Es noticia
Ensayando mi muerte con mi hija: el extraño momento en el que explicas a los niños cómo llamar al 112
  1. Cultura
mala fama

Ensayando mi muerte con mi hija: el extraño momento en el que explicas a los niños cómo llamar al 112

Un único adulto a cargo de uno o más niños pequeños está siempre a un solo paso de dejarlos indefensos; basta con que a ese adulto le suceda algo mientras los cuida

Foto: Ambulancia de Summa 112. (Archivo)
Ambulancia de Summa 112. (Archivo)

El otro día ensayé con mi hija qué hacer si me encontraba muerto. Fue muy divertido para ella. Primero, hicimos un cartel. En la parte de arriba de la cartulina le dije que escribiera: "Cartel de emergencias". Mientras lo hacía, le expliqué que estábamos incurriendo en una redundancia. Quiero que mi hija sea repelente, y por eso a los cuatro años ya sabía lo que era "puesta en abismo". Era una redundancia escribir "cartel de emergencias" en un cartel de emergencias. En el centro, bien grande, íbamos a escribir "112".

Debajo del número de socorro de la Comunidad de Madrid, acomodamos las instrucciones para llamar desde mi teléfono móvil. La palabra "verde" la escribimos con rotulador verde. La clave del móvil, en negro. También pusimos en negro la dirección de nuestra casa. Todo con caligrafía impecable. No pusimos dibujitos.

Pegamos el cartel de emergencias en la parte de atrás de la puerta de su habitación.

Foto: La escritora canadiense Rachel Cusk (EFE)
TE PUEDE INTERESAR
¡Otra maldita novela sobre la maternidad!
Alberto Olmos

Luego llamamos de mentira al 112. Fue lo más gracioso. Yo era el 112 y mi hija era mi hija, que tenía a su padre muerto. A ella le dije que dijera (que me dijera) "dormido". La llamada al 112 fue así: Hola, Emergencias, dígame (yo); hola, mi padre está dormido y no se despierta (mi hija); ¿has tratado de despertarle? (yo); sí (mi hija); ¿hay algo junto a él, algún objeto?; no; ¿cuántos años tienes?; seis (mi hija); ¿estás sola en la casa?; no, está mi hermano pequeño; vale, ¿puedes darme la dirección para que te enviemos ayuda? Y mi hija me dio a mí la dirección donde acudiría el 112 para encontrarme muerto. Tuve que corregirle una imprecisión, pues no se acordaba de la letra de nuestra puerta. Los nervios. Luego añadí: ¿podrás abrirnos la puerta?; sí (mi hija). Ahora vamos (yo).

El ensayo, como digo, divirtió mucho a mi hija. Se partía de risa cuando yo hablaba, y ponía voz llorosa cuando hablaba ella. Es una actriz malísima porque disfruta en directo de su propia actuación. Hacer como que estaba muy compungida, porque su padre no se despertaba y ella tenía que hablar con un desconocido a través del 112, alimentaba sus ganas de reír.

Pasan cosas

Lo de habilitar a mis hijos para salir sanos y salvos de mi propia muerte, inconsciencia o incapacidad sobrevenida tiene que ver con toda una sensación de peligro que me ha invadido en estas semanas. Pasan cosas, me he dicho. Pasan cosas sin avisar y sin remedio, y nadie excluye a los niños muy pequeños de esas cosas que pasan. Dios no tiene piedad. El accidente es irreversible. Si algo caracteriza la tragedia es que nunca sucede, siempre ha sucedido hace unas horas.

Foto: Cruz Sánchez de Lara. (Carlos Ruiz)

Cuando fui padre, pasadas unas semanas de crianza, pensé por primera vez en la locura que sería tener a un hijo tú sola. Hasta entonces, naturalmente, me parecía perfecto que una mujer decidiera ser madre por su cuenta. Después de comprobar en qué consistía de verdad cuidar de un bebé, me pareció que se animaba demasiado alegremente a las mujeres a lanzarse a algo que quizá deberían conocer mejor antes de ponerse a ello. Es curioso cómo se avisa y se disuade a las mujeres de tener hijos junto a sus parejas mientras se exhorta a esas mismas mujeres a tener hijos ellas solas.

Un único adulto a cargo de uno o más niños está siempre a un solo paso de dejarlos indefensos

Los niños irritan y agotan, y cuestan mucho dinero. Pero puede sobrevivirse. Sin embargo, un único adulto a cargo de uno o más niños pequeños está siempre a un solo paso de dejarlos indefensos. Basta con que a ese adulto le suceda algo mientras los cuida, un desmayo, una caída, un ataque cardíaco o un ictus, para que sus hijos de tres, cuatro o seis años queden a merced de los lobos, en casa, en un camping, en la habitación de un hotel, dentro de un coche.

De pronto estoy pensando en todos esos niños pequeños de padres divorciados y en el peligro que corren. Estoy pensando en lo perfectamente apañado y bien visto que es que a los niños los cuiden dos adultos, como se hace en la familia tradicional o habitual o más común. Estoy pensando en cómo los divorciados y divorciadas no buscan amante, sino al padre de repuesto de sus hijos, a la madre en interinidad. La vida diaria de una casa con un adulto y varios niños resulta asumible; todo lo que rompe esa rutina revela que a esa casa le faltaba algo. Un suelo para la desgracia.

Foto: Raquel Sastre posa durante la entrevista con El Confidencial. (Alejandro Martínez Vélez)
TE PUEDE INTERESAR
Raquel Sastre: "La maternidad está muy sobrevalorada"
Ángeles Caballero Fotografías: Alejandro Martínez Vélez

Quizás un niño necesita material genético de dos personas para existir porque necesita a dos personas para seguir existiendo, y así se nos sugiere desde el principio.

Yo estoy poniendo mucho cuidado en no morirme mientras tengo a los niños en casa o los llevo al parque o les meto en un cine. Muchísimo cuidado no exento de paranoia. Pero yo mismo sé que eso da totalmente igual. La desgracia solo necesita una rendija en tu prudencia; el bienestar, todo un muro infranqueable.

Así que hemos dibujado ese cartel de emergencias y hemos jugado a la tragedia. Es de las cosas más graciosas que he hecho nunca con mi hija. A lo mejor mañana ensayamos otra vez.

El otro día ensayé con mi hija qué hacer si me encontraba muerto. Fue muy divertido para ella. Primero, hicimos un cartel. En la parte de arriba de la cartulina le dije que escribiera: "Cartel de emergencias". Mientras lo hacía, le expliqué que estábamos incurriendo en una redundancia. Quiero que mi hija sea repelente, y por eso a los cuatro años ya sabía lo que era "puesta en abismo". Era una redundancia escribir "cartel de emergencias" en un cartel de emergencias. En el centro, bien grande, íbamos a escribir "112".

HIjos Ministerio de Sanidad
El redactor recomienda