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Al 53% de los españoles les apenó la muerte de Franco. Esta profesora alemana sabe por qué
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Entrevista

Al 53% de los españoles les apenó la muerte de Franco. Esta profesora alemana sabe por qué

La historiadora Anna Catharina Hofmann, autora de un libro de referencia sobre el desarrollismo franquista, explica los motivos económicos por los que el dictador murió en la cama

Foto: Portada del libro. (Cedida/ECDiseño)
Portada del libro. (Cedida/ECDiseño)

Es una de las preguntas más importantes del siglo XX español, pero las respuestas siguen siendo insuficientes. ¿Por qué duró tanto el régimen franquista?

Poco después de la muerte de Franco, una encuesta aseguró que el 53% de los españoles recibieron la noticia con "dolor y pena". Y el 29% lo calificaron de "pérdida irreparable", como si hubiera muerto un familiar bonachón, el tío Paquito.

En febrero de 1956, hubo una ola de frío en España que puso al régimen en su primer gran aprieto desde la Guerra Civil. La larga helada reventó las cosechas y las precarias costuras de la autarquía. En general, 1956 fue un año negro del franquismo, con su crisis económica, su inflación galopante y sus primeras huelgas y protestas universitarias fuertes. En septiembre de ese año, los cardenales y arzobispos españoles criticaron la política económica del régimen en una carta pastoral: "Cuando en una sociedad [...] se excluye el factor trabajo de la participación en los beneficios comunes, y estos se acumulan al capital, tal sociedad [...] no está cristianamente constituida".

Fruto de este contexto sombrío, un desconocido tecnócrata llamado Laureano López Rodó se convirtió en el cerebro de la reinvención estratégica del franquismo, de dictadura fascista a gestoría económica desarrollista.

Foto: Los nietos y bisnietos de Franco, en la exhumación del dictador. (EFE)

En 1958, 6 de cada 1.000 españoles tenían coche (por 101 de cada 1.000 franceses). En 1960, solo el 4% de las viviendas del país tenían nevera; el 40 % no tenían retrete y el 25% no contaban con ducha o cuarto de baño. Las cifras iban a cambiar drásticamente los siguientes meses.

Entre 1961 y 1963, el PIB español creció a una media del 9,7% anual. Prensa e inversores extranjeros empezaron a ver con otros ojos al régimen. Don Shannon, del Washington Post, fue uno de los que hiló más fino en el análisis de la nueva España: "Si el Gobierno consigue elevar el nivel de vida en un 10%, Franco estará más firme en la silla que nunca". Mucho no se equivocó.

En una encuesta de 1967, el 77% de los españoles estaban "muy satisfechos" o "más o menos satisfechos" con su situación económica personal

De la barbarie de la Guerra Civil, se pasó a la dulce alienación del consumo de masas. En una encuesta de 1967, el 77% de los españoles estaban "muy satisfechos" o "más o menos satisfechos" con su situación económica personal (el humor se tornó más funesto a partir de entonces, con la protesta en la calle y el régimen en caída libre).

"La propaganda de López Rodó alrededor del Primer Plan de Desarrollo apuntaba a relegitimar la dictadura de Franco como un 'régimen de rendimiento' supuestamente posideológico. [...] Invocaba una visión de futuro positiva, en la que ya no había 'vencedores' y 'vencidos', sino tan solo una población animada por la 'mentalidad de desarrollo', trabajadora y consumidora. López Rodó tampoco fundamentaba ya el liderazgo de Franco en su calidad de vencedor de la Guerra Civil. En vez de esto presentaba al caudillo como autor del desarrollo español. [...] De forma similar a la de las dictaduras del área soviética, que desde finales de la década de 1950 dieron un giro hacia el 'comunismo de consumo', se trataba de estabilizar el régimen no ya mediante una movilización política a favor del sistema, sino mediante la creación de una sociedad del bienestar y de consumo. [...] Rodó gustaba especialmente de referirse a una supuesta frase de Rostow según la cual España no tardaría en ser 'la California de Europa'", cuenta Una modernidad autoritaria (PUV, 2003), de la historiadora alemana Anna Catharina Hofmann, convertida rápidamente en obra de referencia sobre el desarrollismo en la España franquista. Más extractos del libro:

"La elevación del nivel de vida a consecuencia del 'boom' promovió en parte de la población la percepción de Franco como 'el abuelo bueno'"

"Recientes estudios sobre las actitudes sociales durante la dictadura de Franco confirman que la elevación del nivel de vida a consecuencia del boom económico —precisamente ante el trasfondo de la experiencia de los 'años del hambre' después de la guerra— promovió en parte de la población la percepción de Franco como 'el abuelo bueno', autor 'de todo lo bueno y del crecimiento'".

