Es noticia
La extrema derecha sueña con un supergrupo. Europa no está preparada; ellos tampoco
  1. Mundo
  2. Europa
ESPERAN UNA SUBIDÓN EL 9 DE JUNIO

La extrema derecha sueña con un supergrupo. Europa no está preparada; ellos tampoco

En los últimos meses, miembros relevantes de partidos conservadores o nacionalistas especulan con una coalición que los convertiría en la 2ª fuerza del Parlamento. Se ha intentado antes, pero existen tantas filias como fobias

Foto: El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y la italiana Giorgia Meloni, en una cumbre en Bruselas. (Reuters/Yves Herman)
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y la italiana Giorgia Meloni, en una cumbre en Bruselas. (Reuters/Yves Herman)

El partido socialista ha arrancado estos días la campaña para las elecciones europeas con una única fijación: "ganar a la ultraderecha", en palabras de Teresa Ribera, cabeza de lista del PSOE al Parlamento Europeo.

El mantra lleva varias semanas en boca de sus dirigentes, sin embargo... ¿a qué se refieren exactamente con ultraderecha? Cuando el pasado 2 de marzo, Pedro Sánchez advirtió que "la extrema derecha está creciendo en toda Europa", incluía a todo lo que se mueve más allá de los límites del Partido Popular Europeo, pero también a algunos miembros de este. En realidad, bajo esa etiqueta genérica de "extrema derecha" existen tantas familias que a veces parece un milagro que puedan ponerse de acuerdo en algo bajo el techo de la Eurocámara.

De los euroescépticos a los posfascistas. De los ultraconservadores a los nacionalistas identitarios. De los atlantistas a los prorrusos. El equilibrio de los dos principales grupos, ECR (Conservadores y Reformistas Europeos) e ID (Democracia e Identidad) lleva años en el alambre, con partidos nacionales entrando y saliendo de ellos en disputa con otros miembros. Ayer, sin ir más lejos, ID expulsó del grupo a Alternativa por Alemania (AfD) tras varios escándalos de sus dirigentes.

En otras ocasiones, algunos de sus líderes tratan de reivindicar los elementos que unos y otros comparten, esencialmente su oposición a estrategias europeas como la política migratoria o la apuesta medioambiental, su odio hacia los burócratas de Bruselas y querer reforzar la soberanía nacional de sus estados. En el acto Europa Viva 24 que Santiago Abascal organizó en Madrid el pasado fin de semana, lograron convocar a representantes de ambos grupos, desde Marine Le Pen a Giorgia Meloni, y con el húngaro Viktor Orbán jugando un papel clave en estos engranajes.

placeholder Los asistentes sujetan una bandera española tras el acto 'Viva 24' de Vox, en el Palacio de Vistalegre. (Europa Press/Pérez Meca)
Los asistentes sujetan una bandera española tras el acto 'Viva 24' de Vox, en el Palacio de Vistalegre. (Europa Press/Pérez Meca)

Abascal es otro de los que ha integrado caminar hacia esta coalición europea, una aspiración cuyo paso definitivo estaría en la integración de ambos —o de la mayor parte de ambos, junto a versos sueltos como el Fidesz de Orbán, que abandonó el grupo popular en marzo de 2021— en una especie de supergrupo político de extrema derecha.

Algunas encuestas y estudios recientes colocan a este hipotético bloque como el tercero o incluso el segundo más grande en el Parlamento Europeo tras las elecciones del 9 de junio.

Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia entre 2017 y 2023, es otro de los grandes valedores de este supergrupo. "Está por ver cuáles van a ser los resultados finales de las elecciones europeas y veremos", declaró recientemente a Politico. Antes que él, hubo otros nombres que lo intentaron, pero la empresa siempre acabó desviándose hacia otros cursos. Ahora, sin embargo, el crecimiento —vaticinado por las encuestas— de los principales partidos de ultraderecha y la posible adhesión a ECR de partidos como Fidesz o el francés Reconquête, liderado por Éric Zemmour, podría acabar decantando la balanza y convenciendo a los miembros de este denostado club más escépticos con una fusión.

¿Fusión? ¿O coalición funcional?

