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El candidato de Manchuria: algo no encaja en el ascenso relámpago de Rishi Sunak
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Un Zelig muy inglés

El candidato de Manchuria: algo no encaja en el ascenso relámpago de Rishi Sunak

Tras años trabajando en fondos de inversión en EEUU, Sunak volvió a Inglaterra sin contactos y en siete años era el primer ministro británico más joven en dos siglos. La extraña escalada juvenil del hombre que era un folio en blanco

Foto: Rishi Sunak en el número 10. (Reuters/Henry Nicholls)
Rishi Sunak en el número 10. (Reuters/Henry Nicholls)
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"Los ingleses no votarán por un hombre indio diminuto". "[Sunak] no es británico". "Pues ya tenemos un primer ministro indio. Es el último clavo en el ataúd del partido (no tan) conservador". He aquí tres comentarios de lectores de The Spectator —conocido semanario protory (Boris Johnson fue su director)— tras la conversión de Rishi Sunak en nuevo primer ministro británico.

Al margen del tufillo racista, y de que Sunak nació (1980) en la muy inglesa ciudad de Southampton, detengámonos en una frase: "Ya tenemos un primer ministro indio".

En la película El mensajero del miedo (1962), John Frankenheimer contaba la infiltración de un topo comunista en la presidencia de EEUU. Su título original era más inquietante —El candidato de Manchuria— y quedó como metáfora de infiltración política en el mundo anglosajón. Para algunos jubilados tories, Rishi Sunak sería un nuevo candidato de Manchuria, quizás infiltrado en Inglaterra por amigos de la diversidad globalista y las finanzas mundializadas como George Soros.

Lo fascinante es que la trayectoria de Sunak hace verosímil esta conspiración disparatada: el nuevo primer ministro británico encaja tan bien en las fantasías globalistas liberales que parece un personaje diseñado en un laboratorio.

Foto: Rishi Sunak, durante la campaña de los conservadores este mes de agosto. (Reuters/Hannah McKay)

Sunak, en efecto, tiene algo de artificial. A base de presumir de gestión y eficacia (algo que casi todos destacan de él), se ha convertido en un significante vacío en el que cabe todo, también las contradicciones, como que un cosmopolita globalizado como él fuera un partidario de primera hora del Brexit.

Sunak sería, por tanto, un producto perfecto de la mundialización y un producto británico perfecto (doble condición que irrita y desconcierta a los tories echados al monte).

Pero lo más desconcertante de Sunak, lo que más cuesta encajar, es su ascenso político meteórico, limpio y sin incidentes reseñables. ¿Qué posibilidades había de que Sunak, tras años trabajando de financiero en EEUU, regresara a Inglaterra sin grandes contactos políticos y en siete años se convirtiera en el jefe de todo eso/el primer ministro británico más joven en dos siglos? ¿Cómo no creer estar ante un guion inverosímil en el que alguien mueve los hilos? ¿De dónde viene Rishi Sunak?

Vida y ascenso en cuatro pasos.

El buen niño británico

Si Boris Johnson estudió en Eton, el colegio de élite donde se educaron 18 primeros ministros, Rishi Sunak lo hizo en el Winchester College, por cuyas aulas ‘solo’ han pasado dos primeros ministros (incluido él); poco para Boris, sin duda, pero más de lo que hubiera imaginado el hijo de unos inmigrantes indios que llegaron a la Inglaterra de los 60 con más tesón que dinero, pero que acabarían trabajando como médico y farmacéutica y lograron educar a sus hijos como ingleses de toda la vida.

