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La muerte de Isabel II golpea a Reino Unido en su momento más débil en décadas
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La muerte de Isabel II golpea a Reino Unido en su momento más débil en décadas

Carlos III, que nunca ha llegado a ser tan popular como su madre, accede al trono en medio de la guerra en Ucrania, y con una economía debilitada y un órdago soberanista en Escocia

Foto: La reina Isabel II muere a los 96 años. (Anwar Hussein Collection/ROTA/WireImage)
La reina Isabel II muere a los 96 años. (Anwar Hussein Collection/ROTA/WireImage)

La muerte de Isabel II, símbolo de continuidad en Reino Unido durante los últimos 70 años, coincide con uno de los momentos más convulsos de la historia reciente. Carlos III, de 73 años, que jamás ha llegado a ser tan popular como su madre, accede al trono con una guerra en Ucrania, una economía debilitada por la crisis energética, una inflación que podría llegar al 18%, huelgas de varios sectores, un órdago soberanista en Escocia y las consecuencias de un Brexit que aún se está negociando con Bruselas.

Todo ello coincide además con un nuevo Gobierno de apenas tres días, capitaneado por una primera ministra elegida por menos del 0,3% del electorado. Liz Truss hereda la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes que cosechó Boris Johnson en las elecciones de 2019. Pero su autoridad está más que cuestionada: solo la votó un tercio de los afiliados del Partido Conservador —que son los que tenían la última palabra en el proceso de las primarias— y menos de la mitad de los tradicionales votantes 'tories' le dan su aprobación.

Foto: La reina Isabel II, durante una ceremonia en 2014. (Getty/WPA Pool/Stefan Wermuth)
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En definitiva, la economía se desmorona, la identidad nacional no sabe a qué espejo mirarse y la influencia internacional del que fuera un gran imperio intenta buscar su nuevo sitio fuera de la UE y con la desconfianza de Estados Unidos, donde un Joe Biden que hace gala de sus raíces irlandesas ya advierte de que si Londres rompe el tratado cerrado con Bruselas no habrá acuerdo comercial. Pero Isabel II ya no está. Como jefe de Estado hay un monarca que debe quitarse ahora el lastre de 'eterno heredero'. Y como inquilina del Número 10, hay una populista que no ha sido elegida en las urnas y no tiene intención alguna de convocar elecciones para consolidar su mandato ante unos sondeos en que la oposición saca una ventaja considerable.

Con el objetivo de cambiar lo que, a día de hoy, parecen escasas expectativas electorales, Truss anunciaba este jueves que, a partir del 1 de octubre, el precio máximo que pagará por el gas y la electricidad cualquier hogar británico tendrá un límite de 2.900 euros anuales, y no los más de 4.000 que la autoridad reguladora del país (Ofgem, en sus siglas en inglés) había actualizado a principios de septiembre, de acuerdo con la escalada de precios en el mercado mayorista.

El peor momento para Truss...

La medida se prolongará durante dos años, justo el tiempo que la nueva líder 'tory' tiene por delante hasta que deban celebrarse nuevas elecciones generales, y supondrá un gasto público de dimensiones históricas, similar al dinero destinado a salvar empleos durante la pandemia. La deuda neta acumulada supera ya los 2,78 billones de euros, equivalente al 96,2% del PIB. Los expertos calculan que el plan puede aumentar el agujero en más de 115.000 millones de euros. Aunque aún no se conoce en detalle el plan, Truss ya ha adelantado que no aplicará impuestos a los beneficios de las petroleras y bajará de inmediato los impuestos a los ciudadanos. Si el gasto no se restringe, la única salida es seguir endeudando las arcas públicas.

Todo, además, bajo la amenaza de una guerra comercial con la UE. Porque el Brexit ya se ha materializado a efectos prácticos, pero las negociaciones están muy lejos de haber concluido. Truss —que en su día abogó por la permanencia en el bloque— se muestra ahora partidaria de cambiar el Protocolo de Irlanda del Norte, pieza clave del acuerdo cerrado en su día con Bruselas, justificando que los nuevos controles aduaneros están poniendo en peligro el proceso de paz en Belfast, donde no existe Gobierno autonómico desde el pasado mes de febrero.

