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Muere la reina Isabel II de Inglaterra a los 96 años
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Muere la reina Isabel II de Inglaterra a los 96 años

Tras suspender una reunión prevista este miércoles de su Consejo Privado, los doctores que la atendían se mostraron "extremadamente preocupados" por su estado de salud. Finalmente, ha fallecido rodeada de sus cuatro hijos y sus nietos

Foto: La reina Isabel II, durante una ceremonia en 2014. (Getty/WPA Pool/Stefan Wermuth)
La reina Isabel II, durante una ceremonia en 2014. (Getty/WPA Pool/Stefan Wermuth)

La reina Isabel II, la monarca que más tiempo ha estado en el trono de Reino Unido, ha fallecido este jueves a los 96 años en el castillo de Balmoral, en Escocia, rodeada de sus cuatro hijos, Carlos, Ana, Andrés y Eduardo, así como de sus nietos y familiares. La salud de la reina, quien desde hace tiempo experimentaba "problemas de movilidad", había empeorado desde que el martes recibió en su residencia escocesa a Boris Johnson para aceptar su dimisión como primer ministro y a su sucesora, Liz Truss, a quien encomendó la formación de un nuevo Gobierno. La última fotografía de la monarca, que trascendió tras el encuentro con la nueva primera ministra, preocupó debido al deterioro que ya mostraba entonces, sujeta a su bastón y con las manos amoratadas.

Tras suspender una reunión prevista este miércoles por la tarde con su Consejo Privado, los doctores que atendían a Isabel II se mostraron "extremadamente preocupados" por su estado de salud y recomendaron que quedara bajo supervisión médica. En un comunicado, el Palacio de Buckingham informó de que la monarca, pese a todo, se encontraba "cómoda". Finalmente, tras recibir la visita de sus cuatro hijos, así como de sus nietos y familiares, la reina ha fallecido.

No nació para ser reina. Pero cuando su tío Eduardo VIII abdicó al enamorarse de la 'socialité' divorciada Wallis Simpson, su padre, Jorge VI, se convirtió repentinamente en monarca. Y estaba claro que su destino no podía ser otro porque Isabel Alejandra María Windsor pasará a la historia como la figura clave que ha garantizado la continuidad del país durante los 70 años que ha durado su reinado.

El autocontrol incansable y la solemnidad fueron los pilares que marcaron su vida. Fue una constante en una era de rápidos cambios sociales y políticos, una figura clave en la historia del Reino Unido, un vínculo vivo con su pasado imperial y de posguerra, una imagen ampliamente reconocida a ambos lados del Atlántico. “Es difícil que sus herederos puedan llegar a igualarla. Posiblemente, Isabel II sea la última monarca global del mundo”, llegó a escribir Serge Schmemann, columnista en 'The New York Times'.

placeholder Isabel II recibe en Balmoral a Liz Truss. (Reuters/Jane Barlow/Pool)
Isabel II recibe en Balmoral a Liz Truss. (Reuters/Jane Barlow/Pool)

En los últimos años había reducido considerablemente sus compromisos públicos. Pero jamás quiso abdicar, debido a la promesa que hizo antes de ascender al trono en 1952. Fue en 1947, cuando la entonces princesa dijo a la nación: "Declaro ante vosotros que mi vida entera, sea larga o corta, será dedicada a vuestro servicio". Con todo, en enero de 2014, la Casa Real británica anunció la fusión de las oficinas de la soberana y el príncipe Carlos, una decisión que se enmarcó dentro de una "sucesión tranquila".

Además de ser la monarca británica, Isabel II era jefa de Estado de gran parte de los territorios de la Commonwealth y gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra, establecida en 1536 por Enrique VIII cuando rompió con Roma. Sumamente devota, para ella era crucial asistir a misa todos los domingos. Hasta prácticamente sus últimos días siguió montando a caballo, una de las pasiones que jamás logró inculcar a Lady Di. Fue precisamente con un agradable paseo a caballo en los jardines del Palacio de Windsor —donde instaló definitivamente su residencia en los últimos años— como trascurrió su jornada el 29 de marzo de 2017, el día en que su Gobierno solicitaba oficialmente el artículo 50 del Tratado de Lisboa para dar comienzo al Brexit.

Hablar menos, pensar más

Justo un año antes, cuando solo faltaban tres meses para celebrar el histórico plebiscito sobre la permanencia en el bloque comunitario, el Palacio de Buckingham tomó la insólita iniciativa de presentar una queja formal ante el organismo que supervisa los medios de comunicación contra la información que ocupaba la primera página del diario 'The Sun': “La reina apoya el Brexit”, rezaba el titular.