En 2019, el fantasma de un gran bloque de extrema derecha en el Parlamento Europeo que pudiera bloquear el buen funcionamiento de la institución se convirtió en casi una obsesión en Bruselas, a pesar de que nunca se materializó. En esta ocasión, el fantasma de la extrema derecha está volviendo a marcar la campaña. Esta vez ya no se plantea la posibilidad de un grupo unido que aglutine a todas las fuerzas reaccionarias, pero las encuestas disparan los escaños para los dos grupos existentes: los Conservadores y Reformistas (ECR), donde se encuentran Vox, Fratelli d’Italia, el partido de la primera ministra italiana Meloni, y Ley y Justicia (PiS), que gobernó Polonia entre 2015 y 2023, e Identidad y Democracia (ID), donde se encuentran el Rassemblement National de Le Pen, la Lega de Salvini o, hasta esta semana, Alternativa para Alemania (AfD), que aportaba nueve parlamentarios al grupo.

"La distinción entre estos dos grupos radica más en dónde están sentados dentro del Parlamento Europeo que de sus ideas", explica a El Confidencial Marta Lorimer, investigadora en Política Europea de la London School of Economics especializada en movimientos populistas y de extrema derecha. "La mayor parte de estos partidos en estos dos grupos comparten posiciones, solo que discrepan en algunos asuntos estratégicos, como Ucrania: esencialmente son el mismo tipo de partido".

ECR, un bloque político creado en su momento por la influencia del ala euroescéptica del Partido Conservador británico, es una familia ultraconservadora pero decididamente atlantista, es decir, favorable a la OTAN, y, en principio, abierta al libre comercio. Por su parte, ID agrupa a partidos que tradicionalmente han sido prorrusos o que no han ocultado sus lazos con el Kremlin, y que económicamente suelen ser más proteccionistas. La otra diferencia fundamental es que ECR forma parte de la gobernabilidad de Europa: sus partidos controlan Gobiernos o forman parte de Ejecutivos nacionales y regionales, mientras que la presencia de partidos de ID en las instituciones es residual.

"A menos que ambos crezcan tanto como para poder articular una mayoría, ECR tendría más interés en trabajar con el EPP que con ID, que contiene a muchos partidos con los que no interesa ser visto", dice Lorimer.

Tener ministros o incluso líderes, como es el caso de Italia y República Checa, da acceso a otra capa de poder en Bruselas. Todo el mundo mira al Parlamento Europeo, pero la capacidad de influir se mide por tu presencia en todos los engranajes de la capital comunitaria, donde la Eurocámara es solamente uno, y no el más relevante. Tener secretarios de Estado o ministros hace que estos acudan a las reuniones del Consejo de la UE, que tiene distintas formaciones para cada uno de los ámbitos, como por ejemplo el de Economía y Finanzas (ECOFIN) o el de Asuntos Exteriores (CAE). Los ministros se ven continuamente, discuten posiciones comunes, negocian con la Eurocámara y legislan. Entrar en el Consejo de la UE te mete de lleno en el día a día de la Unión Europea.

Además, controlar gobiernos o ser socios importantes de un Ejecutivo puede dar pie a que esos partidos ultraconservadores elijan al comisario designado por su país, que si es aprobado por la Eurocámara pasará a formar parte del Colegio de Comisarios, el núcleo central de la Comisión Europea, brazo ejecutivo de la UE y la institución que tiene la iniciativa legislativa. Tener acceso a un gobierno y jugar de forma más o menos constructiva en el Consejo de la UE da, por lo tanto, una buena ventana de oportunidad para ser aceptado por otros partidos.

Hacia la normalización

En el primer debate electoral entre los candidatos principales a las elecciones europeas, celebrado en Maastricht (Países Bajos) Ursula von der Leyen, actual presidenta de la Comisión Europea y candidata del PPE para repetir en el cargo, la alemana se mostró más abierta que nunca a pactar con sectores de ECR. La fórmula es compleja, porque el principal aliado de Von der Leyen dentro del PPE, el primer ministro polaco Donald Tusk, es enemigo mortal del PiS, una de las principales delegaciones de ECR. Por eso Von der Leyen y Manfred Weber, presidente del PPE, han ideado una fórmula: están dispuestos a pactar con cualquiera que sea pro-Ucrania y pro-Estado de derecho. Esa última etiqueta dejaría fuera al PiS.

