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Una teta y dos caras de Rigoberta Bandini: ¿feminista o conservadora religiosa?
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Una teta y dos caras de Rigoberta Bandini: ¿feminista o conservadora religiosa?

Es una ola que ha crecido mucho en poco tiempo pero también sabemos que el pop no es inocente

Foto: Rigoberta Bandini posa en el Mirador del Castillo de Benidorm (EFE/Morell)
Rigoberta Bandini posa en el Mirador del Castillo de Benidorm (EFE/Morell)

Durante el verano de 2021 nos olvidamos de la pandemia solo cuando sonaba Rigoberta. Y Rigoberta Bandini —Paula Ribó en realidad, según informa su ya muy trabajada entrada en Wikipedia— sonó un montón: abriendo o cerrando programas de Radio 3, en un anuncio de cerveza, en una gira que la llevó allá donde las restricciones lo permitieron, en cada barbacoa en torno a una piscina… ¿Y en aquellos botellones multitudinarios que terminaban con contenedores quemados y piedras sobre la policía? Quizá allí no se escuchó ‘Too many drugs’, porque allí, como indica la poeta Juana Dolores, los adolescentes enfadados prefieren a Morad.

Foto: Rigoberta Bandini en el Benidorm Fest. (EFE)

Rigoberta es una ola que ha crecido mucho en poco tiempo y lo tiene todo —los cánticos durante la semifinal del Festival de Benidorm, las opiniones en Twitter— a favor para romper en el Festival de Eurovisión. Sabemos que el pop no es inocente desde que críticos ingleses como Simon Reynolds o Mark Fisher nos lo advirtieron; y también hace años que comprobamos que el Festival de San Remo, principal modelo y referencia para nuestro reinaugurado Festival de Benidorm, funciona como un sismógrafo que capta las tensiones de la sociedad italiana: cuando ganó Mahmood, un excelente músico de padre egipcio, el entonces ministro Mateo Salvini se pronunció contra él; el filósofo Diego Fusaro suele declarar cosas como que los espectáculos que pueden verse allí “espantarían a Gramsci porque mercantilizan la cultura popular”. Afortunadamente, en España nadie ha citado todavía a Gramsci para hablar de Eurovisión, pero la canción favorita, ‘Ay Mamá’, de Rigoberta, ya está generando polémica.

Por un lado están los de siempre: las opiniones deleznables de machistas y otros reaccionarios que tan bien se manejan en los lugares más fangosos de Internet: en Forocoches ya hay quien está convencido de que existe una conspiración feminista para que gane Rigoberta. Mejor no hacer mucho caso. Por otro, está la mayoría unánime en cuanto a que ‘Ay mamá’ es una canción tierna, pegadiza, bailable, estupenda. Pero, ¿es transgresora? Respecto a esto último, no hay consenso.

La teta más grande

Rigoberta lleva semanas jugando con la amenaza de una teta. “La teta será tan grande que no cabremos en el escenario y tendré que cantar desde mi casa”, escribió el 15 de enero. Algunas reacciones demuestran que cuando canta “no sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas” se refiere a algo, por desgracia, más vigente de lo que cabría pensar en un país con décadas de experiencia en topless playero. Tetas en la tele en directo ha habido varias, de Sabrina a Janet Jackson, casi siempre por descuido (aunque un descuido también puede ensayarse), y estamos acostumbrados a los desnudos integrales en productos de ficción. Sin embargo, las redes sociales, con su censura (esos pezones que Facebook e Instagram impiden publicar), intentan imponer un pudor nuevo (a la vez que, por otro lado, el consumo de pornografía crece: “la industria pornográfica es a la industria del entretenimiento lo que el mercado de la droga a la farmacéutica”, escribió Paul Preciado). En este sentido, mostrar una teta sigue siendo, un poco por sorpresa, una manera fantástica de escandalizar a quienes merecen ser escandalizados.

Pero hay otros versos y el tono general del tema también cuenta. Paula escribió ‘Ay mamá’ con 23 años y ha decidido usarla ahora mismo, con 31, cuando ella misma acaba de ser madre. No es extraño. Dijo Umbral —alguien que dedicó su mejor obra a su hijo— que “los treinta son la edad de la memoria”: el primer momento en que se puede recapitular. Si, además, el cambio de década viene acompañado de la paternidad o la maternidad, todo se alía para que ganen importancia cuestiones —los cuidados, pero también el futuro y con él, cierta voluntad de trascendencia: la vida propia podría no tener ningún valor, pero cómo no va a haber nada detrás de la respiración de un bebé y del amor que inspira— que durante la veintena se pudieron eludir de copa en copa. Por aquí cerca queda el ejemplo de Juan Soto, que hace poco escribió un fantástico texto sobre cómo es incapaz de escribir sobre su hijo, o el de Ana Iris Simón, que también ha sido madre recientemente. Eso sí: el discurso de la manchega sobre natalidad o maternidad es atacado por muchas de las personas que alaban la valentía de Rigoberta. ¿Son tan distintos?