El tabloide basaba su información en una fuente no identificada que recordaba una conversación que supuestamente mantuvieron en 2011 la monarca y Nick Clegg, entonces viceprimer ministro del Gobierno y líder del Partido Liberal Demócrata. Durante una comida en el castillo de Windsor, Isabel II, según 'The Sun', habría expresado puntos de vista fuertemente euroescépticos advirtiendo de que la UE iba “en la dirección equivocada”. Pero Nick Clegg se apresuró a desmentir la noticia. “No tengo ningún recuerdo de que eso ocurriera y no es el tipo de cosa que olvidaría”, señaló entonces. Por su parte, un portavoz del Palacio de Buckingham añadió que la reina seguía siendo políticamente neutral "como lo ha sido durante todo su reinado".

[La vida de Isabel II, en imágenes]

Y eso nadie lo pone en duda. Durante siete décadas de reinado, su autocontrol incansable proporcionó una clase magistral de cómo hablar menos y pensar más. En este sentido, puede que algunas de las palabras más sabias sobre Isabel II las escribiera allá por 1969 sir Paul McCartney en los primeros dos versos de 'Her Majesty', la canción que cierra ''Abbey Road: “Simpática Su Majestad es una chica, pero no tiene mucho que decir”. Efectivamente, resultaría difícil extraer algo polémico de todos sus discursos. Y esa, probablemente, fuera una de sus grandes virtudes. Al fin y al cabo, de eso se trata en una monarquía constitucional.

Aunque en momentos clave fuera necesaria su intervención. Pasó con el referéndum de Escocia en septiembre de 2014, cuando, sin decir nada, lo dijo todo. Jamás contará con confirmación oficial, pero es 'vox populi' que desde Palacio se orquestó un escenario milimétricamente detallado cuando el Ejecutivo pidió auxilio días antes de la consulta, al temerse que la independencia pudiera ser una opción real a raíz de las encuestas.

Foto: La reina Isabel II en una imagen de archivo. (Reuters/Joe Giddens)

Fue entonces cuando, rompiendo con el protocolo, la soberana se acercó a hablar con la gente que se encontraba a la salida de la iglesia cercana al castillo de Balmoral, su residencia de verano. En un hecho muy poco frecuente, la policía invitó a la prensa a observar de cerca la escena que tuvo lugar tras el servicio religioso que, curiosamente, había incluido una oración para “pedir a Dios que nos salve de opciones erróneas”. "Espero que la gente piense con mucho cuidado sobre su futuro", se limitó a decir la monarca, que valoró los votos como “muy importantes”. No hizo falta nada más.

Testigo de la historia

Isabel II fue testigo de crisis económicas, cambios demográficos, pérdida de colonias, guerras y terrorismo del Ejército Republicano Irlandés (IRA). En 2011, la reina fue la primera monarca británica en casi un siglo en visitar la República de Irlanda. El histórico viaje certificó la normalización de las relaciones entre Londres y Dublín. Sin embargo, en aquella ocasión, el Sinn Féin se negó a participar en los actos programados y tuvo que pasar otro año para que Martin McGuinness —entonces segundo de la formación— estrechase la mano de la soberana en Belfast, convirtiéndose en el primer dirigente republicano en hacerlo.

Durante las últimas siete décadas, Isabel II despachó con 14 primeros ministros —desde Winston Churchill hasta Boris Johnson— y seis arzobispos de Canterbury. Visitó más de 116 países. Supo adaptarse a todos los tiempos, desde las recepciones en Palacio a las reuniones por videoconferencia que a sus 96 años mantenía a través del ordenador. El Reino Unido de ahora nada tiene que ver con el de 1952, pero, tal y como dijo el famoso periodista Walter Bagehot: “La función de la monarquía es ser un símbolo visible de unidad para aquellos tan imperfectamente educados que necesitan un símbolo”.

Foto: La reina Isabel II, durante un acto de la Real Academia de Arte Dramático de Londres, en 1964. (Getty/Express/Terry Disney) Opinión

Fue también icono cultural, protagonista de los retratos de Andy Warhol o Lucien Freud, y fuente de inspiración para infinidad de películas y series. Olivia Colman, una de las actrices que la interpretaron en 'The Crown', asegura que la veía como una “feminista suprema”. “Arregló coches durante la Segunda Guerra Mundial e insistió en llevar a un rey que venía de un país donde no se permitía conducir a las mujeres”, señaló en alusión al entonces príncipe heredero Abdullah, de Arabia Saudí, al castillo de Balmoral en Escocia en 2003, cuando este le imploró a Isabel II que condujera más despacio.

