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La reina de la metamorfosis: las mil caras de Liz Truss, la 'tory' radical conversa
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La nueva inquilina de Downing Street

La reina de la metamorfosis: las mil caras de Liz Truss, la 'tory' radical conversa

Hace seis años, se daba su carrera por terminada. Ahora, está en Downing Street. La antes activista liberal demócrata es hoy la más 'tory'. Así es la política amante del karaoke

Foto: Liz Truss en una entrevista. (Reuters)
Liz Truss en una entrevista. (Reuters)

Liz Truss no era la mejor candidata para convertirse en inquilina de Downing Street. Como tampoco lo era Joe Biden para ser presidente de los Estados Unidos. Pero ambos se han beneficiado de las circunstancias que les rodeaban. Biden está en la Casa Blanca porque valía cualquier opción con tal de forzar la salida de Donald Trump. Truss está en el Número 10 porque los 'tories' del ala dura necesitaban un nuevo candidato y ella se dejó moldear cual figura de arcilla.

La niña que hacía campaña contra la energía nuclear, la joven activista liberal demócrata que abogaba por la abolición de la monarquía, la diputada que defendía la permanencia del Reino Unido en la UE se ha convertido luego en la más conservadora y más euroescéptica de todos. Y, más allá de los populistas, no hay cosa más peligrosa que los radicales conversos, porque continuamente se tienen que justificar para desmarcarse de su pasado.

Foto: Liz Truss en campaña. (Reuters/Hannah McKay)

La carrera de Truss (47 años) —que hasta ahora había sido titular de Exteriores— está marcada por grandes metamorfosis y una cascada de circunstancias que han acabado llevándola hasta el Número 10. Sus partidarios la ven como una líder de fuertes convicciones. Sus críticos, como una ambición descarada y cínica con demasiado entusiasmo a aceptar cualquier propuesta con tal de tener respaldo político.

Lo mismo ocurre ahora con el escenario económico. El Reino Unido afronta la peor inflación del G7 después de que los precios hayan subido a su ritmo más rápido en 40 años. En julio, han llegado al 10,1%, el mayor salto desde 1982. Con su promesa de recortar de inmediato los impuestos, Truss es acusada ahora de "irrealidad económica". Promete revertir el aumento de las contribuciones a la Seguridad Social y cancelar la subida del impuesto de sociedades —19% al 25%— prevista para el próximo año. Pero la singularidad de su plan es su insistencia paralela en que los recortes del gasto público no serán necesarios porque considera que el crecimiento económico llenará cualquier agujero negro financiero.

Si el electorado británico hubiera podido opinar, quizá las cosas hubieran sido distintas, porque su rival en las primarias, Rishi Sunak, tenía más apoyo en la calle. Pero los 160.000 afiliados del Partido Conservador eran los que tenían la última palabra y no perdonaron al antiguo 'chancellor' su traición a Boris Johnson. Como en su día tampoco perdonaron a Geoffrey Howe y Michael Heseltine la rebelión contra Margaret Thatcher. Así es la política. Las filas siempre necesitan cabecillas para forzar la salida del líder del que se quieren deshacer. Pero luego las bases los castigan por traidores. Truss lo tenía muy en cuenta. Por eso se mantuvo fiel a la ambición rubia hasta el último momento.

La familia de Truss

La nueva inquilina de Downing Street se crio en un núcleo familiar impregnado de liberalismo. Sus padres, John y Priscilla, ambos estudiantes universitarios de Cambridge, eran muy activos políticamente. Como miembros de la Campaña por el Desarme Nuclear, no dudaron en llevar a sus cuatro hijos (Truss es la mayor) a manifestaciones en las que el canto repetido era "Maggie, Maggie, Maggie, fuera, fuera, fuera".

Pero luego Maggie ha sido la misma a la que Truss ha tratado de simular —hasta un punto que llegó a rozar casi el ridículo— en varios de sus viajes. Su visita a Rusia el pasado mes de febrero no estuvo exenta de críticas. Muchos consideraron que tan solo fue a la Plaza Roja a lucir palmito con un 'outfit' de sombrero de piel y abrigo idéntico al que se plantó la Dama de Hierro en los años 80. "Ha sido como una alfombra roja de 'photoshoot' pagada por los contribuyentes", recalcó 'The Times'.

