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Operación salvar el tomate almeriense: Europa saca la edición genómica del cajón
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LA AGRICULTURA DEL SIGLO XXI

Operación salvar el tomate almeriense: Europa saca la edición genómica del cajón

Bruselas impulsa un marco legal para usar tecnologías como CRISPR en la agricultura para crear cultivos más resistentes y sostenibles. El sector biotecnológico español celebra la medida

Foto: Los tomates de invernadero de Almería son los más valorados de Europa. (D.B.)
Los tomates de invernadero de Almería son los más valorados de Europa. (D.B.)
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Hace 30 años, el microbiólogo alicantino Francis Mojica descubrió, al analizar una arquea —microorganismo unicelular— en las salinas de Santa Pola, una serie de repeticiones en sus secuencias de ADN. Esto constituiría la base de una tecnología capaz de modificar los genes de cualquier organismo, y a la que el científico bautizó como CRISPR. Ni en sus sueños más salvajes podría Mojica haber imaginado la revolución que desencadenó este hecho, con un Premio Nobel de Química que le pasó rozando y ahora, una revolución en el corazón de Bruselas, que tras varios años con el freno de mano echado parece dispuesta a desencadenar todo el potencial que esta herramienta de edición genómica tiene para la agricultura comunitaria.

Por desgracia para la pujante industria biotecnológica de los 27, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia Europeo decidió en 2018 que estos organismos eran equivalentes a los transgénicos. Por tanto, pasaron a estar sometidos a una estricta regulación: actualmente solo están permitido dos tipos de maíz y uno de colza. Francisco Barro, investigador del CSIC que en 2015 creó una variedad de trigo apta para celíacos al desactivar aquellos genes vinculados al gluten, tuvo que licenciar su invento en Estados Unidos ante la imposibilidad de hacerlo en su país o cualquier otro país europeo.

Foto: La fresa de Huelva sufre una crisis de reputación. (Reuters/Marcelo del Pozo)

A eso se añaden nuevas amenazas para las cosechas tradicionales, como el cambio climático y sus consecuencias: temperaturas más elevadas y nuevas plagas. Por todo ello, Bruselas ha decidido hacer borrón y cuenta nueva con las técnicas de edición genómica y mejora de especies.

La amenaza para el campo español

Las cifras son espeluznantes. 35.000 millones de euros perdió el año pasado el sector mundial de la agricultura como consecuencia de los cambios climáticos. España, que acaba de vivir uno de los veranos más cálidos de los últimos 700 años, ha reducido casi el 60% de la producción de algunos cultivos de secano por el descenso regular de las precipitaciones. Para 2050, a raíz del incremento de la población, el planeta sufrirá un fuerte desajuste entre demanda y capacidad de producción alimentaria que podría tener consecuencias (ya las tiene) en los flujos migratorios, generando graves problemas de desestabilización demográfica en algunos países. Y Europa y países fronterizos como España no serán para nada ajenos. Los datos los ofrece en una sala de conferencias del Parlamento Europeo en Bruselas Ana Caño-Delgado, investigadora del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG) de Cataluña, que lleva seis años estudiando, mediante nuevas técnicas de edición genómica (NTG, el término creado para distinguirlas de los transgénicos tradicionales), la mejora de cereales como el trigo para que sean capaces de sobrevivir en condiciones de sequía y que el agricultor no vea penalizada su producción.

La investigación básica del equipo de Ana Caño-Delgado, como la de numerosos equipos científicos en alimentación, ha recibido dos millones de euros de financiación europea. Pero, paradójicamente, con la actual legislación comunitaria que le es aplicable, tendría muchas dificultades para llegar al mercado. Esto es algo que la Comisión Europea quiere cambiar, creando un reglamento específico para plantas obtenidas mediante NTG como el CRISPR. Acaba de mandar una propuesta al Europarlamento para su debate y enmienda.

Europa decidió cerrar prácticamente la puerta a las licencias de productos transgénicos (OMG, aquellos que contienen material genético de especies distintas), con un marco normativo que ahora dificulta el desarrollo de tecnología que no emplea la transgénesis, pero que permite desarrollar con la edición del genoma de la propia planta variedades vegetales mejoradas, con mayor resistencia a sequías, altas temperaturas y otras situaciones extremas, o que requieran menos fertilizantes y fitosanitarios.

placeholder Un pollito modificado genéticamente en el Instituto Roslin para bloquear la transmisión de la gripe aviar. (Reuters)
Un pollito modificado genéticamente en el Instituto Roslin para bloquear la transmisión de la gripe aviar. (Reuters)

Son técnicas que ya están en los laboratorios de todo el mundo, en una carrera que ha comenzado y en la que Europa corre el riesgo de quedar rezagada. No es casual que haya sido el Instituto Roslin de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, el que acabe de publicar en la revista Nature sus primeros avances en la gestación de pollos inmunes a la gripe aviar a través de la modificación de pequeñas secciones del ADN del animal. Tras el Brexit y el abandono del marco europeo, el Reino Unido está relajando sus normas sobre organismos modificados genéticamente y edición genómica.