Devoradora de prensa, amante de los animales, muy divertida en la intimidad y coqueta. Muy pocos más detalles se saben de su vida privada, una vida que, pese a estar dividida por una línea muy fina de sus compromisos oficiales, siempre quiso delimitar con fuego para proteger a los que la rodeaban, entre ellos su marido, el duque de Edimburgo. Su muerte a los 99 años en abril de 2021 supuso para ella perder a uno de sus grandes pilares.

Cuando le conoció, Isabel tenía tan solo 13 años y todavía la llamaban Lilibet. Sus padres llegaron un día al puerto de Darmouth, donde a sus 18 años Felipe era un apuesto cadete. Tras años estando en contacto por carta, en el verano de 1946 Felipe le pidió al rey Jorge VI la mano de su hija. Este estuvo de acuerdo, siempre y cuando se comprometieran de manera oficial una vez que Isabel cumpliera 21 años. Para poder hacerlo como se debe, Felipe tuvo que renunciar a sus títulos reales griegos y daneses, y adoptó el apellido Mountbatten, de la familia de su madre. Se convirtió en súbdito británico.

placeholder El príncipe Carlos y su mujer Camila, junto a otros miembros de la familia real británica, en Sandringham, el 25 de diciembre de 2016. (Reuters)
El príncipe Carlos y su mujer Camila, junto a otros miembros de la familia real británica, en Sandringham, el 25 de diciembre de 2016. (Reuters)

La pareja se casó el 20 de noviembre de 1947 en la Abadía de Westminster. Casi exactamente un año después del enlace, el 14 de noviembre de 1948, nacía su primer hijo, el príncipe Carlos. En 1950, nació la princesa Ana; en 1960, el príncipe Andrés, y en 1964, el príncipe Eduardo. Siempre trató a sus hijos como adultos. Philip Ziegler, autor de 'Jorge VI, el rey obediente', aseguró: “Tiene un sentido del deber increíble. Creo que le habría encantado tener la oportunidad de pasar más tiempo con sus hijos. Pero la Corona siempre fue lo primero”.

Reina con 25 años

Solo tenía 25 años cuando se convirtió en reina. A la hora en que murió Jorge VI, ella estaba contemplando junto a su marido una puesta de sol en Kenia. Fue él quien le dio la noticia. Era el 6 febrero de 1952. Tomaron de inmediato un avión con destino a Londres. Cuando aterrizó, bajó las escaleras vestida de negro y saludó al primer ministro, Winston Churchill. Supo guardar su tristeza y mostrar serenidad. Era la primera vez que tenía que velar más por los intereses del país que por los suyos propios. El autocontrol incansable y la solemnidad se convirtieron luego en los pilares que marcaron su vida.

Le gustaba batir récords. En 2015, superó a la reina Victoria para convertirse en la monarca que más tiempo llevaba en el trono. El 13 de octubre de 2016, se convirtió en la monarca y jefa del Estado viva con más años de reinado, tras la muerte del rey de Tailandia Bhumibol Adulyadej, que dirigió los destinos del país asiático durante 70 años y 126 días. En febrero de 2017, cumplió 65 años de reinado, convirtiéndose en la primera reina británica que celebraba el llamado Jubileo de Zafiro. Y este 2022 cumplió el Jubileo de Platino, por las siete décadas en el trono.

A pesar de haber sido una de las autoridades más respetadas a ambos lados del Atlántico, fue también una de las figuras más desconocidas. “Ella tiene muy pocos amigos cercanos. Su familia, especialmente su marido, es lo que necesita”, aseguró en una ocasión la aristócrata Lady Pamela Carmen Louise Hicks, prima del duque de Edimburgo. “Precisamente porque es una persona tan pública, encuentra tanto alivio en su privacidad. Y es afortunada al tener un círculo más amplio porque, en este sentido, no corre el riesgo de la indiscreción. Sabe que los pocos que la rodean no la van a traicionar. Por supuesto, con ellos sí puede hablar. De otra manera no podría hacer frente a todo, ningún ser humano podría”, explicaba.

La estabilidad de su matrimonio, sin embargo, no fue seguida por los suyos. Tres de sus cuatro hijos se separaron en 1992, declarado en la intimidad por la monarca como 'annus horribilis'. Aunque tampoco es que luego vinieran años fáciles, con el sonado Megxit y el escándalo por supuestos abusos sexuales del príncipe Andrés —del que siempre dijeron que fue su hijo favorito—. Él siempre los negó, pero la polémica le obligó a retirarse de la agenda oficial.

