Es noticia
No de palabra pero sí de omisión: el pecado franquista con los españoles de los campos nazis
  1. Cultura
historia

No de palabra pero sí de omisión: el pecado franquista con los españoles de los campos nazis

Miles de ellos acabaron en Mathausen, Dachau y otros campos del III Reich. Hoy se conmemora el Día de los Españoles Deportados y Fallecidos en los campos de concentración nazis

Foto: Fotografía de 1945 en un campo de concentración nazi. (Getty Images)
Fotografía de 1945 en un campo de concentración nazi. (Getty Images)

¿Por qué acabaron miles de españoles en los campos de concentración nazis si España no participó en la guerra? La respuesta corta: porque son detenidos en el frente combatiendo en unidades francesas. Son todos los que han combatido con Francia, la mayoría republicanos que cruzaron la frontera tras la Guerra Civil, pero no todos. Son destinados a campos de trabajo, principalmente a Mauthausen. Luego están los judíos españoles, pocos, y los sefardíes, que podrían considerarse españoles, pero que no tiene los papeles en regla; acabaron casi todos en Bergen Belsen o directamente en el campo de exterminio de Auschwitz. La pregunta del millón: ¿El régimen franquista es responsable de esas deportaciones de republicanos españoles a los campos nazis? En absoluto, ¿Hicieron algo para evitarlo? Tampoco.

El problema de la memoria es que es un arma de doble filo: como es selectiva puede recordar y olvidar a un mismo tiempo. No es Historia, que tiene en cambio el cometido de interpretar el pasado sobre hechos considerados científicamente ciertos, un relato que comprende además una posición intelectual sobre ese pasado. Es lo que ha pasado un poco con el tema de los españoles en los campos nazis: existían libros de memorias y testimonios como el de Carlos Hernández en Los últimos españoles de Mauthausen, pero pocas investigaciones.

Entre medias, algunas falsificaciones: la de Enric Marco un barcelonés que se inventó su estancia en campos nazis, lo que no le impidió incluso presidir la Amical de Mauthausen hasta que fue descubierto por el historiador Benito Bermejo, —su historia la noveló Javier Cercas en El Impostor— y hace menos de un mes la novela El barracón de las mujeres de Fermina Cañaveras saltó todas las alarmas, como denunció El Confidencial, por los errores que contenía la historia supuestamente basada en una interna española en el campo de Ravensbruck. La Solución Final es un tema jugoso y se ha creado una cierta industria editorial alrededor: tiene el problema de que entre las memorias y demás se cuelan narraciones que los historiadores denuncian como erróneas, cuando no directamente falsas.

No es el caso de Deportados y olvidados. Los españoles en los campos de concentración nazi (La Esfera de los Libros) que han escrito los historiadores Diego Martínez López y Gutmaro Gómez Bravo. Un libro que es exactamente lo contrario: Historia y no un relato de vivencias. Despeja de primeras por ejemplo algunas consideraciones falsas que se han instalado en la psique colectiva como que la España franquista ordenara o participara de esas deportaciones de españoles a campos nazis, por el hecho de ser republicanos, y porque en esos primeros años de guerra Franco colaboraba con el Tercer Reich en aspectos de seguridad. Es la respuesta larga a la pregunta de por qué había españoles allí según escriben Diego y Gutmaro en Deportados y Olvidados.

«La decisión de trasladarlos a los campos de concentración no correspondió a la España franquista, deseosa de saldar sus deudas con la Alemania nazi, ni fue un empeño personal de Serrano Suñer, idea que empezó a circular en los años cincuenta en los círculos del exilio. Su traslado formó parte de la puesta en marcha del Holocausto, en el caso de los sefarditas españoles y del programa de utilización de prisioneros de guerra de los territorios ocupados dirigido por la Oficina Central de Seguridad del Reich (cuyas siglas en alemán eran RSHA)» y explican más adelante «sí que ejercieron presión sus homólogos franquistas para forzar las entregas y repatriaciones en la frontera francesa, pero no para interferir en la deportación a los campos alemanes».

En el caso de los primeros españoles, llegan a Mauthausen el 6 de agosto del 40 porque son detenidos en el frente

La cuestión es importante, el régimen franquista no participó de esa política aunque colaborara en esos años con la Gestapo en Madrid. También es cierto que no hicieron nada por reclamarlos aún cuando los nazis les dieron facilidades. Lo aclara a El Confidencial Diego Martínez via zoom: «Los españoles acaban en los campos de concentración por dos cuestiones. Una, porque evidentemente los franquistas no los reclaman. Eso es evidente. Hay un silencio administrativo. No es que lo desconozcan, es que simplemente cuando se les hace algún requerimiento, la respuesta que dan es el silencio administrativo. La otra es porque quedan sometidos a las políticas del Reich. En el caso de los primeros españoles, llegan a Mauthausen el 6 de agosto del 40 porque son detenidos en el frente combatiendo en unidades francesas. De hecho, al principio son detenidos como franceses y posteriormente llegan a campos a partir de septiembre, cuando ya los alemanes establece la directiva de extenderla o la aplicación de la custodia protectora a los españoles franceses».