"Un buen ejemplo de la transformación de la percepción exterior de Franco es el Time Magazine, cuya portada mostró al dictador cuatro veces a lo largo de sus casi cuarenta años de gobierno. Mientras que en 1937 se le reproducía como general, en 1939 ya se le daba el título de 'dictador Franco'. En 1943 se había convertido en líder de un Estado fascista de partido único, reconocible por la boina roja de FET y de las JONS. Por último, la edición de Time Magazine del 21 de enero de 1966 es una prueba del éxito que la nueva propaganda del régimen alcanzó incluso en el exterior: en esta ocasión, el dictador, aunque seguía siendo designado como 'general Franco', aparecía como un amable y sonriente señor entrado en años, vestido de traje. Además, el título, 'España mira hacia el futuro', y el olivo al que brotaban nuevas ramas verdes ponían de manifiesto que la 'nueva etapa', propagada por López Rodó, y la mirada hacia el desarrollo y el bienestar habían hecho su efecto también en el extranjero".

En su versión primigenia, Una modernidad autoritaria recibió el premio Hedwig Hintze a la mejor tesis de historia por la Asociación de Historiadores e Historiadoras Alemanes (VHD). "Aparte del placer personal, me alegró especialmente que se premiara en Alemania un libro sobre la dictadura franquista y, por tanto, sobre un tema que hasta ahora no ha tenido un gran peso en la historiografía alemana", cuenta Anna Catharina Hofmann, que estudió historia y filología y literatura españolas, estuvo de Erasmus en la Universidad Complutense y pasó varios años viviendo e investigando en Madrid su tesis doctoral; ahora es profesora en la Universidad Martín Lutero de Halle-Wittenberg.

La entrevista con la autora

Hablamos con Anna Catharina Hofmann.

PREGUNTA. ¿Cuánta culpa tuvo del milagro económico español el boom económico de la Europa de posguerra?

RESPUESTA. Mucha culpa. El "milagro económico" de los años sesenta, con el que España subió al décimo puesto entre las naciones industrializadas, se explica en primer término por el boom económico general de Europa durante los Trente Glorieuses. Es decir, al igual que en otros países europeos tras la Segunda Guerra Mundial, también en España los efectos de reconstrucción y de convergencia desempeñaron un papel clave en aquel crecimiento económico sin precedentes. Junto a la apertura de la economía española al exterior y el restablecimiento de las relaciones comerciales a partir de los años cincuenta, también influyeron el proceso de puesta al día tecnológica, las entradas de divisas procedentes del turismo y las remesas de los emigrantes españoles, así como la creciente llegada de créditos e inversiones extranjeras. Además, hay que mencionar aspectos internos como la expansión de la inversión pública y privada y el aumento significativo de la productividad como explicaciones del boom.

P. En el libro citas una encuesta de la Transición en la que más de la mitad de los españoles se mostraban tristes por la muerte de Franco. ¿Por qué el franquismo murió en la cama y qué papel jugó el desarrollismo para que esto fuera posible?

"La larga supervivencia que consiguió el régimen franquista no puede explicarse sin su reinvención como dictadura desarrollista"

R. Esa es la gran pregunta que intento responder en mi libro. La larga supervivencia del régimen franquista no puede explicarse sin su reinvención como dictadura desarrollista. Porque así fue posible eliminar el déficit de legitimidad de la dictadura, cada vez más patente desde principios de los años cincuenta. Internamente, esto permitió superar la crisis política, económica y social, que alcanzó su punto álgido durante la crisis de 1956, y dotar a la dictadura de una nueva legitimación como régimen de rendimiento y desarrollo. Hay muchos indicios de que la euforia desarrollista, y el despegue económico, que la propaganda del régimen presentó como obra de la dictadura, desempeñaron un papel decisivo en su estabilización.

De cara al exterior, España pudo desprenderse del estigma del fascismo e inscribirse en el mundo occidental como una dictadura desarrollista anticomunista. El factor decisivo para ello fue el auge mundial de las ideas supuestamente apolíticas de planificación económica y desarrollo en el contexto de la Guerra Fría, y el hecho de que, a escala mundial, el crecimiento económico se convirtiera en la vara de medir con la que se juzgaba el éxito o el fracaso de una nación. De hecho, esto no solo es válido para las dictaduras militares africanas, latinoamericanas o asiáticas, sino también para los países europeos: dictaduras socialistas como Rumanía o la Francia gaullista también pueden interpretarse como "regímenes de modernización", ya que obtuvieron una parte importante de su legitimidad política a través de sus políticas de modernización y desarrollo.

