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Reino Unido busca redefinir su hueco en su gran cumbre de la OTAN pos-Brexit
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La mirada británica vuelve a Europa

Reino Unido busca redefinir su hueco en su gran cumbre de la OTAN pos-Brexit

La mirada estaba puesta en el Indo-Pacífico, pero la invasión del Kremlin obliga a centrar, de nuevo, la atención en Europa, donde su liderazgo podría verse amenazado

Foto: Boris Johnson, en su visita al Museo del Prado antes de la cena de trabajo organizada con motivo de la cumbre de la OTAN en Madrid. (EFE/Ballesteros. POOL)
Boris Johnson, en su visita al Museo del Prado antes de la cena de trabajo organizada con motivo de la cumbre de la OTAN en Madrid. (EFE/Ballesteros. POOL)
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Cuando un periodista le preguntó en su día a Harold Macmillan cuál fue el desafío más importante al que se tuvo que enfrentar en su época como primer ministro británico, este respondió: “Los acontecimientos, querido muchacho, los acontecimientos”. En efecto, la política de defensa de Reino Unido, a menudo, ha sido una respuesta improvisada a las cambiantes amenazas globales. Y la actual guerra en Ucrania no es una excepción.

En marzo de 2021, el Gobierno de Boris Johnson presentó la llamada 'Revisión integrada', un documento clave para dar forma a la política exterior y de seguridad nacional posterior al Brexit. Si bien se identificaba a Rusia como la mayor amenaza para Europa, la mirada estaba puesta en el Indo-Pacífico para contrarrestar la creciente asertividad militar de China. Pero la invasión del Kremlin ha obligado a rediseñar la estrategia de la nueva Global Britain, centrando de nuevo la atención en el Viejo Continente para recalcar que, pese a su salida de la UE, Reino Unido sigue siendo una pieza clave del tablero europeo.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson, en Downing Street. (Reuters/Peter Cziborra) Opinión

Teniendo en cuenta que Londres quiere convertirse ahora en el gran defensor de las democracias ante los autoritarismos, la implicación con Kiev es de vital importancia para el inquilino de Downing Street. Aunque tampoco se puede pasar por alto que a Johnson, más cuestionado que nunca por sus propias filas ante todos los problemas domésticos, le interesa poner el foco en los desafíos internacionales para decir a los rebeldes 'tories' que no es el mejor momento para celebrar unas primarias.

El liderazgo de Reino Unido en la guerra de Ucrania ha reforzado su reputación tanto en el norte y este de Europa como en Washington. El propio Volodímir Zelenski ha señalado en varias ocasiones que Londres es uno de los aliados occidentales que más le están apoyando, ya sea por los miles de misiles antitanques que ha enviado en los últimos meses (Londres fue uno de los primeros en suministrar armamento) o por el entrenamiento del Ejército británico a las fuerzas armadas ucranianas.

El objetivo de Reino Unido, al igual que Polonia y otros países de Europa del Este, es claro: línea dura ante Moscú. Y esta es la postura que ha defendido ante la cumbre de la OTAN en Madrid frente a aquellos, como Francia, que quieren dejar la puerta abierta a futuros compromisos con el Kremlin. En este sentido, el primer ministro británico trató de utilizar la cumbre previa del G-7 para instar a los aliados a que no presionen a Ucrania para que resuelva el conflicto, por temor a que eso envalentone a China y otros regímenes autoritarios. “Hay que evitar darle a Putin una licencia para manipular a sus vecinos”, matizó.

Johnson y el presidente francés, Emmanuel Macron, mantuvieron una reunión bilateral el domingo en la que ambos afirmaron que la derrota absoluta de Rusia sigue siendo el mejor desenlace, aunque Macron matizó que, si eso fallaba, había que poner a Zelenski en la mejor posición posible para poder llegar a un acuerdo. Pese a que Londres había cuestionado previamente el compromiso de París respecto a Kiev, el 'premier' se mostró “efusivo” tras la reunión, ya que la postura firme del líder galo, dijo, superó sus expectativas.

En un esfuerzo por llegar a un consenso, la pareja se mantuvo deliberadamente alejada de los problemas que les han enfrentado en el pasado, incluyendo la migración a través del Canal de la Mancha, el Brexit, el Protocolo de Irlanda, la pesca y la firma del Aukus. El pacto de defensa entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia supuso un gran varapalo para París, porque dio al traste con el acuerdo que había firmado con Canberra para construir una flota de 12 submarinos valorada en más de 50.000 millones de euros.

En materia de Defensa, la colaboración entre Londres y París siempre había sido muy estrecha. Pero, últimamente, la relación bilateral atravesaba una de las peores crisis desde los acuerdos de la 'entente cordiale' de 1904. Como símbolo del nuevo 'le bromance', ambos mandatarios se han comprometido ahora a celebrar una nueva cumbre anglo-francesa. La última tuvo lugar en enero de 2018, cuando tradicionalmente esta cita había sido cada dos años.

Foto: La eurodiputada francesa Nathalie Loiseau (EFE)

Tras el Brexit, Reino Unido ha querido paliar su salida de la UE en materia de defensa a través de acuerdos bilaterales o multilaterales, con los que busca, principalmente, dos objetivos: mantener la cooperación y convertirse en agente estratégico para fomentar la colaboración entre países miembros y no miembros de la OTAN. Es decir, según expertos consultados por este diario, “dar marco y estructura para garantizar la cooperación entre países que, de otra manera, no podrían trabajar juntos o les resultaría más difícil”.

