Es noticia
El movimiento que quiere acabar con la arquitectura fea: "La basura llega hasta España"
  1. Cultura
ENTREVISTA CON MICHAEL DIAMANT

El movimiento que quiere acabar con la arquitectura fea: "La basura llega hasta España"

Durante la última década, cada vez son más los ciudadanos que se organizan para detener la expansión de la arquitectura "modernista" en sus ciudades. Hablamos con uno de sus líderes

Foto: Michael Diamant.
Michael Diamant.
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

En 2014, el sueco Michael Diamant decidió abrir un grupo en Facebook llamado Architectural Uprising con el objetivo de reivindicar lo que el licenciado en urbanismo considera buena arquitectura: la basada en cánones clásicos, frente a la impostura de la arquitectura “modernista” que se ha impuesto desde la posguerra. Pronto, el grupo comenzó a crecer y a abrir sus propias versiones alternativas en otros países como Finlandia o Noruega hasta alcanzar los más de 100.000 seguidores en 40 países distintos.

Hoy, el Nuevo Tradicionalismo Arquitectónico se ha convertido en un masivo e influyente movimiento en todo el mundo que está provocando ya cambios en la manera en que arquitectos y urbanistas planifican sus últimas obras, que pueden consultarse en un mapa actualizado por el propio Diamant. Como explicaba un reciente artículo de Bloomberg, “el tamaño del movimiento y su insistencia les han otorgado un lugar en el debate”.

"Nos han dicho que no podemos criticar la arquitectura porque no somos arquitectos"

Los críticos han acusado al movimiento de ser conservador, retrógrado o incluso fascista, con su insistencia en que cualquier tiempo pasado fue mejor, su obsesión por las fachadas y determinada caricaturización del “modernismo” arquitectónico, el término que utilizan para criticar los estilos que no les gustan. El líder del movimiento nos explica qué pretenden realmente.

PREGUNTA. ¿Puede explicarnos qué es Architectural Uprising?

RESPUESTA. Arrancó hace nueve años como un simple grupo de Facebook, pero ha crecido hasta convertirse en el grupo sobre arquitectura más grande en Suecia o Noruega y se ha extendido a otros países escandinavos como Estonia, además de Alemania, Holanda, Israel o Chile. Acaban de abrir uno en México.

Todo el mundo piensa más o menos lo mismo sobre arquitectura, nos han enseñado que todo depende del gusto individual, cuando la mayoría pensamos que la manera tradicional de construir una fachada o un edificio es más bella. Lo que ha conseguido Uprising es que esa mayoría se haya dado cuenta de su existencia y de que la mayoría estamos cansados de esa fealdad impostada. Son plataformas sociales, son organizaciones locales que se conectan y crean lazos con el público general, arquitectos, pero también gente de otras profesiones.

El 99% somos personas que trabajan en otras cosas que no están relacionadas con la arquitectura, pero ahora se dan cuenta de que tienen derecho a tener una opinión porque pensaban que no podían criticar el modernismo al no ser arquitectos. Como los políticos, que si tienen una opinión pasan a ser nazis o fascistas. Puedes elegir ir a una galería de arte o no, pero no puedes elegir la arquitectura que te rodea.

P. No es solo un grupo de Facebook, el movimiento ha empezado a influir en la arquitectura de esos países.

R. Hemos cambiado el discurso. El objetivo no es simplemente desahogarse, es abrir el debate para que los arquitectos nos escuchen. Han querido cerrar la discusión insultándonos, pero ya no pueden. Las cosas están empezando a cambiar en Escandinavia. Ya estamos viendo otra clase de proyectos y políticos que demandan que las construcciones tengan una determinada apariencia. No quieren torres de 30 pisos hechas de acero y cristal.

Es solo el principio, hemos empezado con la arquitectura y seguiremos con otras cosas, como el arte. ¿Llega hoy el arte al público general? No. La gente ha desconectado de la música clásica, porque se compone como en la arquitectura moderna, es basura. Lo más importante aquí es el relativismo introducido por la modernidad, en la que no hay belleza objetiva, solo el ojo que mira. Esta tontería es lo que estamos combatiendo en el discurso público.

