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Previsión de nuevas alzas

Lo que el BCE puede aprender de la pausa de la Fed

Lagarde y sus compañeros no parecen dispuestos a detenerse hasta lograr un mayor declive de la inflación. Pero para entonces podrían haber ido demasiado lejos

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE.
Christine Lagarde, presidenta del BCE.
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Jerome Powell se amoldó este miércoles al guion que él mismo se había ido perfilando en las últimas semanas. Después de 10 subidas consecutivas de los tipos de interés, el presidente de la Fed y sus compañeros en la institución acordaron una pausa que el mercado tenía ya sobradamente descontada (especialmente, después de los datos de inflación en EEUU que se publicaron el martes), aunque advirtiendo de que no deben descartarse nuevas alzas en los próximos meses.

Las razones de la decisión quedan plasmadas en el comunicado emitido al término de la reunión, donde señalan que mantener estable los tipos en el rango actual entre el 5 y el 5,25%, “permite al comité evaluar información adicional y sus implicaciones para política monetaria”. Es decir, el banco central estadounidense considera prudente dar tiempo a que sus movimientos anteriores se hagan notar en una economía que sigue ofreciendo señales de fortaleza, pero que podría estar a punto de recibir la embestida del ciclo de endurecimiento monetario más severo del último medio siglo.

Foto: El presidente de la Fed de EEUU, Jerome Powell. (Getty/Win McNamee)
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Nada hace pensar que este jueves los miembros del BCE imitarán la postura de la Fed. Cualquier decisión que no suponga un nuevo incremento de tipos de 25 puntos básicos supondría una sorpresa de difícil interpretación para los mercados.

En Europa, incluso más que en Estados Unidos, la economía viene dando en los últimos meses señales de debilidad (no en vano, la eurozona acaba de entrar en recesión técnica) y la inflación, aunque de forma dubitativa, ofrece muestras de una progresiva desaceleración, al tiempo que los indicadores de las expectativas de la inflación se mantienen contenidas.

Pero la institución que preside Christine Lagarde hace tiempo que ha decidido que prefiere pecar por exceso que por defecto y no se muestra dispuesta a tomarse un respiro hasta que existan evidencias más obvias de que la senda de los precios es claramente descendente. No es de extrañar que firmas como Pimco consideren que en la eurozona “los riesgos se inclinan hacia tipos de interés más altos durante más tiempo en comparación con las expectativas del mercado”.

Al BCE —que inició su ciclo de endurecimiento más tarde que la Fed— no le faltan razones para mantener esta obstinada lucha. Pese a los recortes de la inflación general, los indicadores subyacentes se mantienen obstinadamente elevados y ambos permanecen muy por encima de los objetivos del banco central. Además, la expectativa de una temporada de verano fuerte se mantiene como una amenaza de nuevas presiones inflacionarias desde el sector servicios. Los mercados laborales se mantienen fuertes y las alzas salariales siguen dibujando un panorama en el que no resulta difícil atisbar los riesgos de que un freno prematuro acabe propiciando un enquistamiento de las presiones de precios en la eurozona.

El BCE se enfrenta a un riesgo de credibilidad por su tardía respuesta a la crisis

Además, el BCE se enfrenta a un riesgo de credibilidad, tras haber actuado demasiado tarde contra la actual crisis, y no puede permitirse el lujo de volver a errar, por lo que prefiere aferrarse en mayor medida a los datos actuales que a unas perspectivas de mejora futura envueltas en la incertidumbre.

“Si bien dicha estrategia respalda la credibilidad del BCE, por definición corre el riesgo de quedarse atrás de la curva. Dados los desfases con los que opera la política monetaria y afecta a la economía, los bancos centrales deben mirar hacia el futuro, no hacia el presente. Esta es la teoría. En la práctica, sin embargo, el BCE no cambiará su postura restrictiva hasta que la inflación subyacente muestre señales claras de un punto de inflexión”, observan los expertos de ING Bert Colijn y Carsten Brzeski, quienes sospechan que el banco central aún podría anunciar otras dos alzas de tipos en los próximos meses antes de tener la certeza de haber doblegado la inflación.

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE.

Sin embargo, como la propia Fed parece haber entendido, el riesgo de correr demasiado y pasarse de frenada resulta a cada paso más elevado. Sobre todo, teniendo en cuenta que la eurozona, actualmente en recesión, se enfrenta en las próximas semanas al impacto adicional que supondrá el plan de reducción del balance del BCE (QT), que, tarde o temprano, podría poner cierta presión sobre la capacidad de financiación de algunos de sus miembros.

En esas circunstancias, y aunque no es algo que parezca probable en la reunión de este mismo jueves, Lagarde y sus compañeros en el banco central podrían tomar la consideración de que una pausa a tiempo puede ser un mal menor antes de cometer un error fatal que socavaría en mayor medida su credibilidad. Porque, además, este miércoles, la Fed ha mostrado que se puede tomar una decisión de este tipo y acompañarla de un mensaje suficientemente severo para convencer a los mercados de que no se trata, ni mucho menos, de un paso irreversible.

El banco central estadounidense parece haber logrado, con un solo tiro, ganar tiempo para decidir la senda más apropiada en su lucha contra la inflación y trasladar a los inversores la idea de que son probables nuevas alzas de los tipos en los próximos meses. El BCE necesita marcar su propia estrategia frente a unos problemas que difieren desde muchos ángulos. Pero desde Fráncfort harían bien en tener presente que una pausa no tiene por qué suponer una señal de rendición.

Jerome Powell se amoldó este miércoles al guion que él mismo se había ido perfilando en las últimas semanas. Después de 10 subidas consecutivas de los tipos de interés, el presidente de la Fed y sus compañeros en la institución acordaron una pausa que el mercado tenía ya sobradamente descontada (especialmente, después de los datos de inflación en EEUU que se publicaron el martes), aunque advirtiendo de que no deben descartarse nuevas alzas en los próximos meses.

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