La ultraderecha europea quiere ser Corea del Sur, pero todavía no lo sabe
El caso de Twitch es solo el último de una larga lista de empresas extranjeras que o bien tiran la toalla con el mercado surcoreano o quedan relegadas a un segundo plano ante la estupefacción que les da el ser líderes en el resto del mundo
A principios de diciembre, la plataforma de retransmisión de vídeos en directo Twitch anunció que cerraba todas sus operaciones en Corea del Sur. Según un comunicado de Amazon, la compañía madre de este popular servicio de streaming, los costes de operar en Corea del Sur —incluidas licencias de red, 10 veces más caras que la mayoría del resto de países — hacen "imposible seguir con el negocio de manera sostenible en ese país". Era 6 de diciembre. Ese día, las acciones de AfreecaTV, la plataforma de streaming local y competidora de Twitch, se dispararon un 30%.
El caso de Twitch es solo el último de una larga lista de empresas extranjeras que o bien tiran la toalla con el mercado surcoreano o quedan relegadas a un segundo plano ante la estupefacción que les da el ser líderes en el resto del mundo. Y todo esto en un país que, ultraconservador en lo social (y, por particularidades históricas, muy alejada del socialismo), se vende al exterior como una economía abonada al libremercado y ultracapitalista.
Sin embargo, tras esa imagen cuidadosamente cultivada, con distintos contenciosos con otros países por medidas arancelarias "antilibremercado" ante la Organización Mundial del Comercio, Corea del Sur mantiene una estructura de medidas que, en la práctica, hacen de su mercado un sistema cuasiproteccionista que alimenta las empresas locales y hunde las extranjeras.
Un equilibrio contraintuitivo con "dobles estándares" para muchos, pero que solventa algunos de los dilemas a los que se enfrentan los partidos de ultraderecha en Europa y quizá más España: cómo organizar una agenda económica que vendes tanto neoliberal frente a las limitaciones regulatorias europeas o del estado del bienestar y sus subvenciones-paguitas con Estados Unidos como ejemplo, como "proteccionista con lo que importa" y el único protector de la industria nacional —"Vota lo que importa. Vota campo", decían los carteles electorales de Vox en Castilla-La Mancha—.
"Corea es una economía muy abierta, dirigida al libre mercado, pero también es cierto que el Gobierno utiliza políticas industriales y sus herramientas para favorecer la industria local clave", dibuja el panorama Han-koo Yeo, exministro de Comercio surcoreano (2021-2022), en entrevista con El Confidencial. Neoliberal… pero estatocéntrica, como la describen los propios surcoreanos.
"Pero lo de Twitch no depende de esa intención proteccionista, aunque algunos medios lo hayan vendido así desde fuera", defiende Yeo. "Lo que ha pasado se enmarca en políticas de —no es que yo esté de acuerdo con ellas— antimonopolio y de leyes de competencia", asegura.
Corea es una economía muy abierta, dirigida al libre mercado, pero el Gobierno usa políticas industriales para favorecer la industria local
Esta es una de las claves del equilibrio surcoreano y que más se critica desde fuera, especialmente EEUU (el más afectado, por la cantidad de grandes megacorporaciones internacionales), pero también Europa. A diferencia de las medidas proteccionistas de tipo arancelarias que levantó el expresidente Donald Trump como un huracán geoeconómico, fáciles de criticar y de llevar al contencioso de la OMC, las de Seúl son de segunda línea, perfectamente entendibles (e incluso defendibles) en su contexto.
Con la amenaza de Corea del Norte todavía abierta, Corea del Sur restringe la exportación al extranjero de datos de localización terrestres (incluidos servicios de tráfico o direcciones de navegación), una medida que se remonta a la guerra en la península. Esta medida de "seguridad nacional" ha limitado las opciones de Google Maps en el país, que de hecho funciona a duras penas frente a competidores como la local Naver.
En realidad, no hay una prohibición de facto; simplemente habría que solicitar una licencia. Según el último informe del Representante de Comercio de EEUU, para 2022 Corea del Sur "nunca ha aprobado una licencia para exportar datos cartográficos o de localización, pese a recibir numerosas peticiones de proveedores extranjeros".
En el comercio electrónico, Corea del Sur ha mantenido un plug-in de protocolo de seguridad antediluviano, ActiveX, que depende de Internet Explorer. Mientras que la mayoría de las webs de compra online utilizan estándares de encriptación internacionales —con menos pasos para las transacciones bancarias y, según Corea del Sur, más inseguros—, las surcoreanas se desarrollaron con el ActiveX en mente. Resultado: Amazon queda fuera del mercado frente a importantes gigantes locales.
Esa divergencia entre las especificaciones concretas que exige Seúl para el mercado surcoreano y los estándares internacionales es lo que se denomina, en círculos de la diplomacia internacional, "estándares únicos coreanos". Otro ejemplo podría ser la anchura de los vehículos pesados, como autobuses, que tienen que ser cinco centímetros menos que las normas europeas y 10 centímetros menos que los estadounidenses, lo que en la práctica es que ninguna empresa puede vender autobuses a Corea del Sur a menos que los haga específicamente para ese mercado.
