Es noticia
'Mi reno de peluche': amor para todos menos para una mujer gorda
  1. Cultura
planes de fin de semana

'Mi reno de peluche': amor para todos menos para una mujer gorda

Netflix crea la serie más gordofóbica del mundo partiendo de sus habituales buenas intenciones

Foto: Una imagen de los protagonistas de la serie 'Mi reno de peluche'.
Una imagen de los protagonistas de la serie 'Mi reno de peluche'.

No le queda a uno muy buen cuerpo después de completar el visionado de los seis breves episodios de Mi reno de peluche (Netflix), serie que recorre con innegable riesgo todo el catálogo de emociones que median entre el humor y el patetismo. No en vano, la serie la protagoniza un cómico de stand up, y su última escena nos lo muestra llorando como si le acabaran de arrancar los pulmones con unas tenazas al rojo vivo. Su llanto es prácticamente pornografía.

El creador de la serie es Richard Gadd, que también la protagoniza, y dos veces, pues los sucesos que se encadenan en sus apenas cuatro horas de duración se suponen reales, vividos por el mismo Gadd hace algunos años. Primero escribió una obra de teatro con ellos, y luego Netflix le dio su bendición.

La serie nos presenta a un cómico frustrado que trabaja de camarero y entabla una relación de amistad con una clienta. Se trata de una mujer poco afortunada, pues a su físico desbordado por el sobrepeso y a sus más de cuarenta años suma un estatus social cercano a la indigencia. Sin embargo, ella dice ser abogada, y de mucho éxito, en lo que sólo será el principio de una delirante espiral de falsedades y extravagancias.

La mujer, en fin, se obsesiona con el camarero guapete, y le escribe ochenta mensajes al día, le hace un marcaje implacable durante su horario laboral y le conmina constantemente a dejar atrás la amistad y zambullirse en el amor. Él no quiere. Ella es gorda.

Es una mujer poco afortunada, pues a su físico desbordado por el sobrepeso y a sus más de 40 años suma un estatus cercano a la indigencia

Hasta aquí, el planteamiento estanco de Mi reno de peluche es incluso admirable: la mala es una mujer (muy muy mala, de hecho), la víctima es un hombre, las motivaciones del drama no son otras que el aspecto físico de las mujeres y el mensaje que se manda apunta a que hay chicas por ahí que son (palabras textuales de la serie) “putas chaladas”.

¿Qué le ha pasado a Netflix para, de pronto, querer contarnos otras historias?

Nada. Porque en el capítulo dos entendemos qué hace la plataforma de vídeo gastándose varios millones de dólares en gordofobia sin complejos.

Nuestro cómico vive en casa de la madre de su ex, con ella (la madre) dentro. Su ex era de raza negra, muy mona. Esto no lo nota uno hasta que Gadd nos cuenta cómo entró en una app de ligoteo y se enamoró de una mujer trans. Ahí, justo en esa línea del guión, o del librero de la obra teatral, fue cuando Netflix dijo: “Ven con mamá”.

En efecto, el amor inmenso de nuestro protagonista hacia una mujer trans (también muy mona, por cierto) abre una nueva línea argumental en la serie, línea que abunda en la vergüenza o desconcierto que siente un hombre heterosexual al verse liado con una mujer trans y con las consecuencias sociales de una vida pública a su lado. Las dos tramas funcionan muy bien, pues nos hablan constantemente de la pareja como escaparate, como medida por la que somos juzgados y valorados. El camarero no quiere una novia gorda, porque habla mal de él; pero tampoco quiere dar visibilidad a su novia trans, aunque le guste mucho. Siempre la cita en lugares impropios, ajenos a su rutina, para no ser visto con ella.

El camarero no quiere una novia gorda, porque habla mal de él; pero tampoco quiere dar visibilidad a su novia trans, aunque le guste

Hasta aquí, amigos, bueno. Tenemos lo mejor de Netflix con lo mejor de un creador honesto. Sin embargo, aún hay más.

En diversos flash backs, descubrimos que a su llegada a Londres para fracasar como cómico, Gadd/Donny conoció a un empresario del sector televisivo con el que intimó lo suficiente como para frecuentar su casa y acabar acostándose con él después de una ingesta infinita de drogas variadas. Esto se rememora desde la noción de abusos sexuales (sale un cartelito en el capítulo correspondiente avisando del “desagrado” que pueden provocarnos diversas escenas en él contenidas). El cómico fue violado sucesivamente por el productor o empresario, y él no podía desembarazarse de esa relación perniciosa por culpa de su necesidad de reconocimiento, de su sed de éxito.

placeholder Escena de la serie 'Mi reno de peluche'. (Netflix)
Escena de la serie 'Mi reno de peluche'. (Netflix)

Este episodio, extraordinariamente turbio, casa ya un poco de cualquier manera con todo lo anterior, haciéndonos viajar de My blue valentine a Saló o los 120 días de Sodoma, como quien dice. Es un descenso temático y emocional un poco accidentado para el espectador, que se ve de pronto con el estómago del revés y muchas ganas de volver a la acosadora serial del principio de la serie.

Todo está muy bien hecho, el esfuerzo actoral de Richard Gadd es de indudable mérito; la música y la sintaxis son creativas y sorprendentes, pero algo acaba siendo letal para la filosofía Netflix en esta serie en principio llena de amores alternativos y denuncias necesarias. La serie, al cabo, viene a decirnos que uno puede tener amor con cualquiera en este mundo (mujeres de raza negra, mujeres trans y otros hombres) pero no con una gorda.

Este episodio casa un poco de cualquier manera con todo lo anterior, haciéndonos viajar de 'My blue valentine' a 'Saló o los 120 días de Sodoma'

Eso dice la serie. No sé si en Netflix se han dado cuenta de que, según sus propios planteamientos generales, Mi reno de peluche es uno de los productos audiovisuales más gordofóbicos que se han rodado en la historia de la Humanidad. Ni siquiera se me ocurre otro ejemplo (de serie o película) donde ser gorda sea considerado tan inaceptable como en este show.

A Ricky Gervais le debe de haber gustado mucho.

No le queda a uno muy buen cuerpo después de completar el visionado de los seis breves episodios de Mi reno de peluche (Netflix), serie que recorre con innegable riesgo todo el catálogo de emociones que median entre el humor y el patetismo. No en vano, la serie la protagoniza un cómico de stand up, y su última escena nos lo muestra llorando como si le acabaran de arrancar los pulmones con unas tenazas al rojo vivo. Su llanto es prácticamente pornografía.

Series
El redactor recomienda