Cuatro claves que explican el triunfo de Argentina en el Mundial de Qatar (además de Messi)

Argentina ya tiene la Copa del Mundo que tanto deseaba... 36 años después. Por el camino se trituraron entrenadores, se cayeron demasiados jugadores, se alcanzaron cuotas de presión infernal y se quemó generación tras generación. Incluso Leo Messi dudó si retirarse de la selección albiceleste, hasta que volvió para cerrar el círculo y coronar su carrera. El argentino se tomó la revancha que guardaba contra el Mundial por aquella final perdida en el de 2014. También por la eliminación a manos francesas (con actuación estelar de Kylian Mbappé) en el Mundial de 2018. Sin embargo, la determinación del Messi más maradoniano (marcando en todas las fases eliminatorias) no ha sido la única clave que ha dejado este equipo. Aquí van todas las razones por las que Argentina ha sido campeona en Qatar (además de Messi).

1. Entender a Messi

Leo Messi siempre ha podido ganar partidos por sí mismo de manera regular. Eso explica el dominio del FC Barcelona en la competición que marca el día a día de un club como es LaLiga hasta que se marchó a París. Un futbolista capaz de albergar todas las virtudes posibles (pase, conducción, regate, gol en cantidades industriales, determinación, velocidad y determinación). Sin embargo, un solo jugador no puede ganar ni Champions League ni Mundiales al máximo nivel. O mejor dicho, puede decidir una eliminatoria un día sin que sus compañeros le otorguen demasiadas ventajas, pero eso no sucederá de forma recurrente.

El gran mérito de Lionel Scaloni es haber construido un gran equipo en torno al 10, pero que le brindaba el mejor contexto posible, no al revés. Durante años, Messi estuvo rodeado de grandes futbolistas, pero no los que necesitaba. El técnico ex del Deportivo de la Coruña, el más joven del torneo con 44 años, junto a uno de los grandes ídolos de Messi, Pablo Aimar, supieron entender qué herramientas necesitaba la estrella del PSG en un momento de su carrera en el que ya no tiene la misma facilidad goleadora, la velocidad ni el desborde de antaño. Por eso le dio velocidad en ataque (movimiento por delante) y futbolistas de buen pie en el centro del campo (alimento futbolístico por detrás).

2. La fuerza mental del grupo

Argentina empezó de la peor manera posible el Mundial. Pudo golear en el primer tiempo a Arabia Saudí, pero entre la torpeza de Lautaro Martínez para no romper el fuera de juego, el laborioso sistema defensivo de Hervé Renard y la falta de reacción y concentración en el segundo tiempo, la Albiceleste se metió en un lío del que no supo salir en más de 90 minutos. El escenario tras el partido era agónico. Argentina, campeona de la Copa América y una de las grandes favoritas para ganar la Copa del Mundo, perdía en uno de los partidos más rocambolescos en la historia de los mundiales. En la última bala de Messi, Argentina podía haber salido eliminada en el segundo partido.

El encuentro contra México era un todo o nada. Como si la Albiceleste viviese una continuación de lo que supuso aquel Mundial de Rusia 2018, donde cada partido conllevaba una carga emocional terrible. Las caras eran de pánico, ansiedad, miedo y estrés competitivo. Los argentinos no sabían qué hacer con la pelota ni en largo ni en corto... pero marcó Messi y el partido cambio de energía. Otra vez. A partir de entonces, Argentina superaría todos y cada uno de los momentos críticos durante el torneo. Desde los minutos finales con México, pasando por la tanda de penaltis contra Países Bajos, el encuentro contra Croacia o la final tras el 2-2 de Mbappé. Argentina fue convencimiento cuando en otros torneos había sido un mar de dudas atenazado por la aversión a la derrota. Hay mucho trabajo mental en este triunfo. Y eso es mérito de los jugadores, pero especialmente de Lionel Scaloni.

3. Los cambios de Scaloni durante el torneo

Hubo dos cambios del cuerpo técnico que modificaron por completo el rumbo de Argentina durante el Mundial. Además de aprender de los errores del primer día contra Arabia Saudí, imprimir una fuerza mental monstruosa a la Albiceleste y demostrar cintura táctica, el cuerpo técnico entendió qué nombres propios podían aportar más al equipo. El primero es la entrada de Enzo Fernández. El centrocampista del Benfica, escogido mejor jugador joven del torneo, disputó unos buenos minutos en el tramo final contra Arabia Saudí, jugó prácticamente toda la segunda parte contra México (con golazo incluido) y ya nadie lo movería del XI titular al ser de la partida contra Polonia.

El centrocampista sudamericano dotó al equipo de mejor pie en la construcción del juego, continuidad con la pelota, ideas, ritmo en la circulación del balón, liberó de responsabilidades en el circuito de pases a Leo Messi y permitió subir metros a De Paul y Mac Allister. Como 5 en la base del juego o como interior, su torneo es excelso y su precio... inimaginable. El otro cambio fue el de Julián Álvarez por Lautaro Martínez. Cuatro goles en el torneo (dos en las semifinales ante Croacia) por cero tantos del delantero del Inter de Milán. No solo se mostró más certero que su compañero con una determinación anormal a sus 22 años, es que además siempre ofreció movimiento a la espalda de la zaga rival, lucha constante, amenaza por todo el frente de ataque y un recurso letal al contragolpe a la hora de picar a la espalda del adversario.

4. Un portero imbatible... o eso transmitía

Se ha hablado mucho del torneo de Leo Messi, Julián Álvarez, Enzo Fernández e incluso de la histórica final de Ángel Di María, pero el Dibu Martínez ocupa un lugar privilegiado en el ranking de futbolistas decisivos en el Mundial de Qatar. La parada a Kolo Muani en el 123 de la prórroga es la mejor parada en una final de un Mundial desde la de Iker Casillas a Arjen Robben en 2010 y rivaliza con la conocida como parada del siglo ,protagonizada por Gordon Banks ante Pelé. Es una acción perfecta, porque el guardameta argentino se abre lo máximo posible para tratar de ganar el mayor espacio que le rodea y tapar todos los ángulos al delantero.

Luego, además, Emiliano Martínez detendría un penalti en la tanda, a Kingsley Coman, que sería decisivo a la postre. También paró dos penaltis contra Países Bajos en los cuartos de final. Es solo una parte más del recital de un portero que ya ocupó portadas en la última Copa América de la que Argentina salió campeona al derrotar a Brasil en Maracaná. El Dibu Martínez, con toda su parafernalia a cuestas, ha sido uno de los pilares más importantes en la consecución del Mundial de Argentina. Un portero muy por encima del reto.