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Por qué el Real Madrid necesita al Vinícius más desatado para combatir al ejército de Simeone
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Ángel del Riego

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Por qué el Real Madrid necesita al Vinícius más desatado para combatir al ejército de Simeone

El Real Madrid de Ancelotti se encuentra en un punto dulce, pero urge sumar al brasileño para volar. Griezmann es un privilegiado y Morata lidera la estampida del Atlético

Foto: Vinícius deberá volver a marcar la diferencia. (Reuters/Susana Vera)
Vinícius deberá volver a marcar la diferencia. (Reuters/Susana Vera)

Luka no jugó el partido contra Las Palmas. Fue hace una semana. Estaba en el banquillo. Como el Madrid es algo fuera de lo normal, la gran ballena varada de la que vive un ecosistema entero, la prensa preguntó el porqué. ¿Por qué Luka no calentó siquiera? Ahí estaba el inicio de un incendio, de una polémica con la vestal balcánica. Pero Ancelotti es un italiano ortodoxo. Alguien que viene de la tradición y está envuelto por toda la sabiduría de aquel país.

El transalpino respondió así: "Luka no ha calentado porque no lo pongo a ello, si no estoy seguro de que va a jugar, tengo que respetarlo en este sentido. Está bien, muy bien, listo para el próximo partido". Puso claridad donde otros ven neurosis. Eso tan difícil en España, decir algo que no es interpretable, y que está casado con lo real en primeras nupcias. No hay polémica. Luka sigue con nosotros. Y en el siguiente partido, entre semana, contra el Getafe, lo demostró.

Fue una victoria fácil del Madrid en campo contrario. Un campo de extrarradio donde crecen espinas, pero no odio. El Madrid se deslizó por el partido como una serpiente marina por un documental: al compás de las aguas, solamente precipitándose en la brusquedad cuando mira de frente a la presa. Se pueden utilizar muchas metáforas para definir este Madrid de enero 2024. Pero no se le puede encerrar en números ni en cifras. No hay un dibujo definido ni palabras en las que encaje, es un equipo en el que Ancelotti y lo madridista confluyen en un todo indistinguible.

Como dijo Rexach una vez: hacen su típico juego de atacar con muchos jugadores pasándose la pelota en espacios cortos. Y como dijo Guardiola hace años: el Madrid es un equipo que siempre ha jugado al contraataque. Seguramente alguien habrá sentenciado que el Madrid juega con dos delanteros desde el inicio de los tiempos, e incluso que los blancos atacan por las bandas sin descanso. En opinión de muchos, el Real es un equipo básico que saca mucho partido de los centros por alto; y hay quien piensa que el fuerte del los blancos son los pasillos interiores.

Foto: El catalán besa el trofeo. (Reuters/Murad Sezer)

Se subestima e infravalora al Real Madrid

Es maravilloso el Madrid. Un monstruo de las profundidades tan enorme que cada uno ve solamente una parte de él. Y esa parte —el que mira— la examina con los ojos del prejuicio. En el mismo partido, observadores imparciales han visto un magnífico encuentro, una vergüenza arbitral, un partido para olvidar en el que el Madrid llegó dos veces y marcó dos goles casi por azar, un partido de ida y vuelta en el que pudo ganar cualquiera, un Madrid menor que impuso su mayor pegada o un espectáculo indefinible en el que nadie sabe lo que pasó más allá de la victoria merengue.

El fútbol es competición y el Madrid ya no compite contra nadie. Eso apaga la llama. Lo trascendente de la victoria, ha desaparecido. Quizás por eso, la duda telúrica en la que vive el Madrid, nunca del todo reconocido, siempre pendiente de que un penalti mal pitado haga despertar la vieja moribunda del antimadridismo, es el mejor regalo que los demonios del fútbol le hace a la entidad de Chamartín.

placeholder Vinícius Júnior, durante el encuentro en Getafe. (Reuters/Juan Medina)
Vinícius Júnior, durante el encuentro en Getafe. (Reuters/Juan Medina)

Hablábamos de Luka y su nombre no debe ser tomado en vano. Hace unos días, contra el Getafe, vimos otra exhibición de él. No salió en los periódicos ni el Empire State se iluminó con el rubio de su cabellera. Pero fue una de las razones de la fluidez del equipo. Luka se encontró con Bellingham, mientras Tchouaméni cerraba todas las puertas y Valverde corría la banda como un animal salvaje.