Sin duda, la separación matrimonial de sus hijos más sonada fue la del heredero al trono, el príncipe Carlos, quien puso fin a su historia con Lady Di. La trágica muerte en 1997 de la considerada 'princesa del pueblo' supuso para Isabel II uno de los momentos de más baja popularidad. “Muestre un poco de afecto, señora”, tituló el tabloide 'Express', al conocer que pretendía permanecer en su casa de verano en Balmoral.

Foto: La reina Isabel II muere a los 96 años. (Anwar Hussein Collection/ROTA/WireImage)

Tras el accidente de coche mortal de la que fue su nuera, la monarca tardó cuatro días en reaccionar ante el público. Se resistía a darle un funeral de Estado, pero finalmente no tuvo más remedio que claudicar ante la insistencia del entonces 'premier', Tony Blair. Aquel mensaje en televisión fue histórico: “Tenemos que aprender lecciones de su vida y de su conmovedora muerte”. Solo hicieron falta 45 minutos para que la soberana se reinventara a sí misma. Pese a que el pueblo perdonó a Carlos sus infidelidades y le permitió que se casara con Camila, quien verdaderamente da sentido ahora a la continuidad de la Corona es el príncipe Guillermo, quien junto a Catalina ha formado una familia modélica y ha llevado la monarquía a las cotas más altas de popularidad.

Después de aquella emisión, sus asesores dijeron que escuchaba más y estaba más preparada para tomar riesgos. Sin embargo, la reina se mostraba sumamente molesta cuando le decían que su “nueva informalidad y cercanía” se debían al 'efecto Diana'. “Yo ya hacía esto mucho antes”, contestó en una ocasión. Con respecto a su relación con Camila, actual mujer del príncipe Carlos, en un principio, no era fluida. Y eso era algo que a Carlos le hundía en la tristeza. La frialdad quedó más que patente durante la boda de la pareja en 2005, donde la señora Parker Bowles pasó a ser un inquilino más de Buckingham Palace.

Foto: La reina Isabel II. (EFE/EPA/Andy Rain)

En los días previos a la ceremonia, la asistencia de Isabel II era toda una incógnita. Como cabeza de Estado y de la Iglesia de Inglaterra, no quería perder el apoyo del sector más tradicionalista y tampoco crear una brecha dentro de la Casa de Windsor. Entre algunos sectores de la población, el nombre de Camila era tóxico y, a pesar de que se trataba del segundo enlace de su primogénito, la reputación de Su Majestad estaba en juego. Finalmente, no acudió a la firma en el Registro Civil y se limitó a estar presente en el servicio religioso que se celebró en el castillo de Windsor para bendecir a los recién casados. Las caras en las fotos oficiales fueron todo un poema.

Pero con el tiempo consiguieron entenderse. En febrero de 2022, el día en que cumplió los 70 años de reinado, abría la puerta a la sucesión y realizaba un gran anuncio: “Cuando, en la plenitud de los tiempos, mi hijo Carlos se convierta en rey, sé que le daréis a él y a su esposa Camila el mismo apoyo que me habéis dado a mí; y es mi sincero deseo que, cuando llegue ese momento, Camila sea conocida como reina consorte mientras continúa con su leal servicio”.

La "sucesión tranquila"

La soberana nunca pensó en abdicar. Aunque, a principios de 2014, la Casa Real británica anunció la fusión de las oficinas de prensa de Isabel II y de su hijo, una decisión que se enmarcó dentro de una "sucesión tranquila". Carlos de Inglaterra batió en 2015 el récord de la persona que más tiempo llevaba en la historia del Reino Unido como heredero a la Corona. El que ostentaba antes el título era Eduardo VII, que esperó 59 años, dos meses y 13 días para convertirse en rey.

Por su parte, Isabel II también superó a su tatarabuela Victoria como la soberana que más tiempo ha estado en el trono. Si en la vida de su tío Eduardo VIII no se hubiera cruzado la 'socialité' Wallis Simpson, jamás se hubiera convertido en reina. Pero estaba claro que su destino no podía ser otro.

La reina Isabel II, la monarca que más tiempo ha estado en el trono de Reino Unido, ha fallecido este jueves a los 96 años en el castillo de Balmoral, en Escocia, rodeada de sus cuatro hijos, Carlos, Ana, Andrés y Eduardo, así como de sus nietos y familiares. La salud de la reina, quien desde hace tiempo experimentaba "problemas de movilidad", había empeorado desde que el martes recibió en su residencia escocesa a Boris Johnson para aceptar su dimisión como primer ministro y a su sucesora, Liz Truss, a quien encomendó la formación de un nuevo Gobierno. La última fotografía de la monarca, que trascendió tras el encuentro con la nueva primera ministra, preocupó debido al deterioro que ya mostraba entonces, sujeta a su bastón y con las manos amoratadas.

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