En realidad, tal y como explican en Deportados y olvidados Gutmaro y Diego, Francia y el régimen franquista se aplican más bien en los años 1939 y 1940 en conseguir las repatriaciones, que son las más numerosas. Tras la derrota en el frente de Cataluña, en enero del 39, habían cruzado la frontera a Francia en torno a 500.000 refugiados, sin embargo, para diciembre de ese mismo año, ya solo hay 140.000. De este grupo es de donde salen los internados en los diferentes campos que al final son muchos menos.

Lo que marca la diferencia es la actitud de Francia con los refugiados españoles. Para empezar, nada más cruzar la frontera de Cataluña son internados en campos como Àrgeles sur le Mer y más tarde incluso construyen otros como el de Gurs. Así, los españoles que no son repatriados quedan en una especie de limbo, porque no tendrán estatus de refugiados hasta 1946. La estancia en Francia es el gran problema para ellos: el avance alemán y el armisticio que firma Francia con el establecimiento del régimen de Vichy hacen el resto.

placeholder Portada de 'Deportados y olvidados'.
Portada de 'Deportados y olvidados'.

«La responsabilidad de Francia es múltiple», explica Diego, «a todos aquellos que consideran un peligro para el orden público, les aplican la condición de indeseables, que es una categoría jurídica que introducen en su aparato legal a raíz de la Primera Guerra Mundial para designar a los gitanos húngaros. Luego reclutan a los varones en edad de combatir, que son enviados a los territorios de los Pirineos Orientales, porque el objetivo principal es tratar de repatriar a las mujeres, los niños, ancianos, heridos o hombres que ya no estaban en capacidad de combatir, y que normalmente son trasladados a regiones del centro».

Los campos de Francia comienzan a tener además dos tipologías: se pueden considerar de alguna manera campos de concentración, pero los franceses los denominan como de reclutamiento. Básicamente, intentan incorporar a todos aquellos que se quedan en Francia como mano de obra para el sistema productivo francés. Y a partir de septiembre del 39 son movilizados a filas con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Los españoles de los campos pertenecen a este grupo: soldados reclutados.

Lo que prevaleció desde Madrid fue el silencio. La buena relación de Alemania con España propició que las autoridades del Reich avisaran de que si querían reclamar a sus compatriotas podían hacerlo. No en todos los casos, pero sí en varios. Incluso dieron un ultimátum en el año 43 para hacerse cargo de ellos antes de que se eliminara la posibilidad. No se hizo nada.

Uno de los expedientes más célebres fue el del convoy de Angulema. El 20 de agosto de 1940, la Embajada alemana en Madrid cursó una nota solicitando al Ministerio de Asuntos Exteriores «si el Gobierno español estaría dispuesto a hacerse cargo de 2.000 españoles rojos que actualmente se hallan internados en Angouleme (Francia), —Deportados y olvidados—. A pesar de ser extranjeros sin estatus, seguían teniendo nacionalidad española, lo que obligaba a las autoridades alemanas a consultar a los representantes diplomáticos de España, un país aliado del Tercer Reich, a hacerse cargo de sus ciudadanos. Nadie movió nada.

Los campos de Francia se pueden considerar campos de concentración, pero los franceses los denominan de reclutamiento

Pasaría después con un grupo de sefardíes de Salónica que acabarían en Bergen Belsen después de que los alemanes avisaran a Madrid si querían reclamarlos. Más tarde, en 1944, cuando el régimen vira hacia una política destinada a ganar puntos con los aliados, se contesta a las autoridades alemanas para que se repatríe a los sefardíes, pero ya es demasiado tarde. Es también el momento en el que Ángel Sanz Briz está expidiendo cartas de protección y pasaportes en Hungría a judíos —que no son sefardíes— para evitar que sean trasladados a Auschwitz.

La cuestión de los judíos es compleja por las cifras que han revisado Diego y Gutmaro, están los que tiene nacionalidad española, están los protegidos y están los sefardíes —fundamentalmente Grecia— que no regularizaron su situación con España según el decreto de Primo de Rivera de 1921, que tenía una validez temporal. Según Diego: «En principio todos los sefardíes sufren y caen dentro de la legislación antisemita. Otra cuestión son los esfuerzos que hace la administración española por sacar de esa trampa potencialmente mortal a los que eran protegidos o por lo menos a determinadas personalidades. Desde luego, el régimen sí que hace esfuerzos por sacarlos de ahí, pero a otros muchos los abandonan. El resultado es que la mayoría de ellos acaban en trance y deportados a Auschwitz».