Von der Leyen se mostró más abierta que nunca a pactar con sectores de ECR

La normalización de la relación depende en gran medida del PPE. Los socialistas (PES) y liberales (Renew Europe) son las otras dos patas de la conocida como "mayoría Von der Leyen", la coalición que ha apoyado a la alemana durante los últimos cinco años para sacar leyes adelante con el respaldo externo de Los Verdes. Los socialistas rechazan por completo pactos con ECR, pero los liberales son algo más flexibles. En 2019 Von der Leyen fue aprobada como presidenta de la Comisión Europea solamente por nueve votos, y nunca habría llegado al cargo de no ser por los escaños de partidos fuera de su mayoría. Algunos de ECR, por lo que apoyarse en esta familia política no sería inédito. Lo que está explorando el PPE es hasta qué punto puede manejar una aritmética variable, con la “coalición Von der Leyen” todavía viva pero con apoyos puntuales de ECR, para aprobar legislación más conservadora sin contar con los votos de los eurodiputados socialistas.

Ese cambio sería la proyección de una tendencia que las dos principales delegaciones del PPE, el Partido Popular español y los democristianos alemanes (CDU), llevan siguiendo desde hace un tiempo. Los primeros, mediante sus pactos locales y regionales con Vox, mientras que la CDU no pondría demasiadas pegas a pactar con ECR porque sus rivales en la derecha, AfD, formaban parte de Identidad y Democracia hasta esta semana.

El efecto Meloni

Otro motor de la normalización de este grupo nacional-conservador es el papel de Meloni. La primera ministra italiana ha jugado bien sus cartas, convirtiendo a Roma en la referencia del endurecimiento europeo de la política migratoria, evitando generar revuelo con su política fiscal y tejiendo una relación personal estrecha con Von der Leyen. En público, la primera ministra italiana ha mostrado su apoyo a una segunda presidencia de la alemana al frente de la Comisión Europea. Cuando un ministro francés comparó a Meloni con Le Pen, la italiana llamó a París y exigió a Macron una disculpa, distanciándose de los grupos de extrema derecha que no han tocado poder y creando una diferencia entre ellos y su visión nacional-conservadora. El resultado es que Meloni está completamente integrada en el circuito de líderes europeos y es el principal agente normalizador de ECR en el escenario europeo.

Pero ECR e ID tienen muchos puntos de vista comunes respecto al futuro de la Unión Europea, por lo que aunque ya no se hable de la creación de un solo grupo en la Eurocámara sí que existe una agenda común para que adaptar la Unión a su visión de un club más intergubernamental y menos federalizado, a pesar de que hace años que el bloque se encuentra en esa tendencia. En 2021 una declaración conjunta sobre el futuro del club unió a todos los principales partidos ultraconservadores y de extrema derecha, desde Fratelli d’Italia, al partido de Le Pen, al del primer ministro húngaro Viktor Orbán o al PiS polaco, siendo el ODS checo la gran ausencia.

Meloni está completamente integrada en el circuito de líderes europeos y es el principal agente normalizador de ECR

En todo caso, la campaña hasta el 9 de junio puede hacerse larga para muchos de ellos. Un escándalo sobre espionaje para China y la puesta en el foco de sus lazos con Rusia está haciendo por ejemplo que AfD esté pinchando en las encuestas. Una agresión por parte de jóvenes vinculados a la extrema derecha que ha obligado a pasar por quirófano a un eurodiputado socialdemócrata alemán ha puesto también a la defensiva a aquellos partidos políticos que, como AfD, han estado alimentando un discurso de odio durante meses. El destapado plan de "reinmigración", para expulsar de Alemania a millones de inmigrantes, ha provocado un rechazo general en la población alemana, que se ha movilizado masivamente. Incluso Marine Le Pen, líder del Rassemblement National y hasta ahora socia de AfD en el Parlamento Europeo, amenazó entonces con abandonar el grupo de Identidad y Democracia por discrepancias con el partido alemán, hasta que la situación ha acabado llevando a la expulsión de la delegación alemana.