"Desde que salió la tecnología, hemos recibido la visita de varias empresas interesadas", explica a este periódico Juan José López Moya, investigador en el CRAG. "Muchas de ellas ya se lanzaron a investigar un gen en concreto que les interesaba editar, con lo cual creo que deben tener bastante material listo o muy cerca de estar listo".

"Estoy seguro de que habrá cosas listas para saltar al mercado en cuanto se abra la puerta"

Este experto, que participa en varios ensayos básicos que podrían aplicarse tanto a melón como a tomate, argumenta que es difícil saber lo que instituciones o empresas tienen en el cajón a la espera de que se permita la tecnología. "Todo el mundo lo que publica es ciencia básica, lo comercial no lo veremos hasta que no hayan dado el pistoletazo de salida", dice López Moya, que intuye que no vamos a tener que esperar mucho para verlo. "Va a ser muy inmediato porque hay mucha investigación básica detrás, incluso en plantas un poco difíciles o recalcitrantes como el arroz, es una planta modelo, monocotiledonea como el trigo, pero tiene el genoma más pequeño... estoy seguro de que habrá cosas listas para saltar al mercado en cuanto se abra la puerta".

Una regulación demasiado estricta

Europa limita por ahora el futuro reglamento a especies vegetales. Pero la edición de genes podría ser una oportunidad para hacer viables los cultivos de tomate de Almería con altas temperaturas o crear champiñones o brócoli más duraderos, cítricos más resistentes a plagas o cereales de secano capaces de producir en condiciones de sequía. Quién sabe si hasta podría ser la solución al desplome de la producción de aceituna por falta de lluvia que tiene disparados los precios del aceite de oliva.

"Son herramientas poderosas en beneficio de la sostenibilidad y resistencia del sector alimentario. La legislación actual de organismos genéticamente modificados (OMG) no es la más adecuada para traer estos productos a mercado porque no distingue perfiles del riesgo. Con la propuesta que presentamos el pasado 5 de julio los transgénicos quedan fuera. No intentamos desregular sino precisamente generar el marco para distinguir", señala Irene Sacristán, jefa de unidad de la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria (DG Sante) de la Comisión Europea. Sacristán ha sido la alta funcionaria europea encargada de coordinar todo el trabajo técnico de la propuesta de reglamento.

placeholder El profesor de Biotecnología de la Universidad de Valencia, José Miguel Mulet. (EFE)
El profesor de Biotecnología de la Universidad de Valencia, José Miguel Mulet. (EFE)

José Miguel Mulet, autor del libro Comer sin miedo, y catedrático del departamento de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia, señala que, con el portazo europeo a los transgénicos, en los cajones de muchos laboratorios europeos se quedaron investigaciones sobre plantas que podrían ser mucho más productivas y que nunca han llegado al campo. "Fue una ley que se hizo sobre problemas y peligros que nunca han llegado. Ese tren ya lo hemos perdido, pero tenemos la oportunidad de no caer en los mismos errores", afirma. "Si alguien dice que los transgénicos y CRISPR es lo mismo no es cierto", insiste. Mulet recuerda que el Pacto Verde Europeo y la estrategia de la Granja a la Mesa (From Farm to Fork) abogan por un objetivo de 25% de agricultura ecológica y un 25% menos de fitosanitarios. "Si queremos que Europa siga teniendo soberanía alimentaria y no queremos aplicar fitosanitarios tenemos que ir a otras soluciones. El CRISPR permite hacer patatas más productivas y adaptadas a plagas", ejemplifica.

placeholder El sistema CRISPR permite lograr nuevas variedades sin introducir genes ajenos al organismo. (EFE)
El sistema CRISPR permite lograr nuevas variedades sin introducir genes ajenos al organismo. (EFE)

Fermín Azanza, jefe de investigación de la cooperativa francesa Limagrain Field, uno de los mayores productores de semillas de Europa, es más escéptico sobre la posibilidad de desarrollar en el medio plazo plantas resistentes a la sequía, pero señala posibilidades más inmediatas en edición de ADN, como mejoras en la calidad de los productos. "Y a largo plazo podríamos hablar de enfermedades, hongos, insectos y el desarrollo de variedades resistentes a patógenos. La edición genética tiene un gran futuro", afirma.

En la misma línea se expresa Antoni Granell, investigador del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas del CSIC en Valencia. Granell cree que los avances antisequía en cultivos de leñosos como los olivos serán más lentos, y que en hortícolas como el tomate, compuestos en un 80% de agua, será más complicado. Pero ve aplicaciones más rápidas a la hora de mejorar sabores y condiciones nutricionales de algunos alimentos. Pone el ejemplo de nuevo del tomate, con la opción de mejorar la presencia de antioxidantes como el licopeno, elemento que los nutricionistas han identificado como beneficioso para la salud celular. "Ya lo hemos hecho con CRISPR. Hay variedades que crecen bien en invernaderos. Tenemos una posibilidad para explorar y poner en el mercado nuevas variedades".