Foto: Liz Truss en 2020. (EFE/Neil Hall)

Cuando Truss se afilió al Partido Conservador, a su padre casi le da un desmayo. Tras dos intentos fallidos, consiguió el escaño en 2010. Pero su progenitor no quiso hacer campaña por ella. Justificó que estaba demasiado ocupado "cortando el césped". Se dice que los colegas de la Universidad de Leeds donde trabaja como profesor de Matemáticas recibieron un correo electrónico advirtiéndoles que no hablaran públicamente sobre su hija. En las primarias de este verano también ha sido el gran ausente.

Los padres de Truss se divorciaron en 2003 y han tomado caminos diferentes cuando se trata del renacimiento de su hija como abanderada del conservadurismo de derecha. La madre, pese a que en su día se presentó como candidata con el Partido Liberal Demócrata, sí ha mostrado públicamente su apoyo, acompañándola este verano a diferentes actos.

La infancia y adolescencia de la nueva primera ministra británica se desarrolló por distintos destinos. Antes de pasar cinco años en la escuela Roundhay de Leeds, estuvo en Oxford, Paisley (Escocia) y Canadá.

En su esfuerzo por diferenciarse de la educación más privilegiada de su rival, Truss ha llegado a definir su colegio como un semillero socialista en el que "nos enseñaron sobre el racismo y el sexismo [pero] se dedicó muy poco tiempo asegurándose de que todos supiéramos leer y escribir". Y eso también ha sido motivo de críticas, porque la vivienda de la familia era una sólida casa victoriana de cinco dormitorios construida en piedra en Ingledew Crescent, una calle cuyas ventanas frontales rezuman comodidades de clase media.

La escuela Roundhay tiene una excelente reputación y, aunque los edificios estaban algo deteriorados cuando Truss era estudiante, no fue la única en ganar una plaza en Oxbridge. Por lo que los antiguos alumnos la ven ahora como una traidora oportunista.

'Llena de ideas e ingeniosa'

Durante sus años en Oxford, donde se licenció en Filosofía, Política y Economía, defendió la legalización del cannabis y fue una gran activista de la causa liberal demócrata hasta el punto de hablar en 1994 en el congreso anual de la formación a favor de la abolición de la monarquía: "Nosotros, los demócratas liberales, creemos en las oportunidades para todos. No creemos que las personas nacen para gobernar". Si bien sus puntos de vista la ayudaron a sobresalir, no siempre fueron populares entre otros estudiantes. Algunos le acusaban de "buscar atención". Pero otros la recuerdan como una persona a la que querías tener al lado, "llena de ideas, ingeniosa, aguda".

Truss también fue miembro de la Sociedad Hayek de Oxford, un grupo de estudiantes que abogaba por el libre comercio, y del Club de Reforma pro-UE, otra sociedad dedicada a los mercados abiertos. Su metamorfosis de los liberal demócratas a los conservadores ha sido una fuente de intriga. Aunque muchos aseguran que siempre fue gran admiradora de Margaret Thatcher.

Foto: Rishi Sunak y Liz Truss, antes del debate televisivo. (Reuters/Pool/Jacob King)

Un año después de dejar Oxford, se unió al Partido Conservador, donde conoció a su esposo Hugh O'Leary. La pareja se casó en 2001 y son padres de dos niñas. Durante un tiempo, Truss hizo malabarismos para compaginar su carrera profesional en Londres —primero como economista de Shell y luego como jefa de asuntos públicos de Cable & Wireless— con sus ambiciones políticas.

Su sueño de convertirse en diputada estuvo a punto de frustrarse cuando la prensa sacó a la luz su 'affaire' de 18 meses con Mark Field, un parlamentario conservador 10 años mayor que ella. Pero el empeño entonces de David Cameron por meter más mujeres y minorías étnicas para renovar al partido consiguió su supervivencia y el tan esperado escaño llegó en 2010. Las circunstancias jugaron de nuevo a su favor.

Durante sus primeros años en el Parlamento, los colegas la recuerdan como una diputada "inusualmente hiperactiva" e inmune a las críticas. Aunque sus torpes intentos de hablar sobre las virtudes del liberalismo económico a veces resultaron contraproducentes. Su intervención en la conferencia del partido en 2014 lamentando la debilidad británica por el camembert fue motivo de burla. "Importamos dos tercios de nuestro queso. Esto es una desgracia", recalcó con un entusiasmo que no tuvo réplica entre el público.

placeholder Liz Truss.
Liz Truss.

