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La revuelta de los agricultores tiene solución: esta (polémica) innovación genética es la clave
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RENDIMIENTO Y RESISTENCIA

La revuelta de los agricultores tiene solución: esta (polémica) innovación genética es la clave

Mientras los productores se manifiestan, el Parlamento Europeo da luz verde a las técnicas de edición genética para mejorar los cultivos, un paso clave frente a la competencia de fuera

Foto: Protestas de los agricultores. (Europa Press/Manuel Laya)
Protestas de los agricultores. (Europa Press/Manuel Laya)
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Vivimos días decisivos para el futuro de la agricultura europea. Las protestas en España y en Europa buscan un cambio de rumbo para el sector primario, que se ve asfixiado por la burocracia, la competencia de otros países o los altos costes, entre otros problemas. En paralelo, aunque provocando mucho menos ruido mediático, una votación celebrada este miércoles en el Parlamento Europeo también puede resultar determinante para el porvenir del campo y de los alimentos que nos llevamos a la boca los ciudadanos.

Con 307 votos a favor, 263 en contra y 41 abstenciones, los eurodiputados dieron luz verde al desarrollo de variedades vegetales mejoradas gracias a las nuevas técnicas genómicas (conocidas como NGT por sus siglas en inglés). Este conjunto de herramientas de edición genética —como CRISPR, que también se utiliza en el ámbito de la salud —, permite obtener plantas más productivas con menos fertilizantes; y más resistentes, frente al clima o las plagas. La propuesta, que partió de la Comisión Europea, da un paso fundamental y ahora tendrá que ser negociada por los Estados miembros para lograr una ley definitiva.

La inmensa mayoría de los científicos celebra el paso adelante. En los últimos días, los centros de investigación relacionados con la agricultura y el medio ambiente se habían movilizado para pedir el voto afirmativo de los miembros del Parlamento. En opinión de los expertos, las NGT permiten introducir cambios mínimos y precisos en el genoma de los organismos vegetales, idénticos a los que se producen de forma natural, pero de una forma dirigida y controlada para lograr las modificaciones que mejoran los cultivos. En todo el mundo, solo Europa y Nueva Zelanda han paralizado esta vía para introducir innovaciones en el campo, con el consiguiente retraso frente a otros países.

En cambio, algunas organizaciones ecologistas se han movilizado en contra, por ejemplo, Greenpeace, que defiende que las NGT son “los nuevos OMG”, organismos modificados genéticamente o transgénicos (incorporan ADN de otra especie), frenados por la legislación europea y expresamente prohibidos en algunos países. Los detractores de la edición genética de plantas argumentan que “no se pueden descartar riesgos para la salud y la naturaleza” y se agarran a una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que en 2018 equiparó las herramientas CRISPR con los OMG.

placeholder Protestas de agricultores. (Europa Press)
Protestas de agricultores. (Europa Press)

En qué beneficia a los agricultores

La cuestión es en qué beneficiaría este avance a los agricultores europeos. “Es sencillo de entender: nuestros agricultores no pueden acceder a las innovaciones tecnológicas y a los sistemas de producción que están asociados a estas nuevas técnicas genómicas que, por cierto, sí está utilizando el resto del mundo”, afirma, en declaraciones a El Confidencial, Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y experto en CRISPR. Aplicar la edición genética supone “aumentar la producción, hacer que los cultivos sean más sostenibles e incrementar los beneficios”.

En el Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG), Josep María Casacuberta lo resume en dos palabras: “rendimiento y resistencia”. Tras pasar por el panel de OMG de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), este especialista es un firme defensor de la edición genética. “Nos estamos quedando ya atrás, otros países ya tienen productos en el mercado y nosotros todavía estamos discutiendo cómo se pueden regular”, lamenta. En su opinión, el mejor ejemplo de las posibilidades que ofrecen las NGT son los productos que países como EEUU o Japón ya están sacado al mercado, como tomates enriquecidos con vitaminas y otros alimentos saludables.

placeholder Tomates. (Reuters)
Tomates. (Reuters)

