. Desde hace tiempo, son varios los expertos que vienen advirtiendo del riesgo de que Lagarde y sus compañeros se pasen de frenada y acaben propinando a la economía europea una bofetada en forma de endurecimiento monetario que provoque un daño severo. Se suele incidir en que las subidas de tipos tienen un efecto retardado en la economía y los datos de este miércoles podrían suponer una de las pruebas más contundentes de que su impacto ya empieza a notarse.

Pero, a diferencia de lo que hizo la Fed, que tras frenar en junio retomó las subidas de tipos un mes después, en el BCE parece cundir la sensación de que cualquier pausa en el ciclo actual de subidas de los tipos supondría un movimiento definitivo. Y es que, con una economía en tendencia claramente negativa, resultaría cada vez más difícil aprobar nuevas alzas del precio del dinero.

En la reunión del pasado julio, Lagarde ya manifestó que la decisión de septiembre se adoptaría a tenor de lo que dijeran los datos. Los de este miércoles parecen indicar claramente que se acerca el momento de pisar el freno. Pero la partida sigue muy abierta y no parece sencillo que los halcones den su brazo a torcer ni siquiera con unos datos tan negativos como los arrojados por este PMI.

Europa se frena y la hoja de ruta del BCE se tambalea. Los débiles datos de actividad en la eurozona conocidos este miércoles —con la caída del PMI compuesto de la región a sus niveles más bajos desde finales de 2020— han reactivado las alarmas sobre el riesgo de recesión y han llenado de dudas los próximos pasos del BCE.

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