A los 13 años, Sunak tenía más 'mainstream' británico circulándole por las venas de lo que algunos viejos 'tories' están dispuestos a asumir

¿Más diferencias entre Eton y Winchester? Las mismas que hay entre el aprender, el socializar y el medrar. Lo cuenta un antiguo alumno de Winchester, un año mayor que Sunak, en Going for Broke, biografía de Michael Ashcroft sobre el ascenso del nuevo primer ministro británico. “Si el problema de Eton es la arrogancia social, el de Winchester es la arrogancia intelectual. Lo que te decían en Winchester todo el rato, o te explicaban implícitamente, es que estudiar allí significa estar entre los más brillantes de tu cohorte. Pero en Winchester también aprendías rápidamente que nunca eras el más brillante de la habitación, porque siempre había alguien más inteligente que tú. ¿Te da esto arrogancia o humildad? No lo sé, quizá las dos cosas… El estereotipo de Winchester dice que tienes que tratar de ser bueno en ser inteligente, no en ser bueno en ser popular. Alguien como Boris Johnson hubiera tenido mucho más difícil fanfarronear en Winchester que en Eton. En Winchester se primaba la inteligencia por encima de las habilidades sociales”.

Una analogía colegial con mucha miga: sintetiza parte de las claves psicológicas de la convulsa última media década política en el Reino Unido.

Foto: Rishi Sunak, nuevo primer ministro de Reino Unido. (Getty/Dan Kitwood)

En cualquier caso, Sunak empezó a entender cómo funcionaba el mundo en un exclusivo colegio británico para caballeretes, el Winchester College, con edificios medievales y 600 años de historia. Es decir, en 1993, a los 13 años, Sunak ya tenía más mainstream británico circulándole por las venas de lo que algunos viejos tories están ahora dispuestos a asumir.

La fraternidad bisnes

Sunak estudió en Oxford un grado habitual de los políticos en potencia (PPE, Filosofía, Política y Economía). Aunque el siguiente paso cantado hubiera sido meterse en una de las sociedades universitarias de debate, donde afilaron sus piquitos de oro políticos como Boris Johnson, Sunak evitó la actividad política en Oxford en favor del bisnes...

“Se unió a la Oxford University Investment Society, club que fomenta los vínculos entre los estudiantes y el mundo financiero. Patrocinado por bancos de inversión como Credit Suisse y Merrill Lynch, la sociedad invitaba a oradores del Banco de Inglaterra, el FMI, el Banco Mundial o la Bolsa de Londres. También organizaba juegos de rol para que los estudiantes comprendieran cómo era la vida de un banquero de inversión… Juegos en los que Sunak se mostró muy competitivo; disfrutaba tratando de ganar más dinero que los demás estudiantes en negociaciones simuladas… Detectando una valiosa oportunidad para establecer contactos, en su segundo año en Oxford, Sunak se convirtió en presidente de la Oxford University Investment Society. Cuando un periodista le preguntó entonces qué le ofrecía el club, Sunak dijo que era una oportunidad para ‘conocer a las personas que realmente importan”, cuenta su biógrafo.

Sunak, que ya era bastante inglés por aquel entonces, entraba de lleno en el mundo de la City y las altas finanzas.

placeholder Boris y Sunak. (Reuters)
Boris y Sunak. (Reuters)

Iba como un tiro, pero, en teoría, en dirección contraria a la política institucional.

Un hombre de negocios

En 2001, Sunak saltó directo de Oxford a EEUU, en concreto, a Goldman Sachs, donde empezó cobrando 70.000 euros anuales como analista.

Pasó tres años en el vértigo financiero y el trabajo sin cuartel bajo presión; todo ello… sin ocio conocido. Sunak siempre ha sido más un opositor que un fiestero. Como cuenta un banquero de inversión en la biografía, en Goldman “Sunak pasaría sin duda mucho tiempo haciendo el amor a… una hoja de Excel” (muchos años después, ya como ministro de Economía, con el Reino Unido saliendo del confinamiento, Sunak tuitearía: “Estoy deseando que abran los pubs… y eso que no bebo”. También se dice de él que veranea tres días al año).

"Estaba impaciente por subir la escalera más rápido de lo que permitía la estructura jerárquica de Goldman Sachs"

Pero volvamos a Goldman Sachs.

“Los jefes de Sunak sabían que era ferozmente ambicioso… Irónicamente, esa fue la razón por la que no se quedó en la empresa. Habiendo cumplido sus tres años de training, estaba impaciente por subir la escalera más rápido de lo que permitía la estructura jerárquica de Goldman”, según su biógrafo.