AfD registró su pico en enero de este año, cuando las encuestas le otorgaban un 22% de los votos. Actualmente, aunque sigue segundo en las encuestas, por detrás de la CDU y por delante de los socialdemócratas, la tendencia en los últimos meses ha sido una caída paulatina hasta el 18%. Alemania cuenta con muchos escaños en el Parlamento Europeo, por lo que el resultado de AfD será muy importante para determinar hasta dónde llega ese incremento de escaños para el bloque ultraconservador y de extrema derecha.

En Francia, el otro granero de escaños, el partido de Le Pen aspira a obtener el 31% de los votos frente al 16% del partido centrista del presidente Emmanuel Macron, que está perdiendo cada vez más espacio ante el ascenso en las encuestas del Partido Socialista francés. Hace un año Le Pen y Macron se encontraban muy parejos, pero el despegue de RN hace prever que la extrema derecha francesa se va a convertir en una actriz muy poderosa del próximo Parlamento Europeo. En principio, con la misión de reforzar el liderazgo de ID y defendiendo su autonomía respecto a ECR, grupo en el que pretende integrarse el otro partido de extrema derecha galo: Reconquête, en el que ahora juega un papel destacado Marion Maréchal, sobrina de Le Pen.

Lo que les separa... o separaba

La principal brecha entre ambos grupos, e incluso entre miembros dentro de los grupos, es Rusia. Aunque para los intereses de esa coalición de partidos conservadores y de extrema derecha liderado por ECR el apoyo de los 12 diputados de Orbán sería una bendición, también es un problema. Los guiños de los húngaros al régimen ruso los situaban en oposición a los polacos de Ley y Justicia (PiS), aunque ahora Morawiecki se ha mostrado mucho más partidario a tender la mano al partido húngaro.

Orbán jugaría un papel extremadamente importante en un hipotético supergrupo al servir de bisagra entre conservadores y nacionalistas identitarios.

Sin embargo, su irrupción reavivaría otros frentes abiertos, como la poco velada añoranza de Orbán por la Gran Hungría, el territorio con el que el país contaba hasta la Primera Guerra Mundial y que hoy pertenece a Rumanía, Ucrania, Eslovaquia, Serbia, Croacia, Eslovenia, e incluso Austria. Estos guiños por el imperio desgajado en el Tratado de Trianon (1920) irritan sobremanera a partidos nacionalistas como AUR (Alianza por la Unificación de los Rumanos), un movimiento de extrema derecha al que las encuestas dan la segunda posición en las próximas europeas.

AUR irrumpió para sorpresa de medios y encuestadores en las generales rumanas de 2020 convirtiéndose en el cuarto partido. La pandemia les sirvió para reforzar su base ideológica (retórica e irredentismo antihúngaro, antioccidental, antiglobalista y euroescéptico) con mensajes contra los confinamientos o los planes de vacunación.

El factor Ucrania, que incrementó las tensiones dentro de la ultraderecha europea, parece que comienza a ser matizado por unos y otros. "Al principio, AUR condenó la invasión de Ucrania y organizó una pequeña protesta frente a la embajada rusa en Ucrania, pero entonces cambió su discurso", explican nuestros socios desde Rumanía. "Sus mensajes se han concentrado en retórica anti-ucraniana, pero sin adoptar directamente posiciones prorrusas".

Algo parecido está sucediendo en Polonia. Pese a que la población sigue apoyando la recepción de refugiados y el envío de ayuda, la guerra se alarga sin una resolución. Confederación, otro partido de extrema derecha surgido recientemente, hace oposición al PiS con el asunto, acusando al gobierno de haber ido demasiado lejos con las ayudas a los refugiados, además de dañar a los agricultores locales con la importación de grano desde Ucrania. Esto llevó a Morawiecki a prohibir las importaciones, marcando por primera vez distancia con Kiev para protegerse en sus guerras internas.

Por su parte, los húngaros han ido también acercando posiciones para suavizar su probable entrada en el ECR tras las europeas: no han puesto objeciones a las sanciones europeas al Kremlin o a la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN. "Al ECR le gusta ser visto como alguien con quien se pueden hacer negocios, así que para poder seguir colaborando en el futuro con el EPP tampoco pueden extremar mucho sus posiciones", explica Lorimer.

