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Robben, el genio que pudo tirarse al suelo y dejar a España sin el Mundial de Sudáfrica
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Se retira del fútbol definitivamente

Robben, el genio que pudo tirarse al suelo y dejar a España sin el Mundial de Sudáfrica

La estrella holandesa, que había vuelto a los campos en 2020, no ha podido con sus molestias. Deja el deporte como uno de los mejores futbolistas del siglo y con la eterna duda de si debió dejarse caer cuando le placó Puyol aquel 11 de julio de 2010

Foto: Arjen Robben supera a Carles Puyol durante la final del Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010. (EFE)
Arjen Robben supera a Carles Puyol durante la final del Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010. (EFE)

En la década 2010-2020, dominada futbolísticamente por estrellas de la magnitud de Leo Messi y Cristiano Ronaldo, había otro jugador que sin estar invitado a ese club tenía un poderío similar al argentino: todos los jugadores sabían lo que iba a hacer Arjen Robben, pero nadie era capaz de detenerlo. El extremo holandés acababa desbordando indefectiblemente al defensor con la pierna izquierda, de afuera hacia adentro, hasta perfilarse lo suficiente como para ensayar uno de sus disparos con rosca (también de afuera hacia adentro).

Robben, que colgó las botas para siempre esta semana, a los 37 años, tuvo el Mundial 2010 en sus botas y fue el mejor jugador del Mundial 2014 (en el que Holanda quedó tercera). Entremedias, formó con Ribery (y después) Lewandowski una delantera memorable en un Bayern que consiguió ocho ligas alemanas y una Champions, en 2013, en la que él mismo anotó el gol decisivo al final del encuentro.

Disputó con el club bávaro 309 partidos y anotó 144 goles, una cifra muy alta para un extremo. Florentino Pérez se arrepentiría con el transcurso del tiempo de haber vendido al holandés, desesperantemente irregular en el equipo blanco (donde ganó una Liga y una Supercopa en dos años) por culpa de las lesiones, el gran obstáculo de un futbolista que aspiró legítimamente a destronar a los dos Balones de Oro de la época. Era tal la pasión futbolística del holandés, tal la obsesión por ganar y triunfar (estuvo cerca de tener que abandonarlo en su juventud por un tumor testicular), tal su explosividad en carrera, que se dañaba cíclicamente la rodilla o algún músculo y debía volver a empezar de nuevo.

"Ansiedad"

“Ansiedad”, lo llamaba Bernd Schuster, entonces técnico merengue, que no logró proteger su rodilla izquierda de más lesiones. Robben (que tuvo bajones psicológicos durante su carrera) irritaba a la afición por su fragilidad, pero era respetado como un futbolista decisivo. Florentino Pérez –que regresó al club en junio de 2009– buscaba nuevos 'Galácticos', y vendió al holandés al Bayern mientras reventaba el mercado internacional con la contratación de Kaká y de Cristiano Ronaldo (además de Benzema o Xabi Alonso). "Se gastaron muchísimo dinero, y nos dijeron que tenían que hacer algo de caja con ventas", afirmó Robben al diario As en 2019. "Fue una pena para mí, porque tenía muy buena relación con Manuel Pellegrini [recientemente nombrado entrenador del Real Madrid] e hice quizá la mejor pretemprada de mi carrera [...] Fue difícil, por el cambio de presidente –me sentía de veras muy cómodo allí, y jugué bastante bien, pero cuando se mete la política por medio y no tienes una verdadera oportunidad, debes decidir si quieres seguir luchando o seguir tu carrera en otro sitio".

placeholder Raúl y Robben celebran un gol al Barça en 2008. (EFE)
Raúl y Robben celebran un gol al Barça en 2008. (EFE)

Robben nunca logró escapar a la maldición de las lesiones, aunque llegó en excelente forma a dos Mundiales y mereció al menos ganar uno. Es más, no quería retirarse aún de los campos: había vuelto a la práctica del balompié en 2020, un año después de dejar el Bayern Múnich, en el equipo donde se formó, el Groningen. Lamentablemente, los problemas físicos le han hecho perderse casi toda esta temporada: únicamente 173 minutos en seis partidos (una cifra que el propio futbolista definió como “decepcionante”).

Cualquiera que haya vuelto a ver la final de Johannesburgo, en 2010, repara no sólo en la eterna parada de Casillas con el pie, minuto 62, con 0-0 en el marcador. Concluye también que Puyol –ya con amarilla– hubiese sido expulsado irremisiblemente si el 'crack' de Bedum se hubiese dejado caer en el minuto 82, también con empate a cero, cuando el central español trata de placarle sin éxito en velocidad. La elegancia de Robben durante ese partido –y en muchos otros– contrasta con el salvajismo de algunos de sus compañeros en una final que nunca debió de terminar con 22 hombres en el campo (ni, por tanto, alcanzar la prórroga).

“Aquel error ante Casillas me acompañará toda mi vida”, ha dicho varias veces Robben, que sufrió ese día la maldición ‘naranja’ en la tercera final holandesa de un Mundial. En la siguiente edición, Brasil 2014, Robben (dos goles) y sus compañeros se vengaron de España en aquel 5-1 inicial que marcó el declive de la selección de Del Bosque. El calvo irrefrenable fue el mejor futbolista del certamen: él solo remontó a la México más sólida que se recuerda en octavos de final.

Siete años después, tras otro gran torneo fallido de su selección, guarda las botas de tacos para siempre. Marcó su último gol en mayo de 2019, con el Bayern. No ha anunciado a qué se dedicará en el futuro, pero su zurda queda para la historia: con permiso de Messi, el regateador más rápido y hábil del siglo XXI, cuyo espíritu deportivo y confianza en sí mismo hicieron que no se tirase al suelo, como hubiesen hecho tantos otros, aquel 11 de julio en el estadio FNB Soccer City.

En la década 2010-2020, dominada futbolísticamente por estrellas de la magnitud de Leo Messi y Cristiano Ronaldo, había otro jugador que sin estar invitado a ese club tenía un poderío similar al argentino: todos los jugadores sabían lo que iba a hacer Arjen Robben, pero nadie era capaz de detenerlo. El extremo holandés acababa desbordando indefectiblemente al defensor con la pierna izquierda, de afuera hacia adentro, hasta perfilarse lo suficiente como para ensayar uno de sus disparos con rosca (también de afuera hacia adentro).

Iker Casillas
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