Tras dejar Goldman, trabajó en otros fondos de inversión.

Hasta aquí un relato de inmigración, esfuerzo, austeridad y meritocracia que emocionaría a cualquier liberal cosmopolita con corazón. Ahora viene un pequeño desvío de oro...

Durante una estancia académica en San Francisco, conoció a la mujer de su vida; pero no era una mujer cualquiera.

placeholder Boris Johnson y Rish Sunak en el Parlamento en marzo de 2022. (Reuters)
Boris Johnson y Rish Sunak en el Parlamento en marzo de 2022. (Reuters)

Sunak se casó esos años con una de las grandes fortunas de la India (los padres de su mujer, Akshata Murty, son fundadores de la multinacional tecnológica Infosys). Esto merece un tema aparte que desborda la tesis de un artículo que llega a su capítulo final: la inaudita escalada política de Sunak.

En la cima del mundo

Dado su interés primigenio en las finanzas, su carrera en Goldman Sachs y su emparejamiento sentimental con un conglomerado empresarial, que Sunak decidiera volver a casa (Inglaterra) para convertirse en político fue una decisión sorprendente.

Sunak comenzó su escalada de la pirámide tory con un único gran contacto, su amigo íntimo James Forsyth, editor de The Spectator y columnista de The Times.

Se lo dijo Sunak entonces a su entorno: “Cuando regresé de EEUU, solo conocía a James en política. Eso fue todo”.

Como no tenía ni pasado militante ni padrinos ni trayectoria interna tory alguna, pero sí buena cabeza, su círculo le recomendó empezar escribiendo informes para captar la atención de la esfera conservadora. Lo cuenta su biógrafo: Conocer a personas en posiciones influyentes no iba a ser suficiente. Sunak sabía que tenía que hacer algo especial para sobresalir entre todos los que querían ser candidatos parlamentarios tories. Después de todo, no había demostrado su compromiso con la causa como concejal o activista de base. Tampoco había sido asesor o investigador parlamentario, dos de las otras rutas tradicionales para convertirse en diputado. Ni siquiera había escrito una columna para el Daily Telegraph. ¿Qué hacer? Le recomendaron identificarse como un ‘pensador’. Debía unirse a un grupo de expertos de tendencia tory y escribir documentos políticos interesantes. De ese modo, sería tomado en serio”.

Foto: Allegra Mostyn-Owen, primera pareja de Boris Johnson, en Oxford en 1987

Pues bien: a Sunak le tocó la lotería al primer interno. Su informe para un think tank sobre cómo el incremento de la inmigración en Reino Unido para 2050 (un tercio de la población total del país) podía liquidar al partido conservador, por su incapacidad para integrar y motivar minorías, acabó en portada de la prensa británica. Sunak manejó a los medios con gran pericia. El informe funcionó, al mismo tiempo, como profecía autocumplida (ocho años después, los tories acabarían liderados por un miembro de una minoría étnica: él mismo).

En primavera de 2014, se publicó el informe. Un año después, Sunak llegaba al Parlamento. Lo nunca visto. Lo que a muchos jóvenes pata negra del partido les costaba media vida de pelotear, purgar y picar piedra, Sunak lo logró como por arte de magia. Tras quedar vacante el puesto en una de las circunscripciones más tories de Inglaterra (Richmond, Yorkshire del Norte, nordeste del país), el desconocido Sunak se presentó al casting, fue elegido por el partido y ganó su escaño en otoño de 2015.

¿A quién tuvo que asesinar para ser seleccionado por los tories? Aparentemente, a nadie: oficialmente fue elegido por ser el que tenía más talento para el cargo. Y Sunak no les iba a decepcionar: mostró rápido una gran capacidad para adaptarse a su nuevo rol.

Lo que a muchos jóvenes pata negra del partido les costaba media vida de pelotear, purgar y picar piedra, Sunak lo logró como por arte de magia

El aterrizaje de Sunak en Richmond tuvo mucho de comedia costumbrista; de choque de contrarios: un paracaidista de Goldman y la City en paletolandia. Un señor con, ejem, pinta de indio, al modo Peter Sellers en El guateque, queriendo liderar una de las circunscripciones más blancas del país. Un hombre, para colmo, con aspecto de tecnócrata urbanita estirado... y recién llegado de EEUU.