Sin embargo, admite que, en Europa, el foco no está centrado en la salud del consumidor, sino en la forma de producir en el campo. “Aquí nos preocupa el cambio climático, porque empieza a ser difícil cultivar ciertas especies, así que necesitamos plantas mejor adaptadas a las nuevas condiciones”, destaca; “pero, además, queremos reducir el uso de pesticidas y de agua”. Todos estos objetivos pasan por la edición genética, aunque las soluciones que puede aportar no van a ser igual de efectivas para todos los problemas. “Hay muchas posibilidades de que estas técnicas permitan obtener plantas resistentes a patógenos muy rápidamente, porque son caracteres muy simples”, explica. En cambio, “adaptarlas a la sequía y a condiciones extremas es más difícil, va a ser menos inmediato, pero las NGT nos pueden ayudar a avanzar de una forma determinante”.

“Si permitimos que nuestros agricultores incorporen las nuevas técnicas, seguramente, no vamos a resolver todos sus problemas, pero vamos a contribuir a que sean mucho más competitivos”, asegura Montoliu, “porque hasta ahora les estamos haciendo trabajar con una mano en la espalda, no les dejamos beneficiarse de los avances de la tecnología que el resto del mundo ha interpretado como mejoras para la producción agrícola que no necesitan estar reguladas”.

Foto: Fresas editadas genéticamente con CRISPR en La Mayora (David Pose)

De hecho, para los científicos, la única forma de conciliar las reclamaciones de los agricultores y la protección del medio ambiente es reforzar los cultivos por medio de la mejora genética. El uso de los pesticidas y fertilizantes es el mejor ejemplo: prohibir su uso implica peores cosechas; permitirlo, en las mismas condiciones que hasta ahora, supone contaminar el campo. La edición genética es la vía alternativa, porque ofrece plantas más fuertes y productivas sin ayuda externa, lo que también reduciría los elevados costes de los insumos. En definitiva, la agricultura tradicional es más cara (lo que también se traduce en depender más de subvenciones), más contaminante y menos competitiva.

Las NGT: en el laboratorio, pero no en el campo

Los científicos aspiran a que su experiencia en el laboratorio llegue alguna vez al campo. “Todos los centros que trabajamos en biología molecular de plantas estamos utilizando CRISPR”, comenta Casacuberta. “Es una herramienta rutinaria y barata, una técnica fácil de utilizar y que tiene tanta precisión que se ha convertido en imprescindible si estás estudiando las plantas”, añade.

placeholder Los cultivos basados en las nuevas técnicas ya están por todo el mundo. (EFE)
Los cultivos basados en las nuevas técnicas ya están por todo el mundo. (EFE)

Las herramientas CRISPR son tan revolucionarias y prometedoras que en 2020 le valieron el Premio Nobel de Química a las dos investigadoras que las desarrollaron, Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, aunque están basadas en los descubrimientos del español Francis Mojica. La clave de la técnica es que permite realizar cortes muy precisos en el genoma de cualquier organismo. Sus posibilidades en medicina son enormes, pero hace más de una década que estas tijeras moleculares también se aplican en los organismos vegetales. Además de CRISPR, existen otras técnicas de modificación genética, por eso, actualmente se agrupan todas bajo el nombre de NGT.

La idea es que, conociendo la función de los genes de las plantas y actuando sobre ellos, los resultados pueden ser rápidos y efectivos. En el CRAG, además de utilizar la edición genética en investigación básica, algunos grupos trabajan con cultivos de gran interés agrícola y sus resultados podrían aplicarse en un futuro próximo: melón, melocotón, arroz… La lista de productos que están a un paso de contar con nuevas variedades mejoradas no tiene límite, un trabajo que se lleva a cabo “en estrecha colaboración con los agricultores”.

placeholder Representación de la edición genética CRISPR.
Representación de la edición genética CRISPR.

