Las cinco mejores series de 2022: ¿podremos sobrevivir el empacho?

Tras repasar las mejores películas nacionales e internacionales del año, en El Confidencial proponemos la lista de las cinco series más disfrutables del año. Como los panes y los peces, la multiplicación de las plataformas ha hecho que sea prácticamente imposible mantenerse al día de todos los estrenos y novedades para la pequeña pantalla. Entre la televisión generalista y las plataformas —el año que viene desembarca en España SkyShowtime—, el catálogo de series disponibles se ha multiplicado por cien desde Movistar+, Netflix, Filmin y compañía abrieron la veda a mitad de la década pasada.

Entre las menciones más destacadas del este 2022 encontramos producciones españolas como No me gusta conducir, de Borja Cobeaga, o Apagón, que ha reunido a un elenco de directores entre los que se encuentran Rodrigo Sorogoyen, Raúl Arévalo, Isa Campo, Alberto Rodríguez e Isaki Lacuesta. También El inmortal, creada por José Manuel Lorenzo, un thriller que sigue la historia de la mítica organización criminal Los Miami. Entre las propuestas internacionales reseñables, Mike, creada por Steven Rogers, guionista de Yo, Tonya, que cuenta la historia de auge y caída de Mike Tyson, el mejor boxeador de la historia. También El gabinete de las curiosidades de Guillermo del Toro, una antología de terror para la que el mexicano ha reunido a los mejores directores de género del momento.

A continuación, las cinco mejores series de 2022. Según Marta Medina, claro.

5. Pam & Tommy, de Robert Siegel y Craig Gillespie

Pam & Tommy se anunció como la primera serie adulta para Disney+. Adulta porque se hablaba de sexo, de pornografía, de alcohol y de consumo de drogas, una anomalía dentro de la casa del ratón, que normalmente apuesta por un contenido mucho más familiar y blanco. Y la serie creada por Robert Siegel y dirigida (tres de los ocho capítulos) por Craig Gillespie, responsable de Yo, Tonya (2017), dio lo que prometía: una de las series más hilarantes, divertidas y noventeras de la televisión moderna. Centrada en el escándalo de la cinta sexual privada de Pamela Anderson y Tommy Lee, la primera sextape entre famosos que salió a la luz en internet a finales del siglo pasado, Pam & Tommy refleja cómo la sociedad estadounidense y la industria del cine despedazó a Anderson después de convertirla en un icono sexual con Los vigilantes de la playa. Algo así como que parezca "puta" pero que no lo sea.

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La serie comienza desde el punto de vista del carpintero que filtró el vídeo como venganza porque la pareja no le pagó unas obras en su recién estrenado nido de amor. Interpretado, por cierto, por Seth Rogen. Lily James da vida a una Pamela Anderson en la cima de su carrera, que se disponía a estrenar Barb Wire, su primer trabajo como protagonista en el cine. Junto a ella, Sebastian Stan en el papel de Tommy Lee, batería del grupo de glam rock Mötley Crüe —que, por cierto, visitan Madrid el próximo junio—, en la que fue una de las parejas más destructivas del papel couché americano. La serie reflexiona sobre cómo la filtración acabó con la carrera de Anderson, sobre cómo se maltrató a la actriz en el proceso judicial, mientras que para Tommy Lee fue chute de popularidad y de hombría. De cómo el machismo vio con diferentes ojos la exposición de la intimidad de una mujer frente a un hombre.

4. Exterior noche, de Marco Bellocchio (Filmin)

Este 20 de diciembre Filmin estrena Exterior noche, la primera serie del cineasta italiano Marco Bellocchio, ganadora del Premio a la innovación narrativa en los Premios de Cine Europeo (EFA). En su filmografía, Bellocchio ha sido otro de los grandes cronistas de la Italia corrupta, con, por ejemplo, El traidor (2019), que recrea la captura y el juicio de Tomasso Buscetto en los años ochenta, el primer informador que rompió la omertá de la mafia. Ahora Bellocchio recupera una historia que ya trató en 2003 con su película Buenos días, noche, en la que reconstruyó uno de los momentos más traumáticos de la historia reciente italiana: el secuestro de Aldo Moro, quien fue primer ministro y líder del partido Democracia Cristiana, y al que asesinaron las Brigadas Rojas, un grupo paramilitar de extrema izquierda.

En los seis capítulos de Exterior noche —que también podrían estrenarse en la gran pantalla como una película de más de cinco horas—, Bellocchio nos retrotrae a la Italia convulsa de finales de los años setenta, en un thriller político que se va enmarañando a medida que Bellocchio desarrolla los tejemanejes y los contubernios de una clase política a punto de estallar. En pantalla se retrata, con una recreación al detalle, el descontento del Gobierno de unidad con la entrada de los comunistas y el activismo de las aulas en una época en la que el presidente de un Gobierno podía ejercer de profesor universitario, como el caso de Moro. Junto a Moro encontramos personalidades como Andreotti o el papa Pablo VI, interpretado por Toni Servillo. Además, Bellocchio reproduce el secuestro de más de 50 días de Moro y su posterior muerte, y dibuja también el retrato de la persona más allá de la figura pública, pero también el espejo de un país tradicionalmente implicado en escándalos y luchas de poder. Corriendo y a última hora, llega el gran thriller político e histórico de la temporada.