Este trasfondo explica el asombroso reconocimiento de que gozó la dictadura franquista en el mundo occidental desde finales de los años cincuenta. Y esto no solo a nivel simbólico, sino también de forma muy concreta a través del apoyo financiero a la dictadura (tanto de organizaciones internacionales como a través de préstamos bilaterales de otros países, así como de participaciones e inversiones extranjeras), lo que contribuyó decisivamente a la estabilización del régimen.

Foto: El hispanista Ian Gibson, durante la entrevista con El Confidencial. (Julio Martín Alarcón)

P. El franquismo salido de la Guerra Civil era uno de los regímenes más ideológicos del mundo. Una década después, y contra todo pronóstico razonable, se reinventó como tecnocracia desarrollista que presumía de lenguaje posideológico. ¿Cómo se produjo este volantazo? ¿Por necesidad? ¿Cómo llegó un tecnócrata gris y plomizo (López Rodó) a liderar el giro estratégico del franquismo?

R. La crisis política, económica y social de 1956 fue percibida como enormemente amenazante por la élite gobernante franquista, porque puso de manifiesto el gran déficit de legitimidad de la dictadura. Este fue el gran momento del joven administrativista López Rodó, que en su famosa conferencia de septiembre de 1956 propuso nada más y nada menos que una reforma integral de la dictadura franquista, transformándola en un régimen administrativo y de desarrollo supuestamente apolítico.

Su propuesta prometía una nueva forma de estabilización y legitimación del Nuevo Estado aparte de los modelos políticos de futuro que determinaban desde hacía años las luchas internas por el poder: la "revolución pendiente" del Movimiento y los esfuerzos restauracionistas de los nacionalcatólicos. De ese modo, el administrativista señaló un camino completamente nuevo para reformar el régimen de Franco, darle una apariencia más "occidental" y por tanto una expectativa de futuro a largo plazo.

Como se ve, el aspecto generacional también desempeñó un papel importante para la transformación de la dictadura: a partir de los años cincuenta, llegaron al poder "hombres nuevos" que, como Laureano López Rodó, estaban muy influidos por corrientes científicas occidentales y bien conectados a nivel internacional, por lo que se diferenciaban mucho de la anterior generación de políticos franquistas que habían ascendido políticamente en el contexto de la Guerra Civil.

Foto: El bisnieto de Franco, un macho montés y el marqués de Valdueza. (EC Diseño)

P. Dentro de la lucha interna de poder que caracterizó el tardofranquismo, el Movimiento cargó contra los desarrollistas por ser "tecnócratas del Opus". Ese relato, el del Opus como mano que movía los hilos secretos del franquismo desarrollista, ha llegado vivo a nuestros días. ¿Qué hay de realidad y qué hay de mito?

R. En el libro intento refutar este mito. Por supuesto, el Opus Dei fue una importante base de reclutamiento para los políticos del régimen a partir de los años cincuenta, pero lo mismo puede decirse de otras organizaciones laicas como la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP). Pero sobre todo, considero poco convincente la clasificación generalmente aceptada de la élite dirigente franquista en agrupaciones supuestamente fijas como "tecnócratas del Opus Dei". Especialmente en lo que se refiere al supuesto trío Alberto Ullastres [ministro de Comercio], Mariano Navarro Rubio [ministro de Hacienda] y López Rodó, esta división es incorrecta porque, en la realidad histórica, este trío nunca existió.

Por el contrario, las disputas por competencias y luchas de poder entre los ministerios dirigidos por miembros del Opus Dei fueron especialmente marcadas. Asimismo, la etiqueta "Opus Dei" es engañosa, ya que sugiere que la orientación de la política económica de estos políticos franquistas puede explicarse por su afiliación a dicha organización laica, aunque en realidad difería de forma significativa: Navarro Rubio procedía de la Organización Sindical, Ullastres podría describirse como económicamente liberal, y López Rodó estaba fuertemente influido por el intervencionismo a la francesa.

"La retirada de Franco de la política cotidiana contribuyó a que solo la élite del régimen fuera considerada responsable de las crisis, pero no él"

En mi opinión, "tecnócrata del Opus Dei" fue un término utilizado por funcionarios del Movimiento/Organización Sindical y al mismo tiempo por la izquierda exiliada, para difamar al grupo en torno a López Rodó. En el caso del Movimiento, el objetivo era hacer visibles a los competidores más fuertes en la élite franquista con ayuda de una categoría ostensible, y de legitimar la propia acción política mediante la existencia de un "enemigo". La adscripción "tecnócratas del Opus Dei" además desplegaba tanto efecto porque las distintas orientaciones políticas de la élite franquista no podían describirse con categorías políticas de partido. Dado que, con ella, los complejos conflictos internos del régimen podían reducirse a una categoría supuestamente clara, también la prensa extranjera se apropió de él y contribuyó a su difusión.