La agricultura tradicional ha logrado esos cambios durante miles de años por medio de la selección y los cruces. Hoy en día los científicos lo pueden lograr, de forma dirigida, casi de un día para otro, pero en Europa el resultado no puede salir del laboratorio, puesto que la edición genética está sometida a la Directiva 2001/18/EC, que pretendía regular la aprobación de organismos modificados genéticamente (OMG) tras una rigurosa evaluación de los riesgos para la salud o para el medio ambiente y que, en la práctica, ha impedido que los transgénicos lleguen al campo.

Polémicas e incertidumbres abiertas

Sin embargo, frente al entusiasmo de los investigadores, no todos los agricultores son favorables a las NGT. Las organizaciones están divididas: algunos profesionales esperan desde hace años que una nueva regulación permita usar estas técnicas. En cambio, quienes se dedican a la agricultura ecológica las ven con recelo y, de hecho, la propuesta de la Comisión Europea respaldada por el Parlamento lo ha tenido en cuenta: las plantas obtenidas por edición genética no podrán utilizarse en su sector.

placeholder Agricultura ecológica. (EFE)
Agricultura ecológica. (EFE)

Casacuberta considera “sorprendente” este rechazo. En teoría, debería ser justo al revés: “Para la producción ecológica lo más importante es no depender del uso de pesticidas e insumos, así que estas mejoras harían que algunas plantas fueran más fáciles de cultivar, sobre todo teniendo en cuenta que vamos hacia condiciones cada vez más difíciles". Tal y como está la propuesta ahora mismo, los vegetales obtenidos con NGT de categoría 1 serían “equivalentes a los convencionales”. Sin embargo, la norma también obligaría a realizar una trazabilidad de los productos, de manera que el consumidor pueda saber si se ha usado la edición genética. El problema es que, técnicamente, no se pueden distinguir. Una planta normal sufre mutaciones espontáneas y una editada con NGT ha tenido alguna mutación dirigida, pero “no existe ningún análisis que nos permita distinguir unas de otras”, advierte el investigador del CRAG; así que “no sé cómo se podrá implementar la trazabilidad”, añade.

No es la única cuestión que preocupa a los investigadores si se mantuviese intacta la propuesta actual, ya que también se ha establecido una categoría NGT 2, que va a mantener la mayoría de los requisitos de la legislación sobre OMG. ¿Qué hace que las plantas editadas genéticamente estén en una categoría o en otra? Una división que Montoliu considera “arbitraria”: si tienen más o menos de 20 letras del genoma modificadas. No obstante, la idea es que las que han sufrido mayores cambios puedan acelerar el procedimiento de evaluación de riesgos, evitando el callejón sin salida al que se somete a los cultivos transgénicos. “Va a ser una evaluación proporcional al posible riesgo para la salud y para el medio ambiente que tenga cada una de las modificaciones de la planta”, admite el experto del CNB-CSIC.

Foto: La planta, reaccionando a las señales de alerta (Aratani et al./Nature Communications)

En cualquier caso, ninguno de estos detalles es definitivo. El Consejo Europeo, formado por los diferentes Gobiernos, puede introducir modificaciones y devolver la propuesta al Parlamento. Sin embargo, los investigadores se felicitan porque el hecho de que la propuesta haya recibido el aval de los eurodiputados antes de las elecciones de junio era vital. Al menos, la edición genética de plantas ha entrado en el camino adecuado para evitar que, también en este asunto, se produzca la hipocresía que denuncian tanto agricultores como científicos con respecto a los transgénicos: la Unión Europea bloquea estos cultivos en su territorio, pero compra millones de toneladas a otros países porque no le queda más remedio que hacerlo para alimentar a su propio ganado.

Vivimos días decisivos para el futuro de la agricultura europea. Las protestas en España y en Europa buscan un cambio de rumbo para el sector primario, que se ve asfixiado por la burocracia, la competencia de otros países o los altos costes, entre otros problemas. En paralelo, aunque provocando mucho menos ruido mediático, una votación celebrada este miércoles en el Parlamento Europeo también puede resultar determinante para el porvenir del campo y de los alimentos que nos llevamos a la boca los ciudadanos.

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