Paralelamente, la Comisión Antimonopolio de Corea del Sur (KFTC, por sus siglas en inglés) ha levantado una investigación "de manera desproporcionada" contra compañías extranjeras frente a los grandes conglomerados locales familiares, los Chaebols, que suponen el 60% del PIB surcoreano, se quejaba Eric Telford, director del Franklin Center for Government & Public Integrity, un think tank estadounidense. Casi como si su celo fuera también parte de la estrategia, han dejado caer en distintas ocasiones diplomáticos estadounidenses.
Pero, en el contexto de que la mayoría del mercado digital en el mundo está copado por megacorporaciones estadounidenses (Corea del Sur es un ejemplo único, casi con China y Rusia), facilitar un escenario para que prosperen las compañías locales hasta los primeros puestos "es muy saludable", defiende Yeo, "y también lo aplican, de otras maneras, otros mercados como el propio EEUU y la UE".
Sin una política concreta
Con la prioridad en la agenda identitaria, la nueva ultraderecha ha sufrido para encontrar una agenda económica. En un contexto donde las recetas clásicas del pasado, con el ultraproteccionismo, son cada vez más difícilmente defendidas en un mundo globalizado, además de ligadas en el imaginario al intervencionismo estatal propio de las políticas socialdemócratas, estos partidos han abrazado medidas neoliberales que, sin embargo, chocan con el discurso de defender el país primero.
"La ultraderecha se ha centrado en la cuestión identitaria, y la economía era una excusa para seguir hablando de su problema principal, que era la inmigración", apunta Guillermo Fernández-Vázquez, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III y autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional.
Esto generó incoherencias internas dentro de los programas de este tipo de partidos, con excepción de Agrupación Nacional (antiguo Frente Nacional) de Marine Le Pen. "Por un lado, publicitan ese discurso de proteger, de ser el partido del sector primario y protegerlo de la excesiva regulación de Bruselas y también de la competencia de otros países. Pero, al mismo tiempo, eso parecería proteccionista y [desde el partido] se impulsan medidas muy clásicamente liberales, como reducir o eliminar subvenciones", añade el experto.
"En realidad es un proyecto que económicamente sigue siendo bastante incoherente", añade, con el ejemplo de Vox: "Tiene dificultades en aunar el ala más claramente liberal con otros discursos que a veces emergen". Discursos como el del propio Santiago Abascal, que llega a El hormiguero y habla del aceite de oliva, de los productores. "Utiliza mucho el verbo proteger: para sectores de la economía, de la industria nacional o aquellos sectores que consideren estratégicos, a veces desde el punto de vista nacional como, otras veces, puramente electoral". Es decir, ser identificado como el partido del campo, del sector primario, pero, al mismo tiempo, mantener uno de los programas económicos más neoliberales de las derechas europeas.
"Hacer los muros más anchos y las puertas más delgadas, pero, al mismo tiempo, flexibilizar lo que ocurre dentro de la casa [con desregulación]. Algo así como proteccionismo de cara afuera, flexibilidad de cara adentro", describe Fernández-Vázquez.
Cuando quizá lo que encaja mejor es el ejemplo de la receta surcoreana. Liberal sin complejos, pero con un fuerte armazón interno de proteccionismo ante grandes empresas extranjeras. Todo eso "siguiendo los estándares del libremercado internacional de la OMC", insiste Yeo.
“Creo que cada vez más partidos tendrán que encontrar un equilibrio como este en muchos otros países: ser economías de libremercado pero aceptar mayor intervención estatal”, apunta Yeo ante este dilema. Yeo lo explica en términos geopolíticos: “Con la tensión entre EEUU y China, y las disrupciones de la cadena de suministros que vivimos en la pandemia, además de todos estos avances tecnológicos que nadie podría haber predicho, creo que es necesario una apuesta de un ‘mayor estado’”.
Corea del Sur ha sufrido presiones externas para acabar con esas medidas que se consideran proteccionistas. Con un 50% del PIB dependiente de las exportaciones, la economía surcoreana es muy sensible a disrupciones del sistema de comercio internacional, por lo que otras medidas proteccionistas de otros países (especialmente, de EEUU o China) le afectan muy gravemente. “EEUU, China, Japón y la Unión Europea todos tienen grandes mercados domésticos, a diferencia de Corea [unos 52 millones de habitantes]. Tenemos que competir con estos mercados, que persiguen el proteccionismo, debido a nuestra falta de mercado interno”, apuntaba Han Yeo, profesor de la universidad Sogang, en una reciente entrevista.
“Pero encontrar un balance es muy delicado, que es lo que queremos hacer en Corea; encontrar el mix de medidas antimonopolio que no maten la competencia”... Y que no acaben “ayudando” a China, de donde son los otros grandes monopolios que esperan su turno para entrar en el mercado.
A principios de diciembre, la plataforma de retransmisión de vídeos en directo Twitch anunció que cerraba todas sus operaciones en Corea del Sur. Según un comunicado de Amazon, la compañía madre de este popular servicio de streaming, los costes de operar en Corea del Sur —incluidas licencias de red, 10 veces más caras que la mayoría del resto de países — hacen "imposible seguir con el negocio de manera sostenible en ese país". Era 6 de diciembre. Ese día, las acciones de AfreecaTV, la plataforma de streaming local y competidora de Twitch, se dispararon un 30%.
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