"Un edificio feo es monótono o demasiado grande o desorganizado"

P. Pero ¿qué hace que un edificio sea bello o feo?

R. Es muy sencillo. Nuestro objetivo no es vivir en un eterno siglo XIX, no trata de estilos, sino de una filosofía basada en la tradición clásica. Hay muchos tipos de tradiciones clásicas: islámica, india, del este de Asia, y la nuestra es la grecorromana y vernacular. Se trata de revivir ese marco que crea belleza, no importa el estilo. El modernismo español no se parece al Barroco, al Renacimiento, pero son todos bellos porque comparten el mismo entendimiento de cómo construir una fachada, aunque cambien algunos elementos y proporciones.

Un profesor puede decir que prefiere un estilo u otro, pero nadie dirá que el barroco o el art nouveau son feos. La visión de la tradición clásica es que tienes una base, una primera planta, y una sección superior. Hay un inicio natural de la fachada, y tus ojos son capaces de pasar por una línea recta hacia la planta superior, el final natural del edificio. Hay distintos caminos de simetría que permiten que tu cerebro pueda leer el edificio. Es relajante y estimulante al mismo tiempo.

No hay nada así en el modernismo de los años 60. No hay una planta baja, no hay azotea, solo un muro plano que es la única simetría. Todas las ventanas son iguales, organizadas exactamente de la misma forma. Es aburrido. No puedes organizar el edificio en tu mente así que te estresas. La legibilidad y la estimulación son lo que hace bello un edificio. Y lo que convierte a un edificio en feo es que es monótono o demasiado grande o desorganizado.

P. Se os ha acusado de conservadores o nostálgicos, incluso de reaccionarios o fascistas.

R. Todo el tiempo, desde el principio hasta hoy. No tienen argumentos así que intentan silenciar el debate o dicen que la gente prefiere esos cubos a la construcción tradicional. Solo saben atacar. El problema es que soy luterano, mi madre es judía y sus padres eran judíos polacos que huyeron a la parte de Polonia ocupada por la URSS y fueron deportados a Siberia. Mi madre nació en un campo de refugiados en Uzbekistán. Sobrevivieron a un progromo y terminaron en Israel en 1949, y, en los 70, mi madre quiso ver el socialismo democrático, así que vinieron a Suecia. Así que no puedes acusarme de fascista. El líder del Uprising en Noruega es un inmigrante iraní, y hay un grupo muy exitoso en Bélgica liderado por una mujer medio tunecina. Se lo ponemos difícil.

P. En una entrevista decía que el modernismo es algo que les ocurre a los demás: la mayoría de los arquitectos no viven en los edificios que construyen.

R. Una revista sueca de arquitectura publicó en 2015 una encuesta sobre dónde viven los arquitectos. Una cuarta parte lo hacían en edificios construidos antes de 1920, a pesar de que solo un 12% de los inmuebles suecos son de esa época. Todas las grandes firmas modernistas tienen sus sedes en edificios clásicos. Hay una entrevista muy interesante en Spiegel con el arquitecto holandés Rem Koolhaas, que diseña basura horrible, en la que le preguntan dónde vive: en una casa victoriana en Londres.

"No les preocupa el público, les preocupan sus colegas arquitectos"

Sufren una disonancia cognitiva en la que afirman que les gustan los edificios que construyen, pero no viven en ellos. No les importa el público, porque no ganan nada consiguiendo su aprobación. Lo que les preocupan son sus colegas. Somos animales sociales, y se posicionan creando algo que al público no le gusta porque les permite alcanzar un mayor estatus. Es el traje nuevo del emperador.

P. ¿Por qué este movimiento comenzó y se desarrolló en los países nórdicos y no en otros lugares?

R. Por una razón muy simple. Puedes echarle la culpa al clima frío, que hace que pasemos más tiempo en casa, pero también a que nuestra cultura desde la posguerra ha sido célebre por su modernidad. La penetración de internet es muy alta. En 2013, ya era casi de un 100%, más que en otros países como Francia, Italia o España. No es que nuestros arquitectos modernistas hagan cosas peores que los de Reino Unido o Francia, es la misma basura en todas partes.

P. ¿Qué te parece la arquitectura española?

R. La arquitectura española es muy bella, muy particular. Tiene su propia mezcla. Estáis cerca de la fuente original, de Italia. En Suecia, en el siglo XVI, todo el mundo seguía la moda española. Si miras las pinturas de los reyes en Estocolmo, se visten a la española. En Barcelona, todo el mundo conoce a Gaudí y su trabajo. Hay tanto talento que no es extraño que millones de turistas vayan a España. Barcelona es popular por su planificación de finales del siglo XIX y principios del XX.