Según su biógrafo, Sunak se ganó así a las bases rurales tories:

1) “El gran cambio de vida que estaba haciendo, de administrador de fondos de inversión a político en Yorkshire, iba a necesitar un nuevo guardarropa, y rápido. Sunak lo entendió a los pocos días de ser seleccionado candidato, caminando colina arriba y valle abajo, a menudo bajo el viento y la lluvia. En un error de novato, compró primero un par de botas de agua azules. La elección del color lo marcó de inmediato en la comunidad agrícola, donde el color estándar es el verde. Tampoco pasó desapercibida, aunque nadie lo juzgara con demasiada dureza, su impoluta chaqueta Barbour, que claramente aún no había estado cerca de un campo o de una granja, pero iba más en consonancia con su nuevo ambiente de trabajo. El look informal que adoptó para los compromisos informales consistía en cabello encerado, jeans azul oscuro de aspecto costoso y una camisa blanca impecable bajo una chaqueta de cachemir verde o azul marino Ralph Lauren… Su aspecto preppy country rezumaba a dinero de la City, pero al menos no pretendía ser nadie más que él mismo”.

placeholder Sunak en un hospital. (Reuters)
Sunak en un hospital. (Reuters)

2) "Después de la sofisticación de Silicon Valley, el bullicio de la India y la intensidad de la ciudad, la zona rural de North Yorkshire era todo un choque cultural. Si la insularidad de la comunidad y la mundanidad de muchos de sus compromisos pusieron a prueba su entusiasmo alguna vez, nunca lo mostró públicamente. Podía consolarse pensando que, tras las elecciones generales, esto sería solo una parte pequeña de su trabajo".

Su exitoso proceso de adaptación, no obstante, tuvo algunos tropezones:

3) "La mayoría de los candidatos parlamentarios alquila un piso o una casa de campo modesta, pero a Sunak le gustó una mansión fabulosa en el pueblo de Kirby Sigston… con muchos acres de zonas verdes y un hermoso lago... Él y su mujer estaban acostumbrados a los multimillonarios precios de los lujosos apartamentos en Londres y Los Ángeles. Esta casa señorial fue un tijeretazo de 'solo' 1,5 millones de libras. Por tentador que fuera comprarla en el acto, Sunak sabía que parecería presuntuoso: no podía permitirse que le vieran midiendo las cortinas antes de ser elegido. Así que llegó a un acuerdo con el propietario para alquilar unos meses y comprar cuando se convirtiera en el parlamentario local. Fue una tarjeta de presentación arriesgada: ningún spin doctor recomendaría a un candidato afincarse en un lugar tan ostentoso. El alojamiento lo marcó inmediatamente como mucho más rico que la mayoría de las personas que quería representar. Debería haber sido un regalo para sus adversarios políticos, que podrían usarlo para sugerir que estaba totalmente fuera de la realidad. Pero, extrañamente, se salió con la suya. O los otros candidatos no estaban lo suficientemente atentos o no les gustaban las campañas personales negativas. El abrumador apoyo a los conservadores en la circunscripción hizo el resto para que la casa pasara desapercibida".

Sunak iba a ser el representante de la Inglaterra blanca y rural; más británico que la reina de Inglaterra (que en paz descanse). ¿Y el problema de su color de piel? Nada que unos chistes no pudieran arreglar...

4) "La demografía era un problema más delicado. Cuando Sunak solicitó el puesto, sabía muy bien que era uno de los distritos electorales más blancos del país. Pero no se desanimó: el color de su piel nunca había afectado a su trayectoria profesional, pero, en un asiento como este, podría presentar un desafío adicional. Según el censo de 2011, el 85,2 % de la población de Richmond había nacido en Inglaterra y el 6,3% en Escocia, Gales o Irlanda del Norte. El 70% de la población local se describía como cristiana; solo el 1% decía ser hindú, y el 0,3% musulmán… En un área con tan poca diversidad étnica, Sunak siempre iba a sobresalir... Si bien nunca fue objeto de abuso manifiesto, tuvo que superar los prejuicios latentes de algunos votantes tories mayores..., pero lo manejó con facilidad".

