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El efectivo resiste tras la pandemia y doblega a los nuevos medios de pago
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DATOS DEL BANCO DE ESPAÑA

El efectivo resiste tras la pandemia y doblega a los nuevos medios de pago

El volumen de efectivo en circulación, lejos de hundirse tras la pandemia, resiste. Y lo hace a pesar del auge de los nuevos medios de pago. El uso del dinero físico, de hecho, ya se encuentra cerca de los niveles precovid

Foto: El dinero físico resiste. (iStock)
El dinero físico resiste. (iStock)
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El efectivo resiste. Ni la pandemia, ni la digitalización, ni los nuevos medios de pago están logrando doblegar el uso del efectivo en las transacciones económicas. Un dato lo pone de manifiesto. El 64% de los españoles paga diariamente con dinero físico, el doble que con tarjeta de débito o de crédito. Ni siquiera el bizum, que ha irrumpido con cierta fuerza en los últimos años, le hace sombra. Este medio de pago instantáneo, de hecho, se utiliza todavía de forma residual: solo un 1% de los españoles lo usa diariamente, un porcentaje similar al de las transferencias bancarias.

Otro dato lo pone de relieve. En 2022, la retirada de efectivo en cajeros automáticos creció un 7,8%, hasta rozar los 120.000 millones de euros. Lo significativo es que ese volumen vuelve a situarse ya muy cerca de los 125.100 millones alcanzados en 2019, inmediatamente antes de la pandemia, cuando a causa de las restricciones a la movilidad e, incluso, por razones profilácticas, la retirada de dinero físico se hundió un 18,4%.

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Las mayores disposiciones, en todo caso, pueden tener un sesgo al alza debido a la elevada inflación, pero aun así se observa un cambio de tendencia. Entre otras razones, porque continúa disminuyendo el número de cajeros automáticos, lo que dificulta la retirada de liquidez. Las cifras del Banco de España muestran, en concreto, que el año pasado se cerró con 45.233 cajeros, lo que supone un 5% menos que un año antes.

Desde el máximo, en 2008, cuando había instaladas 61.714 máquinas expendedoras de dinero, ha desaparecido uno de cada cuatro cajeros automáticos distribuidos por toda la geografía nacional. Hoy, de hecho, hay tantos cajeros como los que había al comenzar el siglo, lo que dificulta la retirada de efectivo. En particular, en zonas rurales o de baja densidad demográfica. Por el contrario, lo que están creciendo son las terminales, que crecen anualmente a un ritmo medio del 7%. En los últimos 20 años, su número se ha multiplicado por tres.

Dinero físico y nivel de estudios

Lo que también ha cambiado es el uso de los distintos medios de pago en función de la edad. Mientras que el 43% de los jóvenes entre 25 y 34 años paga a diario con instrumentos electrónicos, en el caso de los mayores de 54 años aumenta hasta el 71%. El otro factor que influye de forma decisiva en el uso de cada instrumento de pago es el nivel de estudios. Cuando los estudios son superiores, el uso del efectivo baja, pero aumenta si se trata de educación básica. Aun así, en todos los tramos de edad el uso del efectivo es mayor que el pago mediante procedimientos electrónicos.

Los datos proceden de un estudio realizado por la consultora Ipsos para el Banco de España, y lo que vienen a reflejar es que por múltiples razones —seguridad, asentamiento de comportamientos culturales, desconocimiento de las nuevas tecnologías o, simplemente, por comodidad— el efectivo se resiste a morir, en particular en el pequeño comercio y la hostelería. No ocurre lo mismo en las grandes superficies, donde normalmente las cantidades a pagar son superiores. En el 80% de las empresas entrevistadas, la mayoría de los pagos de sus clientes (en número de operaciones) se realizaron con tarjeta u otros medios distintos del efectivo en el último año.

La preferencia por el billete físico, bien es cierto, se ha ido atenuando a lo largo de los años, aunque en esto ha contribuido de forma relevante la pandemia, que aceleró un proceso que se veía venir a medida que han ido creciendo las compras online. Según un reciente estudio del Banco de España, el porcentaje de compras con efectivo se sitúa en el 66% en 2022, frente al 83% de antes de la pandemia. Normalmente, los pagos con efectivo se utilizan para compras de un importe inferior al de los pagos con tarjeta (un importe medio de 22,6 euros en efectivo, frente a un importe medio de 38 euros con tarjeta). En todo caso, lo relevante es que también las compras con dinero físico recuperan una cierta normalidad, como el teletrabajo, que en los últimos trimestres ha tendido a reducirse en la medida en que se ha ido alejando la pandemia.

Foto: El uso del dinero en efectivo ha vuelto a subir por la inflacción. (Foto: EFE / Emilio Naranjo)

Lo que está fuera de dudas es que tanto la extensión de los pagos en efectivo como el uso frecuente de medios de pago electrónico están afectando de forma definitiva al uso de métodos tradicionales, como el cheque, cuya utilización es prácticamente irrelevante. Los datos del Banco de España, en concreto, muestran que el año pasado se giraron apenas 28 millones de cheques, y en esta cifra se incluye la compra de carburantes, lo que da idea de su práctica desaparición. A destacar el uso cada vez más frecuente de las domiciliaciones bancarias para realizar los pagos. Nada menos que una de cada tres operaciones se realiza por este medio.

Garantizar el efectivo

La supervivencia del efectivo como medio de pago es un asunto muy relevante para el Banco Central Europeo (BCE) ante el avance de las monedas digitales y los nuevos instrumentos de pago. Entre otras cosas, porque tienen la obligación legal de garantizar el uso del euro físico en las transacciones internacionales. Según sus estimaciones, entre el 30% y el 50% de los billetes denominados en euros circulan fuera de la eurozona.

Obligación legal de garantizar el uso del euro físico en las transacciones internacionales

Esta estrategia de defensa del efectivo contrasta con lo que sucede en algunos países del norte de Europa, en particular en Suecia, donde el uso del dinero físico retrocede de forma imparable. El argumento más utilizado es que de esta forma se combate la economía sumergida. En Suiza, sin embargo, sucede justo lo contrario e, incluso, se prevé celebrar un referéndum para incluir en la Constitución helvética la obligatoriedad de que siempre se pueda utilizar el dinero físico.

También en la legislación de la Unión Europea es obligatoria la admisión de efectivo en euros como moneda de pago. Es decir, ni los comercios ni la hostelería pueden rechazar el dinero físico, salvo que haya un acuerdo previo entre los participantes en la operación. El argumento central que ofrece el BCE es que de esta manera se respeta el derecho fundamental a la protección de datos y la identidad y privacidad de los ciudadanos en asuntos financieros.

El efectivo resiste. Ni la pandemia, ni la digitalización, ni los nuevos medios de pago están logrando doblegar el uso del efectivo en las transacciones económicas. Un dato lo pone de manifiesto. El 64% de los españoles paga diariamente con dinero físico, el doble que con tarjeta de débito o de crédito. Ni siquiera el bizum, que ha irrumpido con cierta fuerza en los últimos años, le hace sombra. Este medio de pago instantáneo, de hecho, se utiliza todavía de forma residual: solo un 1% de los españoles lo usa diariamente, un porcentaje similar al de las transferencias bancarias.

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