P. La planificación económica debía legitimar al régimen por la vía del crecimiento económico, cosa que logró de entrada. La paradoja es que, según tú libro, el desarrollismo acabó calentando las luchas dentro y fuera de la dictadura. ¿Por qué lo que debía ser una máquina de despolitización acabó siendo una puerta involuntaria a criticar al régimen?

R. Mi argumento (aquí muy simplificado) es que la dictadura franquista se hace sumamente vulnerable al vincular su legitimidad al crecimiento económico. Además, al elevar la política de desarrollo económico a su campo político central, no sólo crea enormes expectativas de una expansión económica exenta de contratiempos, sino también fomenta una cultura de debate que solo era apolítica a primera vista: tal y como intento demostrar, bajo el pretexto de discusiones aparentemente económicas, en realidad se trataron cuestiones genuinamente políticas.

Las críticas desde las filas del Movimiento a la política planificadora del grupo en torno a López Rodó y las reivindicaciones de "desarrollo social" y "político", pero sobre todo la irrupción de dos nuevos espacios de comunicación en la prensa y en las Cortes a partir de la segunda mitad de los años sesenta, contribuyeron a dotar a estas voces críticas de una repercusión cada vez más amplia. De hecho, fueron precisamente las consecuencias no deseadas de los esfuerzos reformistas de la década de 1960 las que apremiaron cada vez más al régimen y contribuyeron a su gradual erosión.

Foto: Antonio Piga en su despacho del departamento de Medicina Legal de la facultad de Medicina de Alcalá. (C. C.)
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P. La crisis económica del 67 y la protesta social aceleraron la crisis del desarrollismo y la del régimen. La deslegitimación de la dictadura pareció afectar a todos sus miembros, menos al más importante: el dictador. ¿Era Franco un maestro del ponerse de perfil?

R. En mi opinión, podemos observar procesos muy similares en relación con el dictador en el régimen franquista que por ejemplo en el nacionalsocialismo o en el fascismo italiano, es decir, la separación entre un dictador supuestamente "bueno" y una élite de Gobierno o de partido incompetente. La creciente retirada de Franco de la política cotidiana desde principios de los años sesenta y su presentación como benévolo "padre del milagro económico" contribuyeron decisivamente a que solo la élite del régimen (ministros, planificadores, funcionarios del Movimiento, etc.) fuera considerada responsable de las crisis y los fracasos políticos, pero no el propio Franco.

"Tras 1975, los políticos franquistas tenían un gran interés en modificar su currículum para ser considerados demócratas de toda la vida"

P. En el libro, muestras que Laureano López Rodó blanqueó su biografía política a posteriori. Una de las tribus más numerosas de la Transición fue la de "los demócratas de toda la vida". Algunos padres del desarrollismo se vendieron como artífices de la llegada de la democracia. ¿Lo fueron?

R. La respuesta es: no, no lo fueron. El retrato de López Rodó como promotor de la transición a la democracia es un producto —fabricado por él mismo— de la era postfranquista que debería ser deconstruido de manera crítica. Lo mismo cabe decir respecto a conceptos como "reformistas" o "aperturistas" porque, al adoptarlos como categorías de análisis historiográfico, se corre el riesgo de dejarse engañar por la autorrepresentación de los políticos franquistas que, tras 1975, lógicamente tenían un gran interés en modificar su currículum para ser considerados "demócratas de toda la vida" y poder continuar su carrera en el nuevo sistema.

Respecto a la actividad de López Rodó en la fase final del franquismo, su autorrepresentación como "reformista" y "aperturista" no se corresponde en absoluto con la realidad histórica. Numerosas fuentes dan prueba de su defensa de una forma de Gobierno autoritaria-dictatorial, su profunda admiración por Franco, su enorme aversión a cualquier forma de participación democrática y su concepción sumamente elitista y paternalista de la sociedad. El colapso de la dictadura equivalía al fracaso de su proyecto político central. Pues, a diferencia de sus afirmaciones posteriores a 1975, el objetivo de su actividad política no había sido la "larga marcha hacia la monarquía", sino el intento de estabilizar la dictadura y, a ser posible, mantenerla viva más allá de la muerte de Franco. No en vano, en una carta dirigida a Gonzalo Fernández de la Mora en 1992, caracterizaba la democracia surgida en España tras 1975 como una "lamentable partitocracia".

Es una de las preguntas más importantes del siglo XX español, pero las respuestas siguen siendo insuficientes. ¿Por qué duró tanto el régimen franquista?

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