Foto: Liz Truss ha sido elegida por el Partido Conservador primera ministra tras la dimisión de Boris Johnson. (EFE/Neil Hall)

Casi un cuarto de siglo después de que el Acuerdo del Viernes Santo de 1998 pusiera fin a los Troubles —tres décadas de conflicto entre católicos y protestantes, en que murieron más de 3.500 personas—, el Sinn Féin, el que fuera brazo político del ya inactivo IRA, se convirtió en los comicios de mayo en la fuerza más votada desde la división de la isla en 1921.

En una región profundamente dividida entre los que quieren seguir siendo parte del Reino Unido y los que abogan por la reunificación con la República de Irlanda, la victoria es tremendamente simbólica. Sobre todo teniendo en cuenta que el Brexit ha dejado ahora a Belfast más alineado con la normativa de Dublín que con la de Londres. Aunque el órdago nacionalista más inminente viene de Escocia, donde la ministra principal, Nicola Sturgeon, se ha comprometido a celebrar un segundo referéndum de independencia el 19 de octubre de 2023.

... y para la monarquía británica

La tormenta política coincide también con la tormenta institucional de la propia monarquía. Isabel II alcanzó en sus últimos años sus cuotas más altas de popularidad. Pero, sin ella, las grietas de la familia real son ahora imposibles de tapar.

El príncipe Enrique y Meghan Markle decidieron desvincularse para ser económicamente independientes. Sin embargo, conservan el título de duques de Sussex y no queda aún muy claro quién va a sufragar su seguridad cuando estén en Reino Unido. Desde su salida de La Firma no han cesado los ataques con todo tipo de acusaciones, entre ellas, las de racismo.

Foto: La reina Isabel II, durante un acto de la Real Academia de Arte Dramático de Londres, en 1964. (Getty/Express/Terry Disney) Opinión

El príncipe Andrés, hijo de Isabel II que siempre dijeron era su favorito, ha sido condenado al ostracismo tras verse salpicado de lleno por el escándalo sexual Jeffrey Epstein. La soberana tuvo que desembolsar de su propio bolsillo 14 millones de euros para cerrar un acuerdo extrajudicial para evitar que su hijo tuviera que ir a juicio por supuesto abuso de menores, cargos que él siempre ha negado.

Pero, pese a todo, el debate sobre la posibilidad de una república en el país es prácticamente residual, por no decir nulo. En las discusiones siempre salen a relucir los millones de libras que la familia real aporta a la economía británica. En 2017 fueron 1.800 millones de libras (550 millones de libras solo en turismo), según la consultora Brand Finance.

Una república sin ser república

La Unidad de Constitución de University College London señala que "además de la popularidad actual y continua de la monarquía, se cree que la falta de apoyo a una república en el Reino Unido está asociada con el hecho de que, para la mayoría de los propósitos, el Reino Unido ya posee todos los atributos de una república", por lo que los expertos consideran "difícil prever" las circunstancias en que el país se podría convertir en una república como tal por su nombre.

Foto: Imagen: Getty/Samir Hussein.
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No cabe duda de que, aunque solo sea por cuestión de tiempo, la monarquía en el Reino Unido está más arraigada que en España. Lo cierto es que el escenario político juega a su favor. Mientras que en España, en la Cámara Baja, hay 75 diputados (de 350) que defienden la república, en Reino Unido, donde el complejo sistema electoral favorece al bipartidismo y las mayorías absolutas y hace realmente compleja la entrada a Westminster de nuevas formaciones, el único partido que aboga por la abolición de la monarquía es el Sinn Féin. Sus diputados (ahora son siete de 650 escaños) históricamente nunca han ocupado sus asientos en la Cámara de los Comunes porque quieren la reunificación de la isla de Irlanda como república.

Por su parte, los partidos mayoritarios siempre se han mostrado a favor de la Corona. En el laborismo, al menos cuatro líderes han sido republicanos: el fundador, Keir Hardie, George Lansbury, Michael Foot y el reciente Jeremy Corbyn (líder de 2015 a 2020). En cualquier caso, en sus manifiestos nunca han pedido un cambio de sistema.

La muerte de Isabel II, símbolo de continuidad en Reino Unido durante los últimos 70 años, coincide con uno de los momentos más convulsos de la historia reciente. Carlos III, de 73 años, que jamás ha llegado a ser tan popular como su madre, accede al trono con una guerra en Ucrania, una economía debilitada por la crisis energética, una inflación que podría llegar al 18%, huelgas de varios sectores, un órdago soberanista en Escocia y las consecuencias de un Brexit que aún se está negociando con Bruselas.

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