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La paradoja de la Fed y el BCE: cuanto más duros se muestran, menos creíbles parecen
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Dudas sobre la política monetaria

La paradoja de la Fed y el BCE: cuanto más duros se muestran, menos creíbles parecen

Lagarde, al igual que Powell un día antes, ha intentado convencer a los inversores de que el BCE actuará con severidad contra la inflación, al mismo tiempo que evita una dura caída de la economía

Foto: Foto: EC Diseño.
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Si la credibilidad suele considerarse uno de los bienes más preciados de los bancos centrales, lo acontecido en los últimos días difícilmente podría entenderse como un éxito.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, se presentó este jueves ante los mercados con similar propósito al de su homólogo en la Fed, Jerome Powell, el día anterior: derribar la complacencia de los mercados y convencerles de que el marco al que se han aferrado es demasiado benigno.

Para ello, junto a una previsible subida de los tipos de interés por valor de 50 puntos básicos y el preanuncio del próximo inicio (a partir de marzo) de la reducción de balance, el banco central de la eurozona lanzó un mensaje contundente de que pretende seguir endureciendo la política monetaria con más intensidad y por un periodo más prolongado de lo que parecían asumir los inversores. Si antes de la reunión el 3% parecía un techo difícilmente superable, ahora se apunta a niveles de, al menos, el 3,5%. “No estamos girando, no estamos desacelerando. Estamos en una partida de largo plazo”, apuntó Lagarde.

Pese a abrir la puerta a la recesión, el BCE plantea unas perspectivas económicas benignas

Frente a la más confusa reacción de Wall Street en la noche del miércoles, la presidenta del BCE sí pareció lograr la respuesta obvia del mercado a sus señales: revés en las bolsas y fuertes alzas de las rentabilidades de la deuda (el interés del bono italiano a 10 años ha llegado a sumar más de 30 puntos básicos en apenas unos minutos). Pero, al igual que en el caso del banco central norteamericano, se puede entender este movimiento no tanto como una señal de la fe del mercado en sus planteamientos, sino todo lo contrario.

Aunque abriendo por primera vez la puerta a una recesión técnica en Europa (con contracciones estimadas del 0,2% este trimestre y del 0,1% en el primero de 2023), la institución sostiene una visión relativamente benigna de las perspectivas económicas, matizando que cualquier caída sería "relativamente breve y poco profunda" y proyectando un crecimiento en 2023 del 0,5%, que se aceleraría al 1,9% en 2024, lo que contribuiría a mantener una inflación obstinadamente por encima del objetivo a lo largo de todo el horizonte de proyecciones, que alcanza ya hasta 2025.

Los movimientos del mercado, sin embargo, parecen mostrar una manifiesta desconfianza en la capacidad del banco central de sacar adelante su plan sin conducir la economía de la región a una recesión mucho más severa. Solo así puede entenderse la negativa respuesta de los bancos en bolsa (pese a ser supuestamente los más favorecidos por un horizonte de tipos de interés más elevados), el gatillazo del euro tras un sólido repunte inicial o, más significativamente, el intenso aplanamiento de la curva de deuda en Europa.

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“Parece que los mercados financieros y el BCE todavía viven en dos mundos diferentes”, señala en este sentido Sylvain Broyer, economista jefe de EMEA de S&P Global Ratings. “Si el BCE tiene razón, es concebible que los rendimientos a largo plazo aumenten aún más y que la curva de rendimiento en Europa se incline. Si la visión de los mercados es correcta, será mejor que el BCE tenga mucho cuidado en sus próximas decisiones sobre tipos y retirada de liquidez, si no quiere hundir innecesariamente la economía europea en una recesión más larga y profunda de lo que sugieren sus previsiones”, advierte el experto.

En el mercado, no faltan voces que achacan el discurso del BCE a una impostura más que a su propia convicción (“vemos al Consejo de Gobierno como palomas vestidas de halcones”, ha indicado Anna Stupnytska, macroeconomista global de Fidelity International) y ponen en cuestión sus suposiciones.

Incluso un exvicepresidente del banco central como el portugués Vitor Constancio se ha lanzado a cuestionar las expectativas de inflación, que justifican la dureza del banco central. “Las (eufemísticamente) controvertidas previsiones del BCE. Ellos admiten una ‘inflación bajando del 10% en el último trimestre de 2022 a 3,6% en el último trimestre de 2023’, ¡pero luego para 2024 la proyección es del 3,4% cuando asumen precios internacionales decrecientes!”, ha escrito a través de su cuenta de Twitter el que fuera número dos de la institución durante la presidencia de Mario Draghi.

Algunos expertos aprecian incongruencias en las proyecciones del banco central

Y unos recelos similares reflejan en ING, donde señalan que “no nos atrevemos a apostar en contra del BCE, pero desde nuestra posición actual, tanto las proyecciones de crecimiento como de inflación del BCE podrían fácilmente resultar demasiado altas”.

Resulta significativo que dudas similares acompañaran el miércoles los anuncios de la Fed, con algunos analistas considerando contradictorios con sus propios números los intentos de Powell de descartar cualquier recorte de tipos en 2023. “Es difícil saber si los funcionarios de la Fed realmente creen en sus propias proyecciones o si se esfuerzan por tratar de revertir parte del relajamiento de las condiciones financieras durante el último mes”, apuntaron en este sentido los expertos de Capital Economics.

Un axioma habitual de los mercados dice que no se debe luchar contra los bancos centrales, pero los mercados parecen cada vez más convencidos de la necesidad de alejarse de las guías aportadas por estos, lo que, indudablemente, hará más difícil que la política monetaria pueda alcanzar sus objetivos. A Lagarde, como a Powell, le puede quedar por delante una partida larga contra la inflación. Pero la lucha por la credibilidad perdida puede acabar resultando aún más compleja.

Si la credibilidad suele considerarse uno de los bienes más preciados de los bancos centrales, lo acontecido en los últimos días difícilmente podría entenderse como un éxito.

Banco Central Europeo (BCE) Christine Lagarde
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