Pero vuestro modernismo es la misma basura de todas partes. Desafortunadamente, a causa del boom turístico de la posguerra, tenéis muchos desarrollos horribles que han destruido el paisaje. Si se hubiesen construido de forma clásica, no habría problema. Nadie se queja de un bonito pueblo de montaña rodeado de montañas, es el modernismo lo que destruye el paisaje.

placeholder Eisenzahn 1 de Sebastian Treese y Ralf Schmitz, un ejemplo positivo para los nuevos tradicionalistas.
Eisenzahn 1 de Sebastian Treese y Ralf Schmitz, un ejemplo positivo para los nuevos tradicionalistas.

Tenéis vuestras raíces y vuestra identidad, que no excluye la influencia exterior, ¿por qué no seguís así? Una de las calles más interesantes de Madrid es Gran Vía, de los años 20 y 30, que es muy moderna y bella. Quizá podría tener otra escala. O Valencia. Continuad así, con un pie en la tradición y otra en el futuro, que es lo que hacían los modernos originales. España seguirá existiendo dentro de 500 años, así que ¿cuál es vuestra visión del futuro? Esa arquitectura de acero y cristal puede verse en cualquier lugar, podría ser Brasil, podría ser Tailandia, podría ser Indonesia. No tiene identidad.

P. Has hablado de Gaudí, que era modernista.

R. Hay una malinterpretación del término. En español, sería vuestro art nouveau. En nuestro país lo llamamos “modernista”, pero, para que no haya confusión, podríamos llamarlo en español “modernismo de posguerra”. Gaudí no rompió con la tradición clásica, aunque su estilo fuese art nouveau. No rompió con los principios de cómo crear una fachada. Rompió algunas reglas, pero lo hizo con estilo.

P. ¿Qué proponéis para revertir esta tendencia?

R. Dos cosas. Una ya la estáis haciendo: tenéis el Premio Rafael Manzano de Arquitectura Tradicional que imparte una escuela de verano en la tradición clásica de España y Portugal. El 99% de los españoles no saben que existe, creo que lo conocen más americanos. Lo segundo es un Uprising, como el de Chile y México. Si alguien quiere ponerlo en marcha, le ayudaremos, pero tiene que ser orgánico. No podemos crearlo porque no conocemos ni el idioma ni el contexto. Que la gente se dé cuenta de que la fealdad es una elección, no una necesidad. No es por coste, eso es una tontería. No es el capitalismo. Es 100% ideología.

Uno de los grandes estudios en Noruega ha cambiado el diseño de un proyecto de modernista a tradicional. ¿Qué puede decir la gente de esa clase de edificios modernos? Que molan. Como con la moda, molar no es un atributo que dure mucho. Ninguno de nosotros piensa que la ropa que llevaban nuestros padres molase, pero lo hacía en su época. He estado en Oslo muchas veces y ese edificio era un simple objeto rodeado de vacío. Es otro problema del modernismo. Crea objetos. Pero una ciudad no es un gran objeto, es una sinfonía de varios edificios, todo es parte de un tejido y esta clase de construcciones no lo consiguen. Son como naves espaciales que molan.

placeholder El Hotel Continental en Estocolmo. (CC/Frankie Fouganthin)
El Hotel Continental en Estocolmo. (CC/Frankie Fouganthin)

P. ¿Puede darnos un ejemplo de un edificio bello y otro que no lo sea?

R. Un edificio que me gusta es Eisenzahn 1, en Alemania del Este. Un edificio feo que me llega al corazón es el Hotel Continental en Estocolmo. Además, no es muy sostenible medioambientalmente, porque para construirlo han derribado otro feo edificio modernista que será reemplazado dentro de 30 años por otro edificio igual. Parece que han puesto las ventanas al azar, es tan feo que parece generado por ordenador, tu mente no puede encontrar una estructura en ese caos. No hay base, no hay azotea, así que, si pasas por su lado, no te fijarás en él. Es horrible.

En 2014, el sueco Michael Diamant decidió abrir un grupo en Facebook llamado Architectural Uprising con el objetivo de reivindicar lo que el licenciado en urbanismo considera buena arquitectura: la basada en cánones clásicos, frente a la impostura de la arquitectura “modernista” que se ha impuesto desde la posguerra. Pronto, el grupo comenzó a crecer y a abrir sus propias versiones alternativas en otros países como Finlandia o Noruega hasta alcanzar los más de 100.000 seguidores en 40 países distintos.

Arte
El redactor recomienda