La guerra de las extremas derechas

Este supergrupo soñado tiene muchos escollos. En diciembre del año pasado, Matteo Salvini reunió a 12 de los líderes de ID en Florencia y dijo: "El centro derecha", así define el italiano la ideología de su grupo, donde figuran Le Pen o Alternativa por Alemania, "en Europa solo puede hacer la revolución si está unida. Igual que estamos llevando a Italia de la mano al progreso, sería un error fatal dividir al centro derecha en Europa".

Estas palabras estaban dirigidas a Antonio Tajani, actual ministro de exteriores, y de paso a Meloni. Al final, y pese a que actualmente compartan tareas de gobierno, la Lega de Salvini y Fratelli d'Italia compiten por el mismo electorado, en Roma y en Estrasburgo. Lo mismo sucede en Francia con Le Pen y Zemmour, una en ID y el otro en ECR. La escisión de la extrema derecha en dos o más partidos, uno más neoconservador y otro más identitario, es el principal problema para establecer una coalición duradera en Europa. "Muchos de estos partidos van a seguir mirando a su situación doméstica, donde son competidores y por eso están en diferentes grupos, antes de lanzarse a forjar algún tipo de coalición fuera de sus fronteras", explica la profesora del LSE.

En la República Checa, el único partido de extrema derecha con representación en Europa ahora mismo es el SPD (siglas de Libertad y Democracia Directa) del empresario checo-japonés Tomio Okamura, incrustado dentro del grupo Identidad y Democracia.

placeholder Cartel electoral del partido de Okamura en 2020. (SPD)
Cartel electoral del partido de Okamura en 2020. (SPD)

"Se asume que el SPD apoyaría la creación de un supergrupo de extrema derecha y se uniría a ellos", explican nuestros socios desde el país del Danubio. Sin embargo, otro partido con el que compite en la República Checa forma parte de ECR y trataría de sabotear a toda costa la creación de un supergrupo: el Partido Democrático Cívico (ODS), que "es más de derecha al estilo Thatcher que de extrema derecha", es decir, democristiano y liberal. El partido fundado por Václav Klaus, ante la hipotética creación de una gran coalición, probablemente trataría de unirse de nuevo al EPP antes de compartir mesa con ese tipo de partidos.

En Grecia, la ilegalización de Amanecer Dorado y encarcelamiento de sus líderes por parte del Tribunal Supremo ha dado lugar a una proliferación de partidos ultraderechistas, pero quien parece estar llevándose los mayores beneficios es Kyriakos Velopoulos, fundador de Solución Griega. Velopoulos fue europarlamentario hasta 2019 e introdujo su partido dentro de ECR, aunque a menudo se ha movido hacia posiciones más extremas.

Velopoulos fue presentador de televisión y vendedor de libros marginales, con teorías conspirativas, creencias antisemitas e irracionales. "Por ejemplo, vendió un libro de supuestas 'cartas de Jesús' que decía tener en su poder, y ungüentos elaborados con "recetas monásticas" que supuestamente curaban la calvicie o protegían contra el coronavirus", cuentan desde Grecia nuestros socios. "También predicó contra el programa de vacunación frente al coronavirus, apoyó a la Rusia de Putin, pidió la deportación de todos los inmigrantes indocumentados y está a favor de restablecer la pena de muerte". También se mostró en contra del llamado acuerdo de Prespes, que reconoce como país a Macedonia del Norte y en contra del matrimonio homosexual.

Ahora tendrá que enfrentarse en las urnas a otros partidos que han tratado de pescar en la enorme bolsa de votantes huérfanos que quedaron tras la disolución de Amanecer Dorado, un factor que ha contribuido a extremar mucho más las propuestas de la derecha griega.

Han participado en este artículo: Simona Kostadinova y Krasen Nikolov (Mediapool.bg, Bulgaria), Alberto Magnani (Il Sole 24 Ore, Italia), Petr Jedlička (Denik Referendum, República Checa), Afrodite Tziantzi (EFSYN, Grecia) y Sebastian Pricop (HotNews.ro, Rumanía)

El partido socialista ha arrancado estos días la campaña para las elecciones europeas con una única fijación: "ganar a la ultraderecha", en palabras de Teresa Ribera, cabeza de lista del PSOE al Parlamento Europeo.

Unión Europea Parlamento Europeo Comisión Europea Extrema derecha PULSE
El redactor recomienda