En efecto, dado que su predecesor en el cargo era el muy admirado, blanco, tory y prestigioso William Hague, Sunak solía hacer la siguiente broma en sus actos: "Soy el próximo William Hague…, pero ¡con mejor bronceado!". Risas. La casa tory se venía abajo con Rishi.

Foto: Rishi Sunak, primer ministro de Reino Unido. (Reuters/Henry Nicholls)

Sunak ya había tirado la puerta del castillo. Lo siguiente, manejar a Boris Johnson, fue un juego de niños…

Convertido en un miembro importante del Gobierno Boris, Sunak fue preguntado una vez por las controversias que rodeaban al primer ministro. Salió más que airoso defendiendo a su jefe: los votantes ya no querían políticos "pulidos y perfectos", sino "un poco más de cruda honestidad, de autenticidad, de personas siendo ellas mismas". Irónicamente, según su biógrafo, "el propio Sunak siempre había sido increíblemente refinado" y modosito. Es decir, Boris tenía dentro al anti-Boris.

Nombrado secretario del Tesoro, Sunak llegó a ministro de Economía tras la purga del anterior por no ceñirse a la política de comunicación exigida por Dominic Cummings, mandarín de Boris. Sunak, por tanto, llegó a ministro entre cuchicheos mediáticos de que sería una marioneta de Cummings y Johnson. Lo que pasó después es conocido: su popularidad subió tras presentar su primer presupuesto en plena ola covid (calificado como “keynesiano” por The Guardian por su gasto social expansivo).

Sunak presentó el presupuesto con estas palabras en el Parlamento: "Cualquier recurso que nuestro sistema nacional de salud necesite para hacer frente al coronavirus, lo tendrá. Ya sean millones o miles de millones de libras, lo que sea, cueste lo que cueste, el Gobierno lo proporcionará”.

Ese día, Sunak dejó de tener cara de indio o de pijo urbanita y empezó a tener cara de primer ministro.

"Buena parte de su popularidad se debe a que Sunak irrumpió como un lienzo en blanco"

Si hasta 2014 su carrera había sido un cuento de hadas globalista, su vertiginosa escalada política era más bien el relato improbable del tipo al que nadie vio venir.

"Parte de su ascenso y buena parte de su popularidad se deben a que Sunak irrumpió como un lienzo en blanco… capaz de proyectarse como un solucionador de problemas más allá de ideologías", cuenta su biógrafo.

Woody Allen contaba en Zelig la historia de un hombre camaleón con tanto deseo de ser aceptado y de no ser excluido que era capaz de mimetizarse físicamente con todo aquel que le rodeaba. Algunos señoros ingleses ven en Sunak a un indio. Pero Sunak ha sido el niño modélico de colegio privado británico, el banquero de inversión primero en llegar a la oficina y último en irse, el candidato tory rural disfrazado de candidato tory rural y el economista de la City con presupuestos ministeriales socialdemócratas. Un Sunak para cada ocasión.

Sunak, como Zelig, tampoco caía mal a nadie (clave psicológica importante para ascender sin hacer ruido en esa piscina de tiburones enloquecidos que es el partido tory) y ha llegado hasta arriba con cara de haberlo hecho sin querer. Tiene mucho, por tanto, para que sus adversarios políticos le subestimen. Pero, aunque el partido tory sea un zombi, ya sabemos que a un zombi hay que matarle varias veces. Poca broma con el Zelig de Manchuria: nadie contaba con Sunak y ahora es el sheriff del lugar.

"Los ingleses no votarán por un hombre indio diminuto". "[Sunak] no es británico". "Pues ya tenemos un primer ministro indio. Es el último clavo en el ataúd del partido (no tan) conservador". He aquí tres comentarios de lectores de The Spectator —conocido semanario protory (Boris Johnson fue su director)— tras la conversión de Rishi Sunak en nuevo primer ministro británico.

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