No oculta que una de sus prioridades como madre es proporcionar a su hijo la seguridad de la que ella disfrutó

‘Ay mamá’ empieza con una alusión a la menstruación. La feminidad, en fin, comienza con un proceso biológico. Y sigue: “A ti que tienes siempre caldo en la nevera”, el verso más comentado entre los exégetas a los que no nos asusta un pecho desnudo. Paula considera la maternidad como un acto poético o de creación, como afirmó en una entrevista para Vogue. Y tampoco oculta que una de sus prioridades como madre es proporcionar a su hijo la seguridad de la que ella disfrutó (“que los bosques sigan donde están / que aún exista el dulce olor a pan / ojalá que quede para ti un mundo como el mío”, según la letra de ‘Cuando tú nazcas’, una canción de Mocedades que Rigoberta suele versionar). Así que, en este caso, el caldo en la nevera es, efectivamente, una olla. Si esa olla contiene una imagen de los cuidados al modo en que los reivindican algunos feminismos, o, por el contrario, es un recipiente lleno de abnegación y amor incondicional —de acuerdo con las versiones más tradicionales de la maternidad y la paternidad; Rigoberta también dice haber sido engreída frente a su madre: hija pródiga que regresa a ella mediante la canción— depende de cada oyente.

Sopa y olla

Del contenido de una olla en la nevera de Paula a su puesta en escena. La banda de Rigoberta la forman su pareja, Esteban Navarro, parte del dúo cómico Venga Monjas, y sus primos, Juan y Belén Barenys: la familia al completo sobre el escenario. Belén, que, como Paula, sabe usar su fantástica voz, hace los coros, y Esteban y Juan lanzan las bases, tocan los sintetizadores y se mueven y gesticulan de manera extravagante. Así que incluso estas coreografías, por disparatadas, parecen remitir a cierta placidez de clase media: la felicidad es el aburrimiento —descubrió Josep Pla— y hay que ser muy feliz y estar muy aburrido para bailar tan alocadamente, como sabemos todos los que hemos asistido a una boda.

Y llegamos al clímax de la canción, a ese momento de euforia tan característico de sus composiciones. En la pantalla aparece la barriga de una embarazada y enseguida suena un “lololo” que alguien dijo que ya nunca más será un cántico futbolero: de los White Stripes a los estadios, y del Camp Nou a la maternidad de la Bandini. Poco después vemos un globo terráqueo con pezón incorporado y Rigoberta canta: “sin tetas no habría humanidad ni habría belleza”. Lactancia: más biología. Así que, en definitiva, ¿cómo es esa feminidad que Rigoberta, según su tema ‘Que Cristo baje’, “no puede enjaular”? Sin duda, es una feminidad rebelde, “al puro estilo Delacroix”. Pero, un poco más allá, posiblemente sería una feminidad del gusto de los mismos sacerdotes católicos que, con olfato y buen criterio musical, en 1971 emitieron el álbum ‘Jesucristo Superstar’ a través de Radio Vaticano.

¿Cómo es esa feminidad que Rigoberta, según su tema ‘Que Cristo baje’, “no puede enjaular”?

Paula lo ha repetido en muchas entrevistas: para ella su hijo ha sido casi un amuleto. Le ha permitido sentirse poderosa y le ha servido para abordar su trabajo con energías redobladas. Su insistencia en el valor casi místico de la capacidad femenina para “dar vida” recuerda a la de algunos propagandistas católicos. Pero Paula también es consciente de los problemas que la maternidad ha causado y causa a muchas mujeres, critica el patriarcado (además hace lo posible para luchar contra él) y, de esta forma, coincide con la mayoría de feminismos. “Poner la vida en el centro —explicaba sobre el lema de moda la antropóloga y teórica del ecofeminismo Yayo Herrero— es construir políticas, culturas, economías y comunidades que tengan como prioridad garantizar una vida decente.” Algo con lo que estaría de acuerdo Paula Ribó, su álter ego Rigoberta, y prácticamente cualquiera con sentido común.

Claro que en Rigoberta hay política —tanta como ternura—, pero no es necesario salir de dudas: quienes quieran ver sobre el escenario a una familia unida que canta sobre las bondades de la maternidad y aborda cuestiones espirituales con inteligencia y sin ironía, la verán; y quienes prefieran a una mujer rebelde que no se pliega al patriarcado, homenajea a las madres (y con ellas a toda persona dedicada a los cuidados: esa parte tan importante y tantas veces olvidada del sistema productivo) y hace de su feminidad un desafío, también. Es algo insólito desde que nos registramos, hace ya muchos años, en Facebook y en Twitter. ¿Y ahora qué hacemos? Esto nos gusta a todos.

Durante el verano de 2021 nos olvidamos de la pandemia solo cuando sonaba Rigoberta. Y Rigoberta Bandini —Paula Ribó en realidad, según informa su ya muy trabajada entrada en Wikipedia— sonó un montón: abriendo o cerrando programas de Radio 3, en un anuncio de cerveza, en una gira que la llevó allá donde las restricciones lo permitieron, en cada barbacoa en torno a una piscina… ¿Y en aquellos botellones multitudinarios que terminaban con contenedores quemados y piedras sobre la policía? Quizá allí no se escuchó ‘Too many drugs’, porque allí, como indica la poeta Juana Dolores, los adolescentes enfadados prefieren a Morad.

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