De la misma forma opina López Moya: "En leñosas como el olivo habrá interés en aplicar mejoras, pero no serán inmediatas por el tiempo que tardas en establecer la variante editada y que entre en producción", explica el científico del CRAG. "El punto fuerte de usos va a estar en las hortícolas de gran producción, tanto las solanáceas: tomate o pimiento, como las cucurbitáceas: pepino, calabacín y melón". Para López Moya, la zona que va desde Almería hasta Valencia, donde la producción y la calidad del producto son muy altas, podría beneficiarse de la edición de genes de manera casi inmediata a la aprobación de la norma.

"Tenemos una posibilidad para explorar y poner en el mercado nuevas variedades"

Granell introduce, además, un elemento de composición del tejido productivo. Un marco normativo ágil para la aplicación de la NTG sobre variedades locales, permitiría el acceso a nuevos productos de empresas más pequeñas. "El sector hortícola está muy fragmentado y una legislación con costes elevados sería casi como una prohibición, advierte. El investigador recuerda que hay variedades locales que no dependen de empresas grandes de semillas y apuesta por una "tecnología democratizada" para "innovar en la tradición", conservando las propiedades que el consumidor aprecia y que dan nombre a productos de una ciudad. "Tenemos que ser capaces de superar cambios climáticos", afirma poniendo de nuevo como ejemplo las olas de calor en invernaderos de Almería, que en ocasiones impiden que las flores cuajen.

Aspectos mejorables

Antonio Villarroel, director general de Anove, una asociación que agrupa a empresas y centros públicos especializados en investigación de nueva variedades vegetales, celebra la propuesta legislativa europea porque "permite superar barreras de la legislación de OMG". Pero señala aspectos mejorables como los problemas para experimentar en campo, aspecto en el que coincide Azanza, o la limitación a 20 en el número de modificaciones del ADN que plantea la primera propuesta. "Es arbitraria y no tiene justificación", afirma, señalando el déficit en el desarrollo investigador en especies como el trigo. Una opinión compartida por Marcos Egea, catedrático y director del Instituto de Biotecnología Vegetal de la Universidad Politécnica de Cartagena, que detalla que lograr trigo sin gluten, por ejemplo, requiere la intervención en 36 genes.

Con todo, Egea coincide en que el nuevo reglamento es un "proyecto fantástico" que puede ayudar a acortar los plazos para la introducción de nuevas variedades y permitir el acceso a empresas medianas y pequeñas que ahora no pueden esperar quince años para desarrollar plantas. "Necesitamos un sistema legislativo que permita que esas tecnologías se desarrollen en Europa para crear mercado competitivo. Tenemos que ser competitivos con Estados Unidos y China, que tienen una legislación muy distinta. Tiene una lógica aplastante desde el punto de vista político", afirma.

"Tenemos que ser competitivos con Estados Unidos y China, que tienen una legislación muy distinta. Tiene una lógica aplastante"

El encuentro que reunió todas estas voces en Bruselas fue organizado por los eurodiputados socialistas de tres territorios con alta producción agrícola, Inmaculada Rodríguez-Piñero (Comunidad Valenciana), Clara Aguilera (Andalucía) y Marcos Ros (Murcia). Fuentes del grupo de Socialistas y Demócratas confían en la que el Europarlamento, con algunas enmiendas, respalde la propuesta de la Comisión al menos con la suma de los votos del grueso de su grupo parlamentario, del Grupo Popular Europeo y de los liberales. El grupo de La Izquierda y Los Verdes alemanes no han apoyado por ahora el proyecto.

El paso siguiente es someterlo al consenso de los Estados miembros en el Consejo Europeo, que este semestre preside España. El Gobierno español, según las mismas fuentes, ha introducido el impulso al reglamento de NTG entre las prioridades de su presidencia. La propuesta normativa se trató en la reunión de ministros de agricultura celebrada el pasado mes de septiembre en Córdoba. "Las nuevas técnicas de edición genómica cuentan con apoyo, pero con un enfoque responsable", dijo el comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski.

Hace 30 años, el microbiólogo alicantino Francis Mojica descubrió, al analizar una arquea —microorganismo unicelular— en las salinas de Santa Pola, una serie de repeticiones en sus secuencias de ADN. Esto constituiría la base de una tecnología capaz de modificar los genes de cualquier organismo, y a la que el científico bautizó como CRISPR. Ni en sus sueños más salvajes podría Mojica haber imaginado la revolución que desencadenó este hecho, con un Premio Nobel de Química que le pasó rozando y ahora, una revolución en el corazón de Bruselas, que tras varios años con el freno de mano echado parece dispuesta a desencadenar todo el potencial que esta herramienta de edición genómica tiene para la agricultura comunitaria.

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