3. Dahmer, de Ryan Murphy (Netflix)

Otra de las series que han marcado este 2022 ha sido Dahmer, uno de los éxitos más arrolladores de la historia de Netflix. Dirigida por Ryan Murphy y protagonizada por Evan Peters, la serie reconstruye la vida de Jeffrey Dahmer, el asesino en serie conocido como El carnicero de Milwaukee, quien entre los años setenta y noventa asesinó a 17 hombres jóvenes, con los que tuvo relaciones necrófilas y de los que acabó comiéndose algunas de sus partes. Murphy se interesa por la génesis del asesino y su perfíl psicológico. Dahmer se pregunta sobre hasta qué punto, los desequilibrios mentales de su madre, el abandono por parte de su familia desde edad muy temprana, el rechazo social al que se enfrentó dado a la extrañeza de su carácter, el alcoholismo en el que cayó desde adolescente, la frustración sexual resultado de una homosexualidad encubierta y, sobre todo, la soledad y la falta de amor que sufrió a lo largo de toda su vida influyeron en la gestación de una pulsión homicida que no pudo controlar.

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Dahmer, disponible en Netflix, consta de diez capítulos, cada uno de ellos centrado en un aspecto o un punto de vista sobre la historia del criminal. Desde su infancia hasta su muerte, la serie reconstruye los testimonios de su padre, que compartía con su hijo la afición por la taxidermia y que llegó a reconocer que él también había sentido impulsos homicidas; de su vecina, que escuchó peleas y se quejó a la Policía de que el apartamento de Dahmer hedía, pero a la que no hicieron caso por ser afroamericana y vivir en un barrio marginal; de las madres y padres de sus víctimas, muchos de ellas negras, latinas o asiáticas, por las que las autoridades tampoco se interesaron. Con un cuidadísimo trabajo de la imagen y una estructura bastante original para un producto de tal envergadura, Dahmer se ha revelado como una de las propuestas más interesantes del año, a pesar de haber recibido críticas por "intentar humanizar al monstruo".

2. Autodefensa, de Miguel Ángel Blanca, Belén Barenys y Berta Prieto (Filmin)

Serie no apta para pudorosos ni reaccionarios contra el cambio o los nuevos lenguajes o los formatos atípicos o el humor irreverente o las mujeres sin pelos en la lengua y vello corporal. Autodefensa ha sido, sin duda, la gran revelación de la producción española: una serie de bajo presupuesto, con dos protagonistas prácticamente desconocidas para el gran público —Berta Prieto es dramaturga y actriz de teatro, Belén Barenys es corista de Rigoberta Bandini y cantante en su propio proyecto musical, en el que responde al nombre de Memé—, un director radical, Miguel Ángel Blanca, que formó parte del grupo indie barcelonés Manos de Topo. Los tres son, además, guionistas y creadores de este proyecto que, como es sus otras facetas artísticas, hibrida su vida personal con la ficción y acaba resultando en pantalla en una narrativa directa y sin filtrar, como de cinema verité.

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El crítico Carlos Boyero, en su columna, la ha definido como "lo más imbécil, inútilmente arrogante, sonrojantemente feminista que he sufrido en mucho tiempo". Sin embargo, para la que escribe, es una demostración de que se pueden hacer series de éxito al margen de un proceso industrial tradicional si hay buenas ideas y mucha libertad. Autodefensa es un retrato nada complaciente de dos personajes —dos versiones ficcionadas de las protagonistas— en una búsqueda de su identidad y de su lugar en el mundo. Dos veinteañeras que buscan abrirse hueco en el sector de la música y el cine, que comparten piso en Barcelona, y que son una muestra del cambio generacional respecto al papel del feminismo en las relaciones entre hombres y mujeres, de la búsqueda de otras perspectivas más allá de las materiales, de la fragilidad de los vínculos, de la crisis de ansiedad entre los jóvenes hoy, todo con mucho humor y muy mala leche.

1. Irma Vep, de Olivier Assayas (HBO)

Cuando un actor interpreta a un personaje, cambia su tono de voz, su manera de andar, su forma de mirar, se viste con su ropa, responde a su nombre, ¿no es como si al intérprete lo hubieran poseído desde el Más Allá, desde el otro lado de la pantalla? Cuando un o una cineasta traslada de su cabeza al guion, y luego a la pantalla, la historia de una persona de ficción, ¿ésta no está compuesta por miles de retazos de la realidad? Cuando se obsesiona hasta el punto de entregar años de su vida a moldear las partículas de luz para que éstas adopten una forma y reflejen lo que guarda su cabeza, ¿no es una forma de encantamiento, una forma de locura? En 1996, el director francés Olivier Assayas estrenó Irma Vep, cine sobre cine en el que una actriz hongkonesa, interpretada por Maggie Cheung, protagonizaba un remake de Les Vampires (1915), de Louis Feuillade. Una mirada a los procesos de la creación artística y a la mística que esconde el acto de registrar la esencia de una persona —su voz, su rostro, su cuerpo— en un fotograma de celuloide, congelado hasta la eternidad. O hasta que la película se desintegre.

Veintiséis años después, Assayas vuelve sobre esta misma obsesión, esta vez en formato de serie protagonizada por la sueca Alicia Vikander, que viaja a Francia para rodar de nuevo la historia de Feuillade. El cineasta va más allá con ese juego de espejos, en los que los ecos de ambas películas anteriores se cuelan en el rodaje fingido, pero también en el rodaje real de la serie. René Vidal (Vincent Macaigne) es un trasunto del propio Assayas, pero también de cualquier director que tiene que sobrevivir a las frustraciones propias de los procesos creativos e industriales del cine, pero también a sus propios fantasmas. Vikander, luminosa en uno de los mejores papeles de su carrera, se enfunda la piel de Irma Vep, sintiendo sobre ella el peso de Musidora, la actriz que protagonizó Les Vampires, y de la propia Cheung. Comedia y fantasía se unen en esta serie apabullante, metarreferencial hasta la médula, una exaltación del poder mágico del cine, que puede, si lo desea, hasta revivir a los muertos.