Cada salida del Madrid era una ocasión de gol, pero como Vinícius está en el laberinto de Alicia y convierte lo sencillo en imposible, el partido no acabó en goleada blanca. Casi mejor. Eso mantiene las dudas y las expectativas. Un Madrid como un trasatlántico que vive en su opulencia, con una melodía interna que desde fuera parece un resplandor vacío. Ese Madrid siempre amenaza más profundo que el operístico que abre las portadas de los periódicos.

El equipo fluye y disfruta

El dibujo del equipo es algo así: Tchouamení y Modric en el medio, repartiéndose las tareas como un matrimonio antiguo. Mientras, Valverde insertado en un riel va y viene dejando una estela de fuego en sus desplazamientos. Bellingham en el carril central saltando líneas con esa elasticidad sinuosa de la primera vez. Vinícius en su izquierda y un delantero centro. Eso fue la innovación: un delantero centro de nombre, Joselu.

El juego del Madrid se aclara, las riquezas del equipo salen a la luz, los laterales se vuelven eficientes y el equipo se vuelve amplio, como si una cualidad espacial oculta surgiera con esa ocupación del área. Joselu cumplió su papel a la perfección. En este Madrid asimétrico tiene el rol de clavar la estaca en los ojos del contrario, siempre el último hombre, ahí lo encontraremos. Más veloz de lo que se le supone, le regaló un par de contras a Vinícius, que el brasileño desperdició por querer traspasar el muro de lo real. No pudo y ese ácido le corroe, así que habrá tormenta contra el siguiente adversario: el Atlético de Madrid.

Foto: El técnico argentino, durante el partido de Copa en el Metropolitano. (Reuters/Susana Vera)

Griezmann, un talento único

El Madrid es uno de los pocos equipos de Europa en el que todo está conectado al talento del jugador. Hay sistema pero no tanto para abrumar al futbolista. En el Atleti no es así. Solamente Griezmann tiene derecho a salvar el mundo con un regate o a condenarlo con un remate de espuela. El resto tienen un plan concebido en las catacumbas y que contra el Madrid se vuelve cristalino: balones colgados a Morata precedidos de salidas en estampida hechas de balones recuperados en el medio.

El plan defensivo consiste en atacar los vértices de cada triangulación. Contacto, falta o performance, Belllingham, Vinícius y Rodrygo juegan siempre bajo un violento fuego cruzado. Bajo el signo de Caín. El Madrid está en un punto técnico, dulce, casi tierno. Parecen en ese momento en el que dan la impresión de poder levantar una catedral con solo mirarla.

placeholder Griezmann, el mejor del Atlético de Madrid. (Reuters/Juan Medina)
Griezmann, el mejor del Atlético de Madrid. (Reuters/Juan Medina)

Falta Vinícius, que no está subido al compás del equipo. Y el brasileño adora los peores escenarios. Los que le permiten hacer los de Chaplin; burlar a los malvados y quedarse con la chica. Un último apunte: no quedan centrales entre los blancos. Nacho está de vuelta de su mundo de perfección y ahora únicamente queda un chico aplicado, el cuarto de la plantilla que limita casi siempre con el error. Rüdiger es vociferante y algo sobreactuado, pero defiende.

Pero Rüdiger está infiltrado, semi lesionado, dolorido o cualquiera de esas combinaciones y Simeone lo sabe. Y Simeone no es James Stewart. No concede el primer disparo. Es Lee Marvin, el antagonista, dueño de una jauría de vietcongs, hechos para sacar oro de las debilidades ajenas. El juego será del Madrid, pero esa fragilidad de sus cuartos traseros y los mundos oníricos de Vinícius son los que dictarán el resultado del partido.

Luka no jugó el partido contra Las Palmas. Fue hace una semana. Estaba en el banquillo. Como el Madrid es algo fuera de lo normal, la gran ballena varada de la que vive un ecosistema entero, la prensa preguntó el porqué. ¿Por qué Luka no calentó siquiera? Ahí estaba el inicio de un incendio, de una polémica con la vestal balcánica. Pero Ancelotti es un italiano ortodoxo. Alguien que viene de la tradición y está envuelto por toda la sabiduría de aquel país.

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