Durante la campaña del histórico referéndum de 2016, Truss hizo campaña a favor de permanecer en la UE. "El Brexit sería una triple tragedia. Supondría más reglas, más formularios y más demoras al vender a la UE. Menos comercio significaría menos inversiones, significaría menos empleos, eso se reflejaría en los ingresos de las personas. Tengo mucha fe en el pueblo británico. Creo que los británicos son gente sensata. Entienden fundamentalmente que, económicamente, Reino Unido estará mejor si permanece en una UE reformada", defendió.

Cuando David Cameron presentó su dimisión en 2016 tras el triunfo del Brexit y Theresa May se mudó al Número 10, el puesto de Truss como ministra de Justicia se daba prácticamente por muerto. En una formación dominada por euroescépticos, nadie que hubiera hecho campaña por la permanencia en la UE tenía muchos amigos. Estaba completamente aislada. Y la única razón por la que sobrevivió al frente de la cartera fue porque May quedó demasiado débil como para deshacerse de ella tras las desastrosas elecciones de 2017 y no pudo hacer la reestructuración de Gabinete que tenía en mente. De nuevo, otro golpe de suerte.

Las metamorfosis de Truss

Fue entonces, en el espacio de tres años, cuando Truss se reinventó. Metamorfosis tras metamorfosis. Tanto política como personalmente. De hacer campaña por la UE pasó a abrazar el Brexit de manera apasionada. De ser íntima amiga de Cameron pasó luego a ser una de las primeras en apoyar a Boris Johnson —aun sabiendo que eran enemigos acérrimos— para el liderazgo.

Boris la recompensó nombrándola responsable de Comercio y se posicionó como la encarnación de Instagram de la Gran Global Britain, haciendo una crónica de todos los nuevos acuerdos que Londres cerraba con terceros países. No eran otra cosa que un copia y pega de los que tenía cuando era miembro del bloque, pero ella lo supo vender como gran triunfo y, tras la salida de Dominic Raab por su desastrosa gestión de la retirada de Afganistán, Johnson la puso al frente de la diplomacia británica.

Puede que queden dudas sobre sus credenciales como 'brexiteer', pero tanto sus críticos como fieles están de acuerdo en una cosa: "Es una tipa tremendamente divertida con fantástico sentido del humor".

Foto: Boris Johnson. (EFE/ Facundo Arrizabalaga)

Es conocida por sus interpretaciones de clásicos del pop en fiestas de karaoke. Los miembros de su equipo de seguridad entraron en pánico en la conferencia del partido del año pasado cuando se aventuró a salir a la pista de baile de un club nocturno lleno de gente para una fiesta organizada por conservadores LGBT+.

Cuando el pasado mes de julio tuvo lugar la rebelión que forzó la dimisión de Boris Johnson, Truss estaba sentada en un avión en la pista del aeropuerto de Dubái, contemplando la decisión más importante de su vida política. Tenía previsto volar al otro lado del mundo, hasta Bali, Indonesia, para asistir a una reunión de ministros de Exteriores del G20. No estaba claro si tendría un Gobierno al que representar cuando aterrizara.

Solo había dos opciones: cancelar el viaje y arriesgarse a parecer como ministra oportunista que intenta derribar al 'premier' o seguir adelante y arriesgarse a perder terreno frente a sus rivales ante la carrera por el liderazgo.

Foto: Liz Truss y su marido, Hugh O'Leary, en una imagen de archivo. (EFE)

Si quería ganarse el apoyo de los parlamentarios conservadores podría serle útil quedarse en Westminster, poner cierta distancia entre ella y Johnson y lanzar su campaña lo más rápido posible. Pero, para ganarse a los afiliados que habían votado abrumadoramente por Johnson solo tres años antes, tenía que evitar cualquier movimiento que pudiera interpretarse como deslealtad. Jugó sus cartas. Y ganó. Se metió en la final de las primarias tan solo en el último momento gracias al apoyo del ala dura y las bases se rindieron luego a sus pies. Ahora en Downing Street está preparada para su nueva metamorfosis.

Liz Truss no era la mejor candidata para convertirse en inquilina de Downing Street. Como tampoco lo era Joe Biden para ser presidente de los Estados Unidos. Pero ambos se han beneficiado de las circunstancias que les rodeaban. Biden está en la Casa Blanca porque valía cualquier opción con tal de forzar la salida de Donald Trump. Truss está en el Número 10 porque los 'tories' del ala dura necesitaban un nuevo candidato y ella se dejó moldear cual figura de arcilla.

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