PREGUNTA. ¿No hay un cambio de política del régimen precisamente con los judíos?

RESPUESTA. Sí, efectivamente hay un cambio. Hay un cambio bastante evidente a partir del 42-43, sobre todo muy probablemente por algún tipo de influencia de los aliados. Empiezan a autorizar entre otras cosas, el paso o la utilización de España como país en tránsito para que todos estos judíos, un porcentaje pequeño pudiera pasar por España. Insisto, en tránsito, fundamentalmente hacia el norte de África. Ese es un poco el acuerdo, el principio de lo que se conoce hasta ahora, que tienen con los aliados. Lo que pasa es que se niegan a permitir los transportes masivos. Las órdenes que dan son básicamente de transportes de entre 150 y 250 personas. Por lo tanto, si tenemos en cuenta las cifras generales que se manejan para el Holocausto, es algo completamente ridículo.

Faltaría en ese cómputo los judíos protegidos por Ángel Sanz Briz en Budapest. Pero además de los judíos sefardíes hay un grupo numeroso de españoles internados en Mauthausen:

P. ¿Cómo fue la experiencia de los españoles en Mauthausen?

R. Demoledora. Mauthausen es el único campo que está incluido dentro de la categoría tres, dentro de la jerarquía interna que oficializa Heydrich o el jefe de la Oficina de Seguridad del Reich en enero del 41. No es que haya que tomar esa lista como una cosa sacrosanta, pero sí es significativo que los propios nazis reconocieran en enero del 41 que Mauthausen era el peor campo que tenía su red. Por supuesto, todo esto evolucionará y cambiará a lo largo de los años. Pero es llamativo que has dicho que hoy en día está en la memoria de todo el mundo, como lo que era también una fábrica de la muerte en su momento. En su origen no es que fuera el peor de los campos. Mauthausen fue un campo absolutamente desastroso, demoledor para los españoles sobre todo. ¿Por qué? Por la cantera. Es un campo productivo. La explotación en la cantera fue demoledora. Las cifras hablan por sí solas: Entre el verano del 41 y febrero del 42, de los 4750 españoles que sabemos que mueren en Mauthausen o que son asesinados en Mauthausen, mueren más de 4000. Es una absoluta barbaridad. Si hacemos el cómputo global de los 7251 que se han contabilizado, que fueron deportados a Mauthausen, sabemos que mueren 4750, lo cual arroja una tasa de mortalidad superior al 65%, lo cual supera en hasta 15 puntos la la mortalidad media del campo. Es absolutamente aterrador.

P. ¿Y la de Ravensbruck, que es dónde estaban las mujeres españolas?

R. Vamos a ver, hay que diferenciar dos periodos. Una cosa es del 39 hasta el 41, 42, más que nada 42, en donde en la vida el régimen de vida era bastante mejor que los campos masculinos y a partir del 42, en donde la cosa ya se empieza a complicar. Entonces, lógicamente en el caso español lo que interesa es este segundo periodo. La realidad es que la mayoría de las españolas, por no decir todas o prácticamente todas, entran en el grupo o entran en el universo del KL. A partir del año 44, básicamente en los últimos. En los últimos compases de los campos. Esto es una mala noticia para ellas, especialmente porque entran en la fase más dura de la experiencia en el campo. Entonces. Bueno, pues básicamente, sobre todo a partir del 44 es ya casi un campo de tránsito. La mayoría de mujeres que son enviadas lo hacen simplemente para estar allí un periodo corto de tiempo.

¿Por qué acabaron miles de españoles en los campos de concentración nazis si España no participó en la guerra? La respuesta corta: porque son detenidos en el frente combatiendo en unidades francesas. Son todos los que han combatido con Francia, la mayoría republicanos que cruzaron la frontera tras la Guerra Civil, pero no todos. Son destinados a campos de trabajo, principalmente a Mauthausen. Luego están los judíos españoles, pocos, y los sefardíes, que podrían considerarse españoles, pero que no tiene los papeles en regla; acabaron casi todos en Bergen Belsen o directamente en el campo de exterminio de Auschwitz. La pregunta del millón: ¿El régimen franquista es responsable de esas deportaciones de republicanos españoles a los campos nazis? En absoluto, ¿Hicieron algo para evitarlo? Tampoco.

Literatura
El redactor recomienda