En este sentido, resulta clave su compromiso con la llamada Fuerza Expedicionaria Conjunta (JEF), una agrupación militar no perteneciente a la UE y alineada con la OTAN que abarca al Reino Unido, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Islandia, Estonia, Letonia, Lituania y los Países Bajos. Algunos analistas lo ven como el “ejército europeo” del que la UE habla a menudo, pero que nunca logra organizar.

El objetivo de este grupo liderado por Londres es poder desplegar 10.000 soldados en cualquier parte del mundo con la mayor brevedad posible. Creado en 2014 tras la anexión de Crimea por parte de Rusia, todos los años celebra una reunión para marcar agenda. Pero la cita del pasado 15 de marzo en la capital británica fue la primera que se recuerda con todos los líderes políticos. Por lo tanto, aunque el encuentro fue rutinario, se utilizó en el marco de la guerra de Ucrania para dar visibilidad a Johnson y reafirmar, una vez más, su papel de liderazgo.

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden. (Reuters/Jonathan Ernst)

“La estrategia de defensa de Reino Unido es centrar sus esfuerzos en la región euroatlántica, pero al mismo tiempo realizar un alineamiento hacia el Indo-Pacífico y mantener algunos recursos en otras partes del mundo, como Oriente Medio y África Oriental”, explica a El Confidencial Shashank Joshi, responsable de Defensa en 'The Economist'.

El experto asegura que, en los últimos meses, ha surgido un “enfoque báltico muy fuerte” con el compromiso intenso con la Fuerza Expedicionaria Conjunta, garantías de seguridad bilaterales para Suecia y Finlandia y la expansión de las tropas británicas en Estonia. “Global Britain es un eslogan más que una política detallada, pero un desafío importante para Reino Unido es desempeñar un papel influyente incluso fuera de la UE. En Ucrania, lo ha hecho a través de la Alianza Atlántica, el JEF, el apoyo bilateral a Ucrania, la cooperación trilateral con Ucrania y Polonia y el compromiso activo con los Estados Unidos”, explica. “Sin embargo, la pregunta es si la renovada amenaza de Rusia significa que Reino Unido tendrá menos capacidad diplomática y militar para desempeñar un papel más amplio más allá de Europa. La otra pregunta es si el terrible estado de las relaciones entre Reino Unido y la UE [a punto de entrar en guerra comercial por el Protocolo de Irlanda] supondrá limitación del poder de Londres en Europa a largo plazo”, añade.

Los expertos también cuestionan el fuerte enfoque naval emergente, incluidos los casi 8.000 millones de libras gastados en dos nuevos portaaviones —más los aviones de combate F-35 que operan desde sus cubiertas, con un coste de 90 millones de libras cada uno—, a expensas de las capacidades necesarias para luchar el tipo de guerra convencional terrestre lanzado por Moscú.

Foto: Johnson, al volante de un vehículo acorazado. (Reuters)

El Ejército británico perderá toda su flota de más de 700 vehículos de combate de infantería Warrior antes de lo previsto y un tercio de sus tanques de batalla principales Challenger II. Operacionalmente, las fuerzas terrestres británicas son ahora las más reducidas desde el siglo XVIII, con solo 72.500 soldados regulares.

Si bien Johnson se presenta en la cumbre como la conciencia moral de la Alianza e insta a otras naciones a gastar más en defensa, en casa gestiona las cosas de otra manera, negándose a escuchar las demandas de los ministros de su propio gabinete y el jefe del Ejército, que piden más dinero para hacer frente a la amenaza rusa.

En 2019, el manifiesto 'tory' se comprometió a aumentar el gasto en defensa “en al menos un 0,5% por encima de la inflación cada año del nuevo Parlamento”. Pero a medida que la inflación se acerca al 10%, las fuentes gubernamentales ya han adelantado que esto no va a suceder. Aunque el primer ministro insiste en que el gasto será mayor en 2024 de todos modos. Según la OTAN, el Reino Unido destina el 2,1% de su PIB a defensa, pero Johnson cree que la cifra que debería considerarse es del 2,3%, ya que él quiere incluir la asistencia enviada a Ucrania.

Foto: El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson. (EFE/Andy Rain)

No es el momento precisamente para quedarse atrás. Sobre todo teniendo en cuenta el desafío que plantea a su liderazgo la propia Alemania con su particular 'zeitenwende' —punto de inflexión—, que la ha llevado a la histórica decisión de destinar a defensa el 2% de su PIB y a modificar las reglas de exportación de armas, una política que el país mantuvo durante décadas y por la que se comprometía a no suministrar armamento bélico a ninguna de las partes en un conflicto. Ambas medidas suponen el mayor cambio de la política exterior y de seguridad del país desde la Segunda Guerra Mundial.

El presupuesto de Berlín pronto alcanzará los 62.000 millones de libras al año en comparación con los 45.000 millones de libras de Reino Unido, lo que arrebataría a Londres el segundo puesto como el país con mayor gasto en defensa de la OTAN después de los Estados Unidos. Alemania se convertirá en la mayor potencia militar de Europa y la tercera más grande del mundo, detrás de China y Estados Unidos. Downing Street no puede perder a Washington como aliado indispensable. Sobre todo si, después del Brexit, planea seguir siendo un jugador esencial en el tablero geopolítico.

Cuando un periodista le preguntó en su día a Harold Macmillan cuál fue el desafío más importante al que se tuvo que enfrentar en su época como primer ministro británico, este respondió: “Los acontecimientos, querido muchacho, los acontecimientos”. En efecto, la política de defensa de Reino Unido, a menudo, ha sido una respuesta improvisada a las cambiantes amenazas globales. Y la actual guerra en Ucrania no es una excepción.

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